sábado, 15 de abril de 2017

El valor de las imágenes. Un ejemplo belmontino

Por Jose Morente

La quietud belmontina es un verdadero mito. Belmonte toreaba en contínuo movimiento, cruzándose continuamente al pitón contrario.Solo paraba (el parón) en el momento del embroque
Una corriente de opinión muy difundida defiende el valor de la palabra escrita frente a la realidad, reflejada en las películas. Según esa corriente, propia de intelectuales, un texto de Corrochano o Federico Alcázar valdría más y sería más fiable que cien celuloides de Joselito o Belmonte.

No estoy de acuerdo y voy a poner un sencillo ejemplo para demostrarlo.

De Belmonte se dijo que trajo la quietud y el toreo de brazos, o sea, el toreo moderno. Es algo que se ha repetido mucho y hemos acabado todos por creerlo pero no es cierto. Al menos, no es enteramente cierto.

Para comprobarlo, vamos a ver la película de un natural de Belmonte rematado con un pase por el otro pitón.


El ejemplo del natural de Juan Belmonte





A la vista de este fragmento de película (y de todo el material fílmico del que disponemos) podemos llegar a las siguientes conclusiones

Juan no ligaba naturales en serie que es la base del toreo moderno. Hoy se torea por tandas de naturales (o derechazos encadenados) pero Belmonte alternaba los pases por un pitón con los pases por el pitón contrario lo que era característico del toreo antiguo y de su estilo pues es lo que hizo toda su vida.

Se ve en las imágenes

Belmonte en el natural no torea en quietud mandando con los brazos sino que torea en constante movimiento, adelantando la pierna y buscando siempre al pitón contrario hasta conseguir que el toro arranque.

Muy meritorio pero no tiene nada que ver con el toreo de hoy que se basa en la quietud del torero que no mueve los pies desde la arrancada del toro hasta el remate mientras que Belmonte siempre movía los pies constantemente, parando solo en el momento del embroque

Se ve en las imágenes

3ª Esa paradita que hace Belmonte en el momento del embroque (paradinha que luego se llamó parón o toreo de parón cuando se acentuó en la Edad de Plata) es la que le permite una fotografía muchos más lograda, de más calidad plástica que la que se conseguía con toreros anteriores. 

Por otra parte, esa actitud de desafío y arrogancia ante el toro es la actitud de un valiente (Belmonte lo era en grado sumo) pero no de un artista consumado donde prima la economía de movimientos frente a no la exageración gestual (Pensemos en el Gallo, Pepe Luis Vázquez o Pepín Martín Vázquez).

Se ve en las imágenes

4ª Al ir al pitón contrario, Belmonte consigue que el toro arranque de lado no en línea recta y por tanto frenado, con menor velocidad, más despacio. Dicho de otro modo, ahí nace el temple.

Se ve en las imágenes.


Conclusión. El valor de las imágenes

Las películas muestran siempre la verdad o parte dela verdad (la que se ha filmado) del toreo; lo que no ocurre necesariamente con la palabra escrita que no siempre refleja lo que sucede en la plaza.

La literatura taurina es fundamental. Cierta visión mítica del toreo (aunque sea de los toreros del ayer y pocas veces de los toreros del presente) es necesaria.

Cuestión distinta es cuando esa literatura taurina se utiliza para corregir o mixtificar la historia, no sólo para engrandecerla. En ese caso, cuando las imágenes (la realidad) contradicen o desmienten a lo escrito, creo que tendremos que poner en cuarentena los textos escritos.

El típico natural belmontino. Un momento de composición muy lograda pero solo es un momento

1 comentario:

Antonio Luis Aguilera dijo...

El pasado domingo, en la transmisión de la corrida de Sevilla, nuevamente se atribuyó la paternidad del toreo ligado en redondo a Juan Belmonte. Es una lástima que quienes manejan el hilo conductor de una transmisión con tantísima audiencia entre aficionados no conozcan la historia del toreo.