miércoles, 29 de marzo de 2017

Cuaderno de notas (CXIX) El problema de los encastes. El torismo


"La demagogia torista se queda en lo externo". 
Y, en efecto, en las plazas toristas, un toro se alaba y estima, principalmente, si tiene tamaño y pitones, sobre todo muchos pitones. En la imagen, un toro de Victoriano del Río lidiado en Madrid y que fue calificado por algunos aficionados como una fiera corrupia. En realidad, fue un toro bravo y noble. Muy noble, tan noble que se abría en los engaños. En ese caso los los árboles de los pitones no dejaron a algunos ver el bosque de la nobleza (Fotografía de Javier Arroyo para Aplausos)
NOTA de la LRI. Es evidente que donde está el toro, está la corrida y también que sin mirar al toro, es imposible entender lo que ocurre en la plaza. El toro es, pues, en la fiesta lo primero. Pero esa atención obsesiva por el toro, sin la cual nada se entiende, necesaria e imprescindible hasta el punto que caracteriza al aficionado fetén, no debe confundirse con el "torismo" que no es sino su vulgar remedo cuando no una burda caricatura de la afición cabal e interesada por el toro y por el toreo
Este texto de Joaquín López del Ramo, escrito hace 15 años, describe, muy bien, el perfil de ese tipo de aficionado y explica, con mucho acierto, esa deriva en la que aún seguimos inmersos.

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El "torismo" es una corriente de opinión utópica. irreal y regresiva, que parte de una distorsión interesada y preconcebida del concepto clásico de la bravura y el trapío del toro.

Su nacimiento se sitúa en Madrid a comienzos de los años setenta, de la mano de un sector de la crítica que ensalzaba al toro destartalado y bronco como paradigma de la autenticidad, y al torero de gestualidad garbosa pero superficial o corto de valor, como modelo de torería o esencia lidiadora.

Esta retórica, envuelta en tópicos y lugares comunes, envolvía una realidad de fondo muy diferente al supuesto "purismo" de sus impulsores: ese toro y ese torero resultaban mucho más baratos para los grandes empresarios, y mientras se vendieran como puros y auténticos, y la gente lo creyera, el negocio era redondo. 

Los demagogos tergiversaron la técnica y la historia del toreo, se inventaron como referente un "toro de antes" que nunca existió, y sus mensajes, por repetidos y lanzados a través de potentes altavoces, condicionaron a presidentes y veterinarios, que impusieron un baremo mastodóntico al que debieron amoldarse los ganaderos en las plazas importantes.

Desaparecieron de las ferias los contreras, los coquillas, los vega-villares y los santacolomas. Se agigantaron las demás estirpes y se hundieron los murubes, los condesos y los pablorromeros, todo ello, casualmente, al mismo tiempo (...)

La demagogia "torista" da una visión empobrecedora del toro y de su lidia, se queda en lo externo, es superficial y simplificadora. Así, establece como única referencia del trapío el tamaño y los pitones grandes, sin tener en cuenta las especificidades propias de cada estirpe; llama bravo al manso espectacular; equipara la raza al genio bronco y defensivo; niega la nobleza como cualidad básica del toro y trueca la emoción por el morbo.

"Un sector de la crítica ensalzaba al toro destartalado y bronco como paradigma de la autenticidad"
Aunque todo el mundo (incluido el ganadero) reconoció que la corrida de Saltillo de San Isidro de 2016 fue una mansada, no faltó quien quiso justificarla. No en la prensa, pero si en los blogs, se pudieron leer adjetivos como "admisibles", "emocionantes", "imprescindibles" y algunos más del mismo tenor, llegando algunos a proponerlos como paradigma y modelo del verdadero toro de lidia. Un dislate (Fotografía de Andrew Moore)
Ademas, tergiversa la lidia, pues impugna las figuras del toreo presentes y pasadas por el hecho de serlo; prefiere el toreo sobre los pies a la quietud y la ligazón; confunde el cite largo con la pureza; exalta más al trincherazo pinturero que el natural macizo; prefiere, en suma, el toreo detallista y accesorio al profundo y fundamental, ya que este no lo entiende.

A su falta de enjundia, el "torismo" une la arrogancia de sus formas, pues se manifiesta hosco, agresivo, prepotente, chllón y muchas veces insultante, quizás para tapar su corta sustancia argumental. Lo malo es que, desde hace veinticinco años esta tendencia se ha oficializado, manda en varias plazas importantes y sirve de modelo en otras, con el apoyo de los viejos mercaderes de la crítica que la crearon, de sus aprendices actuales, de muchos equipos veterinarios y de algunos empresarios que la siguen manteniendo en beneficio propio.

El torismo es, según Joaquín López del Ramo, hosco, agresivo, prepotente, chillón y muchas veces insultante (Aficionado protestón en Lima a principios de los 70)
Por ello, lejos de disminuir, todos los males que ha ocasionado se manifiestan hoy con la misma o mayor virulencia, y sus tópicos, de tan escuchados, se asumen por algunos como dogma de fe, tanto más en una esfera proclive a las ideas prefabricadas y a las frases hechas como es la taurina.

LÓPEZ DEL RAMO, Joaquín. Las claves del toro (1ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 2002. páginas 15 y 16)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente articulo.
Jim Verner

javier dijo...

En fin...no se pueden repetir mas tópicos. Lesdejo con unas lineas del "torista" joaquín Vidal:
“Allí estaba el toro de Madrid, que es, sencillamente, el toro de trapío, que hasta puede ser terciado, como los de ayer. Toro rematado, con las proporciones y la seriedad propias de sus años y del tipo característico de la ganadería, con la casta que es el atributo fundamental de su especie . Luego será bravo o manso, boyante o complicado, como ayer, que hubo de todo. Pero si tiene trapío y casta, ahí hay toro, y la afición lo aplaude, y cuanto ocurra durante la lidia adquiere un mérito singular.”
Joaquín Vidal en una crónica de 1987 escrita bajo el título de "¡Viva la fiesta"!

“El público de Madrid -queremos decir, los aficionados- tiene preferencia por el toro y lo exige. Entiéndase, el toro de lidia, encastado y con trapío. No el toro grande, sino serio, bien armado, bien hecho y con la envergadura correspondiente a su encaste.”
Joaquín Vidal

Sebastian.A dijo...


Buenos días.

Uno puede pensar que el torismo está equivocado y como poco tener parte de razón si no toda.
Ahora bien achacarle el arriconamiento y desaparición de encastes, eso no aguanto un mínimo análisis.

El torismo influyó como bien dice el artículo en los 70 cuando la prensa tenía fuerza pero esta influencia lleva muchos años siendo nula, la verdadera disctadura es la que ejerce un empresario y unos pocos toreros, al empresario le da poco mas o menos igual lo que se lidie pero a los toreros no.
La realidad es que estos no tienen ningún interes de torear nada que no les convenga y esto es la razón de que estos encastes no lidien nada o casi nada.
Si por ejemplo los diez primeros del escalafon que el año pasado torearon 463 tardes una cuarta parte de esas tardes quisieran matar esos encastes
que me explique alguien que forma humana tiene el torismo de evitarlo, es decir que si por ejemplo Juli, Ponce etc... quieren matar una corrida de la quinta ¿quien se lo va a impedir? dirá alguno en Madrid y en Pamplona no pueden, vale, pero existen mil plazas en las que si pueden si quisieran.

El torismo por muy equivocado que esté no tiene medios ni poder para imponer nada



Un Saludo

Jose Morente dijo...

Javier:

La deriva de la plaza de Madrid y su exigencia con el toro es bastante compleja y no se resuelve con una frase de justificación más o menos acertada de Joaquín Vidal.


Creo además que no es cierta porque, en mi opinión, Madrid no tiene un rasero uniforme para valorar el toro ni su comportamiento pues se deja influir en demasía por sus filias y fobias.

Así, esa plaza es capaz de tragarse una sardinada de "grises" (que no pasaría en plaza de segunda) sin mayor problema.

El verdadero problema es que la afición de Madrid por el toro gigante (muy acentuada en los años 70 y 80 y atenuada algo hoy día, ha creado escuela y se ha impuesto en todo el orbe taurino.

Hoy en todas partes se exige un toro con trapío de plaza de primera y eso SÍ que ha causado un enorme daño a determinados encastes.

Que luego la afición madrileña haya entonado el mea culpa (por boca de Vidal) no quita para que sea esa afición la responsable o sea "la que ha traído las gallinas".

Un saludo

Jose Morente dijo...

Jim Verner:

Joaquín López del Ramo, a fuer de un magnífico conocedor del toro y sus encastes y escribir muy bien, es muy ponderado y atinado en todas sus reflexiones. Muy ecuánime.

Gracias y un saludo

Jose Morente dijo...

Sebastián A.:

El texto de Joaquín López del Ramo se centra en el torismo y en su influencia sobre el tamaño del toro en los años 70.

Evidentemente, esos polvos han traído otros lodos pues no creo que nadie que pueda elegir se plantee en serio torear un toro fuera de tipo que sabe positivamente que tiene un 99% de probabilidades de no embestir. Máxime cuando el aficionado actual (al contrario que el de otras épocas) es intransigente con los toreros punteros. Capaz de montar una trifulca si uno de esos toreros se alivia con un toro que no merece otra cosa, tal y como antes se hacía.

Si hoy las redes convierten en fracaso los triunfos legítimos de las figuras, no quiero pensar que ocurriría si (como es normal) las figuras fracasaran o simplemente no estuvieran lucidos ante toros que no se prestasen al lucimiento.

O cambia la actitud del aficionado o esto no se arregla.

En Málaga se lidió no hace tanto una corrida de la Quinta por Juli y Manzanares y las quejas de los aficionados malagueños por el "trapío" de los Santacoloma todavía se oyen en Despeñaperros. No sé si han vuelto a torear redes de ese encaste.

Así nos va.

Un cordial saludo

Sebastián.A dijo...

Buenas tardes.

Los polvos vienen de antes, concretamente del abuso que se hizo de extender un hecho real que fue el estado en que quedo la cabaña de reses bravas despues de la guerra, 30 años despues el toro (aveces novillo) seguia en el mismo estado de presentación.

De ese abuso viene el torismo y este hace muchos años que no pide kilos etc etc..., pero seguimos poniendolo de escusa.

Las figuras tambien reciben criticas por la presentación de sus ganaderias preferidas y otras muchas cosas mas y esto no les hace cambiar, porque la repercisión de estos blogs es escasa. El publico que llena las plazas (cuando las llena) en general no lee blogs taurinos ni nada que se lo parezca. Eso si como escusa vienen que ni pintadas.

Referente al publico en general y al de Madrid particular ¿no estará usted idealizando el público de antaño? al igual que otros hacen con el toro o la suerte de varas. Es mas incluso se lleva la contraria a usted mismo dado los numerosos post que tiene dando fe del injusto trato dado a figuras del toreo pretéritas.

El público actual es menos duro que el de épocas anteriores y como prueba tire de hemeroteca propia y dígame cuantas veces actualmente se salta al ruedo para protestar los toros, cuantas veces se arrojan objetos al ruedo, cuantas polémicas saltan a la prensa, cuantas broncas como hay en el tendido como las había antes....


Un cordial saludo







Jose Morente dijo...

Sebastián A.:

En efecto. La crítica a la escasa presencia del toro que se hace en los años 70 tenía su fundamento no ya el toro de la postguerra sino en el toro de los 60 que era -en realidad- un utrero mal presentado muchas tardes (Eso lo hemos comentado bastantes veces aquí sobre todo cuando se ensalza el "toro de antes" o se afirma que el toro de los 60 tenía más casta). El problema es que se pasó de ese toro escaso de trapío al extremo opuesto. Si la denuncia tenía lógica, la solución que se dió fue (como denuncia Joaquín López del Ramo) inadecuada por excesiva. Los resultados están a la vista.

También coincido con usted en que las figuras ignoran las críticas a las ganaderías que suelen lidiar porque la repercusión de los blogs en el público mayoritario es nula.

Mi afirmación de que el aficionado actual es intransigente con los punteros al contrario de lo que ocurría con otras épocas, debo matizarla. Y es que nunca (pese a las críticas) se ha cuestionado el estatus de figura a los toreros mandones como hoy se hace y con el desparpajo con el que hoy se hace.

Por lo que respecta a los públicos, también estoy de acuerdo en que el publico se pasa de festivo o de injusto, según las ocasiones. Lo hemos dicho muchas veces en este blog. El toreo es muy complejo y no es fácil valorar con justeza el mérito de una faena en función del comportamiento del toro.

También es cierto que el público de hoy es más educado que el de antes, al menos en su comportamiento en la plaza, eso resulta también evidente. Pero creo que en beneficio de la fiesta. Las trifulcas de ayer, vistas hoy, causan sonrojo.

En cualquier caso el público es público y poco le podemos exigir. Sin embargo, al aficionado rigorista si hay que exigirle más rigor y menos frivolidad de la que demuestra en la plaza. Madrid debería ser el referente actual del toreo. En mi opinión, hoy por hoy, no lo es por sus filias y por sus fobias.

Un cordial saludo