Madrid se entusiasma con la épica.
Aunque históricamente en Madrid han triunfado toreros de todas las cuerdas, esta plaza ha reservado siempre su corazón para los toreros más valientes. El negro Frascuelo fue, en el XIX, el paradigma. Y es que, en Madrid, el toro fiero y el torero capaz de hacerle frente han causado siempre furor.
Eso fue lo que pasó ayer en el cuarto toro de la corrida de Adolfo Martín. Un toro muy quedado, bronco, de medias arrancadas y agarrado al piso (toda la corrida, hasta los más nobles, sacaron este defecto), un toro muy difícil de torear al que Rafaelillo se enfrentó con un descaro y una frescura, como se decía antes, que encandiló al público venteño.
El de Murcial, desplegó, ante ese astado, un impresionante arsenal de recursos técnicos. El toro no tenía muchos pases (en mi opinión ¡no tenía ni uno!) y Rafaelillo supo hacerle una faena por la cara, valiente, muy emocionante, con medios pases, muy inteligente. Tiró de oficio para montar una faena impensable e imposible. Con la muleta retrasada (el cáncamo en el segundo muslo) y yendo siempre, de modo sistemático, a buscar el pitón contrario que era lo que pedía ese toro (y lo que pedía el público, porqué no decirlo), acabó sacando agua de un pozo que parecía vacío y sin fondo.
Además, Rafaelillo supo escenificar muy bien la situación. Lo que gustó a la mayoría tanto como desagradó a algunos (muy pocos) aficionados. Hacen mal. El toreo no es sólo pases y estocadas, lidia y exposición, sino también un juego, un espectáculo donde la comunicación con el público es clave y, también en eso, estuvo sobresaliente el murciano, Quizás por eso, su faena ha transmitido tanto a los que estaban en la plaza y a algunos de los que estábamos en casa viendo la televisión. A mí me ha entusiasmado. ¡Viva la épica!
Rafaelillo, y es lo que importa, triunfó lidiando al modo heroic. aunque, pese a matar bien, no le dieron la oreja, . El presidente sabrá porqué. Yo, de los presidentes de Madrid, ya tengo hecha mi opinión.
Sencillamente, carecen de sensibilidad. No saben.
Sencillamente, carecen de sensibilidad. No saben.
El buen toreo parece que no gusta en Madrid
El éxito de Rafaelillo era lógico y explicable, por el tipo de toro, por el carácter del torero y por el planteamiento de la faena. Lógico y explicable en una plaza donde todavía se valora la lidia y se agradece ese toreo antiguo de lucha y riesgo que tanto nos gusta a nosotros. Empero, lo que pasó con Castella resulta sin embargo, inexplicable.
Intentemos explicarlo aunque el problema, para mí, no estuvo en el ruedo sino en la actitud de los espectadores.
Es cierto que Castella es un torero frío, muy frío, que no hace ninguna concesión al público, ningún gesto para la galería. Pero no es menos cierto que ayer derrochó torería y buen gusto. Elegancia y ritmo. Soltar y recoger. Llevar y conducir. Torear. El mejor toreo posible, para más inri, con dos grises de esos que se dice que son fieras corrupias. Fieras corrupias menos cuando los torean las figuras. Los dos del lote de ayer de Castella, lo serían pero, si lo fueron, parecían dos babosas en sus manos. Cuando se torea con tanto valor, con tanta firmeza y con tanto sentido del toreo, los toros siempre parecen mejores de lo que son.
Fue una faena soñada. De ensueño. De leve juego de muñecas. De movimientos justos y precisos.
Es cierto que Castella es un torero frío, muy frío, que no hace ninguna concesión al público, ningún gesto para la galería. Pero no es menos cierto que ayer derrochó torería y buen gusto. Elegancia y ritmo. Soltar y recoger. Llevar y conducir. Torear. El mejor toreo posible, para más inri, con dos grises de esos que se dice que son fieras corrupias. Fieras corrupias menos cuando los torean las figuras. Los dos del lote de ayer de Castella, lo serían pero, si lo fueron, parecían dos babosas en sus manos. Cuando se torea con tanto valor, con tanta firmeza y con tanto sentido del toreo, los toros siempre parecen mejores de lo que son.
Fue una faena soñada. De ensueño. De leve juego de muñecas. De movimientos justos y precisos.
¡Que manera de torear!
Pese a ello, Castella tuvo a la plaza en contra. No era el ambiente frío de la indiferencia sino el ambiente crispado y descaradamente a la contra. Sus dos actuaciones fueron subrayadas por ese constante punteo de pitiditos, palmitas de tango y conatos de protestas que, en Madrid, jalonan siempre la actuación de los toreros punteros y subrayan su categoría. Torero al que, en Madrid no piten, no es figura del toreo.
Pero es algo difícil de comprender. Se pide que las figuras toreen corridas duras y cuando una figura lo hace, tiran a degüello. Si no está bien con esos toros, lo machacan pero si está bien, como estuvo Castella, también lo intentan destrozar.
¿No será que esos aficionados, temen que estos toreros pongan en evidencia a esas ganaderías y el mito que las sustenta?
Y es que Castella ha toreado a sus dos Adolfos con una firmeza y una tranquilidad enervante para algunos. Como si se trataran de dos toros domeqcsticados. Igual, igual. Lento, suave, templado. Un toreo muy caro.
¿O será que lo que, de verdad, gusta en esta plaza es que el torero ande a merced del toro y lo que irrita es que un torero esté por encima de ellos?
No lo sé. El caso, es que el público, no entró en la faena y Castella se dedicó (como confesaría en los micrófonos del plus) a torear para si mimo.
Una suerte para nosotros.
Pero es algo difícil de comprender. Se pide que las figuras toreen corridas duras y cuando una figura lo hace, tiran a degüello. Si no está bien con esos toros, lo machacan pero si está bien, como estuvo Castella, también lo intentan destrozar.
¿No será que esos aficionados, temen que estos toreros pongan en evidencia a esas ganaderías y el mito que las sustenta?
Y es que Castella ha toreado a sus dos Adolfos con una firmeza y una tranquilidad enervante para algunos. Como si se trataran de dos toros domeqcsticados. Igual, igual. Lento, suave, templado. Un toreo muy caro.
¿O será que lo que, de verdad, gusta en esta plaza es que el torero ande a merced del toro y lo que irrita es que un torero esté por encima de ellos?
No lo sé. El caso, es que el público, no entró en la faena y Castella se dedicó (como confesaría en los micrófonos del plus) a torear para si mimo.
Una suerte para nosotros.
Dos conceptos del toreo
Público al margen, ayer, en Madrid, pudimos disfrutar del toreo en su máxima expresión. En toda la extensión de la palabra. Dos conceptos distintos y dos modos de torear distintos.
El toreo cambiado, de poderle al toro que se defiende, con el torero metiendo la pierna continuamente para robar los pases, en dura y emocionante pelea. Toreo para gustos fuertes.
Y el toreo en redondo, con el torero en su centro, respetando el viaje natural del toro, acariciando sus embestidas con desmayo y elegancia máximas. Un toreo para buenos paladares
El toreo es muy amplío, muy variado y muy grande. Por tanto, ¡viva el toreo!
¡Viva todo el toreo! ¡Todo!
8 comentarios:
Buenas tardes señor Morente. Permitame compartir con usted una opinion. Yo a Rafaelillo le hubiera dado la oreja, sin discusion. Y le hubiera dado 2 orejas a Castella, si llega a TOREAR en vez de dar pases . Pases muy buenos, muy templados, muy lentos, pero pases sin torear cargando la suerte. Ya se que usted tiene su opinion y le reconozco que se esmera en esplicarla y da gusto leerla.(lo del codilleo es muy interesante y lo explica muy bien). Por esa razon yo creo que le negaron su labor. Somo antagonicos en nuestra percepcion de ese matiz. Y, no le negare que me pica la curiosidad de saber su opinion con la corrida de Moreno Silva.
Por lo demas, Un saludo señor Morente.
Kaparra
Kaparra:
Con lo de Rafaelillo, estamos totalmente de acuerdo.
En lo de Castella, evidentemente, no.
Para mí, meter la pierna (como digo en la entrada) hay que hacerlo en el toro que lo necesita pero en el que no, comparto el criterio de Manolete pues me parece una ventaja (otro día daré mi explicación de porqué digo lo que digo).
Torear es llevar el toro donde el torero quiere. Si además se hace con suavidad, temple, gusto y elegancia, el toreo se sublima.
La poca reacción del público de Madrid es inexplicable o ¿quizás será porque todo ese público que se quedó frío con Castella lo hizo no por el primor de su actuación sino por no adelantar la pierna de salida? Si fuera así, que es probable, estaríamos ante una afición "teoricista" o "de libro". O sea, una afición que no reacciona a lo que ocurre en la plaza sino que ha interiorizado algunas "teorías" (de forma esquemática, todo hay que decirlo) y con esas juzga al torero.
Manejamos demasiados tópicos y nos fijamos demasiado en las piernas del torero como si fueran las de una corista. Creo que habría que mirar más al toro y también habría que mirar más las otras articulaciones de los toreros (muñeca, codo, hombro, cintura) que son las que deben jugar pues doy por hecho que, en un buen muletazo, el tren inferior debería estar anclado en el suelo antes de que el toro llegue a jurisdicción, no en movimiento.
En principio, no pensaba decir nada de la corrida de Saltillo, no soy dado a hacer leña del árbol caído. Ni con los toros, ni con los toreros. Máxime cuando el propio ganadero ha pedido perdón por el comportamiento de sus reses. Una corrida mala le sale a cualquier ganadero.
Además, es un encaste que a mi, personalmente, me encanta. Por eso espero que el ganadero sepa encontrar ese fondo de bravura y nobleza buena que estoy seguro debe tener esa ganadería (recordemos a Viergado que, sin ser excepcional, fue un muy buen toro).
No obstante, dicho lo anterior, y después de las barbaridades que he leído por ahí ensalzando el petardo que fue esa corrida .... Igual si que merece la pena reflexionar sobre el tema.
Un cordial saludo
Modestamente opino que lo de "el pico" y "la pierna de salida" obedece a un comprensible intento de simplificar lo complicado.
Juzgar una faena de forma equilibrada es muy complicado, entre otras cosas porque, además de tener que valorar muchas cosas a la vez(temple, ligazón, plástica, mando...), de las cuales algunas son subjetivas, también es fundamental -como destacan algunas citas de la cabecera de este blog- no solo fijarse en el comportamiento del toro, sino entenderlo.
Frente al largo y arduo camino, sin éxito garantizado, que habría que seguir para llegar a ese conocimiento, surge la idea sencilla, la tentación del atajo: fijarse solo en la colocación del torero. Un criterio que, pese a que se nos quiere vender como propio de entendidos, lo puede entender y aplicar cualquiera que vea una corrida de toros por primera vez. Es mera geometría.
El que esa manera reduccionista y en sí misma contraria al concepto del toreo como arte (si lo es no se le debería intentar encorsetar en un criterio tan rígido) haya cuajado algunos lo atribuyen a una oleada de críticos que querían distinguirse por su "pureza" y "autenticidad" (Navalón, Vidal...). Estos a su vez lo habrían sacado de la famosa conferencia de Domingo Ortega en la que dijo que para torear hay que cargar la suerte.
Carezco de datos contrastados para saber si esta teoría es cierta, pero de serlo tendría su miga que el de Borox fuera la causa primera de la actitud que mantiene sobre este asunto un sector del público. ¿Por qué? Hace poco el autor de este blog reprodujo un comentario sobre la evolución del toreo desde los profetas Joselito y Belmonte hasta nuestros días, pasando por Chicuelo (el Juan Bautista que anunciaba al Mesías pero no lo era) y el propio Mesías, que no es otro que Manolete. ¿Cargaba la suerte Manolete? Desde luego, adelantando la pierna, no. Y Manolete barrió a Ortega, que según dicen toreaba como si José y Juan no hubieran existido...
¿De verdad es posible que al final, detrás de la incomprensión hacia la faena de Castella al Adolfo esté el desconcierto (o resentimiento) de un torero, excelente en su estilo, pero al que se le había parado el reloj con el Bomba?
En todo caso, aprovecho para declarar mi adhesión a lo que interpreto que son algunos de los principios de este blog: gusto y respeto por la variedad de estilos y escepticismo ante los dogmas que elevan a categoría de absoluto lo que son recursos técnicos concretos.
Y dejo para otro día una reflexión: ¿realmente como aficionados debemos estar tan preocupados por "juzgar"? Y no digo que no sea inevitable juzgar espontáneamente lo que se nos propone en cualquier espectáculo, pero ¿es adecuado que sea esa la actitud predominante?
Un cordial saludo.
Perdón por seguir, pero dos cosas más.
Hay gente que juzga injustas la segunda oreja de Roca Rey o la más reciente de López Simón. Puedo estar de acuerdo en el caso del segundo y entender la objeción en el del primero.
Pero para mí las dos mayores injusticias de lo que llevamos de feria lo han sido por defecto: la no oreja a Rafaelillo, y la no vuelta al ruedo del toro de Ibán.
Sobre la primera, recomiendo leer el tomo del Cossío que reproduce crónicas de los años veinte y treinta. Algunos añorantes del pasado que nunca fue iban a alucinar con la cantidad de orejas que se daban en Madrid después de entrar a matar varias veces, con pinchazos, medias...
Cincinato:
Pues no sé si responderle (pues estoy de acuerdo con usted) o pedirle por favor que me deje publicar su comentario pero como entrada en este blog
Es una duda razonable (incorpóreamente razonable)
Un muy cordial saludo
Cincinato:
Lo que si le digo es que, efectivamente, ha dado usted en el clavo sobre los objetivos y planteamientos del blog. Defensa de la variedad de estilos (en los toreros) y de la variedad de comportamientos (en los toros) pero desde la realidad y si es posible, sin apriorismos dogmáticos (no siempre fáciles de evitar).
Y otro pequeño apunte. Me encanta el toreo de pata 'alante (Belmonte, Ortega, Ojeda). Lo que no me gusta es que lo impongan como único posible.
Otro saludo
Puede usted utilizar como estime oportuno cualquier cosa que escriba en su blog.
Un cordial saludo.
Gracias
Un saludo
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