El era un veterano, era una sombra
de lo que fue, y yo era todavía
un niño de calzón corto, una cría
de terco aficionado que leía,
recitaba de coro el "Sol y Sombra"
...
Y un día en el cartel "Antonio Fuentes"
No lo quise creer. Y era posible.
Aún nací a tiempo. Oh dioses providentes.
...
(Gerardo Diego. Fragmento de "La fábula de Antonio Fuentes")
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(Gerardo Diego. Fragmento de "La fábula de Antonio Fuentes")
Aún nací a tiempo
Eso último es lo que le ocurrió a un jovencísimo Gerardo Diego cuando allá por 1910-11, el diestro Antonio Fuentes, retirado en 1908 y elegante donde las haya, decidió regresar a los ruedos.
Fuentes fue portada de la revista Toreros con motivo de su reaparición en Madrid el 24 de junio de 1911 (nº publicado el 25 dicho mes y año) |
Antonio Fuentes fue el único torero del fin de siglo al que Guerrita concedió algo -no mucho-de cuartelillo. Retirado el Guerra (que ese sí que se fue para no volver), Fuentes se alzó a los primeros puestos de la torería. Sin embargo, la dicha nunca es completa y, a finales de 1903, un toro de Saltillo en Zaragoza le destrozó la rodilla derecha.
Fuentes arrastró su cojera por los ruedos durante las siguientes temporadas, hasta que en 1908, decidió retirarse del toreo organizando una campaña de despedidas en la principales plazas españolas y francesas (Madrid, Valencia, Nimes, el Puerto, Barcelona, Bilbao, etc.)
Sólo, un par de años después, en 1910, cuando ya nadie lo esperaba, toreó tres corridas en Lisboa y una en Murcia. Y, en 1911, regresaba formalmente para gozo y dicha de los ojos juveniles del pasiego Gerardo Diego quien lo vería torear un año después, en Santander.
Antonio Fuentes volvió por su propia voluntad. Por necesidad, posiblemente. Pero ¿quien o quienes hicieron posible su regreso?. Dicho de otro modo ¿quien o quienes fueron esos "dioses providentes" de los que nos hablaba Gerardo Diego en su fabulosa poesía?
El dios providente
El dios providente de Gerardo Diego existió y se llamaba Alegrías. Mejor dicho, se llamaba Gregorio Corrochano pues Alegrías era el seudónimo que utilizaba Corrochano cuando hacía sus primeros pinitos como segundo de Blanquito, el revistero taurino titular del diario la Mañana.
La historia la contaba el propio Corrochano muchos años despues con motivo de una tarde en la que la seguridad y elegancia del toreo de Antonio Ordoñez en Aranjuez le traía a la memoria la seguridad y elegancia del toreo de Antonio Fuentes también en Aranjuez.
Fuentes andaba dándole vueltas a la idea de reaparecer pero sin acabar de decidirse. Había toreado -como hemos comentado- el año anterior en Lisboa y en Murcia y estaba en Aranjuez el 30 de mayo de 1911 para sustituir a Ricardo Bombita que había sido cogido días antes.
En los jardines del hotel donde se alojaba el torero, Corrochano conversó -después de la corrida- con Fuentes sobre su retirada y sus deseos de volver y luego trasladó la conversación al periódico donde escribía como sustituto. Con gran sentido periodístico, preguntó a los revisteros de mayor prestigio de la época sí Fuentes podía o no volver al toreo en las condiciones en las que deseaba volver (limitar sus actuaciones a 15 ó 20 corridas en las plazas de más importancia).
La Prensa contestó dando el plácet (sólo Don Modesto mostró alguna reticencia) y poco después, el día de San Juan concretamente, Fuentes reaparecía en Madrid, acompañado por el Papa Negro y Rodolfo Gaona, para lidiar una corrida de Guadalest.
Esa temporada de su reaparición, Fuentes llegó a torear 22 corridas y mató 51 toros. En la siguiente, toreó sólo 16 corridas y 34 toros pues, aunque tenía contratadas bastantes más, fue cogido en su segunda tarde en Santander, precisamente la plaza donde le pudo ver Gerardo Diego.
Gracias a un dios providente, Gerardo Diego nació a tiempo de poder ver en los ruedos la elegante figura de Antonio Fuente pero ¿Y nosotros? ¿Hemos nacido a tiempo de ver a ese torero?
La respuesta en la siguiente entrega de esta (elegante) serie.
2 comentarios:
Pepe, gracias, por estas evocadoras remenbranzas del taurómaco esplendor antiguo
Que bonito, reportaje, el romanticismo y elegancia de un torero,la poesía de Gerardo Diego, prodigiosa, enhorabuena, Manuel Vázquez
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