lunes, 14 de diciembre de 2015

La fábula de Antonio Fuentes (I) Aún nací a tiempo

Por Jose Morente

5 de abril de 1908. Antonio Fuentes torea la que se suponía corrida de su despedida de Madrid. Fuentes se iba"cansado de tanto bregar" según confesó ese día a la Infanta doña Isabel, una gran aficionada a los toros, a la que llamaran castizamente "La Chata"

El era un veterano, era una sombra
de lo que fue, y yo era todavía
un niño de calzón corto, una cría
de terco aficionado que leía, 
recitaba de coro el "Sol y Sombra"
 ...
Y un día en el cartel "Antonio Fuentes"
No lo quise creer. Y era posible.
Aún nací a tiempo. Oh dioses providentes.
...
(Gerardo Diego. Fragmento de "La fábula de Antonio Fuentes")


Aún nací a tiempo

Pese a todos los reparos que se le quieran hacer, la reaparición de uno de esos toreros retirados que fueron capaces de dejar huella entre los aficionados de su época, les permite, a esos "viejos" aficionados, revivir la nostalgia de las tardes de gloria pasadas. Pero, sobre todo y esto es lo más importante, permite que aficionados más jóvenes puedan llegar a ver en la plaza a sus idolatrados toreros.

Eso último es lo que le ocurrió a un jovencísimo Gerardo Diego cuando allá por 1910-11, el diestro Antonio Fuentes, retirado en 1908 y elegante donde las haya, decidió regresar a los ruedos

Fuentes fue portada de la revista Toreros con motivo de su reaparición en Madrid el 24 de junio de 1911 (nº publicado el 25 dicho mes y año)
Antonio Fuentes fue el único torero del fin de siglo al que Guerrita concedió algo -no mucho-de cuartelillo. Retirado el Guerra (que ese sí que se fue para no volver), Fuentes se alzó a los primeros puestos de la torería. Sin embargo, la dicha nunca es completa y, a finales de 1903, un toro de Saltillo en Zaragoza le destrozó la rodilla derecha.

Fuentes frente a Corredor de Saltillo, negro zaíno. El toro le cogió cuando se le arrancó de improviso al intentar fuentes sacarle el estoque con una banderilla para poder descabellar (Fotografía del número del 25 de octubre del semanario Sol y Sombra, el que leía el niño Gerardo Diego)

Fuentes arrastró su cojera por los ruedos durante las siguientes temporadas, hasta que en 1908, decidió retirarse del toreo organizando una campaña de despedidas en la principales plazas españolas y francesas (Madrid, Valencia, Nimes, el Puerto, Barcelona, Bilbao, etc.)

La despedida de Antonio Fuente provocó una tremenda expectación. En Madrid donde se dio la primera corrida de las 13 celebradas ese año para su despedida, el publicó se arremolinaba para ver salir al torero del Hotel donde se alojaba.

Sólo, un par de años después, en 1910, cuando ya nadie lo esperaba, toreó tres corridas en Lisboa y una en Murcia. Y, en 1911, regresaba formalmente para gozo y dicha de los ojos juveniles del pasiego Gerardo Diego quien lo vería torear un año después, en Santander.

Antonio Fuentes volvió por su propia voluntad. Por necesidad, posiblemente. Pero ¿quien o quienes hicieron posible su regreso?. Dicho de otro modo ¿quien o quienes fueron esos "dioses providentes" de los que nos hablaba Gerardo Diego en su fabulosa poesía?


El dios providente

El dios providente de Gerardo Diego existió y se llamaba Alegrías. Mejor dicho, se llamaba Gregorio Corrochano pues Alegrías era el seudónimo que utilizaba Corrochano cuando hacía sus primeros pinitos como segundo de Blanquito, el revistero taurino titular del diario la Mañana.

La historia la contaba el propio Corrochano muchos años despues con motivo de una tarde en la que la seguridad y elegancia del toreo de Antonio Ordoñez en Aranjuez le traía a la memoria la seguridad y elegancia del toreo de Antonio Fuentes también en Aranjuez.

Una tarde de Ordoñez en Aranjuez le traía a Corrochano, recuerdos de otra tarde en la misma plaza. Aquella en la que Antonio Fuentes le confesaba -después de la corrida- su intención de reaparecer (Titular del Blanco y Negro del 6 de junio de 1959).
Seguridad y elegancia en el capote de Antonio Fuentes (precursor del de Ordoñez) rematando un quite en Aranjuez la tarde del 30 de mayo de 1911 (Fotografía publicada en el semanario Toreros del día  4 de junio)
Fuentes andaba dándole vueltas a la idea de reaparecer pero sin acabar de decidirse. Había toreado -como hemos comentado- el año anterior en Lisboa y en Murcia y estaba en Aranjuez el 30 de mayo de 1911 para sustituir a Ricardo Bombita que había sido cogido días antes.

En los jardines del hotel donde se alojaba el torero, Corrochano conversó -después de la corrida- con Fuentes sobre su retirada y sus deseos de volver y luego trasladó la conversación al periódico donde escribía como sustituto. Con gran sentido periodístico, preguntó a los revisteros de mayor prestigio de la época  sí Fuentes podía o no volver al toreo en las condiciones en las que deseaba volver (limitar sus actuaciones a 15 ó 20 corridas en las plazas de más importancia).


Cuando Corrochano no era Corrochano sino Alegrías y no ejercía de titular de la sección taurina de ABC sino como secundario en la Mañana, publicó una entrevista con Antonio Fuentes en la que finalizaba llamando a consulta al resto de la crítica taurina pidiendo opinión sobre la conveniencia de que reapareciese Antonio Fuentes (La Mañana, 31 de mayo de 1911)
La Prensa contestó dando el plácet (sólo Don Modesto mostró alguna reticencia) y poco después, el día de San Juan concretamente, Fuentes reaparecía en Madrid, acompañado por el Papa Negro y Rodolfo Gaona, para lidiar una corrida de Guadalest.

Esa temporada de su reaparición, Fuentes llegó a torear 22 corridas y mató 51 toros. En la siguiente, toreó sólo 16 corridas y 34 toros pues, aunque tenía contratadas bastantes más, fue cogido en su segunda tarde en Santander, precisamente la plaza donde le pudo ver Gerardo Diego.


¿Y nosotros?

Gracias a un dios providente, Gerardo Diego nació a tiempo de poder ver en los ruedos la elegante figura de Antonio Fuente pero ¿Y nosotros? ¿Hemos nacido a tiempo de ver a ese torero?

La respuesta en la siguiente entrega de esta (elegante) serie.

Antonio Fuentes brinda un toro con su proverbial torería y elegancia (Fotografía publicada en Nuevo Mundo el día 22 de junio de 1911 anunciando su reaparición en Madrid). De Fuentes tenemos algunas fotografías amarillentas y el relato de sus contemporáneos pero no hemos podido, al contrario que Gerardo Diego- verlo torear en las plazas quizás porque no hemos nacido a tiempo ¿O sí?.
(Continuará,,,)

2 comentarios:

Antonio Jiménez dijo...

Pepe, gracias, por estas evocadoras remenbranzas del taurómaco esplendor antiguo

Anónimo dijo...

Que bonito, reportaje, el romanticismo y elegancia de un torero,la poesía de Gerardo Diego, prodigiosa, enhorabuena, Manuel Vázquez