martes, 8 de diciembre de 2015

¡Con la izquierda, Luis Miguel! (I)

Por Jose Morente

Un derechazo, no largo sino larguísimo, de Luis Miguel Dominguín a uno de los toros de su "encerrona" en el Puerto de Santa María en el día de la Hispanidad de 1960. La fotografía publicada en el Ruedo fue incluida por Gregorio Corrochano en su libro "Cuando suena el clarín" publicado por la Revista de Occidente en 1961.
Hace unos pocos años, andaba Iván Fandiño, una tarde en Madrid, empeñado en sacar adelante una de esas faenas, tan complicadas y trabajadas, tan en el filo de la navaja, que tienen tantas papeletas de acabar en éxito como en fracaso, cuando una inoportuna voz del tendido (aclaremos que todas las voces del tendido son inoportunas) le conminó a coger la muleta con la mano izquierda: ¡Con la izquierda, Fandiño!

Hizo caso el de Orduña al inoportuno autor del bocinazo, cogió la muleta con la izquierda y el resultado fue que, lo que pudo acabar en triunfo, se diluyó entre el desinterés y el silencio de la mayoría de los espectadores.

No es la primera vez, ni -por desgracia- será la última- que una de estas voces del tendido cambia el signo de una tarde. Como la cambió, para trocarla en desgracia, la voz que le dió en Ronda, un 21 de mayo de 1820, un defensor del toreo rondeño y de la estocada recibiendo (uno de esos defensores a bocinazos de sus peculiares y particulares gustos) al diestro Curro Guillén cuando este se disponía a entrar a matar a volapié a uno de esos toritos de Cabrera, que tanto sentido y tanto peligro desarrollaban durante la lidia. Curro -igual que Fandiño- hizo caso al inoportuno espectador, citó a recibir y, para su desgracia y la de la Fiesta, encontró la muerte en las astas del toro pese al intento de quite que le hizo su peón de confianza, Juan León. Los grabados de la época dejaron constancia del hecho.

La Lidia recogía así el momento de la cogida mortal de Curro Guillén provocada por el grito de un espectador
Y es que resulta evidente, que el que vocifera en una plaza exigiendo que se toree como a él le gusta, demuestra un escaso conocimiento de la materia (aparte de no tener ni pizca de educación). El que sabe, lo primero que sabe es que el toreo es tan complejo y tiene tantos matices, algunos muy difíciles de apreciar desde el tendido, que lo más acertado es mantener la boca cerrada. 

Es por eso, que -calentones aparte- los diestros procuran no hacer demasiado caso a estas peticiones extemporáneas como esa de "¡Con la izquierda, Fulanito!" que es, posiblemente, una de las más habituales y frecuentes que podemos escuchar en las plazas (aparte del sempiterno ¡Crúzate!, el insufrible ¡Pico, no! u otras lindezas por el estilo)

Lo mismo que le pasó a Fandiño, le ocurrió o se lo gritaron, sin ir más lejos a José Tomás en la mañana mágica de su corrida mágica en Nimes (¡Con la izquierda, Tomás!). Un grito hábilmente ignorado y desatendido por el de Galapagar.

Toreaba José Tomás en Nimes primorosamente sobre la mano derecha cuando el clásico espectador inoportuno le gritó aquello de ¡Con la izquierda!. Un grito ignorado por el de Galapagar.
También se lo gritaron (y, casualmente, también toreando en solitario) a Luis Miguel Dominguín en el Puerto de Santa María hace ya bastantes años. Concretamente, en el otoño de 1960.

El reclamo de la corrida del Puerto en el Ruedo. Curiosa forma de anunciar el "solo" de Luis Miguel con esa advertencia de "los tres de Madrid"Nota para noveles aficionados: Como se ve, ya entonces había tardes en que los carteles anunciaban a los toreros pero no a los toros. Y eso pese a tratarse de una Corrida-Concurso de ganaderías (Cartel publicado en El Ruedo, número del 6 de octubre de 1960)
Y aquí del Ruedo del día 20, la relación de los toros que se lidiaron.

Luis Miguel pasaba, esta tarde, de muleta y con la mano derecha al cuarto toro cuando le gritaron lo de ¡Con la izquierda, Luis Miguel!,

El caso de Luis Miguel es muy curioso ya que sobre el "porqué" se lo gritaron, el "momento" en que se lo gritaron y las "razones y consecuencias" del grito circulan tres versiones diferentes.


Aclaración adicional

Para que no haya malentendidos (que no los habrá con quien quiera y sepa leer rectamente) conviene precisar que no se discute aquí el derecho de los espectadores a la protesta o a la bronca por muy airada que esta sea. Esa protesta es consustancial a la fiesta.

Pero una cosa es la protesta o la bronca cuando el diestro está rematadamente mal, cuando no está a la altura de la circunstancias, cuando da un mitín o pega un petardo y otra, muy distinta, es cuando se protesta porque los toreros no torean como a nosotros nos gustaría que toreasen (la protesta que yo llamo ideológica).

Una protesta que suele traer causa en el desconocimiento de la técnica del toreo y que llega al colmo cuando el del tendido (ignorante y cobarde, por definición) pretende decirle al del ruedo (sabio y valiente, por definición) como se tienen que hacer las cosas (¡Con la izquierda, Luis Miguel!, por ejemplo).

Incongruencia ante la que solo caben dos respuestas posibles: O el "baje, usted", con el que replican y han replicado tantos diestros pasados y presentes, o "no le hago  a usted ni puñetero caso" como hizo Tomás en Nimes.

Aunque pensándolo bien quizás quepa una "tercera" vía. La de hacer lo que parece ser que hizo Luis Miguel en el Puerto de Santa María el día de la Hispanidad de 1960.

Esto último, lo de Luis Miguel, o veremos en la próxima entrega


Aunque Luis Miguel era muy dado a imprecar directamente a los espectadores desatentos, en el Puerto optó por otra postura no menos provocativa ante el provocativo grito: Ignorar lisa y llanamente al espectador gritón.
(Continuará...)

2 comentarios:

Eugenio Vidal dijo...

En el vídeo de la reciente cogida de El Fandi en la plaza de Belmonte,se ve en el callejón a un individuo braceando que distrae dos veces al toro,seguidamente es cogido el Fandi.Cuando alguien esta en el callejón no puede ser tan irresponsable.

Jose Morente dijo...

Eugenio Vidal:

Totalmente de acuerdo con usted. Si le exigimos un comportamiento razonable al público con más razón habrá que exigirlo a los profesionales o a las personas de su entorno.

Hemos visto muchas veces a un toro distraído por un movimiento del personal del callejón, lo que puede ocasionar fracasos e incluso cogidas como la que usted cita,

Un saludo.