Pese a que José Velázquez Sánchez recomendase la conveniencia de lidiar toros de castas diversas como medio de “dilatar el campo de experiencia” de los lidiadores (algo de lo que podrían tomar nota los diestros actuales) lo cierto es que, por el contrario y a lo largo de la historia, lo consustancial en ellos ha sido su negativa a torear toros de determinadas procedencias o ganaderías. Esa ha sido, probablemente, una de las causas, junto a la incapacidad de adaptación de esas ganaderías a las necesidades del toreo de cada época, que explican su paulatina desaparición. Ya en los tiempos fundacionales, fue pública la enemiga de Pepe-Hillo y Costillares hacia los toros castellanos, uno de los cuales, Barbudo de Peñaranda de Bracamonte, causó la muerte del primero de los citados (En La imagen detalle de un grabado con la cogida mortal de Pepe-Hillo en la plaza de Madrid el 20 de mayo de 1801)
El toreo al salir de las zonas determinadas de su ejercicio traía el carácter peculiar y dominante de las ganaderías lidiadas en cada país.
En Navarra era inquieto, rápido y decisivo porque se lanceaban castas aviesas, de mucho sentido, y que se revolvían con extraordinaria prontitud. En Castilla, se toreaba cerca y con infinitas precauciones, porque los toros se defendían y cobraban malicia a los pocos trances de la lid. En Aragón se bregaba infinito para conseguir la serie de trámites de la lucha; porque el ganado era propenso a aplomarse en cuanto se le dejaba tomar sitios de querencias o sentir alivio de suertes. En Andalucía se inauguró la suerte de recibir por la condición brava y boyante de sus generosos brutos (…)
La lidia de tan distintas, y aun diversas castas de toros, por más que dilatara considerablemente el campo de la experiencia de los lidiadores, ensanchado los dominios del arte con esa multitud de recursos que sugiere la necesidad y metodiza después la conveniencia, no fue aceptada desde luego, y sin género alguno de oposición, de parte de los jefes de cuadrillas; y podríamos aducir más de una prueba de exclusiones de ganado, que constan de escrituras y contratas de algunos diestros de buen nombre del siglo anterior.
A consecuencia de las desgracias que produjeron en Valladolid en 1768 tres toros de prueba, de la antigua ganadería de Piñeiro, de la revoltoso y diminuta casta salamanquina, empezó a declararse que los brutos de aquella procedencia y condiciones carecían de aptitud para la lucha por la facilidad de sus movimientos en todas direcciones y sentidos; alegándose que si el toreo reconocía su origen en burlar el hombre la fiereza del toro, aprovechando la dificultad en revolverse del fogoso bruto, faltaba la base de estos ejercicios cuando existía una especie particular de la familia astada (…) que estaba constituida en caso de excepción por la naturaleza.
José Velázquez y Sánchez Anales del Toreo (1ª ed., Madrid, 1868)
No hay comentarios:
Publicar un comentario