viernes, 12 de mayo de 2017

Las claves de la bravura (IV) La nobleza

Por Jose Morente

En España y Portugal, Hidalgo es "el hijo de algo" o, lo que es igual, el noble no titulado, sinónimo de persona valiosabuena, leal, de confianza y buen linaje (Caballero del siglo XVII. Archivo Municipal de Burgos)
Aparte de un título nobiliario, noble indica condición y como tal es lo contrario a indigno, vil o infame. Dicho de una persona, noble es aquel que corresponde a la confianza que en el se pone.

Referido al toro, tiene significado parecido, por eso Paquiro decía que los toros nobles o francos, sencillos, boyantes o claros (aunque estos últimos términos ya no se suelen utilizar) eran aquellos que:
"van siempre por su terreno, siguen perfectamente el engaño y las rematan [las suertes] con tanta sencillez y perfección, y tan sin peligro del diestro, que parecen, más bien que una fiera un animal doméstico enseñado por él".
Como es lógico, para el diestro de Chiclana, las reses que tienen la condición descrita son "las más a propósito para todas las suertes".

Papa-Hillo, incluso, calificaba como noble, al toro que "embiste más bien desviándose que ciñéndose". Desviándose hacia afuera se sobreentiende.

Lo contrario del toro noble es el toro de sentido, que es el que embiste a traición sobre el bulto. El de sentido sería, según las tauromaquias clásicas, un toro ilidiable contradiciendo el tradicional aforismo de "todo toro tiene su lidia" (salvo que entendamos por lidia tirarle el engaño a la cara y tomar el olivo el torero que es lo que aconsejan -para esos casos extremos- esas tauromaquias clásicas). 

Entre el noble que sigue la muleta y el de sentido que busca con descaro el bulto, existe -según esas mismas tauromaquias- una gradación de comportamientos que va del toro que se ciñe al toro que gana terreno, en función de cuanto más se desvíe el toro de la trayectoria ideal y se venza hacia el torero. Repetimos que lo ideal (para el torero, por supuesto) es lo contrario, que el toro se venza o desvíe hacia afuera. O, dicho en la jerga propia de este duro oficio, que se abra en los engaños.


Muy distinto a la nobleza es el toro de sentido, el que busca con descaro el bulto y no el engaño (Foto de Andrew Moore de un toro de Saltillo lidiado en las Ventas en 2016).
Cuando el toro no obedece a los engaños y busca descaradamente al bulto, la cogida es inevitable. En la imagen, cogida de David Galván ayer en Madrid por un toro de la Quinta de mucho sentido (Fotografía de ABC)
Un matiz muy importante, es que se suele confundir el toro noble con el toro dócil y suavón. El caso es que se trata de cosas muy diferentes (aunque a veces pueden ir unidas) pues la nobleza tiene más que ver con la trayectoria que con la fiereza o acometividad de la embestida. El toro noble puede ser agresivo y encastado. Mejor que puede, habría que decir que debe. Como bien decía hace unos días Joaquim Grave en el blog Patrimonio Taurino
"Quiero [toros] nobles pero eso no es suavidad, me gusta el carbón. Nobleza es rectitud en el ataque, no ser suave. Humilla, repite. El bravo debe ser siempre noble. El noble, va recto, es pronto, no es traicionero. Va con galope y alegría. Si me sale algún toro bravo y dulce también me encanta porque es muy difícil conjugar ambas cosas".
Y si no cabe confundir nobleza con suavidad, aún menos se debe confundir nobleza con bobaliconería. El toro noble es el que sigue al engaño cuando el engaño se sabe manejar pero eso no quiere decir que ese toro tenga que perdonar los errores del torero. Al menos, no necesariamente.

La nobleza, o sea que el toro siga el engaño y no que busque al bulto, es condición básica para que sea posible el toreo tal y como se entiende desde Pepe-Hillo hasta nuestros días (En la imagen de Arjona, Antonio Ferrera en su magistral faena a Platino)
Es posible que la nobleza en el toro sea cualidad que no guste o no valoren aquellos que andan empeñados en confundir estos conceptos tan tradicionales y arraigados. Sin embargo, como decía Joaquín López del Ramo, la nobleza es una cualidad básica del toro de lidia, Condición necesaria, aunque no suficiente, añado yo. Algo que algunos aficionados e incluso algunos ganaderos parecen incapaces de admitir.

Pero se equivocan pues sin nobleza, no hay toreo posible y la lidia se convierte en una lucha cuerpo a cuerpo, en pura esgrima sobre las piernas para salvar la piel.

En una pelea sin sentido.

Con el toro de sentido -el que ignora los engaños y busca el bulto- el toreo se convierte en una lucha cuerpo a cuerpo , en pura esgrima sobre las piernas para salvar la piel, en una pelea sin sentido (Foto de Campos y Ruedos)

Por el contrario, con el toro bravo y noble puede surgir el toreo en su máxima expresión (Muletazo de Gitanillo de Triana, el simpar y llorado Curro Puya)

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