Chicuelo, el incomprendido
Cuando en 1961, Pepe Alameda publica "Los arquitectos del toreo moderno" sabía que el toreo en redondo había sido propugnado por Guerrita en su Tauromaquia y en las plazas y, también sabía que, luego en el interregno de Bomba y Machaco (quienes habían impuesto la moda del toreo espatarrado), ese toreo en redondo había desaparecido de las plazas para, finalmente, resurgir en la Edad de Plata y culminar esplendoroso en Manolete.
Pero a Alameda, que aún no había visto la película de los siete toros de Joselito en Madrid, le faltaba el nexo con el Guerra y puesto que Joselito nada nuevo había traído al toreo (o, al menos, eso decían todos) Alameda consideró que el puente entre Guerra y Manolete no podía ser otro que Chicuelo, el torero que, en su época, mejor supo encarnar esa forma de toreo.
Pero dado que el toreo de Juan Belmonte era la base del toreo moderno (o, al menos, eso decían todos), Alameda no tuvo más remedio que atribuir a Chicuelo el mérito de haber resuelto el problema que Juan habría planteado aunque no supo resolver: Redondear el toreo en redondo.
Alameda acertaba al atribuir a Chicuelo un papel relevante en esta historia pero se equivocaba al atribuir a Belmonte una intención que nunca tuvo.
En cualquier caso, las tesis de Alameda, levantaron ampollas entre los numerosas huestes belmontistas. El problema es que, algunos, para desmontar esas tesis, no tuvieron mejor ocurrencia que desmontar a Chicuelo, El belmontista más destacado, Luís Bollaín, llegó a decir:
No; Chicuelo, no está aquí; Chicuelo no es ese. A Chicuelo hay que buscarle (...) en el Imperio de la Gracia. Chicuelo ha sido, en rigor de exactitud, uno de los artistas de más "duende" que ha conocido el mundo del toreo (...) Porque en su cuerpecillo menudo cabían de verdad (...) la Giralda, el Parque de María Luisa y el Barrio de Santa Cruz. Y todo sirviendo de aderezo a un saber torear como los ángeles, y a una picardía taurina... como los demonios.
Nunca he entendido que para defender una cuerda del toreo (el toreo en ochos) haya que denigrar la otra (el toreo en redondo), como si ambos modos de torear no cupieran a la vez en los ruedos, pero menos entiendo aún que se pretenda rebajar el mérito de un torero tan grande como Chicuelo sólo para mantener en un falso pedestal a Juan Belmonte y, lo más triste, hacerlo de esa forma tan pretendidamente ingeniosa en la forma pero tan despectiva en el fondo.
La importancia de Chicuelo
No, Chicuelo, no es el torero pinturero y ventajista que pinta Bollaín. Chicuelo es algo más que eso, mucho más. Para empezar, Chicuelo fue gallista hasta la médula y continuador del toreo de Joselito como bien nos cuenta Alameda:
Chicuelo es, sin duda, discípulo de Gallito, no por lecciones directas pero sí por haber respirado desde niño en su atmósfera y bebido en su fuente. Es sabido que José fue un decidido admirador de Chicuelo como torero en agraz, en quien veía, aunque indecisa de carácter, esa orientación técnica que lo ligaba con lo suyo.
A Chicuelo -prosigue Alameda- le encajaba mejor ese toreo de "menos" piernas y más cintura que era la base de la faena de los tres naturales ligados de Joselito. Un concepto del toreo que supo ver también, y muy bien, Manolete.
Cuando Alameda le dijo al torero de Córdoba que encontraba mucha similitud entre su forma de torear y la de Chicuelo, el Monstruo le contestó:
Cuando Alameda le dijo al torero de Córdoba que encontraba mucha similitud entre su forma de torear y la de Chicuelo, el Monstruo le contestó:
Así es –dijo sin titubear-. La gente no suele verlo, porque la gente no se fija en esas cosas, pero ese es mi toreo. Yo creo que el torero debe mantenerse lo más posible en su centro, en la línea. Y, en eso, el mejor que yo he visto ha sido Chicuelo.
El problema de Chicuelo, como también le dijo Manolete a Alameda, es que Chicuelo sobre no ir sobrado de decisión, tenía muy mala suerte en los sorteos.
Visionadas las películas de José con su visionaria forma de torear, Alameda pudo reconstruir al fin el hilo perdido del toreo y situó a Chicuelo en su verdadero sitio. El de recreador, del concepto del toreo de línea natural, que tenía Joselito, y el de transmisor de ese concepto a Manolete.
Fueron muchos los toreros que, en la Edad de Plata- siguieron el modelo de faena de Joselito pero ninguno tan clarividente, tan fiel al concepto, tan meridiamente expresivo y coherente, como el torero de la Alameda, tal y como nos enseñó Pepe Alameda. Y tal y como sentenció Manolete.
Tauroteca. Un natural de Chicuelo
Puede que su poca regularidad explique el porqué hay tan escasas grabaciones de Chicuelo disponibles hoy día. No sé si en México se conserva algo pero en España, creo que salvo unos lances el día de la reaparición del Gallo en Sevilla, unos pocos capotazos en Zaragoza, el año 21, y un quite en Málaga, el día de la alternativa del Manteca, no hay nada más. Nada de sus naturales engarzados en perfecta ligazón (la misma ligazón con la que engarzaba sus verónicas).
No hay nada o no había nada porque hemos conseguido localizar unas imágenes de Chicuelo en un tentadero. Toreando por naturales. Unos naturales en la estela del natural de Joselito. La misma estela que seguirá Manolete.
Para tener cabal idea, vemos primero el natural de Joselito. Un natural largo, suave, en línea y rematado detrás del torero. Cargando la suerte con los brazos. Un natural mandón, muy mandón.
Para tener cabal idea, vemos primero el natural de Joselito. Un natural largo, suave, en línea y rematado detrás del torero. Cargando la suerte con los brazos. Un natural mandón, muy mandón.
El natural de Joselito el Gallo
Un natura que no tiene nada que ver -ni en intención ni trazo- con el natural de Belmonte, más cruzado y corto. Cargando la suerte sobre las piernas. Un natural más tenso y dramático. Pero un natural sesgado y hacia afuera.
El natural de Juan Belmonte
Y ahora, vemos por fin, el natural de Chicuelo. Es de una película de la que ya publicamos un pequeño fragmento en este blog, hace tiempo. Son muy pocos fotogramas pero contienen dos o tres naturales, uno de ellos inmenso.
Un natural con el mismo concepto que el natural de Joselito. Con el concpeto del toreo de línea natural que hace posible el toreo en redondo. Un natural muy largo y muy mandón..Muy suave y elegante. El natural de Chicuelo.
El natural de Chicuelo
Es posible que estas imágenes sepan a poco, pero creo que son suficientes para captar toda la grandeza del toreo de muleta de ese gran y genial torero que se llamó Manuel Jimenez Chicuelo. El torero de la Alameda.
1 comentario:
No me resisto a insertar como comentario a estos magníficos textos de José Morente, la opinión del aficionado e historiador taurino cordobés Rafael Sánchez González, que de forma brillante, a la sombra de la Torre de la Malmuerta, el día de la ruta manoletista nos habló del barrio del Matadero de Córdoba, corazón neurálgico de esta ciudad, porque allí se fraguó a fuego lento la historia del toreo cordobés:
"Antonio: descargo los correos que me envías sobre tan interesante tema con el fin de poderlos leer detenida y concienzudamente.
A bote pronto, sin introducirnos en el asunto, yo soy de los que opinan que en el toreo, su interpretación y fundamento, hay que trazar una línea entre GUERRITA y los toreros anteriores, él tuvo la visión (¿intuición?) de que la lidia, es decir EL TOREO había que planteárselo de otra forma. Qué duda cabe, que a raíz de entonces fue evolucionado, SIEMPRE, a cargo de los grandes toreros de cada época, etapa diría mejor, esto es, Joselito y Belmonte (admite variados matices), Chicuelo (y no por los naturales al toro Corchaíto, que podría entenderse de ocasional) y Manolete. A partir de aquí todo lo que ha venido después no deja de ser diversas formas de interpretación. Por cierto, algunas bastante desafortunadas.
Un abrazo, RAFAEL".
Un comentario de quien conoce como pocos la historia del toreo merece ser compartido con los lectores de esta página taurina que toda una referencia para hablar en serio de la Fiesta que nos une y amamos.
Publicar un comentario