lunes, 17 de agosto de 2015

Grandeza y dureza del toreo

Por Clarito

La grandeza y la dureza del toreo. Consecuencias de la cogida de Galdós en la Malagueta.


Málaga. Primera de Feria. Novillada

El público de toros es un público singular. Singular por muchas cosas y una de ellas es por sus constantes y frecuentes contradicciones. Así, pedimos diversidad de encastes y luego exigimos a los toreros que toreen de una única y canónica forma. Pedimos que los toreros se la jueguen, pero si el toro les coge, les llamamos "chalados". Es esto último sambenito común de los novilleros (y también de los que no lo son). Hablemos de ese "síndrome" al hilo de la novillada de ayer de la Malagueta.

Para empezar. maticemos lo de novillada. Pues corrida de toros por hechuras, trapío, cara, pitones, presencia y esencia fue el lote que Fernando Peña envió a la Malagueta. Unos toros que con su movilidad taparon sus defectos (muchos) y sus complicaciones (muchas). Defectos y complicaciones que no trascendieron al tendido hasta el final del festejo, al hacer balance (1 banderillero, 2 picadores y 2 toreros cogidos. Estos dos últimos con entrada a la enfermería).Fue cuando todos cayeron en la cuenta de lo dura, durísima que había sido la corrida.

Una novillada durísima. Una corrida de toros que sólo se podían ver cómodos desde la barrera.

Antes, como digo, la movilidad y, en algunos astados, su humillación, pusieron sordina a las embestidas broncas, descompuestas, renuentes y poco entregadas de las que hicieron derroche las reses toledanas. 

Frente a ellos, unos novillero capaces y dispuestos, que, en mayor o menor grado, ayudaron también a "tapar" los defectos de los "supuestos" novillos.

Ginés Marín se mostró, como era de esperar muy solvente. Estuvo muy bien de salida con un novillo que tuvo mucha plaza y al que su capote  y el de Ambel, enseñaron a embestir. Luego, en la muleta, con un novillo que transmitía mucho, a Ginés, le penalizó abrir el cartel. Todo lo que hizo lo hizo bien, por no decir perfecto pero es siempre muy difícil romper el hielo en el primero de la tarde. Su actuación fue cobrando -por comparación- mayor mérito a medida que avanzaba la tarde.

Un muy solvente Ginés Marín lleva muy toreado a su oponente.

Al segundo hubo que picarlo como no se picaran muchos de los toros que se lidien en feria. Pese a ello llegó a la muleta muy bruto y con fuerzas pero soso en la embestida. Varea apuntó buen estilo. Y consiguió enjaretarle algunas series estimables y logradas. Su toreo más liviano y preciosista que el de Marín atiende más a la forma que al fondo. Son dos conceptos diferentes pero los dos legítimos.

Varea dio buenos muletazos pero su labor no trascendió a los tendidos muy fríos.

En el tercero, vivimos uno de esos momentos en el que los toreros atropellan la razón y es que lo de torear un solo toro tiene sus lógicas consecuencias pues obliga a echar el resto y jugárselo todo a una carta. Quizás por eso, Galdós -torero de inteligencia preclara- recibió de rodillas y por verónicas a su novillo. Este se tragó las dos primeras huido y a regañadientes. Pero en la tercera, dijo que nones. Galdós se empecinó en no levantarse: El toro se le cerró en el burladero de matadores, el peruano fue a buscarlo de rodillas y de rodillas se abrió hacia la raya de picadores. En esa situación, atravesado con el toro, le citó. Un cite que presagiaba la cogida. Y, en efecto, cuando se le arrancó, le arrolló. En el envite, le abrió la bolsa del escroto, lo que arreglaron temporalmente con un esparadrapo envolviendo la pierna y así, herido se fue al toro que tenía mucho que torear. Galdós, inteligente, le fue cambiando los terrenos para que no se orientara ni desarrollara sentido. Faena de mérito. Máxime después del susto inicial. Por su pie se fue a la enfermería.

Joaquín Galdós recibe de rodillas y por verónicas a su toro. El siempre inteligente novillero peruano atropelló ayer la razón obligado por el planteamiento de la novillada pues ayer había que jugarlo todo a una única carta
Leo Valadez, de México, estuvo muy bien con otro novillo complicadote al que banderilleando, le puso un tercer par por los adentros con muy poco espacio y dando las ventajas a la res. Un par de mucho mérito. Tremendo. Con la franela, es torero de muy buen estilo, muy desmayado y muy templado (lo que no fue su novillo). Le mató de media lagartijera muy buena y eficaz.

Espectacular tercio de banderillas de Leo Valadez

A estas alturas de la novillada, y a la vista del ganado, nos preguntábamos como resolverían sus papeletas los más noveles.

Menos toreado el malagueño José Antonio Lavado supo resolver, no obstante, los problemas de su novillo con su estilo nervioso y arrebatado. Hizo como todos sus compañeros el toreo fundamental de forma solvente pero donde arrebató al público fue en su arrebato final. Eso y una estocada de efecto fulminante le valieron la única oreja de la tarde. Fue justa aunque sus compañeros también hubieran merecido ser premiados.

La entrega apasionada de José Antonio Lavado (y un estoconazo fulminante) le valieron ayer la única oreja de la tarde
El sevillano Jesús Álvarez mostró buenas maneras y consiguió una tanda estimable de un novillo que pareció, en los primeros tercios, el menos malo de la corrida, el más suavón. Sin embargo, se apagó demasiado pronto y se acabó al sacarlo a los medios. Ahí empezó a embestir protestando.

Buen trazo en el muletazo de Jesús Álvarez pero su toro duró poco.
Un verdadero "regalo" fue el séptimo y último que le tocó al rondeño Javier Orozco, el menos placeado de todos pues debutaba con picadores. Su toro salió con mucho sentido. Sin llegar a los burladeros, frenándose con las manos por delante en toda la lidia y enterándose de todo. De lo que se dejaba detrás y de lo que había delante. Por la derecha no tenía, como se dice, un pase pero Orozco se los dio antes de ser cogido. En uno de ellos, el toro se le quedó debajo y le volteó. Consecuencia: una cornada grande pero limpia en el muslo que queda a unos centímetros del triángulo de Scarpa. Muy certero el toro y muy valiente el torero. Mala suerte.

El séptimo salió a la plaza muy orientado y con mucho sentido que desarrolló aún más a lo largo de la lidia. La cogida de Orozco que estuvo muy firme con el, se presentía inevitable.

La cogida de Saúl en Vitigudino.

Y mala suerte también, la de Saúl Jimenez Fortes, Iba mediada la novillada de Málaga cuando nos avisaban de la cogida de este diestro en Vitigudino.

Fortes resultó cogido al recibir de rodillas con el capote a su primer toro, de la ganadería de Orive. El astado le arrolló contra las tablas, metiéndole el pitón por el cuello, levantándole hacia arriba y provocando una importante hemorragia.

"El pitón entró por debajo de la barbilla y le ha afectado gravemente la lengua, la región nasal y destroza el paladar, además de llegarle hasta la base del cráneo. Es una cornada tremenda, pero ahora sólo nos queda esperar, ya que no hay parte médico y sólo sabemos que lo llevan a la UVI", ha dicho su apoderado, Nemesio Matías quien ha indicado por último que, aunque los médicos han dicho que está fuera de peligro, "hay que esperar varios días más para ver el alcance real de la herida y sus posibles secuelas". Secuelas que esperamos sean las mínimas posibles.

Queremos que los toreros sean valientes y se queden quietos pero también queremos que los toros no les cojan. Vistos los imponderables que tiene el toreo, resulta ser una ecuación casi imposible. De ahí la grandeza y la dureza de esta Fiesta nuestra.

El toreo es lo que es y, entre otras cosas, es apuesta y riesgo. ¡Suerte, Saúl!


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