Por Clarito
El cinqueño lidiado en 5º lugar (Fragata. nº 84, 500 Kg.)
La corrida de Jandilla
Si de presentación no ha destacado especialmente, lo cierto es que la corrida de Jandilla ha sido más complicada de lo que yo me esperaba.
Para empezar, dos cinqueños en los puestos que hubiera elegido el ganadero en los tiempos que no había sorteo (primero y quinto de la tarde). Dos toros que no eran grandes pero que tenían la seriedad y el trapío que da el cuajo de la edad. Y el sentido. Y eso que eran muy bajos, dos zapatillas, pero con morillo, muy musculados, muy hechos. El quinto, sobre todo impresionaba porque a su estampa unía un comportamiento nada fácil. Un toro muy exigente. Suerte que le tocó a Manzanares que anda por la plaza en maestro, con una solvencia tremenda.
El otro cinqueño de la corrida (Escaramujo. nº 83. 501 Kg.). Se lidió el primero.
Pero vayamos por orden.
El frío valor de Castella
Muy valiente estuvo Castella en sus dos toros. Lo del cuarto, tuvo mucha importancia porque el toro que parecía alegre y lo era y se arrancaba pronto, tenía mucho genio. En otras manos hubiera parecido otro toro, pero el francés se empeña en quitar importancia a los astados que le tocan en suerte.
Empezó con un espeluznante cambio por la espalda y luego aguantó los arreones del toro en faena de mucho mérito, exponiendo mucho, sin alharacas. Faena que hubieran firmado muy pocos toreros.
Su primero, fue un buen toro, con nobleza y fijeza, aunque algo tardo, quizás porque sangró mucho en el caballo . Lo toreó bien pero no llegó al público, en parte porque era el primer toro, en el que siempre cuesta conectar con los tendidos, y en parte por la frialdad del torero, un poco al hilo sin acabar de pisarle el terreno al toro. También tuvo su parte la música que no sonó en toda la faena.
Esto de la música en Sevilla exige ya un punto y aparte.
La banda de música del maestro Tejera.
Se viene criticando mucho y desde hace años el comportamiento de cierto sector del público madrileño. El espectador puede y debe subrayar -incluso con pasión- los avatares de la lidia, lo que no creo que deba es influir en el acontecer de ésta, modificando el normal desarrollo de la faena.
Esto, que achacamos al público de Madrid es reproche que debemos hacer también extensivo a la banda de música de Sevilla. Que toca fenomenalmente bien. De lujo. Pero cuyo Director se irroga un protagonismo que no le corresponde. Falta sensibilidad y conocimiento al querer convertir la banda en tribunal de oposiciones. Debería modificarse esta situación tan anómala.
Talavante, valor sobrio y seco.
Talavante es un torero irregular, pero que, en cualquier momento tiene la capacidad de con un sólo muletazo (que no capotazo) volver la plaza boca abajo. Sevilla lo sabe bien.
Su primero fue devuelto a los corrales con evidentes síntomas de descordinación. El sobrero no fue ni bien lidiado, ni bien toreado. Sin embargo, la decoración cambió en el sexto de la tarde. Un toro que andaba como atravesado al principio y que luego se venía siempre con la cabeza muy suelta. Calamocheando mucho, como se decía antiguamente. Con un tranco muy irregular. Un toro muy difícil de torear por lo que había que exponerle. Talavante se quedó muy, muy quieto y aguantó las muy descompuestas embestidas de ese toro, con un valor indecible. No se lo agradecieron lo suficiente, pero estuvo hecho un Jabato.
La inteligencia y maestría de un valiente Manzanares.
Las faenas de José María Manzanares habría que empezar a ir grabándolas una detrás de otra para enseñarlas a los alumnos de la inexistente Cátedra de la Tauromaquia, ya sean aficionados o toreros.
Lo suyo fueron dos lecciones magistrales con dos toros muy distintos a los que entendió a las mil maravillas y les dio a cada uno su lidia adecuada. No poca parte del mérito de lo que hizo hay que apuntarlo a su cuadrilla, que ha estado sensacional toda la feria y le obedece (aquí quien decide y manda es el diestro) con prontitud y eficacia. Pero lo de este torero merece contarse despacio.
Su primero fue toro de mucha clase, pero falto de raza y rajado desde los primeros compases de la faena de muleta. Lo que ocurre es que este torero se colocó tan en el sitio, dio al toro los tiempos tan precisos, los toques tan oportunos y pisó los terrenos tan correctamente que el toro no tuvo opciones de demostrar su pizca de mansedumbre. Como además es elegante y torea con verdadero empaque la faena resultó sumamente interesante.
Pinchó en la suerte natural Quizás (hipótesis) porque debió entrar en la suerte contraria ya que el toro tenía tendencia a tablas. De hecho cuando corrigió algo la posición y entró a matar de dentro afuera (con el toro desigualado) consiguió una estocada marca de la casa.
En su segundo toro, me gustó aún más porque el animal era muy complicado de torear. Aunque humillaba mucho, fue –ya lo he dicho al principio- un cinqueño muy exigente. Manzanares torció el gesto al salir el toro de las varas, pero en este torero no hay que preocuparse porque eso no implica inhibición. Al contrario.
Es importante señalar que en el primer muletazo de cada tanda el toro entraba no descompuesto pero si muy fuerte, por lo que era muy difícil templarle el arreón. Sin embargo, el torero le aguantó lo necesario y fue haciendo al toro, poco a poco, sin prisas, hasta que llegó la serie en que Manzanares consiguió que el toro se le entregara. A partir de ahí el animal se vino un poquito abajo, pero no importaba pues la faena ya estaba hecha. Era un toro para aguantarle y poderle, que fue lo que hizo Manzanares. Para mi gusto, faena de maestro. Me hubiera gustado ver ese toro en otras manos para poder comparar.
En resumen, una corrida densa, por las dificultades que sacaron los toros de Jandilla (no siempre evidentes) y por la disposición de los toreros, arriesgando mucho, cada uno en su estilo.
Manzanares en maestro. Muy seguro toda la tarde.
Post-scriptum.
Mi buen amigo y mejor aficionado Luís Miguel López Rojas, me recuerda el gran tercio de banderillas al primer toro del lote de Manzanares que (error imperdonable) omitía señalar y destacar convenientemente en esta reseña.
Corrijamos la omisión y recordemos el olé tremendo de la plaza entera a un capotazo (uno sólo) de Curro Javier para colocar al toro en banderillas. La gran ovación a los banderilleros al final del tercio y el detalle del matador que le indica al torero de su cuadrilla que ha lidiado el toro con el capote que se una en el saludo a sus dos compañeros de cuadrilla que acaban de banderillearlo.
Antes, en el primer par, Curro Javier colocó al toro simplemente pasando delante de él por la cara sin necesidad de darle el capotazo.
Eso es la fiesta.
Un gran par del malagueño Trujillo
2 comentarios:
Me pongo de pie para homenajear a la cuadrilla de Manzanares y a la sensibilidad de la Maestranza en el tercio de banderillas del primero del lote de alicantino. Se me pusieron los pelos de punta cuando ante ese pedazo de capotazo de Curro Javier, la Maestranza irrumipió con ole y una ovación. Eso sólo pasa en Sevilla.
Grandes pares de Trujillo. Algo inédito para mi, que el peón que brega salude montera en mano. Manzanres está en un estado de gracia tal, que piensa en la plaza con tanta claridad como si estuviera en el sofá de su casa. Fue capaz de darse cuenta de ésto y permitir a su peón que recogiera esta ovación. El toreo también es generosidad.
Respecto a la banda de Sevilla. Ya era hora que alquién tocara este punto. Simplemente vergonzoso. No se puede tocar mejor, ni más a destiempo. Al menos en esta feria. Cuando se trata de invertir el orden lógico de la tauromaquia, la importacia y el protagonismo está en los que se juegan la vida en el ruedo y no el los de fuera (público y en este caso director de la banda de música), mal vamos.
Nada más que añadir.
Hoy vuelve Juan Mora a Sevilla. El toro decidirá si hay punto de encuentro.El torero y la Maestranza se merecen coindicir.
Luis Miguel:
Aunque en la crónica señalo la magnífica actuación de la cuadrilla de Manzanares, acaba usted de enmendarme la plana y sacarme los colores.
Debo reconocer que en la crónica no debí omitir el detalle que usted menciona: El olé tremendo a un capotazo que, como usted señala con tanto acierto, sólo Sevilla es capaz de dar. La gran ovación a los banderilleros y ese pedazo de torero (me emociono recordarlo) que le indica al torero de su cuadrilla que se una en el saliudo a los dos compañeros que acaban de banderilear al toro que él tan magistralmente lidió con el capote.
Añado un detalle, que espero me redima, en el primer par, Curro colocó al toro simplemente pasando delante de él por la cara sin necesidad de darle el capotazo.
Esa es la fiesta de los toros. Héroes en el ruedo con la generosidad que tanto se echa en falta en otras facetas de la vida.
Lo dijo Corrochano: Judas no podría ser torero (frase que hasta leer su comentario, ni entendía ni compartía).
Un abrazo
PD. Corrijo la entrada y enmiendo la omsión.
PD: Por cierto, sonó la música en este tercio de banderillas. Ahí si acertó la banda.
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