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Si hay una fase de la lidia donde es más necesario ganarle la pelea a los toros es con cuando se les recibe con el capote de salida.
Torear de salida, al margen los alardes de valor, es ir a poderle al toro. A ganarle la pelea. El toreo de capote que se hace alternando pitones y adelantando la pierna es por eso, muy eficaz para conseguir ese dominio.
La foto de Joselito el Gallo que encabeza este post no tiene desperdicio. El torero no ha citado ya de frente, como en las verónicas antiguas, sino de tres cuartos lo que delata esa la punta de la zapatilla izquierda que mira al lugar desde el que vino el toro mientras la punta de la zapatilla derecha, mira hacia donde va el toro.
Con las manos pasa igual, pues ya no van altas como en el toreo anterior, sacando al toro por arriba, sino que se han desemparejado. Así, la izquierda sujeta, mientras la derecha manda (¡Y como manda!) en la embestida del burel al que retiene y hace volver por su camino, embebido en los vuelillos del capote.
Destroncándole, sí, pero sobre todo, llevándole toreado en preludio y esbozo de ese toreo en redondo con la muleta que vendrá más tarde. Cuando el toro ya esté más entregado.
Lidia y toreo empiezan aquí a ir de la mano.
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