Estos últimos años, la moda animalista había llegado al Carnaval de Cádiz y no era raro que algunas agrupaciones, deslizasen entre sus letras alguna proclama más o menos antitaurina. Sin embargo, la "sinrazón" de los animalistas no podía dejar indiferentes a los casi siempre agudos y sensibles carnavaleros gaditanos.
La inquina desplegada en las redes contra la viuda de Víctor Barrios y contra el niño Adrián (que padece sarcoma de Ewing con metástasis pulmonar y cuyo único delito es soñar con superar sus miedos a través del toreo) ha provocado la reacción de la chirigota "Los Pastelitos", y ha puesto literalmente en pie -no de guerra, sino simplemente de defensa de la humano ante la maldad humana- a todo el Teatro Falla.
Los oímos.
He conocido a una chica
que es super-animalista,
a los mosquitos en su casa
hay que echarlos con la vista.
Pero me gusta un montón,
día a día me enamoro...
¡Pues a ver cómo le dices
que a ti te gustan los toros!
Y es que das mucha razón
Es que, eso va a ser un marrón
Sí, un día que comimos solos
yo me pedí rabo de toro
y me miró con una cara
que llamé a la camarera:
“Perdone, se ha confundido
yo he pedido berenjena”.
Para poder conquistarla
yo la suelo acompañar
a las manifestaciones
“Pa’ que queremos más toros
si ya tenemos a Montoro”.
Y la tengo ‘camelá’,
a todas las ferias de España
voy con ella protestando,
cada vez estoy más cerca
“No queremos corridas”…
eso habría que matizarlo.
Ya conozco a mucha gente
del ambiente pro-animal,
pero algunos no me cuadran
por su radicalidad.
Como aquellos que atacaban
y en las redes se burlaban de la viuda de un torero,
o deseaban la muerte de un niño enfermo e inocente
que soñaba con pisar el ruedo.
Sigue pidiendo respeto,
alegrándote de males,
que ya no habrá diferencia
entre tú y los animales.
Nota de LRI: Vaya por delante que no tenemos nada contra los animalistas. Me parece perfecto que cada cual defienda sus ideas y luche por ellas. Está en su derecho. Lo que no resulta de recibo es que, algunos, para hacerlo, ataquen, no los argumentos de quienes no piensan como ellos, sino a las propias personas.
Se empieza por denigrar al contrario, se continúa por caricaturizarlo y se termina por presentarlo como alguien carente de ética y moral (sólo porque su ética y su moral, no son las mismas que las nuestras) y, a partir de ahí, ya todo está permitido pues hasta la vida, de quien no comulga con nuestras ideas, deja de tener algún valor.
Es lo mismo que, antaño, hicieron los inquisidores y los nazis. Y es lo mismo que, hoy día, siguen haciendo todos los intolerantes que, en el mundo, han sido.
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