Paco Camino en la Macarena de Medellín con un toro de Achury Viejo (Foto de la página de facebook "El toreo y su sombra") |
Me gustan muchas formas diferentes de torear pero esa que se ve en la foto de Paco Camino, al natural, con un toro de Achury Viejo, en Medellín, allá por los 70, me encandila especialmente.
Para empezar hagamos alguna precisión. No estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que existe un único modo de torear, una única técnica y que lo que varía es el acento personal, o sea el estilo, que, en la interpretación de esa única técnica, pone cada torero.
Es cierto que el acento personal, el estilo, es primordial en el toreo (como lo es en el cante y en cualquier otra actividad artística), pero no es menos cierto que, además de estilo, el toreo es, sobre todo, cuestión de concepto, de planteamiento.
Y no es lo mismo torear poniendo el valor por encima de todo que poner el acento en las formas (la estética) o que ponerlo en la técnica. Son tres planteamientos legítimos, pero muy diferentes que dan lugar a tres modos de torear también muy diferentes.
Me gusta y mucho, el toreo de arte, que es el toreo de quien torea por su propio goce y para disfrute de los espectadores. Pero también me emociona el toreo de valor, el toreo de quien torea para demostrarse a sí mismo y a los demás su capacidad de forzar los límites. Tanto como me impacta el toreo de conocimiento, el de aquellos toreros que torean en función del toro, que torean por y para el toro.
Ese último, ese torear para el toro, en función del toro, es el modo de torear de Paco Camino y el de todos los toreros de su cuerda, desde Guerrita y Joselito el Gallo, hasta el Juli, pasando por Luis Miguel Dominguín, Manolo Martínez o Paco Camino.
Ese es el toreo que mejor ejemplifica ese aforismo que dice que "una cosa es torear y otra pegar pases" pues, para estos toreros, torear no es acompañar de forma bella y elegante las embestidas de los toros ni enfrentarse a estos en una lucha tensa, dura y sin cuartel. Para Paco Camino y para todos los toreros de su cuerda, torear no es una cuestión de estética (aunque, a veces no desdeñan componer la figura como los toreros de arte) ni de épica (que para ellos es un medio y no un fin aunque a veces nos asombren con sus proezas) sino de dominio. Un dominio basada en la inteligencia del hombre, en el conocimiento de las reses, lo que se traduce, en la plaza, en llevar a los toros toreados.
Eso de llevar a los toros toreados, que es la clave del planteamiento de estos toreros, se aprecia muy bien en la foto de Camino que encabeza esta entrada. Se ve claramente, de forma meridiana y prístina, como Camino tuerce la figura, la rompe y la descompone, para mejor señalar su camino al toro. También se aprecia claramente como concentra la mirada en los pitones y como concentra toda la tensión de su figura (nada relajada, ni desmayada sino todo lo contrario) en esa muleta (esta sí relajada y suelta en su caída natural) que se alza levemente para ayudar al toro en el final de su trayecto, en el final de ese muletazo.
Torear -para Camino como para todos los diestros citados- no es, en resumen, una cuestión de ánimo (épica) ni de sentimiento (estética), sino un ejercicio de inteligencia. Lo que a mí, personalmente me subyuga y emociona.
El problema de esos grandes toreros, el único y verdadero problema de todos los toreros de esa cuerda, la cuerda del conocimiento de las reses, es que el que torea para el toro no torea al público.
Y eso es algo que los público -por desgracia- no suelen agradecer.
Más bien, al contrario.
El toreo de dominio e inteligencia. Torear por y para el toro es algo que los públicos no suelen agradecer lo suficiente (Fotografía de la web de la Peña los de José y Juan) |
2 comentarios:
Estoy muy de acuerdo con los comentarios de lo que es torean para el toro que, al fin y al cabo, es la lidia. Y me ha venido a la memoria el día que vi a Paco Camino en Jerez de la Frontera donde sobre 1967 yo estaba haciendo la mili. Vi eso de descomponer la figura para enseñar a embestir a un toro que no quería embestir. Muy abierto el compás, prolongaba la embestida del toro con sus brazos llegando lo más lejos que podía para luego, a mitad de faena, ya con el toro entregado, llevarlo suavemente componiendo la figura y poniendo boca abajo a la Plaza. Por eso hizo lo primero, para poder torear asi después.
Antonio Liger Valverde
Antonio Líger Valverde:
Un grandioso torero y una enorme suerte que lo hayas podido ver ese día en Jerez.
Un fuerte abrazo, Antonio.
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