Por Paco Carmona
Perera en Bilbao
Que Miguel Ángel Perera se encuentra en un momento dulce de su carrera no es ningún descubrimiento. Que esté poniendo el listón muy alto a sus compañeros, tampoco. Y que, su apabullante regularidad y superioridad sea garantía de éxito, está más que asegurado.
Pero, más allá de la estadística, se sitúa el Toreo y en estos momentos es el pacense quien marca la pauta. Esta gran fotografía de Arjona de hace unos días nos revela muchas cosas.
Nos advierte que Perera es el diestro que mejor resume las últimas tauromaquias. La fusión de ellas nos deja mucho a la imaginación y, en una misma faena, podemos ver fases de un toreo en redondo, limpio, de profundo trazo y belleza natural, y muletazos imposibles, de pitón contrario, cruzado y descruzado a la vez.
Ese toreo de abuso, de invasión de terrenos necesita de alguien que lo ejecute con total confianza para parar, enganchar y soltar una y otra vez a un toro tan bravo y de tan considerable volumen y pitones como el que vemos en la foto. Lo llaman toreo en ochos y el toro una vez reducido de poder y sometido al hombre, se entrega en círculos y surca curvas como nunca antes habíamos visto.
En esta nueva tauromaquia, se pierde la norma, no hay reglas escritas, no hay cánones marcados. Aquí, el fin justifica los medios y la finalidad es desbravar al toro con un trapo pero sin trucos. Para torear bien hay que ser, de arriba, pájaro y, de abajo, roca.
Entrega, firmeza y quietud, en definitiva valor, que es la base que permite desarrollar un toreo de una entrega y compromiso tan apabullante como nos muestra la instantánea.
Un toro que gira y esquiva a un torero que, más bien parece un roble con una seguridad aplastante, logra que tome de nuevo la muleta apartando si fuera necesario sus temidos cuernos que aquí parecen no servirle de nada.
Lo mejor de Perera es que su pureza de vanguardia no dice menos porque sea un torero de una gran capacidad e infinito poder con los animales, sino que su entrega y su compromiso le hacen evolucionar y torear cada día más sentido y mejor.
Esperemos que ese techo que no le llega nunca, se sitúe aún mucho más alto.
Postdata. La foto tiene su origen en Paco Ojeda, igual que Manolete miró a Chicuelo y Armillita bebió en José. No hay duda que Perera desde Bilbao miraba a Sanlúcar.
1 comentario:
Creo que Perera ha llegado a Ojeda, desde su propia concepción del toreo, por la vía de la evolución, no de la imitación. Y en esa linea parece estar a punto de alcanzar ese paso adelante que hasta ahora imaginabamos imposible.
Hay que dejarle, a ver a dónde nos lleva...
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