jueves, 21 de agosto de 2014

El toreo donde tiene que estar

Por Jose Morente

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El trapío, buen trapío, de unos de los de Victoriano del Río lidiados ayer (Fotos de Carlos Moret para Diario Sur)

Después de las anodinas corridas celebradas bajo el marchamo de un desafío ganadero carente de sentido, las figuras y el toro de las figuras pusieron en Málaga los puntos sobre las íes y nos sacaron del marasmo y el aburrimiento de los dos días pasados.

Y es que se dirá lo que se quiera decir (pues se oyen muchas incongruencias) pero el toreo, el buen toreo, siempre surge y ha surgido, desde que el toreo es toreo, del mismo sitio. Del sitio de los toreros punteros y del sitio de las ganaderías punteras.

Sin embargo, nadie es perfecto y el aserto hay que matizarlo. Empezamos matizando el comportamiento de los toros.

 

Victoriano del Río

Sobre la corrida de Victoriano del Río se me ocurren varias cosas a la vista de su presentación y de su comportamiento.

Por lo que respecta a la presentación, aunque desigual (lo es esa ganadería) fue magnífica y varios toros tenían el trapío necesario para lidiarse en plazas de más fuste. Málaga es de primera pero, por decisión administrativa, no por su historia.

En cuanto al comportamiento es donde más matices (y entre ellos algún “pero”) presentó la corrida. Una corrida con una tónica general de nobleza pero también con una tónica general de cierta mansedumbre. Toros que, como los de los días anteriores, acudieron a los caballos con prontitud y fijeza, metiendo los riñones (algunos incluso bastante mejor que los desafiantes) pero que, a diferencia de esos dos días anteriores, llegaron a la muleta con gas suficiente para propiciar el buen toreo.

Pese a las apariencias, esos toros noblotes, que salen abantos y acaban rajados no son nada fáciles de torear. Pues, aunque esconden un buen fondo, es el torero el que tiene que saber buscarlo y emocionar al público con su toreo. Una emoción que el toro de nuestros días, viejo, grandón y pesadote, no aporta (al contrario que el utrero de los años 60, puro nervio y movilidad, no por su casta sino por su juventud).

El toro de hoy embiste (ahí están los videos para quien los quiera ver y comparar) al estilo del toro de la época de Machaquito y Bombita. La diferencia es que los toreros punteros de ahora (como, por ejemplo, los de la terna de ayer: Juli, Perera y Talavante) son infinitamente mejores que esos dos diestros de inicios del siglo pasado que sirvieron de puente entre la época de Guerrita y la de Joselito el Gallo.

 

El Juli

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El toreo de Juli siegue siendo largo y profundo pero ha perdido algo de la contundencia e inevitabilidad que tenía antes de la cornada de Sevilla.

No me gustó nada el Juli con la muleta en su primer toro: Es cierto que el astado, que había acudido primorosamente en los primeros tercios, se paró en la muleta y desarrolló cierto sentido, pero la actitud del madrileño, haciendo gestos visbles de desagrado, no vino a cuento.

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Un magnífico capotazo del Juli a su primero. Un toro que, luego, se paró y sacó sentido en la muleta.

Aunque el toro no tenía un pase, un torero de esa categoría tiene que hacer y demostrar algo más de lo que hizo Julián con él.

Al contrario, en el cuarto, un toro huido y con mucha movilidad, le supo enseñar con el capote (renunciando al lucimiento) para poder luego, en la muleta, extraer todo lo que el toro llevaba dentro. Lo que llevaba hasta que se le rajó ostensiblemente y empezó a sacar agua de la noria. El buen toreo, el que cruje los huesos del toro, acaba con el toro que no está sobrado de poder o de bravura. Y eso pasaba en tiempos de Joselito el Gallo y sigue pasando en nuestros días.

 

Perera.

cm-Perera en su 2º-

Perera estuvo (como todo el año) insultantemente sobrado. Su capacidad para interpretar el parón ojedista es solo comparable a su capacidad para torear de forma perfecta con la muleta.

Tengo claro que este año es otro año cumbre de Perera. Un año equiparable a su temporada 2008. Y un año además, adobado por su importantísimo triunfo isidril ante los toros de Adolfo Martín.

Perera pasó por la Malagueta con una firmeza tremenda, apostando siempre y ejecutando el mejor toreo posible. Un toreo de rara precisión y ajuste, algo previsible por esa perfección pero que tiene encandilado siempre a todo el que sabe lo que supone ponerse delante de un toro.

Y eso, lo hizo el extremeño en sus dos toros. Hoy por hoy, Perera es el torero más seguro y que mejor ejecuta el toreo. Podemos cantar a otros diestros (ya se llamen Urdiales con quien alternó en Madrid o Talavante con quien alternó en Málaga) por un prurito de extraño clacisismo pero no debemos engañarnos. El mejor toreo es el toreo que mejor se ajusta a cada época porque es el toreo que mejor responde a las condiciones del toro que se lidia en cada momento y a los gustos de ese público. Ese, el toreo más temporal, es a fin de cuentas y valga la paradoja, el toreo más intemporal

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Un muletazo muy actual de Miguel Ángel Perera pero con muchos matices y sabores del toreo antiguo. Del toreo añejo

Talavante

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Irreprochable natural de Talavante en Málaga a un toro de Victoriano del Río

Que Alejandro Talavante está viviendo una muy extraña temporada. Desde su ruptura con la empresa de Madrid (sus apoderados) y su plante conjunto con el G-5 hasta sus declaraciones en los medios sociales, no quita para que ayer se entretuviera en la Malagueta en firmar los mejores muletazos de la tarde. Y es que, si su muñeca es proverbial, su capacidad para levantar del asiento a los espectadores en un sólo muletazo es su gran don.

Ayer, además, de inspiración y de su capacidad para interpretar de manera tan expresiva el toreo de hoy, le hizo al tercero de la tarde una faena irreprochable por su sentido de la lidia. Una faena que merece la pena que la destripemos.

El toro llegó a la muleta muy tardo, con mucha capacidad para embestir bien pero con muy pocas ganas de hacerlo, casi al ralenti.

Talavante, que se ha hecho en gran parte en México, se encontró con un toro de embestida muy mexicana que le entraba al paso. Tuvo el valor (se necesita un inmenso valor) para aguantar esa embestida tan lenta y los parones que, a veces, a mitad del muletazo, le daba el toro.

El resultado fue grandioso: Una faena de gran categoría que le hubiera permitido salir por la Puerta Grande si hubiera acertado con el descabello.

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El inicio de faena de Talavante al sexto puso a la Malagueta a os pies del torero.

Inciso final.

Puestos a volver al pasado (como pretenden muchos aficionados de manera tan absurda) sería mejor recuperar algunas cosas (las más válidas) de ese pasado. Y una de ellas, es la posibilidad de recibir los merecidos trofeos con independencia del resultado (que no de la ejecución) de la suerte de matar.

Dicho de otra manera, Juan Belmonte, cortó sus postreros rabos en Madrid después de medias estocadas precedidas de pinchazos. Los tiempos cambian que es una barbaridad pero está claro que hoy, los públicos y los presidentes son más pejigueras y melindrosos que antes. La coartada de la categoría de la Plaza (categoría que se ve no tenían ni Juan Belmonte ni Madrid en los años 30) sirve para justificar muchas injusticias, de las Presidencias… y de los mismos públicos.           

 

Y conclusión final.

El mejor toreo es, en cada momento, el toreo de cada época porque es el que mejor se ajusta al comportamiento del toro y a los gustos de los públicos del momento. Y eso aunque a los aficionados nostálgicos siempre les pone más el toreo que les “sabe” a añejo.

El mejor toreo es, además, el que hacen los mejores toreros, los toreros punteros con los toros de las ganaderías punteras. No sólo porque es el toreo de mayor lucimiento sino porque, por paradójico que resulte, es el más difícil de hacer, como ya nos dijera y nos enseñara en su día Cossío (Don José María). Defenderse de un marrajo no es fácil pero torear muy bien a un buen toro, roza lo milagroso.

Esa es la conclusión a la llegamos después de tres días de corridas de toros en la Malagueta con resultado y planteamientos tan dispares.

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La calidad del mejor toreo moderno se pudo vivir ayer en la Malagueta gracias a los tres diestros de la terna y a.los toros de Victoriano del Río. En la imagen (De Carlos Moret, como todas las de esta página) podemos ver ese buen toreo en una de sus mejores versiones. La de Alejandro Talavante

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