Por Luis Miguel López-Rojas
Nota de LRI: A raíz de la crónica de Clarito, publicada en este blog, sobre la corrida de Badajoz, ese gran aficionado que es Luis Miguel López-Rojas matiza y puntualiza sobre un tema candente planteado en esa crónica: La emoción del toreo ¿La pone el toro o el torero? La respuesta (brillante) nos desvela la duda y sentencia el tema. Lo leemos.
La verdad y emoción del toreo. José Tomás entrando a matar por derecho. El gran torero “se atraca” de toro.
Al hilo de una crónica
Precisa y preciosa la crónica, con la que nos deleitó “Clarito”, sobre la tarde vivida en Badajoz. Sensibilidad a flor de piel. Ecos de una gran TARDE DE TOROS (con mayúsculas aunque les pese a algunos, sobre todo de los que no tuvieron el privilegio de asistir).
Independientemente de la crónica, hay un punto que me ha llamado poderosamente la atención y que puede levantar algunas controversias. Cito textualmente:
“Volviendo a la frase de marras (“Nada tiene importancia si no hay toro”) he de decir que yo, por el contrario, cada vez estoy más convencido que la importancia de la fiesta y la emoción verdadera la pone el torero no el toro”
Apuntala dicha afirmación con los ejemplos del toro de la época de Manolete en contraposición con el de la época de Bombita-Machaquito y la emoción provocada en el público.
La estocada de la tarde. Escultura de Mariano Benlliure que representa la muerte del toro Barbero de Miura tras una gran estocada de Machaquito. Las estocadas del torero de Córdoba salvaron muchas tardes la atonía que imperaba en esos años, a pesar de lidiarse entonces (puente entre la época de Guerrita y la de Joselito y Belmonte) uno de los toros de mayor tamaño y presencia (mejorando lo presente) de toda la historia del toreo
Si a esto le unimos otra cita que aparece en la entrevista publicada la semana pasada, en el semanario taurino 6toros6, podemos tener un coctel un tanto explosivo.
Justo Hernández, ganadero de Garcigrande, expone su teoría sobre el tipo de toro que busca y hace propia la frase del torero mejicano Raúl García
“El toreo empieza cuando se para el toro”.
El novillero Miguel Cuartero citando muy de largo a un novillo en Zaragoza el 26 de mayo de 2012 (Foto del blog “Del Campo al Chiquero”).
Alude a que el galope del toro, en muchas ocasiones, por las inercias, enmascara su verdadero fondo (bravura o mansedumbre). Cuando galopa, el torero “se limita” (resalto entrecomillado por la dificultades implícitas) a ver pasar o conducir la embestida. Cuando esas inercias desaparecen (se para), es el torero el encargado de enganchar, “tirar” de él, y extraer todos los matices (si es capaz), mediante el moldeo de su embestida. Será ésta, la que nos muestre (según el ganadero), la verdadera condición del toro.
El toro se ha parado. El torero Perera, en este caso, acorta las distancias (Fotografía de José L. Díaz publicada en el blog “Banderillas Negras”)
¿Emoción puesta por el torero?…, ¿Esperar que un toro se pare para que sea el torero el que extraiga su fondo de bravura?….
Parece que ambas frases vienen a destruir los cimientos más firmes de la afición “torista” donde es, el toro, el protagonista principal y el que marca la importancia de lo acontecido en el ruedo (“Nada tiene importancia si no hay toro”).
Dos posiciones totalmente contrapuestas y que los defensores de cada una de ellas, no sin “sus razones”, creen irreconciliables. Las llamaremos emoción-toro (toristas) y emoción-torero (toreristas).
Conciliando posturas
Tratando de conciliar ambas y de descifrar los argumentos utilizados por las dos posiciones, tengo mi propia teoría en la percepción que unos y otros tienen de la tauromaquia y de la emoción. Para ello recurriré a la ciencia.
Puede que la explicación la tengamos en la estructura del cerebro humano y las partes en las que, según los expertos en la materia, se divide la inteligencia humana -mira por donde sale éste ahora, pensarán muchos-. Bueno, no se adelanten y déjenme que me explique.
La estructura cerebral. Las distintas capacidades se controlan desde distintas áreas cerebrales.
Dicen que la inteligencia humana se divide en tres partes: Inteligencia reptilínea (la de los instintos: supervivencia, hambre, sed, frío, calor…), inteligencia emocional (emociones: alegría, tristeza, miedo, belleza…) e inteligencia racional (donde impera la razón y que nos distingue de los animales).
La inteligencia reptilínea es la propia de los reptiles
Son las dos últimas, la que intervienen en la percepción de la emoción del toreo. También, siempre según los expertos en la materia, queda demostrado que la inteligencia emocional ocupa un mayor espacio en nuestro cerebro y nos supone mucho menor esfuerzo su utilización que la inteligencia racional. Concretamente, los antiguos griegos ya se dieron cuento de esto. Y ahora éste mezcla a los griegos con el toreo. ¿Adónde nos quiere llevar? Mal camino llevamos… Tengan paciencia.
La inteligencia emocional es la que tiene más peso (la que ocupa mayor espacio en el cerebro)
Les pondré el ejemplo utilizado por Aristóteles que nos puede dar algo de luz. Decía algo así como que enfadarse (inteligencia emocional), es muy fácil. Todo el mundo lo puede hacer sin ningún tipo de dificultad. Pero “enfadarse en el momento justo, con la persona adecuada y en la proporción exacta” (inteligencia racional), es mucho más difícil. Incluso muchos no lo pueden hacer, ni responder a esa pregunta en un momento de acaloramiento. Ya vamos llegando…
Aristóteles
En la tauromaquia, el TORO, representaría o estaría mucho más cerca de la inteligencia emocional. La emoción que provoca, es mucho más fácil de percibir. La emoción es sinónimo en este caso de un vocablo muy utilizado: TRANSMISIÓN. La transmisión viene muy marcada por el miedo que provoca el toro (por trapío y condición) y sobre todo diría que, por la velocidad de la embestida. Resumiendo la amenaza para la integridad física del que se pone delante. Sensación de que “yo no sería capaz de hacerlo”.
Este tipo de emoción, es independiente del torero que tiene delante (mejor o peor). Si el torero es bueno, además tendremos otras emociones que nos provoca el triunfo, la superación de las adversidades. Pero si el torero es malo, también somos capaces de sentir esa emoción del toro. Por tanto, es como el “enfado” de Aristóteles. Al utilizar de forma preponderante la inteligencia emocional es más fácil y cómoda de percibir para la mayor parte del público. Todo el mundo lo entiende. Todo el mundo es capaz de “enfadarse”.
La emoción del toro. Impresionante embestida de un toro de Moreno Silva lidiado en la feria de Céret de este año (Fotografía del blog Terres Taurines)
Cuando la emoción del toro decrece (de inicio, por su presencia, o a lo largo de la lidia por la pérdida de velocidad), entra en juego la emoción que es capaz de generar el toreo. Navegamos al otro extremo. Emoción-torero. Aquí entra más en juego la inteligencia racional (el “enfadarse en el momento justo, con la persona adecuada y en la proporción exacta”). Es mucho más difícil de percibir. Su utilización nos supone un mayor esfuerzo. Incluso algunos la niegan (“Nada tiene importancia si no hay toro”).
Sólo está al alcance de los elegidos y depende de dos partes. La principal, el torero. Hay toreros que son capaces de generarla o mostrarla en mayor proporción que el resto (Manolete-José Tomás por poner dos de los máximos exponentes). Y la otra, el público-aficionados que la tienen que percibir.
La emoción del toreo la pone el torero. En la foto, Perera en Badajoz en un quite por gaoneras.
Al requerir mayor esfuerzo para su conocimiento, entendimiento y percepción, no todos los asistentes son capaces de detectarla. Es más, yo afirmaría que depende sobre todo de si los espectadores se han puesto delante de un toro o no. Justo Hernández además de ganadero es aficionado práctico, lo mismo que le ocurría a Juan Pedro Domecq. A través del toreo intentan descifrar o llegar a la bravura. Por eso creo que es el título del libro “Del toreo a la bravura” de este último. Esto explicaría sus conceptos de bravura que en ocasiones, difieren mucho del concepto de los defensores del torismo extremo. ¿Coincidirá que “Clarito” también es aficionado práctico? Sólo él, quién quiera que sea, si lo tiene a bien, lo desvelará. Lo que podría reforzar o debilitar mi teoría.
Juan Pedro Domecq toreando en el campo (Fotografía de Cano)
En Badajoz, pudimos tener la justificación a la afirmación de “Clarito” “la emoción verdadera la pone el torero no el toro” en unión con la teoría de Justo Hernández (“cuando se para el toro, surge el toreo”), en un hecho. La inmensa serie al natural de José Tomás en el epílogo de la faena realizada al quinto de la tarde.
Nadie lo esperaba. Con un toro parado, agarrado al piso, sin “excesiva” presencia (importancia del toro que dicen los toristas), donde la inteligencia emocional tiene poco a lo que agarrarse (emoción-toro). No obstante, el toro escondía un tesoro oculto, que el de Galapagar, por su concepto, por su temple, por pasar esa “raya”, por invadir ese terreno, por su magia…, o cómo lo queramos definir, fue capaz de extraer.
Tirar de él para llevar su embestida… al infinito. “Clarito” y Justo Hernández deben conocer la dificultad de la ejecución, que encierra los más grandes secretos de la tauromaquia (inteligencia racional). Para ellos es la ESENCIA del toreo, lo que buscan fundamentalmente, lo que les llena (“emoción verdadera” que dice Clarito”). Sólo al alcance de los más grandes. José Tomás, fue capaz de invertir el orden de la utilización de la inteligencia, para que las emociones fluyeran (llegar a través de la inteligencia racional a la inteligencia emocional). Y la emoción volvió a inundar a toda la plaza (a pesar del desconocimiento de gran parte de los recursos utilizados para la consecución del objetivo).
Nos dijo, miren señores, les muestro el secreto que escondía el toro. El secreto de mi tauromaquia. Para lo entendidos (tauromaquia racional) y descodificado en emociones para los que no lo son (tauromaquia emocional). El secreto de José Tomás. El milagro del toreo.
Puede que mi teoría nada tenga que ver con la realidad, pero con ella, también intento justificar otras afirmaciones:
- “La figura del torero marca la diferencia con el toro medio”. Con el toro bueno (la emoción mayoritariamente la pone el toro), todos están o pueden estar más o menos bien. Con el malo (también la emoción la pone el toro), ninguno, salvo raras excepciones y ocasiones, está bien. Pero con el toro medio (donde la emoción la debe poner en su mayor parte el torero), las grandes figuras marcan la diferencia (Manolete- José Tomás). Aunque algunos renieguen de su importancia por el toro, o les pueda “aburrir”. Cuanto mejor es el aficionado, más matices encuentra. Y si además es aficionado práctico, incluso la percepción y “lo que buscan” cuando asisten a una corrida, es muy diferente al resto de los espectadores. Seguramente intenten saciar sus ansias de conocimiento y descubrir los secretos del toreo.
Con el toro medio solo las figuras están –habitualmente- bien. José Tomás en Badajoz (Foto de Ismael Rodríguez)
- Según afirma Pepe Alameda en su libro “Al hilo del toreo” (Colección la Tauromaquia Espasa-Calpe, Madrid). Los toreros más populares son los más arriesgados. Estaría justificado puesto que las emociones que generan son mucho más fáciles de percibir por el gran público (preponderancia de la utilización de la inteligencia emocional). Este hecho se repite con frecuencia en la historia. Animadversión del público hacia Guerrita, gran dominador (“no me voy, me echan”) y preferencias por “El Espartero” (de mucho menor entidad taurina que el Califa de Córdoba, pero más arriesgado). Entre Joselito “El Gallo” y Belmonte (lo que generaba gran contrariedad en el de Gelves). Con todas las deficiencias taurinas que condensaba el trianero, ¿qué hacía para encandilar de esa forma a los públicos?, ¿qué justificaba que Joselito, aplicando toda su cátedra, en raras ocasiones conseguía ese efecto?, ¿cuál era el secreto? Quizás la clave hay que buscarlas fuera de la tauromaquia y se encuentren en la propia estructura del cerebro humano: inteligencia emocional/racional. ¿Le podría pasar esto mismo al Juli, en nuestros días?
El Juli en Badajoz. Fotografía del blog de Domingo Cáceres. No tiene sentido que un torero que apela a la inteligencia racional encandile antes al público en general que a los aficionados. Lo que viene a corroborar otro aserto de Pepe Alameda y es el de que los públicos no se equivocan y yerran menos en sus apreciaciones que quienes nos tenemos por aficionados.
Para finalizar, no quiero que se malinterprete mi teoría, con la defensa de la ausencia de trapío, o la falta de emoción del toro. Nada más lejos de la realidad. Es más, personalmente si me piden que elija sólo una para que la fiesta perdure, teniendo en cuenta la afición actual, me decantaría por la emoción del toro (mucho más fácil de percibir para el gran público que predomina hoy en día).
La emoción del toro siempre ha sido la más fácil de apreciar. En la imagen, Coronelo de Benjumea (lidiado por Vicente pastor en la corrida de la Prensa del año 13). Mató 5 caballos pegándose al brazuelo derecho de su víctima como se ve en la foto publicada en Palmas y Pitos.
El propósito de mi exposición es que ambas posiciones no sean excluyentes (“Nada tiene importancia si no hay toro”/ “La emoción verdadera la pone el torero no el toro”). Para ello, es fundamental su identificación (emoción toro/emoción torero), su conocimiento y la justificación científica del grado de dificultad que entraña la percepción de ambas. Tan válida es la una, como la otra. Y si se saben combinar ambas... tenemos delante un buen aficionado.
Aquellos que presumen de grandes aficionados y no reconocen la emoción del torero, puede que todavía no se hayan dado cuenta que les faltan conocimientos taurinos (seguramente a nivel práctico), que les impiden que su inteligencia racional actué y se desarrolle. No cierren la puerta. No se refugien en frases manidas que han convertido en doctrina. En la comodidad del “no pensar”.
Y para aquellos que sólo tienen ojos para los toreros y desentrañar los misterios racionales del torero, sepan que incluso los más grandes toreros de la historia en los que predomina la razón, reduciendo la emoción del toro (Guerrita/Joselito), han tenido serias dificultades para llegar al gran público (la emoción racional llega a muy pocos). Hagamos caso a Aristóteles: “la virtud está en el término medio de las cosas”.
No obstante, llegados a este punto, rectifico lo de mi propósito… si tengo que ser sincero, el verdadero propósito de mi teoría donde mezclo toros, toreros, aficionados, ciencia, psiquiatría, filosofía, griegos… de una forma un tanto desordenada, no es otro que… hablar de toros.
Hablar de toros, siempre ha sido lo más importante. En la foto (publicada en Palmas y Pitos hace 100 años) podemos contemplar una tertulia de toreros a la puerta del Gran Café
Nota: Selección de fotografías y comentarios a pie de imágenes de Jose Morente.
38 comentarios:
A tirar del carro.
Jolleca.
Jolleca:
Efectivamente, pues considero y consideramos más positivo "tirar del carro" que "ponerle piedras a las ruedas del carro" (aunque esto último sea quizás más propio del carácter español).
Un abrazo
LRI
Don José Morente he de decirle que comento en este post, por su proximidad en el espacio y en el tiempo (factores de gran peso específico en el Toreo) pese a que en este de hoy, según ha confesado, solo pretende con sus provocaciones el “Hablar de Toros”. Pues... qué bien.
En el anterior y en boca de Paco Aguado, respondiéndole a Xavier, expresa:
Creo que Paco -como siempre- pone el dedo en la llaga y es que utilizar esas teorías ("cargar la suerte", "parar, templar y mandar", etcétera, etcétera, etcétera) como se hace hoy por un gran número de aficionados, sacándolas de contexto y para utilizarlas como arma arrojadiza contra los toreros actuales, me parece una felonía. Entre Aguado y usted se han cargado de un solo plumazo los puntales básicos del Toreo. Fenomenal. Deben hacer acto de contricción, de lo contrario en los Toreros Cielos no van a encontrar reposo. Es malo escribir al dictado y tener por obligación a quién servir. Tener señorito...vamos!
Y respecto de lo de alma arrojadiza -hay quién le llama zarandajas” será la forma personal de verlo “vuesas mercedes”. Para enamorados de ésto como yo, continuan inamovibles los Cánones del Toreo, que son los causantes de ese Olé! Que te sale de los tuétanos seas o no aficionado: PARAR, TEMPLAR, MANDAR, ACOMPAÑAR, LIGAR, REMATAR, CUADRAR, ANDAR, TIRAR (el palo), ABANDONAR (se), PAREAR, ASOMAR (se), DEJAR (se ver) etc. No quiero olvidar lo de CARGAR (la suerte) porqué eso nos lo explican a diario con su antítesis el 99 % del escalafón, que no son otros que los compontes del Circuito de la Mentira, como le han dicho por ahí.
Saludos de Gil de O.
Gil de O.
Se equivoca usted por triplicado:
Uno. La entrada de hoy no es mía, sino de un gran aficionado toledano, Luis Miguel López-Rojas.
Dos. Sobre que escribo al dictado de alguien... ¡Ya me gustaría a mí!
y Tres: Me reafirmo, sacar de contexto los tópicos para utilizarlos como arma arrojadiza contra los toreros es una felonía. Es más, añadiría que es una inmoralidad
Un abrazo
PD: Sobre los conceptos que usted enumera (cual texto evangélico) nada tengo que añadir a lo ya dicho en el blog.
Inmoralidad es el baile de corrales cuando torean las figuras.
Con derecho a equivocarme he escrito antes. De todas formas, vuelva a leer y verá como no. Para Luis Miguel López-Rojas y sus atrevimientos le estoy preparando algo...Y ello pese a su pretensión de taparse con Pepe Alameda y Manolete para concluir en su fin que no es otro que ensalzar lo poquito que Tomás pueda contener de negativo; y sobre todo al niño de Domingo Hernández -ese que se encara con las Presidencias exigiendo indultos- de cuyos toros, y pese a todo, hay cosas que me gustan (no tiene completado, ni es capaz, ni tiene dineros para cerrar el ciclo de prefabricación).
Ya no solamente felonía, sino además inmoralidad. Bueno, buen hombre...! Pues ya está. No me falta nada más que me indique cual es el contexto en el que es felonía la Canongía del Toreo, sino que además es inmoral.
Personalmente siempre he hablado de Toros con plena Libertad, y cuando alguién me ha mirado con desprecio ante un olé mío salido del corazón, puede que a destiempo, le aseguro que he querido enterrarlo con la mirada.
A usted no le miraré así, si me explica con razonamientos, no con descalificaciones,cuales son las causas por las que a mi correlación Evangélica de los Cánones, no tiene nada que añadir; o al menos indiqueme en que post puedo encontrarlas.
Saludos de Gil de O.
Sony,está por darle en la yema del gusto al toreo,va a salir un toro que se puede programar y todos felices.
Ponja.
Gil de O.
Precisamente, explicaciones creo que no faltan en este blog.
A él, le remito.
Ponjo
Magnífica noticia.
Será el momento para que nos hagamos toreros usted y yo.
Luis Miguel:
Señala usted la existencia de dos tipos de inteligencia o conocimiento (emocional/racional) asignando la primera al toro y la segunda al torero, lo que me parece correcto.
Creo que, matizando mucho y dentro de la emoción que provoca el torero podemos tambien distinguir estos dos tipos.
Así sería inteligencia emocional la que provoca el torero de valor o el de arte y sería inteligencia racional la que juega en el caso del torero técnico.
Eso explicaría la inmensa legión de seguidores de los toreros valientes (la mayoría del público); el importante número de partidarios de los toreros artistas (donde el intelecto juega ya un cierto papel) y el exiguo y escaso número de partidarios que concitan los toreros lidiadores (ante los cuales sin embargo, acaban rindiéndose -muy a su pesar- todos los espectadores).
¿Qué le parece?
Un fuerte abrazo.
Siga vendiendo la moto.
Ponja.
Hola José
Crees tú que algún día Jose Tomas (JT) toree una corrida de Moreno Silva.
Pongo como ejemplo a JT, porque creo que es uno de los pocos toreros que marca claras distancias respecto de los toreros del llamado Grupo de los 10 y además en sus inicios fue un torero que me emocionó bastante porque toreaba distintos hierros.
Saludos,
POCHO
Pocho:
No parece muy probable. Ni en el caso de José Tomás ni en el de cualquiera de los otros toreros punteros.
Esta cuestión (las ganaderías elegidas por las figuras) es quizás el punto más débil que prsentan a la hora de valorarlos.
Sobre todo, si la comparamos con la forma de actuar de los toreros de cualquier otra época del toreo.
Varias son las razones que han llevado a esta situación como usted muy bien sabe y sobre las que, creo, no es del caso profundizar aquí
Un abrazo
Sr. Morente, sobre su concepto de que el exiguo y escaso número de partidarios que concitan los toreros lidiadores (ante los cuales sin embargo, acaban rindiéndose -muy a su pesar- todos los espectadores), difiero en la situación actual de la Fiesta, ya que salvo el aficionado entendido sobre el conportamiento de los toros, el resto, por norma general acaba pitando esta clase de faenas, aunque sea verdaderamente la correcta hacia cierta clase de toros.
Sobre que varias son las razones que han llevado a esta situación en las que cree no es del caso profundizar aquí; he de comentarle como ya le han dicho en comentarios anteriores, que seria conveniente explicarlas, ya que el prestigio que ha adquirido este blog se pocría venir abajo; y eso no lo deseamos los que nos consideramos neófitos en la materia.
Reciba un cordial saludo.
J. Cisneros
Creo que he podido propiciar una pequeña confusión.
Cuando digo que no es del caso tratar "aquí" las razones que han llevado a los toreros actuales a no torear determinados encastes, debo aclarar que el "aquí" al que me refiero es el exiguo espacio que permiten los comentarios a pie de entrada del blog, pero no el propio blog.
Otra cuestión es encontrar tiempo suficiente para responder a las numerosas cuestiones (todas de máximo interés) que los lectores suscitan en estos comentarios.
Ciñéndonos a los toreros lidiadores coincido con usted en que este tipo de faenas provocan mayor rechazo de los públicos.
Sin embargo, mi referencia iba dirigida más a lo que atañe a la valoración del "torero técnico" que a la de la "faena lidiadora".
Creo que a lo largo de la historia de la Fiesta, los toreros técnicos o lidiadores son los que más difícil lo han tenido siempre pues son estas cuestiones (las de estricta técnica taurina) las más complejas de apreciar por el público e incluso (si me apura) por los propios aficionados.
Guerrita, Joselito... son casos paradigmáticos de toreros a los que los públicos se entregaron pero siempre con la desconfianza que proporciona el torero inteligente del que se piensa que podría hacer más que lo que hace.
Al final, se cierra el ciclo y el propio público que encumbró a esos diestros se vuelve en su contra ("No me voy, me echan" que dijo Guerrita)
Por el contrario, el torero valiente o el torero artista (quizás porque estimulan nuestra inteligencia emocional y no exigen poner en funcionamiento la inteligencia racional) despiertan más adhesiones incondicionales y apasionadas (Belmonte, Curro Romero, por poner dos ejemplos).
Sin embargo, esto son meras especulaciones que hacemos para intentar entender las pautas de comportamiento de públicos y aficionados, lo que no siempre es fácil.
Un abrazo
Me van a perdonar que entre de amigable componedor para la ocasión:
No creo haber entendido mal a J.Cisneros en su pretendida solicitud de "sería convenientes explicarlas" pues debía referirse a su respuesta a Bustos de que éste blog no era el lugar de profundizar en las razones por las que las figuras y JT entre ellos como más fiel exponente del Toro debajo del brazo, no matan toros de todos los encastes.
En la respuesta se sale por la tangente, como tangencial es el Toreo que viene defendiendo, ese de tirar lineas.
Mi amigo de los abrazos, entendiendo que todo lo que se le hace al Toro con Orden es Toreo, en contraposición a lo que dice el Justo Fernández, "el Toreo empieza cuando el Toro se para"; cuando al Toro lo que hay que hacerle es pararlo antes de que él se pare, que es lo que preconizaba Juan Belmonte. No nos hagamos los despistados y pongamos un Toro sobre la arena, al que haya que Parar y a partir de ahí toda la correlación de fundamentos que el Gil de O. le ha expresado y a los qué usted ha hecho caso omiso.
No se preocupe que no está solo; el otro día el Villasuso ese dijo que eso de los Cánones del Toreo son "emplastos".
Habéis convertido el Toreo en "destoreo" de mierda. Por lo que creo que lleva toda la razón -razón de la sin razón- al no considerar usted su blog como el lugar para profundizar en...la Verdad.
Para eso está el Patio de Monipodio, que es lo que han acabado por convertir las tertulias oficializadas de mirarse el omblígo y de asignarse los premios del sector de forma rotativa; vayamos a que alguién se dé por excluído y entonces...¿Merde! qué diría el francés ese que siempre está a mi lado en cualquier plaza donde vaya.
Si a bien tiene estrechar mi mano, le saluda
El Bachiller Canta Claro II
La esencia y la mística del toreo se han perdido y lo que vemos no causa emoción y no deja huella en el aficionado.
Los toreros figuras se valoran con toros íntegros,con trapío,casta y poder,y embisten,y dan la verdadera medida del valor y del arte de los toreros.
Los hechos son muchos,pero la verdad es una.(C.J.Cela.)
T.G.B.
Bachiller:
Repito parte de mi contestación anterior a J. Cisneros:
"Cuando digo que no es del caso tratar "aquí" las razones que han llevado a los toreros actuales a no torear determinados encastes, debo aclarar que el "aquí" al que me refiero es el exiguo espacio que permiten los comentarios a pie de entrada del blog, pero no el propio blog"
Eso si, como no me debo a nada ni nadie y como mi único objetivo es disfrutar escribiendo sobre toros y flamenco, hablaré únicamente de los temas que me apetezcan y sólo "cuando" me apetezca.
Ponja:
¿Torero o motero? ¿En que quedamos?
T.G.B.
Lamento la visión tan negativa que tiene usted del toreo actual.
Eso si, me llama la atención que siempre piense uno que está en posesión de la "verdad" mientras que los equivocados son los demás (o sea, los que no piensan como nosotros). Curioso.
T.G.B.
Dicho lo anterior, creo que es posible (no lo aseguro) que sea el exceso de técnica el que ahogue la emoción del toreo actual.
Sobre los figuras reitero (y comparto con usted) que sería deseable que se enfrentasen (siquiera puntualmente, como siempre se ha hecho) a toros de poder y fiereza contrastada.
Motero.
Ponja.
Es verdad que las figuras actuales tienen un abanico demasiado cerrado de ganaderias y esto a la larga no es positivo. Pero la unica figura actual que se enfrentò a todos los encastes (albaserrada, santacoloma, atanasio, nuñez, lisardo entre otros) y que sigue matando tambien a toros de ganaderias fuera del encaste juanpedro como Alcurrucén, Puerto de Sanlorenzo, Valdefresno y hasta hace poco tiempo de Samuel Flores y Victorino, esta figura se llama Enrique Ponce. Pero esos esfuerzos (y el haberlo echo en todas las plazas y durante 20 años o màs) no me parecen sufientemente valorados por muchos aficionados. Asì que quizàs ellos en el pecado llevan la penitencia.
Como bien comentaba Josè en una entrada anterior, el publico/aficionado de hoy es tambien parte del poblema.
Un saludo,
Paolo
Paolo:
La verdad es que el tema es bastante complejo como venimos señalando. Por una parte como usted apunta, Ponce no ha rentabilizado quizás esos esfuerzos al no obtener reconocimiento del público que podría ser también parte del problema.
Pero no es sólo el público el respondable. Creo que se debería analizar con datos objetivos en que momento las figuras dejaron de torear ganaderías duras.
Posiblemente de los toreros de época, Manolete sea el último que lo hizo. Sin embargo, las circunstancias de entonces hacen que tampoco se puedan echar las campanas al vuelo con el diestro de Córdoba en función del ganado que solía torear.
Con Manuel Benítez el Cordobés (el siguiente torero que marca una época) las cosas cambiarían radicalmente. Por primera vez una figura del toreo elude los toros de Miura como también elude el enfrentamiento con otras figuras (Un año y de forma bochornosa para la afición sevillana, dejaron fuera de los carteles de la feria de abril a Antonio Ordoñez).
José Tomás, el siguiente torero de época, ha seguido en esa línea de eludir las corridas duras aunque no la de no enfrentarse a toreros de categoría reconocida.
En fin cuestión compleja a cuyas causas (que sería necesario documentar previamente) habrá que dedicar la atención necesaria pues el tema lo merece.
Un abrazo
Ponce debe soñar muy seguido con Lironcito.
Su verdadera vocación es la de enfermero, mejor qu se dedique a brindar auxilio y se enrole en la Cruz Roja.
Pepe Luis V.G.
Pepe Luis V.G.
Pienso que su comentario (muy crítico con Ponce) y el de Paolo (muy elogioso) aunque aparentemente contradictorias son, o pueden ser, en el fondo complementarios pues reflejan muy bien la ambivalencia y claroscuros que el toreo de este diestro provoca en los aficionados.
Y es que Ponce es, en mi opinión, un torero destacado (quizás el que más) en el conocimiento de las reses. Quien mejor entiende a los toros (no creo casual el número de toros indultados que jalonan su carrera). También es, entre las figuras, el diestro que más compromisos ha asumnido de torear corridas duras en plazas de relevancia. Eso me parece innegable.
Dicho esto, también me parece innegable, la elegancia pero de escaso calado de su modo de torear. Máxime, hoy día donde algunos diestros (José Tomás, especialmente y, más recientemente, Talavante) rizan el rizo y pretenden del toro recorridos imposibles. Algo muy alejado del concepto del toreo del diestro de Chivas.
Ensalzado hasta el máximo por algunos (los que admiran su cabeza torera) y negado con vehemencia por otros (aquellos que no gustan de su forma de torear), este es - creo- el perfil de este torero.
Saludos
De la tarde de Lironcito, Enrique Ponce y los buenos aficionados sueñan con esa historica faena, emborronada col descabello.
Yo creo que no se puede valorar un torero solo por el "pellizco" o el "rizar el rizo": aquì tambien hay un posible defecto de unos aficionados que utilizan solamente un cierto tipo de esquema para valorar a los toreros.
Ademàs me parece muy incongruente ver valorar a toreros con una cabeza privilegiada como por ejemplo Joselito el Gallo, Ordoñez o ahora el Juli y no hacerlo con otro que en algun aspecto hasta les supera, como es Ponce.
A parte de su "tecnica" de torear (que para algunos es demasiado tecnica o sea "fria"), lo que en realidad no gusta de Ponce es que es incombustible, que lo hace con aparente facilidad, que puede con toda clase de toros...y que sigue allì dando la cara! Esto genera una envidia tremenda y de allì las criticas y bromas inoportunas (quien pronuncia la palabra "enfermero" quizàs se refiere al que èl mismo necesita al ver la cabeza de Cartujillo que todavia da miedo en el patio de arrastre de Bilbao!)
Entiendo que cada uno tiene sus gustos y sus preferencias (como tiene que ser) pero no se puede negar ni minusvalor (por los menos a traves del uso de esa "inteligencia racional" de la que se habla en esta entrada) la importancia de esta historica Figura del toreo.
Seria interesante (no digo util) que en las entradas de este fantastico blog se hiciera màs referencia tambien a Enrique Ponce.
Por lo menos de vez en cuando...
Un abrazo,
Paolo
No sé como tienen valor de meter en el mismo concepto a Gallito. Si a Joselito no se lo lleva "Bailaor", la sucesiva agresión contra la Integridad de la Fiesta no se hubiera producido: Ni habría Unión de Criadores, ni petos ni periodistas mamandurrios. Y las discusiones en la cara del Toro.
A años luz de él están Ordoñez, Juli y Ponce, toreros de los que se ha dicho en comentarios precedentes de su importancia en la Historia; toreros que no han sido suficientemente responsables para con ella:
Ordoñez, si no le sale al paso su "cuñao" hubiera pasado desapercibido incluso en su tiempo; El Juli, ahora enrrabietadillo, otro irresponsable ante la historia en manos de Roberto Dominguez; y respecto de Ponce, sencillamente le falta casta y es el máximo causante de la situación de la Fiesta y a la vez de la cabaña de bravo; ha tenido todo en su puño y torpemente le ha robado a la Fiesta su emoción; arrastrándose de enfermero en el crepúsculo de su carrera, ya no me da esperanzas, aunque creo que personalmente ya se ha dado cuenta de su error.
Saludos de Gil de O.
Paolo
Efectivamente y sea por las razones que sea no solemos hablar mucho de Enrique Ponce en este blog. Mea culpa. Sin embargo, si lo hacemos del juli al que personalmente descubrimos en la feria abrileña del 2010. Es probable que si este blog se estuviera escribiendo hace unos años hablaríamos mas de Ponce que de Juli.
En todo casi, recojo el guante: hablaremos de Ponce
Un abrazo
En primer lugar quiero pedir disculpas al ser el autor de esta entrada y no haber podido contestar antes a los comentarios.
Tengo la impresión que esta tertulia se ha enrarecido un poco o al menos se ha agriado en determinados comentarios.
Puede que por mi torpeza, no haya sido capaz de transmitir lo que realmente pretendía:
- Poner sobre la mesa los dos tipos de emoción que (personalmente) creo que existen en la tauromaquia: La emoción del toro y la de torero.
- Exponer una teoría muy personal sobre las dificultades de la percepción de una y otra relacionándolas con el funcionamiento de cerebro. Muy discutible.
- Detallar las diferencias entre los que pueden buscar las diferentes personas que acuden a una plaza a contemplar este maravilloso arte. Con posiciones extremas entre los partidarios de la emoción del toro y los partidarios de la emoción del torero. Tan respetable los unos como los otros.
- Tratar de conciliar posturas entre ambas posiciones. Huir de un mal que tenemos los aficionados de creernos poseedores de la verdad absoluta y no admitir otros puntos de vista. El toreo es un arte, cuando alguien entra a un museo puede ir buscando
Dicho esto en otros ahora contestaré a dos comentarios en concreto.
Un saludo.
Gil de O.
En primer lugar mi agradecimiento por el tiempo que le ha dedicado a leer esta entrada y dar su opinión. Dicho lo cual, no entiendo muy bien su comentario “Para Luis Miguel López-Rojas y sus atrevimientos le estoy preparando algo...Y ello pese a su pretensión de taparse con Pepe Alameda y Manolete para concluir en su fin que no es otro que ensalzar lo poquito que Tomás pueda contener de negativo”.
No considero atrevimiento exponer mi percepción sobre las diferentes formas de emoción que se pueden vivir en una plaza de toros. No me postulo a favor de una ni de otra, cosa que si hacen los de “Nada tiene importancia si no hay toro” o la afirmación de “la verdadera emoción la pone el torero”. Trato de conciliar posturas y sobre todo que no sean excluyentes.
Lo de “taparme” nada de nada, de hecho lo firmo con mi nombre y dos apellidos (aunque sea una insensatez por mi parte), cosa que muy pocos hacen cuando escriben en un blog.
Se equivoca de plano, si cree que con mi entrada pretendo ensalzar algo negativo del toreo de José Tomás. Justo lo contrario, lo he cogido como un ejemplo patente de la emoción de toreo en un caso en que el toro ponía muy poco de su parte.
José Morente me conoce y sabe al que considero el más grande de los toreros.
No obstante asumo la parte de culpa que haya podido tener en que usted no haya entendido el objetivo de mi entrada.
Con todos mis respetos y huyendo de vanas polémicas reciba un cordial saludo.
José Morente:
Usted ha captado el verdadero sentido de la entrada y es matiz que expone dentro del toreo racional con los toreros de valor y de arte (emocional) y los lidiadores (racional) considero que es igualmente aplicable a mi discutible teoría.
Un abrazo.
¡Hablemos de toros!
Sin entrar en numerosos factores que influyen además de gustos personales, ciñéndonos en exclusiva al tema planteado, en mi opinión poco se puede añadir a esta fabulosa exposición. De siempre se ha dicho que la emoción puede llegar por parte del toro, del torero o de la conjunción de ambas (el súmmum), dependiendo de la medida que aporte cada uno de los actores y la sensibilidad con que el aficionado lo perciba; o del desarrollo de las estructuras del cerebro que cada uno tenga, como acabo de aprender en este artículo.
El aficionado debería tener en cuenta las complicaciones del último de los tres estados que el toro presenta durante la lidia en una situación normal, el de aplomado, en el último tercio va adquiriendo resabios a cada lance, deja de ser la fuerza bruta inicial y tiene tiempo para pensar en cada acometida, lo cual presenta un riesgo extra para el torero. Valorando ese matiz que el público no percibe, claro está que llegar a emocionar al tendido cuando el toro no pone apenas de su parte hay que torear como los ángeles.
Esa es la teoría, sin entrar a valorar el exagerado grado de nobleza que los ganaderos están imprimiendo en sus vacadas y que en muchos casos vemos toros que salen prácticamente aplomados del toril cuando no debería ser así.
...
Es obvio que hay matices del toreo que sólo perciben los toreros y los aficionados prácticos pero no comparto que una faena de buen toreo se limite casi en exclusiva al entendimiento de estos como he deducido en este artículo. Un buen aficionado sabe captar cuando se ha toreado bien y cuando no, aunque no se haya puesto delante, y son muchos los ejemplos de aficionados con una sensibilidad extraordinaria para entender el toreo. Otra cosa es que no se quiera echar cuentas por muchos motivos que no quiero mencionar por no extenderme más.
Al final, lo que todo aficionado busca por muy torista que sea como es mi caso, es la emoción del toreo, sin toreo qué hacemos aquí, y eso, indiscutiblemente llega de manos (cabeza y corazón) del torero. Por muy fiero y encastado que sea un toro si al final no hay dominio ni toreo conforme a las reglas de la tauromaquia, sumado a una pizca de arte que a nadie desagrada pues se va uno insatisfecho, auque se haya gozado con la lidia de un animal de mucho respeto.
De todos modos Luis Miguel toma mucha ventaja poniendo por caso el ejemplo de José Tomás.
Saludos
Vazqueño:
Con independencia de que pueda contestarle el autor del artículo, me permito echar mi cuarto a espadas:
Primero. Estoy de acuerdo con usted (y, esta vez, no con el autor) en que el hecho de que un aficionado toree no garantiza mayor capacidad a la hora de valorar lo que se hace en la plaza. La técnica es importante pero la emoción (del valor o del arte) lo es mucho más. Son estos aspectos emocionales los que llegan al público y los que nos llevan a las plazas. Cierto es que, cuando la emoción no aparece, el hecho de haberse puesto delante de las reses posibilita un conocimiento de lo que ocurre en el ruedo y captar matices que de otro modo no se advertirían que permiten mantener nuestro interés en situaciones en las que podría cundir el aburrimiento para el resto del público.
Comparto plenamente su opinión sobre lo que busca o debe buscar un aficionado (sea o no torista). Lo que dice me parece de antología, ¡Chapeau!
La referencia a Tomás que hace Luis Miguel también me parece indiscutible como usted señala (¿Qué mejor forma de cerrar un debate?) Sano ventajismo, en todo caso. Lo compartimos.
Un fuerte abrazo
Vazqueño
Por los manes de Internet no había leido su primer comentario.
Me reitero ¡Chapeau!
Está claro lo que quiere decir el autor de la entrada. La faena que hizo Tomàs en Las Ventas dando uno a uno los naturales sin poder ligar y cortando dos orejas es la emoción racional que solo la tienen las figuras .
Vazqueño y D. José Morente:
Referente a la capacidad para percibir determinados matices del toreo de los aficionados prácticos, dicha condición para emocionarse en una plaza con el toreo, no es condición necesaria, nada más lejos de la realidad, aunque puede que sea condición suficiente. No obstante, trataba de justificar una posición extrema frente al polo opuesto.
Ven como al final, cuando hablamos de toros y nos dejamos de posturas radicales, antes o después nos ponemos todos de acuerdo. Ese punto de conexión (toro-torero) es la verdadera emoción del TOREO.
Felicidades por su comentario Vazqueño. Mi reconocimiento como siempre, para usted, José.
Un saludo.
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