Ligereza y atrevimiento de Juanito Apiñani en la plaza de Madrid. Grabado de Goya. Las cualidades necesarias a un torero del XVIII no son aparentemente las mismas que necesita el torero actual pero –en realidad- las diferencias no son tantas.
Las cualidades de los toreros
Son muchas y variadas las cualidades que pueden adornar a un torero. Pero no fue Pepe-Hillo sino Francisco Montes “Paquiro” –en su Tauromaquia completa- quien primero enunció las “condiciones que indispensablemente debe tener un torero” y que según él son “valor, ligereza y un perfecto conocimiento de su profesión”
Traduciendo a nuestro lenguaje actual el léxico utilizado por Montes, yo diría que las tres principales cualidades que deben adornar a un torero serían: el valor, la técnica y el arte.
Añade el maestro de Chiclana que no será buen torero aquel que no posea esta cualidades y aconseja amigablemente a quien se encuentre en esa situación que busque otra profesión si es torero de oficio.
Volviendo a las tres cualidades básicas exigibles o necesarias para torear es evidente que no todos los diestros podrán reunir estas cualidades en grado sumo. Incluso en los grandes maestros del arte estas no se darán en la misma proporción. Habrá por ello toreros que destaquen por su valor, otros por su estética y finalmente otros cuya nota más acusada sea su técnica.
Tres toreros de hoy (Tomás, Morante y el Juli) con distintos planteamientos y con distintas cualidades, lo que da variedad a la fiesta y evita la monotonía.
El valor
El valor es la condición básica y necesaria para torear sin la cual nadie podría llegar a ser torero, según Montes quien añade que “es preciso que no adelante hasta la temeridad ni atrase hasta la cobardía” Pues ambos extremos acarrearían desgracias y accidentes.
El valor que más se cotiza es aquel que “nos mantiene delante del toro con la misma serenidad que tenemos cuando este no está presente”. Es la sangre fría que nos permite discurrir y pensar delante de la cara del toro lo que debe hacerse en cada momento.
El valor sereno es aquel que nos permite estar en la cara del toro como si no hubiera toro. En la foto, Joselito el Gallo uno de los toreros realmente más valientes de la historia quiebra a un toro (Dibujo de Andrés Martínez de León).
No obstante y aunque nada aconsejable, la historia del toreo está repleta de diestros que ganaron fama y posición por su valor inconcebible. Por sus alardes de valor. Toreros que asustaron a los espectadores de su época.
Entre los toreros que destacaron por su valor es paradigmático el caso de Frascuelo quizás el matador más arrojado de la historia. También destacaron y convirtieron esta cualidad en clave de su toreo diestros posteriores como Sánchez Mejías o el recientemente fallecido Diego Puerta (Dieguito Valor).
Diego Puerta en una de las cogidas que le propinó Escobedo de Miura. Fue tal la emoción que se vivió esa tarde en la Maestranza que cuando el diestro ingresó en la enfermería fue recibido, en un hecho sin precedentes, por los facultativos con una ovación.
El valor desmedido fue también patrimonio, en tiempos pasados, de los grandes estoqueadores tales como Luis Freg, Martín Vázquez, Malla.
En general, los toreros que han hecho gala de valor desmedido y han cimentado su fama en esta cualidad han destacado en la suerte de matar, como es el caso de Diego Puerta a quien vemos en una sensacional estocada en la plaza de Sevilla.
También ha sido cualidad propia de aquellos diestros que han intentado imponer su toreo a los toros (Montes, muy crítico con este planteamiento, lo definía como “intentar hacer una suerte sin estar el toro en la debida situación”. Yo matizaría: “Hacer la suerte esté el toro como esté”). Primero Espartero y Reverte y luego Belmonte, Manolete y José Tomás, por ejemplo, han sido paradigmas de este planteamiento.
Manolete recibiendo al toro con su estilo parado y valiente
El arte
En los años en que Montes escribía (mejor sería decir dictaba) su tauromaquia no se conocía el concepto de arte entendido como elegancia o expresión estética .
Por ello, el diestro de Chiclana habla de ligereza y la define (en definición que a mí personalmente me encanta) como la agilidad necesaria para moverse pero puntualiza que no se trata de “estar moviéndose siempre de acá para allá” (eso es lo que se ha definido como diestro bullidor) sino la que permite (sobre todo en los embroques) hacer los movimientos correctos para evitar la cogida. Este tipo de agilidad –muy importante para el torero- no tiene que ver con la edad sino con la perfección de los movimientos, con el ritmo. Por eso ha habido diestros –Pedro Romero, Antoñete- que han toreado con éxito a avanzada edad.
Pedro Romero –ya anciano- recibiendo a un toro (Lámina de la Lidia 15 de junio de 1885)
Con la llegada de Lagartijo fue cuando se empezó a hablar de arte en el toreo. Pero de arte en sentido de estética y de elegancia en los movimientos. Pues antes la palabra arte iba más bien vinculado y se utilizaba en el sentido de oficio (conocimiento de las reglas de torear).
Con Lagartijo se empieza a hablar de arte en los toros. De él fue el primero de quien se dijo que merecía pagar el dinero de la entrada sólo por verle hacer el paseíllo.
Muchos han sido los toreros de Lagartijo acá, denominados artistas y que han destacado por su elegancia y empaque (otro vocablo precioso): Cayetano Sanz, Fernando el Gallo, Rafael el Gallo, Gitanillo de Triana, Cagancho, Pepe Luis Vazquez, Curro Romero, Rafael de Paula, y hoy día, Morante de la Puebla.
Pepe Luis en un airoso kikiriqui.
La técnica
Pese a todo, la cualidad más indiscutiblemente necesaria para torear es la técnica. Lo que Paquiro denominaba “perfecto conocimiento de las reglas del arte” y que, según él (opinión que habría que matizar) es fácil de adquirir.
En cualquier caso, esta cualidad es necesaria para torear con perfección y quien no disponga de ella será víctima o estará a merced de los toros. En consecuencia, para Montes, la técnica es “la principal cualidad del buen torero” y debe ser su guía en todas las suertes sirviéndole el valor para que ninguna le arredre y la ligereza (el arte) para ejecutarla con seguridad y perfección.
Una cualidad frecuente entre los toreros técnicos (Guerrita, Joselito,…) ha sido la precocidad pues aunque Montes decía que el conocimiento del oficio se adquiría (y añadía que con cierta facilidad), la intuición ha jugado siempre un importante papel. En la foto un jovencísimo Luis Miguel Dominguín de becerrista en la Monumental de Barcelona. El “niño” que, según Manolete, venía con la “escoba”.
Lógicas son estas apreciaciones de Paquiro pues no en vano fue reconocido como el primer torero técnico de la historia (El primero al que llamaron con toda propiedad maestro). Y al que han seguido (en lista donde lógicamente nos vamos a encontrar a algunos de los mejores diestros) toreros de la talla de Guerrita, Joselito, Marcial Lalanda, Domingo Ortega, Luis Miguel Dominguín, Paco Camino y, en nuestros días el Juli, entre otros.
Si en la historia del toreo ha habido un torero técnico, aparte de Joselito, ese fue el cordobés Rafael Guerra “Guerrita”.
¿Valor, técnica o arte?
Si algo ha sido objeto de discusión en la historia del toreo es a quien se debe conceder supremacía. ¿Al torero largo y poderoso que puede con todos los toros o al artista, corto de repertorio, pero intenso y que triunfa sólo de tarde en tarde cuando sale su toro pero que ese día deja un recuerdo imborrable y emocionante? ¿O quizás al héroe que arriesga su vida sin trampa ni cartón dispuesto a todo, incluso a morir por conseguir la gloria del triunfo?
Le triomphe de l’espada (El triunfo del matador) de Gustavo Doré. ¿Que cualidad es la que lleva al torero al triunfo?
(Continuará…)
2 comentarios:
Poco o nada se puede añadir, la cosa va en gusto de cada cual...
Me encantaría ver en vivo a los tres toreros del "foto-montaje" compartiendo cartel, en incomparable e interesantísima pugna. El penoso sistema privan al aficionado de ello, que nunca ha visto ni verá semejante competencia (ojalá me equivoque). Lástima que estemos en esta situación de merma del espectáculo.
Saludos.
Vazqueño:
Por desgracia en nuestros días, las competencias no pasan de ser virtuales. Signo de los tiempos pero merma de la variedad y del disfrute del aficionado.
Algo habría que hacer para cambiar esta dinámica
Un abrazo
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