Aunque las manos van (las dos) muy altas, como corresponde al modo antiguo de torear a la verónica, resulta evidente la elegancia del Papa Negro en este capotazo en el que el torero se empina sobre las puntas de los pies. Viendo esta foto se comprende porqué los aficionados de aquella época aconsejaban no abusar de este pase ya que (como resulta evidente) “destronca mucho a los toros”. En todo caso, creo adivinar en la foto un movimiento de brazos muy acompasado y sin violencias algo que entonces no debería ser habitual.
Igual ocurre en este pase de muleta (Madrid, 2 de mayo de 1910). Bienvenida en un pase por alto (toreo por arriba) muy vertical (en muestra de máxima tranquilidad) y también con los pies juntos (compás cerrado) lo que entronca con el más puro clasicismo. A este toro, al que le inició la faena con un pase cambiado, lo mató recibiendo.
¿Cómo toreaba el Papa Negro?
La verdad es que nadie (salvo, como casi siempre Cossío, que hace un apunte del tema) se ha molestado en hacer un análisis en profundidad del toreo de Manuel Mejías Rapela “Bienvenida” (como nadie se ha molestado en hacerlo sobre Fernando Gómez Ortega, el hermano de los Gallo, teórico de toda su familia).
En el caso del Papa Negro, los escritores taurinos se han limitado a narrar sus andanzas o historiar su paso por el toreo. Sin embargo, su influencia en diestros posteriores a través del toreo de sus hijos (Manolo y Antonio, en especial) ha sido más importante de lo que parece.
El toreo está en constante evolución (bien está y así debe ser) pero es importante que esos cambios se produzcan sobre bases sólidas (“Todo lo que no es tradición es plagio” que dijera Eugenio D´Ors). Por eso, el papel de estas dinastías o familias toreras es tan importante en la fiesta. Más importante que el éxito o fracaso individual de cada uno de sus miembros.
La familia al completo, en una foto no demasiado conocida. Cinco (5) hijos varones y cinco (5) hijos toreros. Hoy día, creo que hubieran sido seis (6) los torer@s de la familia
Manuel Mejías Rapela tenía ya desde niño, desde sus primeras temporadas como becerrista, un concepto muy claro del toreo. Cuando debutó en Madrid, en diciembre de 1898 a la edad de 14 años, el crítico de Sol y Sombra que hizo la reseña de la novillada vaticinaba que, con el tiempo, Bienvenida podría llegar a ser buen torero.
Cuando Bienvenida debuta en Madrid como becerrista ya tenía un importante bagaje torero pues llevaba toreando desde los nueve años. En la foto lo vemos, en Isla Terceira, cuatro años antes, en 1894 a la edad de 10 años, en un paseíllo con su padre (que es el banderillero que marcha detrás de él). Transmisión de conocimientos taurinos dentro del ambiente familiar.
Don Hermógenes añadía y hacía hincapié en su toreo “adornado y desenvuelto con el capote”, su habilidad en el quiebro con un novillo “que no se prestaba a la suerte”, el arte de sus pases de muleta y la estocada que dio al segundo becerro (que brindó a la novia de Reverte, Paola di Monte, a quien el cronista llama Paula Montes) entrando “con mucha decisión” y “saliendo limpio de la suerte”.
Bienvenida mantendría toda su vida la forma de torear que había apuntado de becerrista. Forma de torear que despertó en los aficionados pasiones y discordia pues, como dice Cossío, mientras unos admiraban con entusiasmo los adornos y alegrías del diestro, otros lo negaban por no practicar un toreo más severo.
Aunque Bienvenida mantuvo toda su vida su concepto del toreo, éste ya lo tenía muy claro cuando se hizo esta fotografía en 1896 en su etapa de becerrista. Manuel tiene en ese momento 12 años (2 años antes, por tanto, de debutar en Madrid).
En todo caso, su estilo llegaría al cenit en 1910, pues toreó ese año con un aplomo, firmeza y clasicismo propio de los grandes toreros, por lo que casi todos acabaron aceptando los adornos y gallardías, la multitud de suertes nuevas e improvisadas, que solía practicar y que antes eran motivo de disputas.
Lo que si resulta notable, a la vista de la documentación gráfica que ha llegado a nosotros, es que Bienvenida después de la cogida pudo perder facultades pero su toreo no perdió un ápice de calidad.
Como de muestra vale un botón, aquí va este.
Antes y después. Un cambio con el capote a dos manos. En rigor, una variante de la “suerte de la tijerilla”. La foto de arriba es de la corrida de Beneficencia de 1908 (antes de la cogida) la de abajo, de 1911 (el año de su reaparición). La calidad de su toreo no sólo se mantenía sino que incluso mejoraba después de la cogida del Trespalacios.
Una tarde de toros (virtual) con el Papa Negro
Gracias a la recopilación fotográfica que hemos realizado en las hemerotecas, vamos a tener el privilegio de asistir a una corrida de toros virtual de principios del siglo XX. Con el Papa Negro de protagonista.
Lo primero es, lógicamente, ir a la plaza. Busquemos un medio de locomoción y vayamos pues.
El Papa Negro se dispone a partir hacia la plaza de toros (en este caso, la de Madrid) en coche de caballos como corresponde a la época pues estamos en la primavera de 1909.
Ya estamos en la plaza. Concretamente, en la de Madrid. Bienvenida está a punto de hacer el paseíllo en la corrida de Beneficencia de 1908. Le acompañan Manolete padre, Bombita y Vicente Pastor. Al contrario que en la fotografía del día de su reaparición en Madrid después de la cogida de Viajero (que veíamos en una anterior entrada del blog), el torero está muy tranquilo y esboza una sonrisa a la cámara del fotógrafo. Es lógico, pues ese año su confianza en sus propias posibilidades es máxima. Ello le llevará a cuajar una buena temporada que continuará el año siguiente y culminará en la primera mitad de 1910.
El paseíllo. Bienvenida hace el paseíllo en la preciosa plaza firme de Acho (Lima). La misma plaza donde torearon Joselito y Belmonte.
Un capote elegante y variado
Es quizás en el capote donde más fácil resulta echar fantasía al toreo. Por ello es, en la muestras gráficas del toreo de Bienvenida con la capa, donde mejor se puede apreciar su capacidad de inventiva de nuevos pases, algunos fuera de catálogo.
Fantasía del capote de Bienvenida en un remate. Un verdadero lujo torero y que nos causa la lógica envidia a los aficionados de hoy, máxime cuando los entendidos (¿?) de nuestra época han conseguido aburrir, por ejemplo, a uno de los pocos toreros de nuestros días que gustaba de estos alardes en el toreo de capa. Me estoy refiriendo, evidentemente, a Julián López “el Juli”.
El Juli. Variedad del toreo de capa.
Madrid, 23 de abril de 1908, Bienvenida cita de frente por detrás a un toro de Pablo-Romero, berrendo en negro. Variedad del toreo de capa y también recuerdo de viejas tauromaquias que Bienvenida desempolva con su elegancia habitual. Se atribuye la invención de este lance nada menos que a Pepe-Hillo.
Sin embargo, no todo eran florituras, pues su toreo se basaba en el más puro y rancio clasicismo.
Primero a la verónica, en San Sebastián en 1911, en una pose muy similar a la de la fotografía que abre esta entrada del blog
Y en segundo lugar de rodillas. Esto es torear ¡Señores!. Esta magnífica fotografía de nuestro torero es de 1916 (por tanto, después de su cogida o debería decir mejor, cogidas, como matizaba Xavier González Fisher en comentario a una entrada anterior). Bienvenida torea a la verónica con una rodilla en tierra en una imagen que recuerda y evoca otra fotografía (archiconocida) de uno de los más grandes capoteros de la historia, Antonio Ordoñez, en un lance similar. El de Bienvenida es extraordinario. La única diferencia con el toreo actual es que la mano de salida va a una altura mayor (ver fotografía siguiente) que la que se estila en nuestros días. Si se compara esta foto con las de las verónicas antiguas, se observa que el torero lleva ya mucho más baja la otra mano (la que sujeta el capote). En los pocos años que van entre ambas fotografías (De 1911 a 1916) se han desemparejado las dos manos al torear de capa, lo que es reflejo y herencia del magnífico estilo de torear que trajo Juan Belmonte. Estilo que fue asumido rápidamente por el resto de los toreros.
Aquí está la famosa fotografía de Antonio Ordoñez en Sevilla a la que hacíamos referencia en el comentario a la anterior imagen. Otro monumento del toreo de capa. Un detalle técnico: en la verónica es la mano de salida la que sostiene realmente el capote. Sobre la que cuelga todo el peso de éste. Detalle que se aprecia, incluso aún mejor si cabe por el encuadre, en la anterior fotografía del Papa Negro.
A la vista de estas dos fotografías, no puedo menos que traer a colación el comentario que hacía Gregorio Corrochano comparando unas imágenes de Joselito y Luís Miguel Dominguín y que viene ahora al pelo:
“¿Se torea hoy mejor que nunca? ¿Se torea peor?
Cuando torean dos toreros de verdad, dos maestros que saben torear, el toreo es siempre el mismo. Varían las modas que son pasajeras; los modos no, que son permanentes.”
Los quites
Toda la crudeza del toreo antiguo tenía su máxima expresión en la suerte de varas y en los quites de los toreros. Por ello, y pese a no pecar de temerario, Bienvenida, como todo torero de escuela, era muy eficaz y variado en ese difícil tercio de la lidia.
En Valencia, en junio de 1905, Bienvenida entrando al quite en una vara del picador Céntimo.
Toda la crudeza del toreo antiguo se concentraba en el tercio de varas. Un quite de Bienvenida de poder a poder, en 1911, a un toro del Marqués de Guadalest, que empuja con mucha fuerza y fiereza.
Arabesco del capote de Bienvenida en el quite a un toro de don Esteban Hernández (Madrid, 2 de julio del 11. El Toreo)
El remate de un quite en Madrid (26 de mayo de 1912) a un toro de don Esteban Hernández.
Desplante de rodillas en el remate de un quite en Madrid, valentía de novillero meses antes de su alternativa
La ovación tras el quite a un toro de Concha y Sierra (Zaragoza. Octubre de 1905) El torero no ha acabado de saludar y ya el picador está llamando al toro para una nueva vara.
Un buen banderillero
Bienvenida fue, como todos los de su dinastía, un banderillero lucido y eficaz. Un buen banderillero. Queda aparte su hijo Pepote que, con los palos en la mano, alcanzó categoría de excepcional rehiletero.
En banderillas, en su día clave (10 de julio de 1910) en Madrid
El Papa Negro en 1911 a la salida de un gran par a un toro de la Viuda de Pérez-Tabernero.
En 1916, en Caracas, El Papa Negro se recompone después de haber sido cogido al banderillear su toro.
Una imagen final
Espectacular imagen de un Bienvenida novillero, el cual después del quite a un toro de la ganadería de José Manuel de la Cámara, regresa a la barrera triunfante y sonriente (como no podía ser menos). El torero trae la pechera rota de lo que se ha apretado con el toro (La foto que corresponde a la corrida del 16 de julio de 1905, mereció honores de portada en el Sol y Sombra del día 20).
(Continuará…)
9 comentarios:
Enhorabuena, de verdad, me ha gustado mucho cómo ha quedado esta entrada, superior. El material gráfico que acompaña no se queda atrás, es una delicia.
Qué duda cabe que Manuel Mejías tiene otro semblante distinto al de su reaparición después de la cogida. Esta vez me llama la atención la mirada de pocos amigos que le echa Bombita a Vicente Pastor.
Sobre el lance en Madrid en 1908 frente a un Pablo Romero; no puede ser que haya un error al decir que cita de frente por detrás cuando el torero se encuentra de espaldas a la res.
No entiendo muy bien el significado de hacer "un quite de poder a poder". Nunca lo había oído, no sé si se utilizaba para hacer notar aún más la impotancia de tan crucial momento en las situaciones más críticas o es un simple adorno en la redacción del texto.
Saludos.
Juli, tantas veces envuelto en un halo de controversia, y más si lo emparejamos con Madrid. No sé si la lopecina y la escobina fueron muy censuradas o fue el propio torero quien tomó la determinación de dejar de practicarlas, como sucedió con los palitroques. El caso es que salimos perdiendo los aficionados, para que luego nos quejemos de las manidas chicuelinas...
Un apunte, fue el Juli quien verificó por última vez la suerte de la mariposa que inventara el gran Marcial Lalanda. Fue en Madrid, Corrida de la Prensa 2003. Se encerró con seis toros de impecable presencia y variados encastes, una tarde que hay que tener presente porque fue un derroche de poderío, inteligencia y tauromaquia. Salvo ese peculiar estilo muletero que no me convence ni a mí, ni a gran parte de la afición venteña según parece.
Saludos.
Vazqueño:
Gracias por su comentario. Me confirma que la recopilación de fotografías de estos antiguos toreros puede tener interés para el aficionado de nuestros días. A mí me parece que puede aportar una visión novedosa de diestros que conocemos sólo por textos y de los que disponemos de escasas -y muy vistas- imagenes (generalmente fotografías de estudio). Me alegro que comparta mi punto de vista.
Sobre el semblante de Bienvenida resulta evidente que es distinto al de su reaparición. Se le nota bastante dispuesto. No había reparado en la mirada de Bombita hacia Vicente Pastor. Ciertamente, con mucha dureza, muy llamativo pues si hay otro diestro (además de Bienvenida) que se caracterice por su sonrisa es Ricardo Torres.
Lo denominación de "frente por detrás" sigue el criterio empleado por un crítico que -me consta- usted conoce, Tomás Orts y Ramos "Uno al Sesgo", además de ser la terminología utilizada por los críticos que reseñan las corridas correspondientes a las fotografías que he podido localizar(De Bienvenida he encontrado dos fotografías en esta suerte, de las que he publicado la que me ha parecido de mayor interés por la calidad de imagen).
Pepe Hillo -quien parece ser su inventor- la denominó(hay grabado en su Tauromaquia) suerte "de espaldas". Fue Montes quien ya la llama "de frente por detrás".
La confusión viene de la gaonera que es una suerte de capa "de frente" y "con el capote por detrás" por lo que (por coincidencia) algunos revisteros utilizaron la denominación que Montes había empleado para la suerte de espaldas (la gaonera se ejecuta como sabemos de cara al toro).
En cualquier caso, estas cuestiones terminológicas no pasan de ser convencionalismos propios de cada época. Yo, por coherencia con la documentación que he manejado, he utilizado el término que empleaban los revisteros contemporáneos del Papa Negro. Me ha parecido lo más correcto (además de coincidir con el criterio de las antiguas tauromaquias).
La expresión de "poder a poder" se refiere de forma específica al par de banderillas donde toro y torero arrancan al unísono. Por extensión la he utilizado para una situación donde es evidente el equilibrio de fuerzas entre ambos. Creo que en las revistas antiguas alguna vez se ha utilizado en ese sentido, pero no podría segurarlo. Desde luego se utiliza en lenguaje corriente para indicar que se actúa "sin escatimar fuerzas en una confrontación". Por todo ello, me ha parecido una expresión muy gráfica para describir la situación que se veía en la imagen que comentaba.
Un abrazo
Jose Morente
Vazqueño:
Comparto plenamente su valoración sobre el toreo del Juli.
Evidente me resulta también el divorcio de este diestro con la afición madrileña que usted achaca a su estilo con la muleta (A lo que quizás podríamos añadir su estocada).
Tema de interés, para desarrollar y argumentar más adelante y con mas tiempo ya que en el fondo se trata de discernir que es lo que realmente valoran el público y el aficionado en un torero.
Un fuerte abrazo
Aclarado queda, varias cosas más que he aprendido.
Efectivamente, estaba confundido debido al uso moderno de la expresión "de frente por detrás".
En cuanto al "quite de poder a poder"; me gusta, buena dicción, acorde a la importancia de ese momento de la lidia.
Saludos!
Hoy me asomo a esta ventana del Blog, solo para decir gracias Morente por lo que uno aprende de la Historia de la Turomaquia.
Vazqueño:
No creo que debamos hablar de confusión sino que, como usted dice, hoy se utiliza el término para otra suerte distinta (la gaonera).
Creo que podría tener interés dedicar una entrada sobre esta añeja suerte ya que la historia de la evolución de este lance es bastante curiosa.
Un abrazo
Juanito.
Gracias y un abrazo
Perfecto, espero expectante esa entrada. Seguro que será de gran interés y se aprenderá un poquito más.
Un abrazo.
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