miércoles, 14 de diciembre de 2011

Joselito el Gallo (VII) Suspiro limeño (2ª parte)

 

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Joselito descansando en su casa de Lima. Vestido también de gentlemen (para no ser menos que Belmonte)

 

Álbum gráfico del toreo de Joselito en Lima

Las imágenes de Joselito toreando en Lima, a fuer de escasas, no han tenido demasiada difusión. Por ello me ha parecido interesante insertar una recopilación de todas las que he podido localizar.

Se trata de un Joselito en su madurez pero que se enfrenta a un público nuevo para él. Público que, además, ha conocido antes a Juan Belmonte. Torear en Lima supuso para José un nuevo reto en su exitosa carrera. Reto que, como en el venía siendo habitual, superó con matrícula de honor. Y eso que el ganado no estuvo a la altura de los deseado. De hecho, no se pudieron programar más corridas por falta de reses adecuadas.

Sin embargo, el público limeño de entonces (en actitud que le honra) supo valorar al torero con independencia de las reses lidiadas. O, mejor dicho, en función de las reses lidiadas.

Es importante constatar que hoy sigue siendo igual y que en la Feria del Señor de los Milagros de este año de 2011, hemos podido presenciar personalmente como ese mismo público protestaba contundentemente la falta de presencia y trapío de las reses de Rafael Puga, pero aclamaba y premiaba a Miguel Ángel Perera y Enrique Ponce, quienes estuvieron muy por encima de las condiciones del ganado. Lo cortés no quita lo valiente.

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La elegancia del toreo de capa de Enrique Ponce en Lima. Este año se le ha concedido el premio del Escapulario de Oro de la feria del señor de los Milagros por su magnífica actuación en esa plaza (Foto de Jose Morente).

En cualquier caso y a la vista de las fotografías Joselito destaca, como siempre, por la variedad de su repertorio y por su apostura en la cara del toro ante el que nunca se descomponía.

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Óleo de Ruano Llopis que se encuentra en el Museo Taurino de la plaza de Acho. Joselito preparado para el paseíllo, detrás se distingue claramente a Blanquet.

 

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Una verónica de José con la mano de salida alta (como se estilaba entonces) pero cargando mucho la suerte y con el compás bastante abierto. Mandando en la embestida con el cuerpo en giro de cintura. Hoy se torea con el compás más cerrado.

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El remate de capote a una mano. La figura del torero (muy erguido) denota mucha tranquilidad. Sin embargo, José no pierde de vista la cara del toro.

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El farol en el remate de un quite. Variedad del toreo de capa. En este caso, más quiebro que lance, el torero ha esquivado una embestida incierta.

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Magnífico par de banderillas. Joselito (gran banderillero) clava reuniendo las manos y con el pitón derecho del toro apuntando los muslos del torero.

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Inicio de faena de muleta. Joselito da un sensacional pase por alto de rodillas. La belleza del toreo por alto, poco reconocido y valorado hoy día.

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Ahormando la cabeza del toro en un magnífico pase de muleta marca de la casa. El kikiriquí. Con esta foto se desvela la respuesta correcta del test gallista nº 2 que se planteó en una anterior entrada de esta serie. El kikiriquí es un ayudado por alto donde las dos manos (la de la muleta y la del estoque) van juntas en el pase, pero con los codos muy altos y separados del cuerpo.

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El toreo al natural. La muleta va muy alta y horizontal pero el torero está muy cruzado, mandando mucho en la embestida del toro. Un pase por arriba (que no por alto) sorprendentemente de mucho castigo, que rompe al toro 

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José se adorna en el remate de un pase de muleta, cogiendo el pitón del toro. El adorno intercalado durante la faena de muleta aparece aquí como muestra de conocimiento y dominio pero no sustituye al toreo fundamental.

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Esta es la fotografía más conocida de José en Lima pues se incluyó en el tomo III del Cossío. Monumento del toreo al natural. José torea muy erguida la planta y muy metido en los terrenos del toro que (se trata casi con total seguridad de Rico-rico, berrendo en negro de la ganadería del Olivar, lidiado el 4 de enero) se destronca en el intento de seguir la muleta. Destaca el inmenso poderío del torero. Sobre esta faena, la crítica reconocía que “José sentó cátedra de torero artístico, inmenso e inimitable” Los naturales se calificaron como “lo mejor de lo mejor”. El Tío Cencerro escribió (en “La Prensa”) estos versos : “Esto ya es piramidal/¡Descubrirse los toreros!/¡Señores!!Echad sombreros!/¡Cachimbos!¡La marcha real!”.

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Otro pase por alto. Esta vez se trata de un pase de pecho. Un verdadero pase de pecho pues el pitón pasa delante del pecho del torero. De un torero, José, muy erguido que resopla ante la poca fijeza de la embestida de un toro que se desentiende de la muleta y le busca como el que se deja algo atrás. Por cierto, un toro muy astifino y bien puesto de pitones.

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La faena está finalizada. El toro se acobarda y se entrega. Joselito se arrodilla en la cara ante los mismos pitones de la res.

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Joselito se desplanta de espaldas al toro. Fotografía de la portada del número 1.195 de la revista Sol y Sombra (marzo de 1920).

El triunfo(Esta fotografía – que está en el Museo de la Plaza de Toros de Acho, nos la facilita el gran aficionado limeño Pocho Paccini Bustos, cuyo interesante blog El desjarrete de Acho, recomiendo). Apoteosis en la vuelta al ruedo con el ganadero del Olivar don Celso Vázquez. Era la última corrida oficial de José en Lima (8 de febrero) que toreó ese día en solitario. Sin embargo, todavía actuaría un día más  y a beneficio de la Aviación peruana con toros de una ganadería mexicana. Fue el día 12, víspera de su regreso a España. José alternó con Flores y Cachucha matando cada uno un toro.

 

Traje de luces que Joselito llevaba ese día de su última corrida en Lima (Esta traje también se encuentra en el Museo Taurino de la Plaza limeña y también nos la facilita Jorge)

El Regreso. Ya puestos ¿porqué no torear en Montevideo?

Joselito emprendió el regreso el día 13 de febrero, en dirección a Valparaíso, desde donde cruzó los Andes en tren, llegando a Buenos Aires el 23. Allí permaneció varios días y después marchó a Montevideo.

Ferrocarril Trasnadino 02

Joselito cruzó los Andes en el ferrocarril trasandino que le llevó de Chile a la ciudad de Mendoza en Argentina. La línea se había inaugurado en 1910 y se electrificó el año 27.

En Montevideo tuvo lugar una de las anécdotas más curiosas de la aventura americana de Gallito.

José había declinado la invitación a comer que le hicieron los miembros del Club Guerrita de esta ciudad (en su lugar envió a su cuadrilla) por tener un compromiso previo. Sin embargo, durante el almuerzo los socios del club organizaron sobre la marcha una fiesta en una placita a las afueras de la ciudad. Fiesta a la que invitaron a Joselito, el cual aceptó asistir sin necesidad de que nadie le insistiera mucho.

1920-02-29 Toreando en montevideo

Vista de la placita de Montevideo, donde los socios del Club Guerrita celebraron la improvisada fiesta a la que asistió Gallito, el día de la actuación de este torero.

Además de José torearon un aficionado práctico de Montevideo (Un “sportman” dicen algunas biografías llamado –según Gori Muñoz- J. A. Magariños) al que José dio la “alternativa” y el novillero Gabriel Hernández “Posadero” amigo de Joselito.

 1916-08-14 (p. La Lidia)Gabriel Hernandez (Posadero)

Este es Gabriel Hernández “Posadero” quien alternó con José en Montevideo (Fotografía publicada en la Lidia el 14 de agosto de 1916) y quien en Lima había actuado como banderillero profesión que haría suya poco tiempo después enrolado en la cuadrilla de Gaona.

19200605 (p. Caras y Caretas) Joselito en Montevideo

Esta foto de Joselito toreando en Montevideo la publicó la revista argentina “Caras y Caretas” en junio de 1920 con motivo de la muerte de Gallito. José viste camisa blanca y tirantes pues venía de un almuerzo con sus amigos Florentino Sotomayor y Rafael Linaje y no tenía previsión alguna de torear en ese día. Sin embargo, no dudó en aceptar la invitación que le hicieron los socios del Club Guerrita.

Joselito en Lima Sol y Sombra 008

La revista Sol y Sombra en su número 1.198 del 15 de marzo de 1920, se hizo eco inmediatamente del histórico festejo celebrado en Montevideo transcribiendo la noticia publicada en el diario “El País” de Uruguay Joselito desafiaba la prohibición que sobre el toreo pesaba en aquel país.

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Barco en el Puerto de Montevideo en las primeras décadas del siglo XX. Desde aquí partió Gallito para España.

Llegada a España

1920-03-19 Llegada a Cadiz Joselito en cubierta

1920-03-19 Llegada a cadiz

1920-03-19 llegada a Cadiz Muchedumbre

1920-03-19 Llegada a Cadiz paridarios y amigos

Secuencia de la llegada. (1) José en la borda sonriente ante el gentío que le esperaba. (2) La comitiva de recepción encabezada por el crítico Don Pío desciende la escalerilla del Infanta Isabel. (3) La muchedumbre que le esperaba en el muelle gaditano. (4) Fueron a recibirle numerosos amigos, aficionados, compañeros y periodistas como Menchero, Ucelayeta, Urquijo, Pineda, Belluga, Soto, Jacobo Megías, Don Pío, Don Justo, Don Criterio, Ignacio Sánchez Megías, Paco Madrid y Manolo Martín Vázquez, entre otros. Con algunos de ellos se fotografiaba un emocionado Joselito.

Balance de un viaje y reflexión final

1919-20 Joselito en Lima con Alfredo Lama

Joselito con Alfredo Lama, uno de los buenos amigos que hizo en Perú.

Para Joselito el viaje a Lima toda una aventura, supuso un paréntesis en su situación personal muy compleja desde la muerte de su madre y la negativa del padre de su querida Guadalupe, a lo que habría que añadir las duras críticas de Gregorio Corrochano, el periodista de mayor prestigio entonces, desde su tribuna en ABC.

Las imágenes de Joselito en Lima y durante todo el viaje, lo muestran –sin embargo- siempre sonriente y atento a lo que le rodea. Es un José que parece despreocuparse de sus problemas  como si estos se hubiesen quedado en España. Problemas que volvería a encontrar a su vuelta y que intentaría resolver el torero por todos los medios, aunque sin conseguirlo.

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Un sonriente Joselito el día de su primer paseíllo en Lima. (Detalle de la foto que publicábamos en la anterior entrada).

Pero no sólo en lo personal, sino también en lo profesional, el viaje a Lima tuvo una significación especial para Joselito. Y es que José llegó a aquellas tierras después de Juan Belmonte. Después de que en ellas hubiese triunfado el toreo de Juan Belmonte.

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Belmonte en Lima, en un pase por alto. Aunque la estética del pase de pecho de Juan sea muy distinta al de Joselito (ver foto del pase de pecho de José insertada más arriba), la técnica es la misma.  

Para Joselito, conceptuado como el último torero del “antiguo régimen”, el reto limeño (y a él le atraían sobremanera los retos) le fascinaba. Joselito llegó a Lima empeñado en demostrar su superioridad como torero, sin importarle la actitud preconcebida de parte del público ni la mala calidad del ganado a lidiar.

En su fuero interno José estaba dispuesto a triunfar a costa de lo que fuese y lo consiguió. Tanto que los limeños se hacían la boca agua pensando en una posible próxima temporada con José y Juan encabezando los carteles de la, ya entonces, centenaria Plaza de Acho. Algo que las trágicas circunstancias posteriores impedirían.

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Joselito en Lima. Pendiente de la lidia de su toro y dispuesto a triunfar

Para nosotros queda (pasado el tiempo) otra posible lectura de lo acaecido y un motivo de reflexión.  ¿Cómo se explica cabalmente el triunfo de José en Lima si, como se nos ha repetido hasta la saciedad, su toreo estaba ya caduco frente al nuevo modo impuesto por Juan Belmonte, ídolo –además- de los limeños, quienes lo vieron torear antes que a José?

¿No será que el concepto torero de Joselito no era –en el fondo- tan “antiguo” como siempre se nos ha pretendido hacer pensar?

Interesante cuestión en cuya solución puede que se encuentren algunas de las claves -no resueltas- del toreo actual. El hilo del toreo, que diría Pepe Alameda. Tendremos pues que volver –más adelante- sobre el interrogante planteado.

1920-06-05 (p) Mundo Grafico Joselito conductor en Valencia

Joselitochauffeur” en Valencia. Curiosa imagen para tratarse de un personaje de mentalidad tan antigua, según han dicho los historiadores del toreo.

lunes, 12 de diciembre de 2011

Villancicos flamencos (II) El tarantán

 

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Rocío Jurado en la portada de uno de sus primeros discos de vinilo.

 

Que Rocío Jurado cantaba y que, además, lo hacía, con flamenquería lo decía mucha gente. Que nos lo creyéramos es harina de otro costal. Quien primero se dio cuenta fue doña Concha Piquer, quizás por eso le tiró dardos envenenados al conocerla.

Además, parafraseando a Juan Belmonte, habría que decir que “se canta como se es”. Por eso, donde el “Niño Gloria” aprovechaba para hacer derivar su cante navideño hacia la más pura bulería jerezana, Rocío que canta también un clásico villancico popular de Jerez con un coro que la acompaña con mucha gracia y salero, va derramando -entre estribillo y estribillo- la sal de los esteros de la Bahía.

 

El Tarantán (Villancico). Rocío Jurado y coro de Villancicos de la Caja San Fernando. Vol. IX de la colección “Así canta nuestra tierra en Navidad” Caja de San Fernando (1990)

(Estribillo)
Tarantán cuando daba la una
por ver al niño en la cuna
al niño recién nacío
que nació en la Nochebuena
en Belén y en un portal
chin tarantán cuando daba la una
que chin tarantán cuando daban las dos
chin tarantán cuando daban las tres
la Virgen María y el niño Manuel.

Los pastores que supieron
que el niño Dios estaba en cueros (bis)
hubo pastor que esquiló
cuatro, cinco o seis corderos (bis)

(Estribillo)
Tarantán cuando daba la una…

Los pastores que supieron
que el niño quería leche (bis)
hubo pastor que ordeño
las cabritas veinte veces (bis)

(Estribillo)
Tarantán cuando daba la una…

Los pastores que supieron
que el niño quería fiesta (bis)
hubo pastor que rompió
diez pares de panderetas (bis)

(Estribillo)
Tarantán cuando daba la una…

asicantanuestratierraennavidad[1]

La serie “Así canta nuestra tierra en Navidad” dedicó el número de 1990 a un especial de la artista que incluía, precisamente, el cante que hemos seleccionado hoy

sábado, 10 de diciembre de 2011

Villancicos flamencos (I) Pastores que apastorais

Por Jose Morente
Niño Gñoria Emi
Estas reconstrucciones técnicas de discos de pizarra (la casa EMI-Odeón, figura entre las pioneras) nos permitieron conocer los cantes grabados en la primera mitad del siglo XX (antes de la llegada del vinilo y la era digital) con cierta calidad.

Nota previa a esta serie.
Iniciamos hoy una pequeña recopilación de cantes flamencos dedicados a la Navidad.

La tesis es muy sencilla y ya la he repetido otras veces: Los flamencos hacen suyo -y convierten en oro puro- todo lo que tocan (mejor dicho, cantan) ya se trate de un cuplé, un bolero, una ranchera, un tango argentino o un foxtrot.

Esta recopilación de villancicos flamencos la inicié el año pasado por estas fechas pues me pareció oportuno dar a conocer (primero a mi madre, luego a un grupo reducido de familiares y amigos) las aportaciones navideñas de los mejores cantaores flamencos. Diariamente enviaba por mail, a este pequeño grupo, un cante acompañado de su correspondiente letra, así como la foto del cantaor y una pequeña semblanza sobre este.

Vamos pues a rescatar, durante estas fiestas y para este blog, algunos de esos cantes.

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Iniciamos esta serie navideña con un cante del año 29. Lógicamente el sonido no es el de las actuales grabaciones pues estamos ante uno de los primeros villancicos por bulerías (“Pastores que apastorais” del “Niño Gloria”). Cante que se remata con unas magníficas bulerías jerezanas de la más pura raigambre.

El apodo del “Niño Gloria se lo ponen precisamente a Rafael Ramos Antúnez por que incluía en su repertorio el famoso villancico de "Gloria al recién nacido, Gloria".

El “Niño Gloria” es uno de los grandes cantaores del primer tercio del siglo XX. Su recuerdo y memoria persiste aún hoy día gracias a sus villancicos y a su (todavía hoy día) muy cantado fandango del Gloria.

Pastores que apastorais (Nochebuena creación)
Niño Gloria con Manolo de Badajoz a la guitarra. 
Odeón (1929)

Pastores que apastorais
y el ganado en la laguna
andad pronto sin tardanza
porque Manuel está en la cuna.


Si para Belén
caminaba la Virgen María
con el patriarca
señor San José.


A nueve de Concepción
a doce de Santa Lucía
a nueve de Concepción
a doce de Santa Lucía
a veinticuatro del mes
traen aviso de paría.


Si para Belén
caminaba la Virgen María
con el patriarca
señor San José.


Cuando llegando a Belén
y vimos el portal que habían descubierto
empezó a llorar Manuel
y allí quedamos contentos


Si lo vieras bailar
los ángeles que andan por los aires
con la boca abierta
se tienen que quedar.


Que yo no sé
el crédito tengo perdío
cuándo lo recobraré.


Que te quiero, te quiero, te quiero
sin interés de ningún dinero.



1935-00-00 Vallejo, El Gloria, y otros
Rafael Ramos, El “Niño Gloria” de jarana … ¿navideña?

lunes, 5 de diciembre de 2011

Joselito el Gallo (VI) Suspiro limeño (1ª parte)

 

clip_image002Una imagen mítica. Joselito, de luto tras la muerte de su madre, en la puerta de cuadrillas de la Maestranza antes del paseíllo en una corrida de la feria de abril de Sevilla del año 1920.

 

Perú es el país de los sueños y la poesía. Quizás, por eso un postre tradicional de aquí se llama el suspiro limeño y un sueño que duró un suspiro fue el periplo que, por estas tierras, hizo Joselito el Gallo el invierno del año 1919 para el 20.

El caso es que Joselito tenía comprometido con la empresa de la Plaza de Toros de Acho venir a Lima un año antes.

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La empresa de Lima viajó a Sevilla para contratar a Joselito quien debía haber toreado en esa tierra a finales del 18 y principios del 19.

 

Sin embargó, el fallecimiento de su madre, Gabriela Ortega, a finales de enero de 1919, le obligó posponer el viaje aunque con el compromiso con la empresa limeña para viajar a ese país al año siguiente.

 

Joselito con su madre y hermanos-as

Joselito enviaba a su madre, por la que sentía adoración, a tomar todos los años aguas en distintos balnearios. Al volver de uno de ellos (Suazo) la señora Gabriela se encontró indispuesta y enfermó. José no se separaría de su cama en los dos meses que duró la enfermedad de su madre.

 

La situación personal y profesional de Joselito ese año fue muy complicada. A la muerte de su madre se unió la inquina que, durante toda la temporada tuvo que soportar por parte del cronista del diario ABC, Gregorio Corrochano (a quien en este caso me permito suprimirle el don puesto que sin justificación alguna se dedicó a zaherir al diestro cuando años anteriores había sido ferviente defensor del torero).

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La prensa gallista (concretamente el The Kon Leche) denunció la postura durante ese año de Corrochano quien tan afecto había sido antes a Joselito. Éste pensaba en su fuero interno y así lo comentó a algunos amigos que Ignacio Sanchez Megías era quien azuzaba (consciente o inconscientemente) al crítico de ABC, pues Ignacio llegó a filtrar algunos comentarios privados de José que el cronista aprovechó para utilizarlos en contra del torero.

 

Además Joselito estaba fervorosamente enamorado de Guadalupe de Pablo Romero. Diferencias de casta y clase (José no sólo era torero sino también gitano) se oponían al amor que Joselito sentía por esta dama de la clase alta sevillana. Algo que hoy nos parece absurdo pero que respondía a los arcaicos esquemas mentales de la alta burguesía sevillana de entonces. 

El padre de la dama, y pese a su supuesta amistad con el torero, no consentía en estas relaciones y sólo permitía la boda si Joselito abandonaba su profesión.

Una exigencia excesiva para alguien como José que solo vivía por y para el toreo. El amor de Joselito por su profesión era tan exagerado que más que afición habría que hablar (en frase feliz de Fernando Cámara) de adicción.

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Joselito entre Felipe de Pablo-Romero y Llorente, el padre de Guadalupe y Felipe de Pablo-Romero y Artoloitia, hijo del anterior. Quienes pudieron llegar a ser -y no fueron- suegro y cuñado de José, respectivamente. También aparece en la foto (a la izquierda) Juan Belmonte a quien Joselito hizo partícipe de sus confidencias amorosas. (Fotografía de Tierras Taurinas. Opus 6. En esta revista se dice que la foto está tomada en 1917 en una tienta en la finca Partido de Resina donde aún hoy pastan las reses de esta ganadería. Sin embargo, Parrita dice -en su libro- que la foto está tomada en una tienta en la finca del ganadero Medina-Garvey).

 

Durante todo el año 19, todas estas circunstancias pesarían como una losa sobre las espaldas de Joselito quien sin embargo tuvo una de sus mejores temporadas como torero.

Joselito hubiera viajado a Lima ese año en cualquier caso (pues su profesionalidad rayaba en lo excesivo) pero en la situación anímica en la que se encontraba, el compromiso que había adquirido un año antes con la empresa limeña le vino al torero como anillo al dedo.

 

El Viaje a Lima

Hoy nos quejamos cuando un vuelo atlántico dura 12 horas. Una minucia –sin embargo- comparada con las condiciones en las que entonces se desarrollaba este tipo de viajes. Cruzar el charco era toda una aventura. Por eso, no tiene nada de extraño que se formará una extensa comitiva para despedir a José en su viaje a Lima.

Primero, en Sevilla, donde le despidieron militares, ganaderos y amigos. Luego en Madrid, con una nutrida representación de aficionados, algunos de los cuales le acompañarían hasta Gijón donde José embarcaría en el Infanta Isabel.

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El Infanta Isabel en el que Joselito viajó a América

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Joselito durante la travesía y con el primer oficial del buque

 

En el viaje le acompañaron sus picadores Camero y Farnesio, sus primos el Almendro y el Cuco y su buen amigo el torero Isidoro Martí Flores con el que alternaría en Lima.

clip_image016Joselito con Isidoro Martí Flores y los miembros de su cuadrilla

clip_image018Gallito con su amigo el torero Isidoro Martí Flores y (volviéndose hacia el fotógrafo) su primo el Cuco.

 

El viaje duró la friolera de 5 semanas, pues el barco llegó con retraso a Cuba por lo que perdió el enlace previsto para cruzar el canal de Panamá, lo que José aprovechó para darse un garbeo por la Habana.

clip_image020Curiosa postal de “la Havana”

 

Luís Casas “El Brujo Bohemio” le entrevista en la Habana

clip_image022Joselito con Luís Casas quien le entrevistaría en la Habana.

 

En La Habana, a Joselito le entrevistó Luís Casas conocido como el Brujo Bohemio. José le dijo al periodista varias cosas no por sabidas menos interesantes.

Primero, que el valor es imprescindible para un torero (“con miedo no se podría torear”). Segundo, que la suerte en la que se encuentra más a gusto es en la muleta (En lo que coincide con el juicio que le hizo Guerrita). Tercero, que su cualidad más destacable como torero, es la de conocer los toros en cuanto salen del toril (“me precio de esto mucho”). Yo añadiría, con Corrochano, que los conocía antes de salir. Y cuarto, que puede asegurar que Belmonte y él son lo que se llama buenos amigos.

 

El ambiente a su llegada al Callao

Una vez cruzado el canal transbordaron a un vapor peruano (El Uyacati ó Uvacati) que les llevó ya directamente al Puerto del Callao donde llegó el día 13 de diciembre y donde le esperaba una ingente multitud en numerosos barquitos.

clip_image024El desembarco

clip_image026En el muelle pisando ya tierra peruana. Joselito con atuendo torero (torero aquí y en Lima)

 

Y de ahí le llevaron a la casa que le habían preparado en la plaza de la Inquisición.

clip_image028En su casa de Lima con sus amigos. Joselito descansa del viaje.

 

En Lima se le esperaba con verdadera expectación pues su fama de gran torero le precedía.

Lo curioso es que algunos belmontistas españoles pretendieron indisponer a los aficionados limeños enviando cartas donde decían que quien llegaba era un torerito tramposo que iba a robar el dinero de los peruanos.

Se quería aprovechar que, en Lima, se respiraba ambiente belmontista pues no en balde Juan se había casado con una señorita de la jet-set limeña, lo que suponía un hándicap para José como líder del partido contrario.

clip_image030La noticia de la boda de Belmonte en la prensa española de la época. En realidad, Juan (un “gentleman” según la prensa) se casó por poderes.

 

Más divertida aún fue la copla que se hizo circular los días antes de la llegada de José a Lima y que -a la vista del precedente de Juan Belmonte- avisaban al torero del verdadero peligro que le acechaba y que no eran los toros, según decía la letra, sino los ojos de las limeñas.

Los ojos de las limeñas

hacen pecar a un bendito

a Belmonte lo casaron

¡Ten cuidado, Joselito!

 

clip_image032Juan Belmonte con Julía Cossío. A Juan, según la copla, lo casaron los profundos y risueños ojos de esta limeña.

 

Joselito torea (y triunfa, pese a todo) en la plaza de Acho.

El que caso es que, con todo lo anterior, Joselito se presentó en Lima con cierto ambiente a la contra. No tanto como deseaban los partidarios españoles de Belmonte ya que, en realidad, pesaba más la expectación por ver al que todos consideraban un gran torero, pero sí el suficiente para crear ese clima de pasión que a veces necesita la fiesta.

La temporada limeña de José se resume en el siguiente cuadro incluido en el libro Joselito, el rey de los toreros del gran escritor taurino y biógrafo de José, Paco Aguado.

Joselito toreó las siguientes corridas en Lima:

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El primer paseíllo de Joselito en Lima. José con Curro Martín Vázquez e Isidoro Flores. Ese cartel se repitió el día 4 de enero. Sin embargo, la circunstancia de hacer el paseíllo desmonterados la mayoría de los toreros participantes indica que la foto recoge probablemente la primera actuación de la troupe taurina española en ese año y, por tanto, el primer paseíllo de Joselito en Lima (el día 14 de diciembre al siguiente de su llegada al puerto del Callao).

 

En la primera tarde, José no estuvo bien pues la corrida se celebró al día siguiente de su llegada con el lógico cansancio por el viaje y aunque pidió un aplazamiento no se lo concedieron.

Pero la clave del mal resultado del festejo estuvo en el pésimo comportamiento de las reses que pertenecían a la ganadería criolla de la Rinconada de Mala.

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Más que el cansancio (José toreó al siguiente día de llegar de viaje) la clave del mal resultado del primer festejo fue el ganado de la Rinconada de Mala de Don Jesús Asín, como señala en su crónica el corresponsal de la revista Sol y Sombra en Lima, “Matraca”.

 

La siguiente corrida se dio –como es habitual allí- una semana después. Esta costumbre me parece mucho más racional que el atracón de corridas seguidas de las grandes ferias españolas y me recuerda al estilo del antiguo y tradicional abono madrileño. Magnífico sistema hoy día lamentablemente perdido. ¡Lástima!

En esa ocasión y aunque los toros no pasaron de regulares, Joselito apretó el acelerador y las cañas se tornaron lanzas. El triunfo de José fue esa tarde incontestable. Los limeños pudieron comprobar la calidad y categoría del torero. El público de Lima se entregó a José incondicionalmente.

clip_image040En la segunda corrida, Joselito triunfó y convenció a los limeños. Los cencerros que allí es costumbre (costumbre que aún continúa hoy día) hacer sonar en son de protesta, los arrojaron al ruedo como tributo al torero de Gelves, según nos cuenta el Heraldo de Madrid.

 

Lo mejor es que el tiempo entre corrida y corrida permitía al torero relajarse y hacer vida social. Joselito aprovechó al máximo esta circunstancia y llegó a hacer muy buenos amigos en Lima.

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Joselito de paseo por Lima con los hermanos Botto. Los empresarios de la plaza limeña.

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Joselito en el “camal” de Lima con un nutrido grupo de aficionados peruanos.

 

Esos descansos le permitían también dedicar tiempo al deporte y mantenerse en forma preparándose para las siguientes actuaciones.

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Una foto muy conocida. Joselito en bicicleta en la plaza de toros de Lima. Iconoclasta.

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En cambio esta foto es mucho menos conocida. Joselito aparece en un descanso de un partido de pelota en la misma plaza. Joselito pelotari decía el pie de foto original. Está acompañado –entre otros- de Manolete padre (que es quien sostiene el balón) y que toreó junto a Joselito en una de las tardes de la temporada limeña aunque con regular fortuna. Los toreros están sentados sobre el poyete de la plaza antigua. Ese poyete se suprimió en la remodelación de 1944. Precisamente, sentado en este poyete Joselito dio dos magníficos pases ayudados a un toro del Olivar, en la corrida del día 4 de enero.

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Así era la antigua plaza de toros de Lima. Aquella en la que toreó Joselito. En la foto se aprecia muy bien el curioso poyete adosada al murete sobre el que se sitúa la balconada para los espectadores de primera fila (todos con el inefable canotier) debajo de la cual se localizaban unos curiosos cuartos para los más privilegiados (con algunos de los cuales conversa el torero que está en primer término. Seguramente, analizando los azares de la lidia). La plaza tenía todas las localidades cubiertas al estilo de la plaza de Ronda. Bueno, todas no. En el tejado se han ubicado numerosos espectadores. Esta peculiar idiosincrasia se perdió en la reforma de 1944 cuando la plaza original se sustituyó por otra más convencional, aunque también con mucho encanto.

 

En las siguientes corridas, José mantuvo el nivel alcanzado siquiera no siempre le fuese posible lograr el máximo lucimiento por mor del ganado. Especialmente pésimos fueron los toros mexicanos (del Marqués de Saltillo, según el crítico de Sol y Sombra) lidiados en la sexta actuación de José en aquellas tierras (el día 19 de enero).

El escándalo por el escaso trapío y mal comportamiento del ganado mexicano fue de tal calibre que sólo la ocurrencia de José, destinando sus honorarios (o  la recaudación, según otras fuentes) a fines benéficos, pudo evitar males mayores.

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Pero la corrida de los toros mexicanos fue una excepción y en el resto de tardes Joselito siguió triunfando y gozando del beneplácito del público limeño. La apoteosis llegó la última tarde en la corrida que (como era costumbre en Lima) se dio en su beneficio y que José toreó (como también era costumbre en él) en solitario.

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Dos de los toros de la Ganadería del Olivar lidiados por Joselito en su última corrida en Lima (8 de febrero) que estoqueó en solitario como en él era habitual (aunque el sobrero esta vez lo cedió al torero local Cachucha). La ganadería del Olivar, de procedencia veragüeña y cuyo propietario era Don Celso Vázquez, fue junto a la Rinconada de Mala, una de las primeras ganaderías peruanas. Eran toros escurridos de carnes y bien puestos de pitones. Genéticamente poco refinados (como señala Paco Aguado). La costumbre antigua de disecar la cabeza de los toros cortando el cuello, algo a lo que no estamos acostumbrados, puede distorsionar nuestra percepción del real trapío de los astados. Los nombres de los dos toros que aparecen en las fotografías de arriba son –respectivamente- Primogénito y Maravilla. Este último (precisamente el último lidiado por José en Perú) rebautizado en claro homenaje al diestro de Gelves a quien se conocía popularmente como “Joselito Maravilla”.

 

La corrida de despedida fue triunfal y el público llegó al delirio. Como resumen, baste señalar que un cronista local dijo que Joselito lo había hecho todo “y todo magníficamente hecho”. Señalaba no obstante un lacónico reparo, que era –en realidad- elogio: “Solo le faltó hacer de picador y de toro”.

 

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Los trajes de José y Juan juntos en el Museo Taurino de la plaza de Acho.

(Continuará…)