miércoles, 16 de agosto de 2017

La entrega de Ureña

Por Clarito

El toreo de entrega de Paco Ureña

Desde que el toreo es toreo conviven dos modos distintos de torear y no hablo de las extintas Escuelas de Ronda y Sevilla cuya existencia niegan muchos tratadistas convencidos que el toreo es uno y lo que varìa es el estilo, la personalidad que cada torero imprime a su toreo.


Cuestión de estilo. Dos versiones de un mismo capotazo. Javier Jiménez y José Garrido
Es cierto que el estilo imprime carácter pero no es cierto que sólo exista una única forma válida de torear. De hecho todas las competencias que ha habido (cuando en el toreo había competencias) lo han sido no por contrastes de estilos sino por contraste de conceptos, por diferencias en los planteamientos.

Una de la más antiguas fue la competencia de Cúchares y el Chiclanero. El primero partidario del conocimiento de las reses, atento a sus condiciones y dispuesto a adaptar su toreo a estas. El segundo, partidario del conocimiento de las suertes, de la forma de ejecutarlas y dispuesto a imponer su estilo a todos los toros fuese cual fuese su condición.

En la línea de Cúchares han estado grandes toreros como Guerrita, Joselito o Luis Miguel Dominguín. En la línea del Chiclanero, otros no menos grandes como el Espartero, Belmonte o Manolete. Dos modos de entender el toreo, de plantear la lucha con el toro, dos modos diferentes pero, como he dicho, los dos perfectamente válidos. 

Viene esto a cuento porque ayer viendo torear a Ureña me acordaba de Juan Belmonte. Salvando las distancias y sin querer comparar (Belmonte es incomparable) me parece que hay una cierta coincidencia de estilo, de acento personal. No comparo calidades ni categorías toreras. Tampoco las formas, arcaicas las de Juan y modernas las de Paco sino esa actitud, tensa y crispada con la que ambos se enfrentan al toro. Ureña podrá torear muy templado y lo hace pero su toreo transmite una cierta apretura de ritmo, cierta atmósfera trágica y apretada -como si en cada lance pudiera ser cogido- que creo existía en el toreo de Belmonte. Al que quizás por eso llamaron el trágico.

Pero además de esa coincidencia de estilo, creo que existe también coincidencia en el planteamiento, en ese manera de atender más a la forma de ejecutar la suerte, sea cual sea la condición del toro. Conocimiento de las suertes por encima del conocimiento de las reses. 

Ese era el planteamiento de Belmonte dispuesto a dejarse coger por una becerra en un tentadero o por un toro en la plaza por tal de dar el muletazo que quería y en la forma en la que quería, sin importarle riesgos o consecuencias. Es ese también el planteamiento de Paco Ureña, cuya forma de torear sigue un mismo patrón, una misma intencionalidad. Si el toro se adapta a su toreo surge la faena cuajada y redonda, emocionante y arriesgada de su primer toro (Faena de dos orejas premiada sólo con una ¿Para cuando la Puerta Grande de la Malagueta?). Si el toro no se adapta o no acaba de adaptarse a su forma de torear, la faena discurre deslavazada y a retazos mezclando muletazos de gran calidad con otros de menor enjundia en el resultado pues el trazo, la intención es siempre magnífica. Ese era también -salvando las distancias, repito- el dilema de Belmonte y la causa de su magistral irregularidad.

El toreo encajada y tenso, nada vertical de Paco Ureña en un excelente derechazo
Incluso con la izquierda y vertical, el toreo de Ureña transmite siempre cierta tensión

Ese planteamiento tan radical, tan extremo, tan en el filo de la navaja, no garantiza el éxito, no puede garantizarlo pero garantiza la emoción pues ahí, en esa apuesta, en ese albur surge el interés que transmite y el entusiasmo que provoca ante la duda en el resultado. En eso, y en la evidente entrega que supone jugarse todo a cara o cruz, en cada momento, en cada lance, en cada suerte, en cada muletazo.

Ese jugarse todo en cada instante creo que es la mejor definición de la entrega en el toreo.

5 comentarios:

Antonio López Almenar dijo...

Que difícil es llegar a tal conocimiento del toreo. Que lujo poder escribir estas crónicas que son verdaderas lecciones de tauro logía (permitanme el neologismo).Gran Clarito!!!
Muchas gracias.

Anónimo dijo...

De modo que "el toro se tiene que adaptar al toreo del torero." Sin duda hemos perdido la olla. Asi nos va.

Clarito dijo...

Antonio López Almenar:

Muchas gracias

Clarito dijo...

Anónimo:

Entrecomilla usted una frase que no está en el texto -tal como usted la cita- con lo que le cambia totalmente el sentido.

Anónimo dijo...

Excelente artículo. Didáctico y enriquecedor. Justo lo que se espera de un blog como este.
Pablito