Por Jose Morente
Finito entra a matar a Laborador después del tercer aviso y desatendiendo las llamadas de los alguacilillos (Fotografía de Arjona para Aplausos)
Luís Fernández Salcedo repetía mucho la frase que encabeza este artículo y que se me vino ayer tarde a la cabeza en la plaza de toros de Córdoba cuando se montaba el rifirrafe que tanta polémica ha producido. Y es que lo que iba para triunfo histórico de un torero y un toro (Finito y Laborador de Nuñez del Cuvillo) se quedó en pasto para las tertulias taurinas que se montaron después del festejo.
Aunque creo que lo que pasó en Córdoba ya es de sobra conocido por todos no está de más que recapitulemos sobre lo sucedido.
Los hechos escuetos.
Iba mediada la corrida de la Feria de Córdoba (una muy buena y terciada corrida de Nuñez del Cuvillo) cuando en el turno de Finito (que había estado muy bien en el noble aunque flojo primero de la tarde) salió Laborador. Precioso de hechuras y más precioso aún de comportamiento. Laborador fue un toro con una bravura, nobleza y clase excepcionales, que embistió incansable, con mucho fondo y fijeza, a la franela de Finito, durante una faena de muleta de más de 20 minutos. Lo que se dice pronto.
Iba mediada la faena cuando Finito empezó a dirigirse a los espectadores del Tendido 1 poniendo de manifiesto la bondad y clase del toro e incitándoles a pedir el indulto Poco a poco, ante la insistencia del diestro, empezaron a salir pañuelos, pidiendo que se perdonase la vida al toro, primero de forma aislada, y luego, a medida que avanzaba la faena de forma más multitudinaria.
Cuando la petición era mayoritaria, el torero se empezó a dirigir al Palco, señalando al toro. El Presidente le hizo señas de que lo matara.
Esa situación se repitió varias veces después del remate de cada tanda. Tandas, todo hay que decirlo, de una calidad y una torería innegables y excepcionales. Es, probablemente la mejor faena que le he visto a este torero. Finito estuvo muy relajado y muy a gusto en la cara del toro. Hizo cuanto quiso y se le ocurrió que fue mucho y bueno.
Así, enredados público, torero y Presidente en la disputa de si procedía o no procedía el indulto, llegamos al tercer aviso dado con retardo pues pasaba con creces el tiempo reglamentario.
Los dos alguacilillos se dirigieron al diestro conminándole a abandonar el ruedo y meterse en el callejón. Pese a que los gestos de los alguacilillos, ayudados con golpes de fusta en las tablas, fueron muy ostensibles y evidentes, Finito no les hizo el menor caso y le propinó al toro una estocada hasta la bola en lo alto que lo hizo rodar sin puntilla.
Si la estocada la ejecuta dentro del tiempo reglamentario, antes del tercer aviso, se le hubieran concedido probablemente, las orejas y el rabo de un toro que era, sin ningún género de duda, de vuelta al ruedo.
En un momento, pasamos del posible éxito a la polémica más absurda provocada por un empecinamiento difícil de entender.
Que el toro era excepcional no se pone en duda pero que corresponde al Presidente el indultarlo, tampoco. Que el público es el que paga y al final el que debería importar, tampoco.
Lo que dice el reglamento andaluz y los hechos
El Reglamento andaluz señala sobre el indulto:
Apartado 1 del artículo 60 del Reglamento Taurino Andaluz El indultoEl indulto de Laborador fue solicitado mayoritariamente por el público y por el torero y, creo que, sin oposición del ganadero.
En las plazas de toros permanentes, exclusivamente en corridas de toros o novilladas con picadores y al objeto de preservar la raza y casta de las reses, cuando una res por sus características zootécnicas y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción y, especialmente, en la suerte de varas, sea merecedora del indulto, podrá concederlo la Presidencia del espectáculo, de manera excepcional, cuando concurran todas las circunstancias siguientes:
a) Que sea solicitado mayoritariamente por el público.
b) Que lo solicite el diestro a quien haya correspondido la lidia de la res.
c) Que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca.
No obstante, corresponde concederlo al Presidente quien dejó claro, desde el primer momento, que no estaba dispuesto a ello.
Ante eso, Finito tenía dos opciones. Primero, acatar la decisión presidencial y matar al toro en el tiempo reglamentario o, segundo, en caso de disconformidad y no querer matar al toro, haber dejado transcurrir el tiempo y haber seguido toreando (que es lo que hizo) hasta que hubiese sonado el tercer aviso y arrostrar las consecuencias. Como mínimo, quedarse sin trofeos por su faena. Eso era lo gallardo y lo torero.
Sin embargo, no lo hizo y entró a matar cuando no podía ni debía. Cuando ya habían sonado los tres avisos. Una mala decisión, en mi opinión.
Lo importante
Sin embargo, creo el debate sobre "como se aplicó" el Reglamento tiene menos interés que el debate sobre "lo que dice" el reglamento andaluz.
Lo importante no es discutir quien tenía razón pues reglamentariamente la tenía el Presidente y el Reglamento hay que cumplirlo lo que no siempre se hace.
En mi opinión, lo más interesante de esta situación es que pone el punto de mira sobre el articulado de un reglamento que, pese a su relativa juventud, hace aguas y está obsoleto en muchos artículos.
El indulto que antes era excepcional, se está convirtiendo, por muchas razones, en habitual. Convertir en excepcional, como hace el Reglamento, lo que es y debería ser habitual es un grave error. Al toro bravo y noble hay que premiarlo y el mejor premio es, sin dudas, el indulto. Convertir en habitual la imagen del toro que vuelve vivo a los corrales es no solo una necesidad en los tiempos actuales sino también un acto de justicia al esfuerzo de los ganaderos que trabajan para emocionar y satisfacer al público de hoy.
Por otra parte, tampoco tiene sentido que, siendo la faena de muleta la fase esencial y fundamental del toreo moderno, el Reglamento siga primando la suerte de varas en la valoración del indulto del toro y condenando por tanto a muerte a tanto y tanto toro de bravura enclasada en el último tercio. Toros que deberían volver a las dehesas a cubrir vacas. Toros de vacas.
Una posible modificación del Reglamento
Está claro que convertir el indulto en habitual es discutible. Igual que primar la faena de muleta sobre la suerte de varas. Pero el debate es sano y necesario. Lo que no es sano ni necesario es mantener un articulado desfasado que no responde ni da respuesta a la situación actual y que genera conflictos de orden público.
Por eso, proponemos debatir la siguiente redacción alternativa del artículo 60 del Reglamento andaluz:
Solo eso y nada más (y nada menos) que eso.
Apartado 1 del artículo 60 del Reglamento Taurino Andaluz El indultoEn las plazas de toros permanentes, exclusivamente en corridas de toros o novilladas con picadores y al objeto de preservar la raza y casta de las reses, cuando una res por sus características zootécnicas y excelente comportamiento en todas las fases de la lidia sin excepción y, especialmente, EN LA FAENA DE MULETA, sea merecedora del indulto, podrá concederlo la Presidencia del espectáculo, (Es una propuesta para el debate (y para la polémica). Una propuesta que afecta a dos frases (una que se modifica y otra que se suprime) y que tiene por objeto adecuar la letra del Reglamento al momento histórico en el que vivimos y, por tanto, al gusto y sensibilidad de los públicos actuales. Un momento histórico que es el resultado de la evolución del toreo a lo largo de sus 250 años de su fecunda e interesante historia.de manera excepcional), cuando concurran todas las circunstancias siguientes: a) Que sea solicitado mayoritariamente por el público. b) Que lo solicite el diestro a quien haya correspondido la lidia de la res. c) Que muestre su conformidad el ganadero o mayoral de la ganadería a la que pertenezca.
Solo eso y nada más (y nada menos) que eso.
Una faena excepcional a un toro de excepcional clase (Fotografía de Arjona para Aplausos)
Postdata: Según el Reglamento andaluz, Laborador no era un toro de indulto. Sin embargo, el público cordobés estimó que el toro de Cuvillo merecía que le perdonaran la vida. El toreo ha sido siempre una fiesta popularmente democrática. Creo que todos tenemos la obligación de procurar que siga siéndolo.
4 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo, José. Subscribo punto por punto. En los tiempos en los que estamos, cada indulto es un punto a favor de la Fiesta.
En cuanto a la suerte de varas, ésta está necesitada de un cambio urgente. Si la queremos salvar hacen falta puyas más pequeñas, caballos mucho más ligeros y petos más finos, ya que ahora mismo el toro se estrella contra un muro y lo acusa una barbaridad. Con todo lo anterior se podría volver a una pelea justa, donde el toro pueda empujar sin dejarse todas sus fuerzas en el peto para después seguir embistiendo en la muleta.
Recuperaríamos así un tercio muy importante y habría menos discusión en los indultos por parte de los integristas.
Un saludo.
Ramón Albarrán
Ramón Albarrán
Coincidimos y en esas estamos aunque parece que no todos los aficionados opinan lo mismo pero creo que, hoy por hoy, o cambia la suerte de varas (el tema es cómo) o cada vez despertará más indiferencias o repulsas entre los espectadores.
Creo que el tercio de varas debía realizarse al estilo de los tentaderos con una sangría mínima y varias entradas al caballo. Probar la bravura y ahormar al toro y no masacrarlo es lo que podría dar un nuevo sentido a la suerte.
Un cordial saludo
pues yo creo q Finito hizo mal. Y debe ser penado. Por antojo no se puede perdonar un toro q termino rajándose.
Si alguna vez en Andalucia la Afición quiere evolucionar hacia el modelo incruento portugués que lo haga. Están en su derecho. Pero no tiene sentido justificarse con la sociedad actual ni con los gustos del público del siglo XXI.
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