Por Jose Morente
Alpargatero. El Toro de Parladé que hizo la ganadería de Tamarón, donde estuvo de semental aunque sólo tres años ya que, siguiendo la moda de la época, fue lidiado en Madrid, el 8 de octubre de 1916, a instancias de Joselito. Le tocó en suerte a Posada y fue “bravísimo y muy noble” (como reza la placa) en todos los tercios (Fotografía de Tierras Taurinas. Opus nº 8).
Sementales con la plaza en propiedad
Hoy estamos acostumbrados a que en las ganaderías los sementales cubran a las vacas por lotes. Sin embargo, no siempre fue así. Los ganaderos antiguos echaban los sementales a las vacas en manada por lo que era imposible identificar al padre de cada res.
Manada de toros a finales del XIX
Según Juan Pedro Domecq fue Tamarón el primero que, en los libros de la ganadería, empezó a identificar el nombre de los padres. Ni siquiera Parladé lo había hecho así. Nace con Tamarón la ganadería moderna.
Pero antes, no solo los sementales cubrían en grupo sino que lo habitual era destinar a esa función toros que luego acababan siendo lidiados en las plazas. Eran, por decirlo de alguna forma, sementales “provisionales” y no de “plantilla” como ocurre ahora.
A partir de la Edad de Oro es cuando los ganaderos dejan de enviar los sementales a las plazas y los dedican en exclusividad a la tarea encomendada. Canastillo de Santacoloma, semental de la ganadería de la Viuda de Ortega y padre del famoso Bailaor que mató a Joselito el Gallo en Talavera, no será ya lidiado en una plaza de toros como le ocurría antes a sus antecesores en el cargo (Fotografía del libro de Hernaiz. La última corrida de Joselito)
Era un mal sistema pues, cuando se empezaba a ver el juego que daba su prole, el toro estaba ya criando malvas. Un planteamiento sumamente caótico pues, a mayores, abundaban los prestamos entre ganaderos en plan de ver lo que pasaba.
Prestado, por ejemplo, fue el toro Murciélago (un ejemplar de casta navarra pero de la ganadería del zaragozano Joaquín del Val) que, indultado en Córdoba en 1879, fue regalado a don Antonio Miura por su indultante, el torero Lagartijo. Por cierto, Murciélago es el culpable de las gafas típicas en los toros colorados de esa ganadería (el clásico miureño “colorao ojo de perdiz”).
La moda del indulto no es de ahora. Esta lámina de la Lidia de 1895 está dedicada al tema. Se titula “Perdonado por bravo”. Similar suerte corrió Murciélago de Joaquín del Val, indultado en Córdoba y que Lagartijo, su torero, regaló a don Antonio Miura.
Y en préstamo estuvo, en la ganadería de Udaeta, el miureño Perdigón, que pasó padreando el invierno del 93 al 94 en Colmenar, después de ser desechado por chico por los veterinarios de la plaza de Madrid (la antigua o sea, la del Palacio de los Deportes). El resto ya lo conocemos. En la primavera siguiente, allá por mayo, Perdigón pasó a la historia y el Espartero entró en la leyenda.
Perdigón, el miura causante de la muerte del Espartero (hierro abajo y divisa verde y negra en Madrid) en 1894, estuvo padreando en Colmenar durante el invierno anterior en la ganadería de Udaeta(Imagen del Doctrinal Taurómaco de Hache)
Seis toros de Saltillo en México
Tanto o más curiosa es la historia de los 6 toros de Saltillo que se lidiaron en México en 1906. Nos lo cuenta Carlos Castañeda en su libro “Piedras Negras. Sitio, vida y memoria”.
Portada del libro de Carlos Castañeda sobre la ganadería de Piedras Negras (1ª ed., México, Conaculta, 1915).
Resulta que en 1904, el banderillero Manuel Blanco Blanquito compró y llevó a México, para ser lidiados allí, seis toros de la Marquesa viuda de Saltillo, doña Francisca Javiera Osborne y Bohl de Faber. Los toros eran para una corrida en beneficio del propio banderillero, como era costumbre entonces.
Una de las pocas fotografías que se conocen de Rafael Rueda y Osborne, Marqués de Saltillo, curioso personaje que aparece acompañado por varios revisteros taurinos. Aunque en los carteles los toros figuraban a su nombre desde 1899, la ganadería la dirigía en realidad su madre, doña Francisca Javiera Osborne y Bohl de Faber. Nota curiosa: esta fotografía fue publicada en Sol y Sombra el día 2 de marzo de 1905. Muy pocos días después fallecía la Marquesa.
Una vez en México, Blanquito pensó que obtendría más beneficios vendiendo los toros como sementales a algún ganadero local que lidiándolos en plaza. Las ganaderías elegidas por Blanquito fueron Piedras Negras y Tepeyahualco. Eran los inicios de la sangre Saltillo en México.
A la Marquesa le contaron (para justificar que su corrida no se lidiase) que los toros habían muerto al despeñarse por un barranco el transporte que los llevaba.
Como el precio de un semental es muy superior al de los toros de saca, la Marquesa se escamó -máxime cuando parece que era reacia a vender sementales- y contrató a un representante en México que, después de investigar lo realmente sucedido, descubrió el pastel, localizó los toros y pidió la extradición de Blanquito que ya había regresado a España.
En 1905, Blanquito se encontraba ya en España. En noviembre de ese año, el veterano torero fue portada de la revista Sol y Sombra donde aparece cuando saludaba al público después de parear magistralmente a un toro de Pablo Romero en una de las corridas del Pilar. Blanquito fue un buen banderillero que cosechaba palmas casi todas las tardes. Estaba emparentado con Joselito y Rafael por su matrimonio con la hermana de estos, Eloísa, hija natural de Fernando el Gallo.
El caso se resolvió en la Corte Suprema de Justicia que falló a favor de la Marquesa.
El 25 de febrero de 1906, los seis toros de Saltillo –ya con seis años de edad y después de dos años padreando- se lidiaron en la plaza México. En el cartel se anunciaban Lagartijillo, Antonio Fuentes y Antonio Montes.
La Marquesa había fallecido un año antes.
Los Saltillos lidiados ese día fueron grandes pues tenían seis años cumplidos y salieron, como se suele decir, mitad y mitad: tres fueron bravos y nobles y los otros tres, mansos (En las fotografías, Lagartijillo pasa de muleta y entra a matar a su buen primer toro que embiste con la humillación propia de este encaste)
4 comentarios:
Buenos días
Interesante historia.
Una pregunta, con que edad se mataban los toros en esa época?
Un Saludo.
Sebastián A.:
Respecto a la edad, en general con cuatro cinco años. Aunque a veces se lidiaban más viejos. Los saltillos se lidiaron pasados de edad por las circunstancias ya relatadas.
Un saludo y muchas gracias
Excelente entrada, sólo un pero, Joaquín del Val era aragonés, puede parecer una tontería pero los aragoneses estamos hartos de que se relacione la Casta Navarra con la Comunidad Foral dejando de lado nuestra tierra.
Un saludo, Cartoles
Cartoles:
Error corregido. En efecto aunque el toro era de casta navarra, su propietario era el ganadero zaragozano (y carnicero, creo, por más señas) Joaquín del Val.
Gracias y un saludo
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