domingo, 15 de marzo de 2015

Postales taurinas (XII) El toreo es inmenso

Por Jose Morente

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Morante con la izquierda en su segundo toro. Eso es torear (fotografía de la web de la plaza de toros valenciana).

Goza y disfrutan los públicos con los toreros artistas, esos que desde el Lavi a Morante, pasando por Rafael el Gallo o Curro Romero se han movido en el filo de la navaja que separa el ridículo de lo sublime.

Ayer, Morante en Valencia pegó el petardo y pasó un miedo inmenso (“mucho miedo” dijo) en su primero, un complicado toro de Victoriano del Río.

Pero del éxito al fracaso (y viceversa) hay sólo un paso y, luego, en su segundo, cuarto de la tarde, de nombre “Cóndor”, número 59, tostado listón, de 491 kilos, con cuatro años y cuatro meses, de brava y bonancible embestida, un toro que se le entregó en la muleta, Morante hizo y dijo el toreo como sólo los artistas verdaderos y auténticos saben hacerlo y decirlo.

Pero en Valencia, en los dos primeros días y con dos más que interesantes y variadas corridas de Fuente Ymbro y Victoriano del Río, ha habido más, bastante más.

Así, a la magia de Morante, se le han unido el valor y la pureza, siempre auténticos, de Saúl Jímenez Fortes; el oficio y saber estar de Juan Bautista; el excelente y mecido toreo de capa de Daniel Luque y esa precisión extrema en el manejo de las telas del Juli, quien lleva un computador en la cabeza y que, para colmo, gasta bragueta.

No cabe encerrar el toreo en los estrechos márgenes de nuestras mentes siempre limitadas. Lo importante es que, todas esas emociones tan diferentes, son compatibles. Todas caben pues el toreo es inmenso.

Pero, eso sí, quede constancia, la guinda, la diferencia, la ha marcado el toreo eterno de Morante de la Puebla.

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La media de Morante (Fotografía de Cultoro)

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