Tres toros de Victorino Martín en el campo (Fotografía de Tierras Taurinas. Opus nº 4)
Resumen
El éxito de Iván Fandiño con la corrida de Victorino en Sevilla pero también, la recuperación de este encaste después de varios años de malas corridas en la Maestranza, se han hecho merecedores de la atención de este blog. Por eso, hemos creído oportuno dedicar varias entregas a lo que pasó esa tarde empezando por analizar el comportamiento de los toros de Victorino Martín
Repasábamos en la entrada anterior, la historia del encaste Saltillo-Albaserrada, que ha sido uno de los más aclamados en la historia del toreo desde su inicio con Picavea de Lesaca, pasando por su posterior cénit con Saltillo (“el mejor toro del mundo”, según Guerrita), y su explosión en los años de Albaserrada (Barrenero de Gaona está todavía en la memoria de los aficionados toristas) para terminar (aunque esta historia no ha acabado todavía) de forma inapelable en manos del genial Victorino Martín.
Vamos a analizar en esta y la próxima entrega, el siempre interesante comportamiento del toro de Victorino, que es el propio del encaste Saltillo-Albaserrada pero con los matices añadidos por la personalidad de su criador (“Los toros tienen la personalidad de su ganadero” que decía Ignacio Sánchez Mejías) y vamos a revisar ese comportamiento tanto desde el punto de vista del propio ganadero como también desde el punto de vista (muy diferente, lógicamente) de los toreros que a estas reses se enfrentan.
Finalmente, dedicaremos (bajo la solvente firma de Fernando Cámara), una entrada al análisis detallado de la actuación del torero de Orduña en el ruedo de la Maestranza el pasado 24 de abril, análisis realizado siempre en relación al comportamiento de los toros que le tocaron en suerte.
Los ganaderos Victorino Martín Andrés, Victorino padre (a la derecha), y Victorino Martín García, Victorino hijo (Fotografía del tomo1 de la serie Ganaderías de la Editorial Campo Bravo)
La opinión del ganadero sobre sus toros
Victorino Martín Andrés es, casi sin dudas, uno de los ganaderos más relevantes de la historia del toreo. Desde luego, se trata de uno de los de mayor personalidad. Sus reses (lo dice un experto como Francisco Ruiz Miguel) ha ido ganando en calidad durante todos los años en que la lleva dirigiendo y eso que últimamente atravesaba un pequeño bache (como reconocía su propio hijo hace un par de años) del que podría estar ya saliendo.
Y si personalidad tiene el ganadero también la tienen sus toros cuyo comportamiento difiere del de las ganaderías mayoritarias y que se distinguen por “la espectacularidad de su lámina, su personalidad, su transmisión”.
Según Victorino, una de las virtudes más claras del toro de su ganadería es la de humillar. “Ningún encaste humilla como el toro de Saltillo”, dice. A tanto llegan que “cuando no humillan no dicen nada”.
Una de las características de las reses de Victorino es embestir humillando mucho. En la foto, Luis Bolívar uno de los toreros que mejor conoce el encaste en un tentadero en la finca de Victorino.
El Victorino es un toro que “embiste un tranco más despacio que el de otras ganaderías”. Tanto que su movimiento más natural, el aire natural de este encaste, es el trote no el galope que es más propio del toro de Parladé.
Esa lentitud es causa -según Victorino hijo- de la tendencia de estos toros a ser “andarines, a gazapear y también alguno de ellos, a quedarse cortos y por la tanto ser tobilleros”. Como dice Victorino padre, algunos ejemplares “se lían a andar y pueden volver locos a los toreros”.
Para saber de verdad como embiste un toro, una buena fórmula es la de torearlo uno mismo. En la foto, Victorino hijo, torea al natural una vaca en un tentadero
Uno de sus defectos (defecto para los demás, pues Victorino lo considera virtud) es que se trata de un animal “muy listo”. Por eso, según Victorino, las ganaderías de Saltillo que degeneran lo hacen de dos formas: O se distraen y no dicen nada o te pegan la cornada en el paseíllo. Y es que Victorino sostiene que el toro bravo, cuando degenera, se convierte en un animal muy agresivo y certero.
Por todo ello, este ganadero considera muy importante “el equilibrio entre casta buena y genio” porque cuando solo hay genio todo se complica mucho. Para el de Galapagar, mantener el toro encastado y bravo, complicado cuando es bueno, es esencial para mantener el interés de la Fiesta.
Por lo que respecta a las “alimañas”, Victorino piensa que hoy día ya no se admite ese tipo de toros al estar “muy humanizada la sociedad”. La sociedad rural veía la corrida desde el punto de vista del toro. Hoy, una sociedad muy urbana, la ve desde el punto de vista del torero. Por eso, “la lidia está muy desviada hacia lo artístico”
Aunque, cuando se entiende, basta con saber mirar. En la foto de Tierras Taurinas, Opus nº 4, Victorino, padre e hijo, toman notas en un tentadero
Finalmente, y pese a lo que pudiéramos pensar, Victorino asevera que su toro “nunca ha cogido mucho a los toreros” y la prueba son los pocos percances que ha habido en relación con la cantidad de corridas que ha lidiado. “Este toro cuando coge, empuja, y por eso hiere poco”, lo que no sucede con el animal de otros encastes que cuando hace presa, derrota.
Cogida de David Mora en un quite por chicuelinas (un pase que no parece muy apropiado para este tipo de toros) en la corrida de Victorino de esta feria de abril en Sevilla. El toro arrolló al torero empujando pero –como apunta Victorino- sin derrotar, lo que probablemente evitó la cornada.
En cambio aquí (Madrid. 8 de septiembre de 1968) si hubo cogida. Flores Blazquez fue cogido por el toro Limpiador al intentar torear al natural. Entonces, el toro de Victorino tenía más genio malo y embestía menos que el de ahora.
Una (sencilla) receta de Victorino para torear Victorinos
Para Victorino (y aparte el valor) si se tiene técnica, mejor; si se tiene calidad, mejor; si se tiene sentido del toreo, mejor pero sobre todo “el torero tiene que tener entrega y autenticidad” porque –según él- sus toros saben si el torero se entrega o no.
En consecuencia, el ganadero considera que matar sus toros es una gesta, sobre todo porque hoy día casi todas las ganaderías son de un encaste determinado, con pautas de comportamiento comunes mientras que sus toros son diferentes y torearlos es salirse de la normalidad.
Por eso, Victorino pontifica que “Cuando un torero domina el encaste Saltillo, ya domina el resto de los encastes”.
Su receta para torear sus reses es (aparentemente) muy sencilla:
“Poner la muleta muy adelantada, llevarla suavemente y, sobre todo, echar la muleta adelante otra vez al final del pase, sin jalarla hacia el cuerpo del torero”
Y como, repite en las tientas a los toreros en agraz, es muy importante que la res “no enganche”.
Al toro de Victorino hay que ponerle la muleta muy adelantada para traerlo muy toreado. En la foto Padilla con Muroalto en San Sebastián (21 de agosto de 2005).
¿Qué dicen los toreros?
Si importante es la opinión del ganadero, más interesante aún y más importancia tiene la de los toreros que han lidiado y lidian estos toros pues, no en balde, son ellos y no el ganadero quienes tienen que resolver, sobre la marcha, los problemas que plantean estas, siempre complicadas, reses y eso que los toreros dicen (tampoco podría ser de otra forma) cosas muy similares a las que dice el ganadero
He recopilado la opinión, sobre esta cuestión, de una docena de toreros -figuras, unos y modestos, otros- pero todos triunfadores con toros de Victorino, y la conclusión es que parece que hay consenso casi absoluto en como es el toro de este ganadero, como embiste y como hay que torearle.
La denominada “corrida del siglo”. Madrid, 1 de junio de 1982. Victorino da la vuelta a ruedo con Luis Francisco Esplá, Francisco Ruiz Miguel y José Luis Palomar.
¿Cómo embiste el toro de Victorino?
Madrid. 1 de junio de 1982. Una pirueta en banderillas. Luis Francisco Esplá despliega su tauromaquia ante Astoso.
Uno de los toreros más lúcidos y de los que mejor explican el comportamiento del toro de Victorino es, no podía ser de otra forma, Luis Francisco Esplá, quien nos cuenta como embiste y pone la cara ese toro.
“Una de las características principales de esta ganadería siempre fue el humillar mucho. Dificultades aparte, venían con el hocico por la arena desde tres o cuatro metros antes de llegar a la muleta. Y si bien no todos acababan el muletazo, esto te da una seguridad absoluta. Eso hay que agradecérselo al ganadero, esa posición de la cabeza en el momento de embestir”
Otra característica definitoria del toro de Victorino es su embestida al paso, pues rara vez galopan. Visto desde el punto de vista del torero, esta forma de embestir es crucial porque como dice Esplá:
“Cuando ese toro viene andando existen dos posibilidades cuando lo enganchas con la muleta: O bien esa velocidad va a hacer nacer un muletazo eterno, o bien el toro va a embestir pensando, y si no viene con la cabeza a ras del suelo sino suelta, se entera de todo y tiene más tiempo para reaccionar y reflexionar que aquel que viene galopando, lo que le da más posibilidades de sustraerse a la atracción de la muleta”.
El mismo día, el alicantino domina la embestida humillada y al paso del mismo toro de la foto anterior.
Según Esplá el toro de Victorino actual humilla menos que el de hace 25 años. Viene con la cabeza más suelta, menos fija, lo que les permite reservarse con lo que aumenta el riesgo. Señala el alicantino que, por el contrario, cuando un toro quiere embestir bien, empuja con todo el cuerpo desde atrás hacia adelante con lo que la masa posterior empuja a la cabeza. Con un toro que embiste así hay “menos probabilidades de que pueda cambiar inopinadamente de trayectoria” lo que le da seguridad al torero.
Esplá señala que hoy hay más toros de Victorino que embisten con la cabeza por encima del estaquillador. Antes el malo lo era por abajo. Hoy lo es por alto… Es un cambio preocupante y evidente, según el torero.
La embestida al paso del toro de Victorino, se debe según Esplá a su conformación física, a su lomo recto e influye en como hay que torearlo. Dice Luis Francisco:
“Hay que saber que debido a la manera particular en que tiene el lomo, muy recto, el toro de Victorino no puede galopar, camina o cuando mucho trota, dando pasos muy cortos. Eso influye en su manera de embestir y en su manera de torearlo”.
El lomo recto del Victorino es, según Esplá, la explicación de su forma de andar al paso o al trote pero no al galope (Fotografía del tomo 1 de la serie Ganaderías de la Editorial Campo Bravo)
En todo caso, la inteligencia de ese toro implica aumento de emoción aunque vaya en detrimento de la estética, pues como dice el torero:
“A mí me han hecho sufrir tanto como gozar pues siempre hay una tensión permanente. Con los otros toros, cuando sabes que los has sometido en la muleta puedes abandonarte más allá de la técnica, su inercia hace lo demás y te permite dibujar muletazos como en un sueño dejando aflorar lo que llaman estética. Con el de Victorino, jamás.
“Hay que estar en una permanente vigilia técnica. Es menos fácil cuidar la estética. Siempre hay una especie de conflicto entre la técnica y la estética, lo bueno y lo bello… Durante todo el encuentro con un toro de Victorino, no existe un segundo de reposo”
La agresividad del toro de Victorino no estriba sólo en su comportamiento sino también en su aspecto, en su trapío. Y es que pese a ser animales que no tiene excesiva alzada ni muchos kilos, su mirada suele ser muy incisiva y sus astas son frecuentemente veletas o cornivueltas presentando al torero la parte de atrás de las palas (Fotografía de Tierras Taurinas. Opus nº 4).
Suavidad y dulzura
Pero el gran especialista de los últimos tiempos ha sido Francisco Ruiz Miguel quien no intelectualiza su discurso como hace Esplá pero cuyos consejos prácticos y directos pueden ser de suprema utilidad para el torero que se ponga delante de un toro de este encaste.
Lo primero de lo que habla Ruiz Miguel es de la actitud con la que uno tiene que enfrentarse a estos toros y señala algo que puede sorprender:
“A estos toros no hay que presentarles batalla porque la ganan siempre. Al contrario la teoría que me había inculcado el maestro Rafael Ortega era que había que tratarlos con delicadeza y dulzura. Él los había toreado en tiempos de Escudero Calvo, con Pepe Luís, Ordoñez,… y me decía siempre que no había que maltratarles”
Por ello, es fundamental que no se les cite con toques muy bruscos:
“Nada de toques bruscos porque eso los hace enojar. Si tú estás templado, el toro de Victorino es agradecido. Si eres brusco se vuelve superior a ti”
Que es lo mismo que dice el Cid (otro especialista de este encaste) de forma tajante:
“Los toques bruscos los acusan mucho y ya no le pegas ni un muletazo”.
Paradójicamente, y pese a tratarse de un animal de mucha agresividad (como reconoce el propio ganadero) la mejor receta para torearlo es la de extremar la suavidad con ellos. En la foto, José Luis Barrero en un muletazo de enorme firmeza y elegancia a “Domadito”. Era el mismo día de la brutal cogida de Flores Blázquez.
(Continuará…)
4 comentarios:
Simplemente extraordinarias entregas...Ya estoy a la espera de la próxima!
Un saludo
Cartujanillo
Es usted muy amable. Muchas gracias por leeernos
Un abrazo
Las actuales llamadas figuras(G10) deberían refrendar sus supuestos encumbramientos frente a estos encastes. En las historia está escrito quienes serán recordados por sus gestas frente a los Victorinos, con las cuales nos emocionaron y quedaron en nuestras retinas. Andrés Vásquez, Paco Ruiz Miguel, Dámaso Gómez, entre otros, lidiadores.
Saludos,
POCHO PACCINI
Efectivamente la costumbre de que las figuras toreen siquiera sea ocasionalmente, corridas duras parece que parece que pasó (por desgracia) a mejor vida. No obstante, hagamos una pequeña mención en favor del juli empeñado en recuperar el encastre santacoloma.
Un abrazo
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