El elegante toreo por alto (acuarela de Jose Morente) |
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Nadie niega la importancia del toreo por bajo, resaltado tanto por aficionados como por críticos y escritores taurinos. De muestra vale el magnífico capítulo (cuya lectura o relectura aconsejo) que al toreo por bajo dedica Gregorio Corrochano en su libro ¿Qué es torear? subtitulado Introducción a la Tauromaquia de Joselito.
Sensacional pase por bajo con la izquierda del Juli
Lo que sin embargo no es frecuente es dar la importancia que realmente tiene o debería tener el toreo por alto. Tiene mala prensa y la incomprensión de algunos (yo diría demasiados) aficionados. La reducción de la Tauromaquia que hoy día se fomenta por parte de determinados públicos se ha llevado por delante este tipo de toreo.
Y sin embargo, el toreo por alto no sólo es estéticamente elogiable, sino necesario técnicamente en determinados casos. Hay toros con los que –por su construcción de cuello o por su manera de embestir- no sólo es aconsejable sino deseable iniciar la faena por alto, desengañarles por arriba. Muchas veces también se hace necesario ahormar y levantar la cabeza de un toro excesivamente baja antes de entrarle a matar.
Sin embargo, la corriente reduccionista de hoy día se ha llevado por delante -entre otros- el elegante y majestuoso toreo por alto.
Pienso que todo el problema, en el fondo, está en la poca importancia que hoy le damos al toro, a las condiciones del toro. Exigimos que a todos los toros se les haga la misma faena. Lo que limita el número de suertes, la variedad de pases.
Toreo por alto sentado en silla. Sabor decimonónico
Creo que las cosas deberían ser al revés. Es decir, deberíamos pedir (cuando menos admitir) que se torease en función del toro. Ello permitiría (exigiría) recuperar suertes que se están perdiendo, como el toreo por alto.
En este sentido, el planteamiento de aquel aficionado que pide variedad en los encastes y luego reniega de la variedad en las suertes es contradictorio en origen y debería -quizás- revisarse.
Creo que las cosas deberían ser al revés. Es decir, deberíamos pedir (cuando menos admitir) que se torease en función del toro. Ello permitiría (exigiría) recuperar suertes que se están perdiendo, como el toreo por alto.
En este sentido, el planteamiento de aquel aficionado que pide variedad en los encastes y luego reniega de la variedad en las suertes es contradictorio en origen y debería -quizás- revisarse.
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