domingo, 18 de diciembre de 2022

Suertes en desuso (VIII) La Venta de Pilín y el valor de Angelillo

Por Jose Morente

La Venta de Pilín en Tablada

Pilín (Feliciano Gonzalez) fué novillero. Tuvo dos o tres percances serios y, sobre el año 1910m "se volvió a banderillero" . Estuvo en la cuadrilla de Belmonte en 1913, pero le fueron tan mal las cosas que se hizo vinatero ambulante. Iba por las calles de Sevilla, detrás de un borriquillo, y vendía vino, vinagre y aceitunas aliñadas. Pero—él mismo lo contaba—se amurriaba, si no veía desde los prados, el río, el blancor de las casas de Triana y la Torre del Oro y la Giralda. Y consiguió que Don Pedro Rodríguez de la Borbolla, cacique sevillano de mucho influjo, enterado de sus cuitas pudiera montar el primer tabladillo de una Venta (la Venta de Pilín) en esa mítica Tablada, cuando ya no había torerillos que cruzasen el río a nado para torear de noche como hacía Belmonte con su cuadrilla de amigos anarquistas...

Sevilla y Triana vistas desde Tablada. El toro espera...

Angelillo era hermano de Pilín. Mejor torero aunque su prestigió declinó cuando pasó de banderillero a novillero. De ahí no pasó, pero con las banderillas destacó. Para ponderar su valentía, se cuenta ("si non e vero e ben trovato") que el Gordito ya retirado pero que presumía de sus pares de banderillas cortas al quiebro, al salir un toro de ésos que tienen más de un metro de pitón a pitón, le dijo  dándole un par de rehiletes:

—¡Aada, pónselas si quieres lucirte!

Angelillo apoyó los palos en la rodilla y los partió por la mitad. Hizo que le ataran las manos con un pañuelo, y, de poder a poder, le puso el par al toro... Una suerte (banderillear con las manos atadas) poco usual y que hace mucho tiempo que no se estila.

Eso de banderillear con las manos atadas lo certifica Cossío quien apostillaba, sobre Angelillo, que "con las banderillas pudo lograr la fama y los beneficios que con el estoque malogró". Dicho queda.

El par de Angelillo de poder a poder. Un toro con dos pitracos, banderillas de las cortas y las manos atadas. ... Ahí es nada.

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