viernes, 15 de junio de 2012

El toro en movimiento (I). Planteamiento

 

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La carrera (Espléndida acuarela de José del Olmo –a quien agradezco que nos haya permitido insertarla aquí pues ha sabido captar a la perfección el movimiento del toro- y que se puede disfrutar en su magnífico blog)

 

La tesis de Jack Coursier

A raíz de una serie que hemos publicado días atrás sobre el comportamiento del toro de encaste Saltillo-Albaserrada, un lector de este blog, Jack Coursier (a quien dedicamos esta entrada) plantea la siguiente y curiosa tesis:

“Unas observaciones sobre los victorinos tobilleros.

Habitualmente cuando los toros (encaste Parladé/Murube) dan la vuelta, desplazan la parte posterior de sus cuerpos, siendo los miembros anteriores (las manos) el axis que no se mueve, como la punta de un compas con las patas traseras dibujando el circulo. Así, el toro mirando el caballo, que anda enfrente de él, mueve sus patas traseras para seguir el movimiento. Igual ocurre al final del muletazo. Todo el cuerpo del toro gira alrededor de las manos y se aleja del torero.

Me parece que, bastante a menudo, el toro de origen Albaserrada, tiene la posibilidad de dar la vuelta de manera diferente. El centro del giro está en la mitad del cuerpo, moviendo las cuatro patas (¡como un vehículo de 4 ruedas direccionales!) y hasta su tren trasero que puede ser este centro del círculo. Esto le da la posibilidad de volver muy rápidamente, y facilita su propensión a ser "tobillero". No es sistemático, pero ocurre con cierta frecuencia.

Esta observación no es nada científica, se trata solo de una pista que necesitaría comprobaciones mucho mas serias que mis leves impresiones sobre el comportamiento de los victorinos, adolfos o escolares”.

 

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Diego Urdiales con un toro de Victorino (Foto del blog Por el pitón derecho)

 

El debate del caballo en movimiento

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El caballo en movimiento. Un dilema decimonónico

A mi lo que plantea Jack Coursier, me ha recordado inmediatamente un debate muy antiguo, tanto que se produjo hace ya unos 150 años. Y es que andaban los aficionados a las carreras de caballos discutiendo si ese animal en su galope había algún momento en que no apoyase en el suelo al menos una de sus patas.

La cuestión, aunque nimia, provocó curiosas controversias pues los partidarios de las dos tesis contrapuestas (unos decían que sí y otros que no) no conseguían imponer su opinión y es que el ojo humano aunque preciso no es capaz de captar ciertos detalles.

Y en esas estábamos en la discusión sobre el galope del caballo, cuestión que parecía irresoluble hasta que a un fotógrafo llamado Eadweard Muybridge (seudónimo –nada torero- de Edward James Muggeridge), se le ocurrió echar mano de la incipiente cinematografía y por ese medio, grabar en película, la carrera del caballo para ver si así se podía aclarar quien tenía razón.

Y este es el resultado

Película “El caballo en movimiento” (1887)

 

Lo irrelevante es quien tenía razón. Lo importante es que la cinematografía (técnica entonces en pañales) vino a resolver la disputa que nunca más fue planteada.

 

La importancia de la imagen grabada en el toreo

A mi esta anécdota me ha dado siempre mucho que pensar sobre todo por la oposición o recelo que la imagen grabada ha despertado siempre entre un nutrido grupo de buenos aficionados. Son muchos, los que se resisten a ver los toros en video o televisión restando  relevancia o importancia a estos medios.

No podemos desconocer que no es lo mismo el espectáculo en la plaza pues los ritmos de la corrida y, en especial, el estado anímico del público incide de forma brutal en el desarrollo de la misma. No hay más que pensar en Pamplona y Madrid como ejemplos extremos.

Una, Pamplona, la plaza donde el público vive la corrida más al margen o de espaldas a lo que pasa en el ruedo y la otra, Madrid, aquella donde el espectador interviene más en el espectáculo intentando además condicionar y manipular su resultado.

 

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Pamplona es la plaza donde el público más vive al margen de lo que ocurre en el ruedo.

 

Para un espectador concreto, lo importante será siempre lo que él ha visto y, sobre todo, como lo ha visto. Pero, la verdad del toreo está en el ruedo, no en el tendido. Y de lo que pasa en el ruedo, el único reflejo fiable se encuentra en la fotografía o en la cinta de video. No en la memoria de nadie por muy entendido que ese nadie sea.

Y es que los estados de ánimos del espectador o la plaza entera y, sobre todo, las filias y las fobias, los prejuicios y los tópicos, nublan las entendederas de cualquiera y acaban impidiendo muchas veces que las cosas se vean como realmente son.

Esa resistencia a ver faenas en video o cine ¿no será muestra de nuestro temor a quedar chasqueados si vemos en película aquello que tanto nos emocionó en la plaza? Estoy convencido de que por ahí van los tiros. Miedo a comprobar que nuestra memoria y nuestros conocimientos no son tan fiables como nos gustaría.

 

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Nuestro cerebro ¿nos engaña?

El toro en movimiento

Y expuesto el largo preámbulo pasemos a la cuestión que nos ocupa, la tesis planteada por nuestro lector.

Se trataría de determinar si el toro de encaste Parladé cuando repone se apoya en las manos mientras que el de encaste Saltillo lo hace más bien sobre las patas.

Vamos a utilizar la imagen grabada (las películas de video) para estudiar el toro en movimiento, igual que hiciera Eadweard Muybridge para estudiar el caballo en movimiento. 

 

Video1. Toro de encaste parladé

Una faena emblemática. Una de las dos que hizo José Tomás el 5 de junio de 2008 en Madrid a un toro de Victoriano del Río, encaste Domecq. Se aprecian claramente los matices del movimiento del toro a que hace referencia nuestro lector del blog.

La imagen no es muy nítida (es un trozo de un video colgado en youtube por un aficionado, Peske, filmado desde una localidad situada a cierta altura) lo que añade algo de sabor y magia al toreo de José Tomás.

 

 

Video 2. Toro de encaste saltillo

Hemos elegido un toro de José Escolar lidiado esta feria de San Isidro por López Simón. Se aprecia claramente como se vuelve de la forma que señalaba Jack Coursier.

 

 

Conclusiones (provisionales)

No vamos a hacer un análisis exhaustivo pero hemos visionado un número importante de películas y mis conclusiones (por supuesto nada definitivas ni concluyentes y sujetas a mejor criterio) son estas:

Primero.- A priori, el movimiento del toro –su forma de revolverse- está más relacionado con su comportamiento individual que con su encaste.

Segundo.- El toro que repone más rápida después de pasar el cuerpo del torero (el toro revoltoso que llamaban las antiguas tauromaquias) se apoya más sobre los cuartos traseros aunque suele ayudarse de las manos. Por eso, la sensación de giro sobre el eje del cuerpo que indicaba nuestro interlocutor.

Tercero.- El toro que repone más tarde, una vez rebasado el cuerpo del torero lo hace sobre las manos, girando los cuartos traseros y manteniendo como eje de rotación el tren delantero. Esta sensación es más acusada en los primeros compases de la faena cuando el toro está más entero.

Cuarto.- En general, el toro de Parladé se rebosa más que el Saltillo. Este último suele ser un animal muy reponedor. Entre otras cosas porque al ir más al paso tiene más tiempo de pensar y darse cuenta que se deja algo atrás (el torero).

Quinto.- Consecuencia de lo anterior, el Parladé repone menos por ser un animal más franco y más noble. El Saltillo, al contrario, demuestra más inteligencia y, por tanto, más sentido.

Sexto.- Aunque la nobleza no es el único componente de la bravura un elemento esencial de esta es pelear con franqueza. El toro de Parladé sería, en ese sentido, más bravo por ser más franco que el de Saltillo como ya indicara en su día, perspicazmente, Domingo Delgado de la Cámara.

 

Un ejemplo contundente

La última afirmación puede causar un pelín de extrañeza pues los aficionados estamos acostumbrados a pensar lo contrario. Esto es, a considerar la fiereza como componente casi esencial de la bravura, y por el contrario a entender que la excesiva nobleza raya  con la mansedumbre.

No está nada claro que sea así y pese al gran número de aficionados y profesionales que lo piensan,  no creo que fiereza y nobleza tengan que ser caracteres contradictorios.

Vamos a ver un ejemplo de esto último. De la conjunción de casta y toreabillidad (como hoy se dice) en la embestida larga (larguísima), emocionante y fiera pero, al mismo tiempo, noble (nobilísima) de uno de los toros de Valdefresno la tarde de Puerta Grande de David Mora en la última feria del Arte y la Cultura de Madrid.

Tiene mucho mérito aguantar esas embestidas como las aguantó David Mora.

 

Y es que Impresiona esa embestida tan franca y tan fuerte que hace pasar al toro como un obús al lado del torero y, sobre todo, impresiona la forma (tan violenta y veloz) de volverse el toro sobre las manos cuando se da cuenta que se deja algo atrás.

Tanta  violencia y tanta velocidad que, a veces, le hace perder el equilibrio por su propia acometividad.

 

Colofón. Del caballo en movimiento al toro en movimiento

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El caballo en movimiento

No es tan importante la pregunta planteada como la discusión en sí y sobre todo destacar la relevancia que para zanjar este tipo de discusiones tiene la imagen grabada ya sea fija o móvil.

Por ello, cuando surja el tema y algún aficionado reniegue del uso del video en los toros y se manifieste en contra del mismo, bastará recordar a Eadweard Muybridge y a su archi-famoso “caballo en movimiento”.

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El toro en movimiento

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Josè,
creo que el toro de José Escolar a que te refieres lo toreò José Maria Lazaro y no Lopez Simòn.

Y luego una duda que tengo respecto a la forma de volverse de los toros: no influye tambien la dimensiòn de la cara y la distancai entre los ojos?
Los toros de encaste saltillo tienen normalmente una cara màs chica y la distancia ocular es menor que en otros encastes.
Y dado que los toros tienen un cono de sombra visual, los de saltillos los tienen mas chico y "veen màs".
Podrias ser tambien por esto que se revuelven màs rapidamente y en corto?
Lo llevo pensando desde que se me ocurriò ponerme delantes de vacas añojas despues de probar un algunas eralas y utreras (pero que nadie piense que ocurriò muchas veces y con algun exito!). Pues las añojas se revuelven mucho màs y se meten màs para dentro...y creo por tener la cara màs chica y una distancia ocular menor que las eralas y utreras.
Pues a lo mejor esta duda es una tonteria y no tiene nada que ver con este tema.
Pero queria compartirla.
Abrazos,

Paolo

Jose Morente dijo...

Paolo

Efectivamente. Tenía preparados varios videos similares y al final inserté cambié el nombre del torero.

Por lo que respecta a sus consideraciones, no soy capaz de contestarle y es que la cuestión de los ojos del toro es una de las más complejas que se pueden plantear.

Sería magnífico saber como "ve" realmente las cosas el toro de lidia. Y es que más importante que los pitones (a los que como usted sabe no se mira cuando se cita) son los ojos pues estos "avisan" al torero de las intenciones del animal casi siempre.

Interesante tema el que usted plantea y sobre el que habrá que hablar por extenso en este blog.

En cualquier caso, queda planteada su hipótesis por si algún lector se atreve a contestar.

Un fuerte abrazo

La condesa de Estraza dijo...

Con permiso: sobre el movimiento del toro alrededor del torero, y su desplazamiento, creo que el tema ya fue tratado por Ortega con aquello de "el triunfo de la vertical sobre la horizontal".
Pero yo quiero también aportar mi granito de arena, aunque meta la pata, y a ser lapidada me someto por si acaso el disparate resultara de categoría superior y algún aficionado me diera por loca. Verán ustedes, a la manera de ver de la que firma y estoy completamente de acuerdo con el autor del blog sobre todas las ramplonas teorías acerca de la mirada de los toros, pienso que el desplazamiento del animal alrededor de hombre tiene que ver de alguna manera con la formación de los pitones. Un toro veleto, y hablo de un toro bravo y no de barrabases, humilla más que uno cornidelantero por la sencilla razón de que si lo que pretende el toro en su fiera inocencia es llegar a coger las telas que se mueven mientra el matador debe permanecer lo más quieto posible, no tiene más remedio que bajar mucho la cabeza -humillar- pretendiendo trincar el trapo con el armamento del que dispone, los cuernos, en mucha mayor medida que uno gacho que se puede permitir el lujo de la media altura.
Ese toro, el veleto, necesita otro "tempo" diferente para recuperar la posición de ataque, lo que llamamos repetir, pues embestir con el morro por los suelos no es anatómicamente una condición natural del animal, salvo cuando pasta como el que pisa huevos en el paraiso de la dehesa y no en el combate al que es sometido en la plaza.
Felicidades por el blog, masgistral sencillamente, da gusto leer espacio como este.

La condesa de Estraza

Anónimo dijo...

A ver si alguien nos ayuda porqué creo que este de los ojos es un punto interesante.
Ahora acuerdo que en una terulia Esplà comentaba que las cosas en que màs se fijaba delante del toro eran los ojos (y su mirada) y las orejas (y su movimiento)!

Saludos,


Paolo

Anónimo dijo...

Parece que cayó tierra al pozo.

Jose Morente dijo...

Condesa

Parece que siempre ha habido cierto consenso en que la conformación de los pitones determnina la forma en que el toro los utiliza.

El toro veleto para coger tenderá a humillar mientras el gacho no necesitará hacerlo tanto.

Esto que podría ser cierto no es el único componente que determina la embestida pues hemos visto toros veletos con la cara alta y cornigachos humillar con el morro por la arena.

Pero indudablemente la forma de los cuernos es factor a considerar siquiera no sea el único.

Un abrazo

Jose Morente dijo...

Paolo:

Fue Montes en su tauromaquia el que advirtió de la importancia de fijarse en las orejas del toro para determinar el momento en que inicia la embestida, según este torero y también según Esplá al que cita se podría saber cuando el toro va a arrancar por el movimiento de los orejas.

Será cierto y no lo dudo pero, personalmente, estimo que lo más relevante, sobre todo porque indica hacia donde va a arrancar el toro (aunque no cuando), es el movimiento de sus ojos (hacia donde dirige la mirada)

Un abrazo

Anónimo dijo...

Como siempre, José, vuelves a poner sobre el tapete asuntos muy importantes del toreo, por encima de los manidos debates en que andamos enzarzados.
En este caso creo, como Paolo, que la clave está en los ángulos de visión de cada encaste. La visión lateral del encaste Saltillo-Santa Coloma, por la misma colocación de los ojos, es mucho más amplia que la de otros, lo que facilita y propicia una mayor capacidad de reacción en sus escorzos. A esa condición decisiva habría que añadir que, al ser un encaste menos enmorrillado, el de Saltillo tiene más flexibilidad de cuello para girarlo, sin olvidar tampoco que esa forma embestir al paso o al trote, como ya comentas, evita la inercia del galope para rebosarse. Si lo tradujéramos al mundo del caballo, podríamos comparar al toro de Saltillo con el árabe, también con mucha visión lateral por la conformción triangular de su cabeza y, como consecuencia, muy ágil de reflejos.
Aun así, el "saltillo" que se emplea de verdad, tiene un paso de más en la embestida, una mayor profundidad --la misma que Villamarta le da a Núñez-- que el galopón toro de Parladé. Y para eso entra ya en juego esa condición intangible que es la bravura.
Como opina la Condesa, para entender el comportamiento del toro, es muy importante la conformación de los pitones, como lo es también la hechura, que es el espejo del alma de este animal. Pero, por encima de todo, la clave está en los ojos. Ya dice Antonio Corbacho que no se torean los pitones sino la mirada.
Un abrazo a todos. Da gusto leer a aficionados tan inteligentes y nada topiqueros como vosotros.

PACO AGUADO