Por Jose Morente
Primera nota. Sobre las competencias
Toda la historia del toreo clásico se ha basado en la competencia entre dos toreros punteros. Desde la de Pedro Romero y Pepe-Hillo hasta la de Joselito y Belmonte, las competencias han marcado el interés de cada época. El contraste de estilos y conceptos entre dos toreros punteros ha suscitado pasiones y provocado desencuentros y polémicas entre los partidarios de cada diestro en liza.
Hace años que apoderados y empresarios rehúyen la fórmula y, por el contrario, procuran evitarla. Los empresarios porque si los toreros triunfan de verdad se encarecen los cachés, los apoderados por falta de confianza en sus toreros. Es curioso que las competencias desaparecieran cuando llegó a la fiesta la figura del apoderado moderno. Y eso que Camará (el primero de todos ellos) procuró buscarle competidores a Manolete, solo que Manolete no tenía ni podía tener parangón.
Bienvenidos sean estos mano a mano, propiciados por sus apoderados, de dos toreros jóvenes en busca de competencia.
La competencia entre dos toreros de estilos contrapuestos ha marcado la historia del toreo |
Segunda nota. Sobre el público.
Cada uno va a los toros como le da la gana. Me refiero a la actitud con la que se va (¡y bueno fuera lo contrario!). Es el derecho que asiste a cada espectador, pero lo que resulta difícil de entender (y menos aún en estos tiempos de pandemia y pocos festejos) es que a los toros se pueda ir con la mosca detrás de la oreja y la escopeta cargada. Esa retranca del que niega el pan y la sal a lo evidente, recuerda a la de esos toros reservones que nunca, nunca se entregan. En Vistalegre el público estuvo frío, demasiado frío, sobre todo tras tantos meses de ostracismo taurino.
La actitud de algunos aficionados remeda mucho la de los mansos entablerados. |
Tercera nota. Sobre las empresas
De las empresas de hoy, en general, poco bueno se puede decir. Que no dan una. Que no se enteran. Que los tiempos cambian y ellos no. Los precios de Vistalegre, excesivos, explican la poca asistencia de público a unos carteles más que atractivos. Hoy por hoy, en el toreo actual (pletórico en lo que toca a toros y toreros) los empresarios, la mayoría de los empresarios de hoy son, salvo notables excepciones, lo peorcito del panorama taurino. Unos empresarios que no parecen no tener arreglo. Lo malo es que las consecuencias de tan nefasta gestión las pagamos todos los demás.
Lo que me sugieren los actuales empresarios. Un futuro negro y agrietado por el tiempo. Malevich. Cuadrado Negro (1915) |
Cuarta nota. Sobre Roca Rey
Roca Rey apabulla. No se puede tener más capacidad ni más claridad de ideas. Como a este corte de toreros hay que ponerles alguna pega, hay quien osa ponérsela (En Vistalegre se pudo oír un estentóreo e injustificado "¡Ponte bien!"). Roca está donde está porque sabe torear y porque tiene ambición. Destaca más en el toreo cambiado que practica con firmeza, seguridad y un desparpajo sorprendente. Aunque estéticamente y conceptualmente no se parezcan a mí, personalmente, me recuerda en algunas cosas a Carlos Arruza
No sé porqué pero Roca me recuerda -en algunas cosas- a Carlos Arruza. |
Roca Rey. Cumbre en el toreo cambiado (Foto: Cultoro) |
Quinta nota. Sobre Pablo Aguado
Aguado tiene la moneda y puede cambiarla en cualquier momento. Aunque suene a tópico no tuvo suerte con su lote, pero las verónicas de recibo al cuarto ahí quedan. No se puede torear de salida a un toro ni más relajado ni más despacio. En esas verónicas, me acordé de lo que Corrochano le dijo una vez a Gitanillo de Triana "Dime, Curro Puya, ¿se te para el corazón cuando toreas?"
El capote de Aguado (Fotografía Andrew Moore) |
Sexta (y última) nota. Sobre la verdad del toreo.
La única verdad (incontestable) del toreo. |
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