lunes, 8 de septiembre de 2025

Joaquín Vidal. ¿Belmonte ventajista?

 Por José Morente

Joaquín Vidal

Como cada cual ve el toreo de una forma diferente, me parece lógico que cada cual analice e interprete el toreo como mejor le venga en gana. A partir de su propio punto de vista. Algo totalmente legítimo.

Lo que ya no es tan legítimo ni defendible es tergiversar y manipular datos y circunstancias probadas para imponer nuestras convicciones. Lo que hoy algunos llaman crear un relato.

Y ese es el caso del crítico taurino Joaquín Vidal cuando escribía y hablaba de toros. Crear relatos increíbles y falaces pero envueltos en la indiscutible calidad de su prosa y lanzados a través del potente altavoz que a sus palabras prestaba el País, diario en el que escribía. 

He sacado un corte de sus opiniones en el episodio de la serie Retratos que Canal Sur TV dedicó a Juan Belmonte

El fragmento seleccionado no tiene desperdicio. Vidal no analiza el toreo de Belmonte sino que aprovecha la oportunidad que se le brinda para difundir sus teorías sobre la historia del toreo, teorías que se alejan con mucho de la realidad. 

Oigamosle primero.


Nos toca ahora desmenuzar sus curiosas y discutibles opiniones. Unas opiniones que han tenido un eco tremendo en una generación de aficionados (entre los que me incluyo) desorientada por mor de Vidal y otros cuantos gurús de la crítica taurina que ahora no viene al caso nombrar.

Primera afirmación. "El [se refiere a Belmonte] trajo un toreo nuevo que los aficionados antiguos consideraban un toreo de ventaja y un toreo decadente"

Primera afirmación de Vidal y primera sorpresa. Eso de que los aficionados antiguos consideraron a Belmonte, un toreo ventajista y decadente se lo ha sacado Vidal de la manga. 

Más bien al contrario. A Belmonte se le cantó como el torero de la verdad frente a la mentira del toreo anterior y se le comparó con Pedro Romero, figura mítica, al que se suponía piedra angular de un toreo sin ventajas que ya se había perdido y que Juan recuperó.

Es más, con Belmonte se trajo a la palestra la frase de Lagartijo ("Viene el toro, te quitas tú. Que no te quitas tú, te quita el toro") ensalzando como Belmonte había hecho trizas en los ruedos el aforismo lagartijista.

Segunda afirmación. Vidal dice que los precursores de Belmonte y cita al Espartero, Reverte y Antonio Fuentes (Esto último es un error. Debería haber dicho Antonio Montes), fracasaron por intentar citar a esos toros de "enorme casta y pujanza" a menor distancia para acentuar la emoción.

Es falso que el toro de aquellos tiempos tuviera enorme casta y pujanza. Es una falacia. Lo único que ocurría es que no se había inventado el peto ni la penicilina. Al toro no se le picaba, llegaba crudo a la muleta, y cualquier herida podía ser fatal para el torero. En general era un toro más manso y mucho más a la defensiva. Con más sentido, pero no con más bravura ni más casta.

Lo de acortar la distancia merece también un comentario, pues en realidad lo que intentaban los precursores de Juan y a veces conseguían, pero de tarde en tarde, era meterse en el terreno del toro. Cruzarse al pitón contrario. Juan lo hizo.

Tercera afirmación. Cuando Belmonte empezó a mandar en las plazas entonces empezó a seleccionar las ganaderías y reivindicó que el toro no tuviese tanta pujanza, que el toro no tuviese tanta presencia. En definitiva que el toro no tuviese tanta casta.

Que esto no es cierto lo saben hasta los niños de parvulario. El cambio en el ganado de la época del que habla Vidal no es responsabilidad de Belmonte sino de Joselito, cuyo predicamento entre los ganaderos era tremendo, y no tenía como objeto quitar casta a los toros sino todo lo contrario. Se buscaba mejorar la presencia y comportamiento de las reses cara a la faena de muleta. Por ello, se deshechan las reses destartaladas y se busca un toro de embestida más brava y menos defensiva.

Cuarta afirmación.  Vidal contrapone el toreo antiguo, según el de más riesgo, con el toreo de Belmonte, menos auténtico, pero más armónico, más largo, más hondo. El toreo anterior se desechó porque era mas peligroso. 

Un aserto que basa en la anterior falacia (la peligrosidad del toro y del toreo antiores). Sin embargo Cossío (mejor documentado en la historia del toreo que Vidal) afirmaba justo lo contrario: "Me interesa declarar que no pienso que haya disminuido el riesgo. Torear un toro que puede poco con el estilo plástico de hoy es seguramente más expuesto que torear un toro de poder con los recursos admitidos antaño como corrientes."

Quinta afirmación. Después de Belmonte todos los toreros empezaron a tomar lo que podíamos llamar la Escuela de Belmonte. Y desde entonces (años 14-15) hasta los años 70, mejor o peor interpretado, mejor o peor ejecutado, se seguía el canon de Belmonte. A partir de los años 70, o mejor de los 80, eso ha desaparecido totalmente. Ahora [años 80] se está haciendo un toreo que no tiene absolutamente nada que ver.

Traca final con muchas cosas que comentar. Primero, la afirmación, ya desmentida, de que el toro y el toreo anteriores a la edad de oro eran más peligrosos. 

La segundo afirmación falsa es que todos los toreros empezaron a torear como Belmonte. No es cierto. Lo cierto es que todos entran en el terreno en el que entró Belmonte. pero lo hacen al estilo y con la técnica del toreo en redondo que trajo Joselito. Técnica que, a través de Chicuelo y Manolete, es la que llega a nuestros días. El toreo en ochos, de pitón a pitón, se queda como una técnica más, pero ni es ya la fundamental ni es la base de la faena moderna.

Por eso, por no servir de referente en la muleta, tampoco es verdad que el canon belmontista perviviera hasta los años 70 u 80. El toreo de Belmonte fecundará el toreo de capa que vino después, pero incide poco en la muleta. Lo que pasa es que Vidal estaba en ese momento empeñado en la crítica del toreo de los años 80 y por eso afirma que el canon belmontista se mantiene hasta los años 80. Pero lo hace solo para criticar y denostar a los toreros de los 80. 

Curiosamente, Vidal afirmará algunos años más tarde en su libro "40 años después" (una ácida diatriba contra Manolete y su toreo), que el canon belmontista solo duró hasta la época de Manolete ¿En que quedamos? 

Dice Vidal en ese libro: “Si Belmonte revolucionó el toreo con una nueva concepción interpretativa, en cuya arquitectura cargar la suerte era la piedra angular. Manolete lo contrarrevolucionó con otra de sentido radicalmente contrario: lo que aportó Belmonte a la tauromaquia lo quitó Manolete…la escuela belmontista (no confundir el término con “estilo abelmontado”) tuvo vigencia plena, indiscutible y exclusiva desde poco antes de los años veinte hasta poco después de los cuarenta y, a partir de aquí, hubo de ceder espacio a la norma manoletista (no confundir el término con “estilo amanoletado”)" 

Conclusiones

El relato vidalista no se sostiene. Ni el toreo antiguo (anterior a la edad de oro) era más arriesgado, ni Belmonte un torero ventajista que impuso un toro menos encastado. 

 Por otra parte las contradicciones son evidentes. Si Juan era un torero ventajista no se entiende la defensa de su toreo y la critica a los contrarrevolucionarios que se cargaron su escuela. Por cierto ¿fueron los toreros de los 80 o fue Manolete el culpable de esa ruptura y de todos los males del toreo contemporáneo?

En mi opinión, creo que el gran error del discurso vidalista (error común a otros críticos y aficionados de la misma camada) está en considerar la historia del toreo como un proceso de continua decadencia donde los datos y los hechos se utilizan y manipulan a voluntad para demostrar lo que pensamos.

La historia del toreo es, al contrario, un proceso en continua evolución

Que es lo que sabía ese cronista lúcido y entendido que se llamó Pepe Alameda.


domingo, 7 de septiembre de 2025

La dureza del toreo (XIII) Carmelo Pérez

 Por José Morente
El loco Carmelo en un desplante en la corraleta del Rastro de Tecubaya. Sus visitas al matadero venían exigidas por el negocio de barbacoas al que se dedicaba su familia. Allí aprendería (a su modo) el oficio.

Primeros pasos

En realidad se llamaba Armando, pero se puso en los carteles Carmelo para que su familia y en particular su madre no se enterara de sus andanzas toreriles.

Armando, o sea Carmelo, había nacido en Texcoco (México) en 1908, en el seno de una familia trasladada a Tecubaya (uno de los pueblos históricos de Ciudad de México), diezmada por una dolencia cardiaca hereditaria (solo sobrevivirían los tres hermanos toreros de un total de diez hijos) y amenguada económicamente por negocios desacertados y la muerte en accidente de automóvil del padre de familia.

Enloquecido por el toreo, Carmelo acuñaría un estilo y una técnica absolutamente personal y precursora en el matadero de Tecubaya. Y de ahí -casi sin solución de continuidad- pasó a debutar como novillero en la plaza de Mixcoac en septiembre de 1927.

Carmelo trajo un estilo nuevo. Toreando dentro del terreno del toro

Sus primeras novilladas provocaron un entusiasmo tremendo pues lo que traía Carmelo a los toros era auténticamente novedoso. Los públicos llenaban las plazas al reclamo de su nombre y de lo que esperaban de él. Por eso, solo un año después a finales de 1928 tomo la alternativa en Puebla de manos de Cagancho y con un desatinado encierro (Carmelo siempre estuvo muy mal administrado por sus apoderados) de San Nicolás Peralta.

Cagancho se pasó toda la tarde recomendándole precaución y que no se arrimara tanto, hasta que Carmelo harto le recriminó: "Mire usted, Cagancho, vaya mucho a chingar a su gitana madre, allá de aquel lado y a mí ¡déjeme en paz!!

Pero aquella alternativa tan prematura no tenía sentido y Carmelo renunció para poder presentarse en la plaza del Toreo de la Colonia Condesa como novillero el 5 de mayo de 1929 con Jesús Solórzano y Alberto Balderas y reses de Ajuluapan.

Anduvo perdido en su primer novillo y tampoco consiguió acoplarse con el capote con el que cerraba plaza, por lo que los escasos espectadores empezaron a avandonar el coso. Carmelo enfadado empezó la faena de muleta con las dos rodillas en tierra y el pitón le arrancó la pechera y el corbatín. Siguió con seis muletazos por alto sin mover un alamar.

El alarido del escaso público fue tan brutal que los espectadores que habían abandonado la plaza regresaron a tiempo de presenciar un final de faena alucinante. Recibió una voltereta pero siguió impasible con pasas de pecho y cuatro naturales en un palmo de terreno. Después de cuatro pinchazos y una estocada entera, le concedieron la oreja y lo llevaron en hombros hasta la sede del periódico el Universal.

Mismas emociones se vivirían en las siguientes novilladas por lo que plaza se llenaba hasta la bandera. Lo anunciaron como el torero que asusta (frase de un periodista aunque parece que el primero que lo etiquetó así fue Cagancho)-


La competencia con Esteban García

Pronto le buscaron un competidor en la persona de Estebán García con quien entabló un duelo a muerte, y nunca mejor dicho. Una competencia que aumentó el interés de los públicos pero que duró poco pues a Estebán lo mataría un novillo en la tradicional corrida del día de los muertos en Morelia. Estebán actuaba con cuadrilla improvisada e inexperta de aficionados de la localidad, por lo que nadie acudió al quite cuando el novillo de Queréndaro le asestó varias cuchilladas en el muslo izquierdo, en el vientre y en otras partes del cuerpo. Murió varios días después insultando a Carmelo.


Competencia a cara de perro. Esteban García (sonriente) y Carmelo (taciturno) en el patio de cuadrillas.

Alternativa en el Toreo

El 3 de noviembre de 1929, al día siguiente de la infausta novillada de Morelia, con Esteban agonizando, Carmelo tomaba de nuevo la alternativa en en el Toreo otra vez a manos de Cagancho, acompañados por Heriberto García.


El toro de la alternativa, de Piedras Negras, lo trajo por la calle de la amargura, pero en el sexto se desquitó. Los críticos como Paco Malgesto empezaron a elogiar su técnica y a compararla con la de Belmonte al que decían que superaba pues Carmelo se metía en el terreno del toro con las dos piernas, no con una, y no se quitaba de allí.

Michín

El domingo 17 de noviembre de ese mismo año, Carmelo toreaba su tercera corrida como matador con Antonio Márquez y Pepe Ortíz y con toros de San Diego de los Padres.

17 de noviembre de 1929. Carmelo hace el paseíllo desmonterado vistiendo un terno grana y oro, entre Antonio Márquez y Pepe Ortiz. Esa tarde empezaría su infierno en la tierra. 

El bravísimo séptimo de la tarde (segundo de Carmelo pues Márquez había reglado un toro) se llamaba Michin. Al tercer capotazo el toro lo entrampillo con el pitón izquierdo y lo lanzó hacia delante suyo con un cornadón en el muslo izquierdo. Allí siguió metiendo con saña el pitón una y otra vez, dejando jirones de carne, traje y sangre en el ruedo, asestándole cornada tras cornada hasta que sus horrorizados compañeros pudieron hacerle el quite. Su hermano Silverio en el tendido lo presenció todo.

La carnicería. Carmelo bajo las astas de Michín

Aunque nadie del público pensase que Carmelo podría sobrevivir, lo cierto es que los doctores Ibarra, Rojo de la Vega y Herrera consiguieron salvarle la vida. El parte facultativo describía las siguientes lesiones:

Primera. Herida... de veinticinco centímetros de longitud, situada en el tercio medio inferior de la cara interna del muslo izquierdo, interesando todas las partes blandas, faltando solo la piel para salir por la cara externa, descubrió las venas femorales y desgarró el nervio crural destruyendo grandes porciones musculares

Segunda. Herida... en el hemitórax derecho a la altura del noveno espacio intercostal, de nueve centímetros de extensión 

Tercera. Herida contusa de 3 centímetros en la región axilar que interesó el tejido celular

Cuarta. Herida contusa de 2 centímetros de extensión en la parte superior de la ceja izquierda

Quinta.... desgarradura en la porción izquierda del escroto central de 3 centímetros 

Sexta. Varios varetazos en distintas partes del cuerpo

Pronóstico. El conjunto de lesiones pone en peligro la vida del diestro 

De todas esas heridas conseguería recuperarse Carmelo salvo de la herida del tórax que requirió de la extracción de varias costillas, lo que tuvo que hacerse una a una a lo largo de varios meses. Las molestias y dolores fueron tremendos por lo que le administraron morfina desde el primer momento, durante medio año.

Carmelo tenía que respirar con medio pulmón, cargar con apósitos de gasa para aumentar el volumen de su torso disminuido y supurante, limpiar diariamente la fístula que le dejaron en el pecho, y soportar las sucesivas operaciones de extracciónn de las costillas. Además tuvo que desacostumbrarse a la morfina a fuerza de su enorme voluntad.

Se fue al campo a entrenar y regresó a los ruedos el 4 de enero de 1931 a demostrar que no era un chalado sino un torero genial que traía un toreo novedoso y sorprendente.

Y lo demostró. 

El día de su reaparición toreó de capa de manera deslumbrante y comenzó de muleta al estilo de sus faenas novilleriles, pero se ahogaba y no pudo prolongar el trasteo. En una de sus escasa actuaciones tras la cornada, una tarde en Guadalajara realizó un faenón increible a base de dieciseis naturales seguidos.

El natural de Carmelo.

Carmelo en España

Vino a nuestro país, pero solo pudo torear la corrida de su alternativa española en Toledo con Chicuelo de padrino y Domingo Ortega. Ya no volvería a torear nunca más.

El problema es que aquí los médicos le cerraron la fístula (los doctores mexicanos le habían aconsejado que no lo hiciera), cogió una pulmonía y falleció en la pensión donde se alojaba el 18 de octubre de 1931, maldiciendo a todos e increpando (el también) a su fallecido contrincante Estebán García. Don Manuel Bienvenida, el Papa Negro costeó el traslado de sus restos a México.

¿Logo o genio?

Gillermo H. Cantú se preguntaba:

¿Quien fue realmente Carmelo Pérez? ¿Que hizo de su vida? ¿Fue en verdad un torero de excepción? ¿O simplemente se trató de un muchacho audaz, temerario e ignorante que logró emocionar a los públicos, aunque sin la substancia de un torero consciente que una vez asimiladas las reglas, busca romperlas con serenidad interior y arrojo excepcional? (Silverio o la sendualidad en el toreo, México, Diana, 1987, p. 76)

Para mí, Carmelo Pérez fue un loco genial con un valor desusado pero con un muy buen concepto del toreo, tremendo y sosprendente para el público pero, en realidad, muy técnico y acertado. 

Fué el primero en entrar de verdad en el terreno del toro... y, lo más importante, el primero en quedarse allí.

El aguante de Carmelo

Fuentes (texto y fotografías):

CANTÚ, Guillermo H.,Silverio o la sensualidad del toreo; México, Diana, 1987
GUARNER, Enrique, Historia del toreo en México, México, Diana, 1979

lunes, 1 de septiembre de 2025

Cuando el Almendro torea/la plaza se bambolea

 Por Jose Morente

Miguel Almendro (Beauchy)

Cuando el Almendro torea/la plaza se bambolea

Asi empezaba una copla de Quintero/León y Quiroga que hizo popular Concha Piqué alla´por el año de 1943.

Ese Almendro, que emocionaba a los público, se llamaba Miguel y había nacido en las cercanías de Carmona (no de Osuna como dice la letra). Figuró de manera destacada en las cuadrillas de Fernando el Gallo, del Guerra y en la del Algabeño. 

Acabó sus día pegándose un tiro en la sien en 1899. Ya llevaba algún tiempo dando muestras de desvarío mental.

Enrique Ortega "el Almendro"

Unos años después se juntaron en la cuadrilla de Joselito el Gallo, tres Ortegas. El propio matador, su primo Enrique Ortega "El Cuco" y otro primo hermano de Jose, también llamado Enrique Ortega y al que pusieron de mote el Almendro en homenaje al banderillero del Guerra y por distinguirlo de los anteriores.

Este Enrique Ortega estuvo en la cuadrilla de Joselito desde su alternativa hasta la muerte del maestro en Talavera. Luego pasó por las cuadrillas de Ignacio Sánchez Mejías, Rafael el Gallo y Cagancho. Cuando se retiró fue tratante de ganado y representante de los vinos de la Casa Domecq. Creó un estilo de fandango por soleá (el fandango del Almendro) que popularizó otro primo, Manolo Caracol, hijo del mozo de estoques de Joselito. 

En una entrevista que publicó el Ruedo en 1958 -el año anterior a su muerte- Enrique Ortega "El Almendro" decía que le gustaba mucho ese mote y esa copla de la Piquer:

- ¿Le gusta [su mote]?

- Mucho. Cuando escucho a la Piquer cantar eso de "El Almendro"...

- ¡Cree que es por usted, vamos...!

- No. Pero me gusta.

Coplas del Almendro

ESCUCHAR COPLA DEL ALMENDRO

I
Cuando el Almendro torea,
la plaza se bambolea.
¡Ay, que való, que való!
Es gitano y es de Osuna
con un coló de aceituna 
¡Ay, que coló, que coló!
Y cuando aparece para el paseíllo,
tiran sus sombreros los alguacilillos
y hasta una barrera con peina y con falda
pa' ver al Almendro baja la Giralda.

Estribillo:

¿Dónde está ese toro negro
que tiene tanto podé?
¿Dónde, que aquí está el Almendro,
para enfrentarse con é?
¿Dónde está ese toro negro,
pa' que se quiere ocultá?
Se ponga como se ponga,
él lo tiene que matá.
¡Ole salero y salero!
Viva el Almendro y la mare
que lo jiso tan torero.

II
Dice una niña de nardo
del barrio de San Bernardo:
¡Ay, que való, que való!
Y una duquesa torera
dise desde la barrera:
¡Ay, que caló, que caló!
Y no queda dama que no se accidente,
al ver al torero tan macho y valiente
y sueñan y sueñan de noche y de día,
con ver al Almendro tras su celosía.

Estribillo:

¿Dónde está ese toro negro
que tiene tanto podé?
¿Dónde, que aquí está el Almendro,
para enfrentarse con é?
¿Dónde está ese toro negro,
pa' que se quiere ocultá?
Se ponga como se ponga,
él lo tiene que matá.
¡Ole salero y salero!
Viva el Almendro y la mare
que lo jiso tan torero.

¿Dónde está ese toro negro, 
pa' que se quiere ocultá? 
Se ponga como se ponga,
él lo tiene que matá.
¡Ole salero y salero!
Viva el Almendro y la mare
que lo jiso tan torero.


lunes, 26 de mayo de 2025

Las postales de Joselito (I) Primera tarde en los toros

 Por Gustavo del Barco

Joselito en Cádiz la tierra de la familia de su madre, los Ortega, con solo 6 años, dispuesto a presenciar su primera corrida en la que toreaba su hermano Rafael (a la derecha de la imagen).

Por aquel entonces -allá por el año novecientos uno- Joselito que, naturalmente, ha vivido completamente al margen de los toros por razón de su edad y que sólo sabe de ellos por haber visto alguna vez a su hermano Rafael vestido de torero, es llevado a Cádiz, donde torea el que aún no era Divino, ni siquiera Calvo. Los seis años del peque se deslumbran, y sus grandes pupilas -en las que siempre hubo como una sombra de melancolía- se atracan de luz y de color. El garbo de su hermano, deslumbrante de oros sobre el oro del ruedo; la algarabía de la multitud; el riesgo de los toreros y la belleza de los toros se le quedan clavadas en la retina, y nuestro hombrecito -todo un hombrecito de lustro y pico de edad- piensa seriamente en que cuando el sea mayor, solo un poco mayor, será torero.

DEL BARCO, Gustavo. Joselito "El Gallo" (2ª ed., Sevilla, s.f., Editorial Católica Española, pág. 18) 


domingo, 25 de mayo de 2025

Seis faenas y media

Por Jose Morente

Forte

Hagamos recuento de cuatro días en Madrid. Del miércoles 21 al sábado 24. 

Me salen dos faenas de Fortes, una de Morenito de Aranda, otra de Emilio de Justo, otra de Tomás Rufo y otra de Aguado. Son seis faenas en cuatro días. A la que habría que añadiruna media faena de Castella, con inicio explosivo que se fue diluyendo hacia su final. Seis faenas y media en cuatro días no está nada mal en esa plaza y con ese público.

De Fortes ya hemos hablado en este blog y no es cuestión de repetirnos. Saúl puso el listón en lo alto y ha hecho cara esta feria con su toreo hondo y puro. Lo llevaba haciendo hacia años pero parece que lo que no pasa en Madrid no pasa.

Castella empezó de manera explosiva y acabó diluyendose. Me recordó a Antonio Fuentes, no por lo visto que a Fuentes no le pude ver por razones evidentes, sino por lo leído pues es fama que el sevillano iniciaba muy bien sus trasteos y estos iban de más a menos, generalmente. Lo mismo le ocurre a veces al fránces.

Castella

Morenito de Aranda estuvo muy valiente y muy decidido con un toro complicado de Arauz de Robles que le cogío a mitad de faena. También lo anotamos en su día. Me gustó mucho en ese toro.

Morenito de Aranda

Po lo que respecta a Emilio de Justo y Rufo es de justicia nombrarlos. El primero por entender a un toro interesante y complejo de Victoriano del Río y torearle por la izquierda con la solvencia que acostumbra y el segundo por torear con mucha suavidad y mucha ligazón a un gran toro noble y repetidor de esa tan exigente ganadería. Un gran toro al que supo torear con sutileza el joven diestro.


Emilio de Justo

Tomás Rufo

Inciso. Cerraba el cartel ese día Andrés Roca Rey al que le tocó el lote complicado y difícil y al que no quisieron dejarle torear. Mucho me temo que de aquí en adelante al peruano no le van a dejar expresar su concepto del toreo en esta plaza. Ha heredado la púrpura y eso pesa. Y es que en Madrid siempre ha pasado lo mismo. Que se lo digan si no a Lagartijo, Guerrita, Joselito, Luis Miguel o el Juli. Una plaza muy mala para toreros buenos. Lo bueno es que esa inquina madrileña alzaprima el caché de un torero y lo encumbra. Mientras más te chillen en Madrid, mejor torero eres, Andrés.

Queda para rematar la gran faena de ayer de Aguado con un sexto toro de Torrealta que salvó la tarde de los malos toros de Juan Pedro. Como dijo un joven aficionado detrás mía al arrastrar el quinto "mientras falte un toro hay esperanza". Lo clavó, porque la faena de Aguado fue un lujo tras una mala tarde en un mano a mano de artistas. Aguado sacó a pasear un toreo solvente y pinturero. Con muchos detalles de arte del bueno. Nada impostado. Faena interesantísima con naturales de excepción coronada por contundente espadazo y muerte espectacular del toro premiada con una justa oreja. Lo mejor esas gotas de sevillanía derramadas en territorio comanche. Un lujo que no fue apreciado ni valorado por todos.

Aguado

Al final el balance de la semana es bueno o muy bueno pues, en una plaza donde es dificil ver torear por diversas razones, hemos visto cuajar en cuatro días seis faenas... y media. Alguna de ellas excepcional.

A los toros siempre vamos con ilusión, pero no siempre se sale de la plaza con alegría. Sin embargo, esta vez regresamos a Málaga más que satisfechos.


jueves, 22 de mayo de 2025

El toreo de Fortes no cabe por la Puerta Grande de las Ventas (Zabala dixit)

 Por Jose Morente

Fortes en la vuelta al ruedo ayer en las Ventas. La imagen del triunfo cabal y legal. La imagen que nos gusta como aficionados. La del éxito merecido. Hemos pasado de la épica admirable pero quizás prescindible al toreo entregado y puro del que no podemos, ni queremos, prescindir.


Hoy toca hablar de como estuvo ayer Saúl Jimenez Fortes en Madrid. Y de la dimensión (enorme) del toreo que el diestro malagueño viene haciendo cada vez que torea. 

Que Saúl viene toreando como está toreando, como toreó ayer en Madrid, es algo que saben (sabemos) pocos aficionados, solo quienes le hemos podido ver en sus últimas temporadas. Muy pocas tardes por la escasez de contratas debido a muchos factores incluido la ceguera de las empresas. Tardes escasas, pero todas esas tardes con un toreo de enorme calado e importancia. 

Una realidad palpable que necesitaba el refrendo de una plaza como la de Madrid. Hacía falta que su toreo lo viesen, lo disfrutasen y cantasen los periodistas y el público madrileños.

Y eso es lo que han visto. Y eso es lo que se ha cantando en los medios y lo que cantaron en la plaza -hasta enronquecer- los aficionados. Ayer en Madrid sonó ese olé tan peculiar y único de esta plaza que ruge cuando se torea como toreó ayer Fortes. El olé de las grandes faenas.

Fueron dos faenas diferentes y magníficas a dos toros muy diferentes y no tan magníficos. Noble pero con cortas embestidas el primero y muy embravecido, listo y con peligro defensivo su segundo. Pues a los dos les toreó Fortes como hay que torear. Con pureza, entrega y conocimiento. Conocimiento de las suertes y de las reses complementado con el valor de verdad, con el que hay que tener para torear de verdad. No descubro nada si digo que este torero es un torero valiente. Si lo descubro quizás si digo que desde hace unos años Saúl está poniendo su valor (enorme) al servicio de su toreo, del toreo, y no tanto al servicio de la épica. La épica puede ser prescindible. Esta forma de torear, no. Gran tarde, por tanto, del diestro malagueño completada con una también buena y entregada faena de Morenito de Aranda. 

Leyendo la prensa, no para enterarme de lo que hizo Saúl, sino para enterarme de quien chanela y quien no entre los periodistas actuales, me agrada y sorprende la unanimidad con la que la Prensa ha valorado las faenas de Saúl, pero hay un titular que me ha llamado poderosamente la atención. El de Vicente Zabala en El Mundo.

Dice el periodista del Mundo en su titular que "La dimensión de Fortes no cabe por la Puerta Grande de Las Ventas". Me ha encantado. Y me ha encantado la frase porque Zabala tiene toda la razón por muchos motivos. No hubo Puerta Grande, cierto, pero el toreo de Fortes fue de tal calado y de tal importancia que la Puerta Grande de las Ventas se ha queda chica para premiar tamaña forma de torear.


Como dice, por wasap, un amigo mío (El Divino Calvo) en comentario que suscribo:

Personalmente lo de ayer me dejará más recuerdos que todas las puertas grandes de muchos toreros, con todos mis respetos para ellos.

Y no digo nada más, pues ayer me quedé ronco dandole olés al toreo entregado y puro de Saúl Jimenez Fortes en la plaza de Madrid. 

domingo, 18 de mayo de 2025

A vueltas con Reverte

 Por Jose Morente

Ayer deciamos que los lances a una mano de Joselito al berrendo Barrabás de Vicente Martínez, lo eran al estilo de Reverte o sea recortes capote al brazo.


Sobre este tema, del lance de Reverte ya publicamos una entrada en este blog Descubriendo a Reverte en la que explicabamos que habíamos identificado al diestro de Alcalá en una de las viejas películas de los hermanos Lumiére.

Aunque no publicamos entonces la película, lo hacemos hoy. Veremos colocar al toro (otro berrendo, por cierto, de Orozco, procedencia Hidalgo Barquero) en suerte para una vara y tras la vara, aparecer por la derecha de la imagen, a Antonio Reverte para darle al toro uno de sus famosos recortes capote al brazo. Más ceñido imposible. 

Lo que ocurre es que como Reverte no era Joselito y, tras rematar el lance, el toro hace por el, el diesto de Alcalá emprende una "graciosa huida", que diría Pepe Alameda, lo que incluye un simpático saltito. 

Por cierto, por unos saltitos parecidos al de Reverte llamaron Gallito al primero de los Gallos, José, el hermano del señor Fernando y tío de Joselito. Asi que, en cierto modo, en esta cinta se vuelven a juntar Reverte con Joselito, este último legítimo heredero de esa Casa que es al toreo, lo que la de Alba lo es a la nobleza española.


A solicitud de un amigo mío que es muy buen aficionado pero con el único defecto de no gustarle la técnica (¡esto es broma!), va esta otra película de un fino, finísimo, torero vasco Serafín Vigiola "Torquito", toreando también a lo Reverte, capote al brazo. No puede ser su hermano Víctor como dice el locutor, pues este en aquellas fechas no había debutado ni viajado a México.

El primer recorte que da merece la pena por lo parado del lance. Por cierto, que el toro otro berrendo podría ser por hechuras un Pablo Romero de los de antes del cruce (del cruce que siempre negó la familia) con toros de Saltillo. Aunque eso, que sea un Pablo Romero, es solo una hipótesis que habría que confirmar cruzando datos y fechas. 

En todo caso, me parece de gran interés poder desempolvar esta vieja película por la actitud del torero y lo curioso y efectista del lance. Así podemos hacernos una idea del impacto que causaba este lance cuando lo daba Reverte, torero mediático a más no poder.


Y para rematar ya de verdad, una cuestión terminológica. La denominación de revertina que algunos aficionados modernos dan a este recorte con el que cimentó su fama Reverte, no me gusta. Prefiero el término tradicional: "recorte capote al brazo" y la apostilla "al estilo de Reverte". Pero eso es solo cuestión de gustos.

Reverte en un recorte capote al brazo en la plaza francesa de Marsella, el 6 de septiembre de 1903 ante un toro berrendo de Benjumea, ganado que, por pastar cerca de su pueblo, toreaba de noche cuando era un maletilla furtivo. Es su última corrida. Quizás su último recorte por este estilo. Faltan muy pocos días para la operación que le causaría su muerte.