Joselito el Gallo se desplanta en Madrid, Belmonte al fondo sigue atento la faena. |
"Otro día, hablando de lo mismo en la tertulia del café -todos hemos de tener una manera de perder el tiempo para olvidarnos de que el tiempo nos pierde a nosotros-, surgió el aficionado intransigente de las afirmaciones rotundas, en el preciso momento en que yo hice un moderado elogio de la faena bonita de un torerillo en ciernes, con un toro que no era precisamente un barrabás por la intención, ni el buey Apis por el volumen, ni hubiera podido raptar a Europa llevándosela sobre sus lomos.
El hombre se puso fuera de sí (...)
- Usted ha perdido los papeles, don Felipe, y ya no sabe ver toros (...)
Salí al paso del exagerado y sistemático detractor del toreo actual (...) y para hacer resaltar el peligro recordé las tres o cuatro últimas corridas en las que unos toros no muy grandes, pero mansos, con casta y nervio, habían herido a los toreros.
- Nada, nada -me rebatió el aficionado furioso- que los toreen bien, y ya verá usted como no pasa nada. Es decir, va usted a ver todo lo contrario, como ya ha empezado usted a verlo, en cuanto salgan los bichos no criados sólo con hierba, sino con grano.
-Razón demás -argüí- cuando se exige a todo trance que se toree muy parado y muy cerca y haciendo la estatua.
-Para eso cobran, y, además, déjese usted de músicas; yo soy amigo del toro porque soy buen aficionado.
-No digo que usted lo sea malo; pero, precisamente para ser bueno, para acabar de ser bueno y justo, hay que fijarse en el toro siempre y no hablar sólo de la poca habilidad del diestro cuando la faena fue deslucida con un toro intoreable, y no decir siempre que el enemigo era una "pera en dulce", para rebajar una faena brillante, en la que el toro pareció siempre mejor de lo que era por la calidad magnífica del torero que supo aprovecharlo.
En cierta ocasión, toreaba Joselito muy bien un toro muy bueno, y Belmonte mirábale torear con deleite, cuando un amigo de éste, por congraciarse con él, le hizo esta reflexión: "¡Qué toro le ha tocado a este torero!".
A lo que Belmonte, que siempre fue justo y buen aficionado, además de gran artista, respondió en el acto: "Y que torero le ha tocado a ese toro"
Felipe Sassone. El "caso"Manolete-Y otras divagaciones taurómacas antes y después de Joselito y Belmonte (1ª ed., s.l., Ediciones Mediterráneo, 1943. Págs. 106-108)
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