domingo, 14 de septiembre de 2025

Asi toreaba (en ochos)... Rafael Ortega

 Por Jose Morente

Grandiosa estocada de Rafael Ortega (ABC)

Rafael Ortega (San Fernando, Cádiz; 4 de julio de 1921 – Cádiz, 18 de diciembre de 1997) ha sido uno de los toreros de interesantes de la postguerra española. Uno de los grandes estoqueadores de todos los tiempos al que, sin embargo, penalizado ante los públicos por su figura que denotaba cierta tendencia a la obesidad y con una calvicie prematura. 

Su toreo de muleta estaba al nivel de su estoque. Por eso, Antonio Ordóñez pudo decir que “Es el mejor que ha toreado de todos nosotros” y Antoñete, allá por el año 85, dejó escrito que "el torero que más me ha gustado, Rafael Ortega, a quien considero además el torero más completo y el que ha toreado con mayor pureza”. 

Natural de Rafael Ortega, muy puro, muy asentado, pero (¿contradicción?) muy en la línea técnica del toreo de Manolete.

Lo de la pureza de Rafael -innegable- dio pié al título del libro que le prologó (¿y le escribió?) Ángel García Mayo, "El toreo puro". Un adjetivo que le ha etiquetado desde entonces.


El caso es que una gran mayoría de los aficionados actuales no le hemos podido ver torear en las plazas, pues Rafael se retiró hace ya 57 años, el 1 de septiembre de 1968, en la plaza de Marbella. Para acercarnos a su toreo tenemos varías fuentes: las películas (viejas películas de NO-DO, Gan o Achúcarro), las fotografías (dificiles de descifrar para quien no es torero) y las crónicas y textos escritos (más engañosos siempre de lo que podríamos suponer).

Es curioso que en un arte visual como es el toreo, los textos escritos hayan tenido tanto peso en nuestra formación como aficionados. Hemos reducido el toreo a varias frases huecas que pretenden explicar la realidad pero que solo sirven para confundir más que para ilustrar.

Ese concepto de lo que es el toreo puro podría ser uno de ellos. La tan traída y llevada pureza ha sido pretexto utilizado (tanto en el toreo como en el flamenco) para encumbrar a unos y descalificar a otros.

No voy a seguir por ahí. Lo que me parece oportuno es rescatar la definición del toreo al natural que daba el propio Rafael Ortega en su libro y compararla con los naturales que daba en la plaza. Dice Ortega (1986:47):

"El toro tiene que venir humillado, metido en la panza de la muleta y con la suerte cargada. La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar; tú citas por un lado o por otro, y en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que haces es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar. El toreo bueno es aquel en que cargas la suerte y apoyas el peso sobre la pierna contraria; y la última parte del pase ha de permitir que el toro te deje colocarte de nuevo sin modificar el terreno, pues lo más clásico y lo más puro es que, en la faena, cuanto menos andes, mejor.

No me refiero a "andarles a los toros" como lo hacía Domingo Ortega, sino a eso de dar un pase aquí y otro allá y recorrer toda plaza para pegarle veinte muletazos sueltos y desligados al toro: eso no es..."

Muy claro y muy gráfico. Tanto que leyendo esto te imaginas (o te crees que imaginas) sin problema como se debe torear al natural en redondo, pero el caso es que ni Ortega (Rafael), ni tampoco Belmonte (Juan), ni Ortega (Domingo) han toreado como sus panegiristas o ellos mismo dijeron que toreaban.

No entro en el primer muletazo de la tanda (siempre controvertido y sobre el que tengo mi propia teoría que algún día contaré) hablo en la manera de  ligar unos muletazos con otros. Pero esa es la historia del toreo en redondo. Ahora estamos hablando de toreros de la otra cuerda, la del toreo cambiado o en ochos.

Ya vimos en este blog como Belmonte, no ligaba nunca los muletazos en serie. Juan toreaba en ochos, yendo al pitón contrario en cada pase, metiendo la pierna y (ahí la diferencia con sus predecesores) dejándola ahí. Era un constante entrar y salir del terreno del toro, enmendando el terreno despúes de cada pase pero aguantando el cabezazo de la res dentro de cacho lo que provocaba enorme emoción.

Belmonte. Nimes (1934) Primer toro

Asi, con la misma técnica del regate (idéntica al mecanismo que usan los recortadores en los bous al carrer y los banderilleros en los pares al quiebro) toreaba Domingo Ortega, como podemos ver en esta faena de Alicante (17/01/1932) que rescatamos del olvido hace ya unos años.

Domingo Ortega en Alicante (enero de 1932)

Y así, metiendo la pierna y desplazando al toro y enlazando los pases en ocho, igual que Belmonte y Domingo Ortega, toreaba Rafael Ortega... ¡cuando toreaba en ochos!.

Auque los estilos son diferentes (patético el de Belmonte, poderoso el de Domingo y sobrio el de Ortega) la técnica es la misma. 

Especialmente sorprende la similitud entre el toreo de Juan y el de Rafael (el de Domingo tiene mucho más movimiento). Ambos -el de Triana y el de San Fernando- se meten en el terreno del toro a pasito corto, cruzando siempre al pitón contrario. 

Pero lo mejor, como siempre digo, es verlo y que cada uno saque sus propias conclusiones.

Rafael Ortega. 1950

Del toreo de Rafael Ortega al natural en redondo y de su ajuste a lo que dejó escrito, hablaremos otro día.



lunes, 8 de septiembre de 2025

Joaquín Vidal. ¿Belmonte ventajista?

 Por José Morente

Joaquín Vidal

Como cada cual ve el toreo de una forma diferente, me parece lógico que cada cual analice e interprete el toreo como mejor le venga en gana. A partir de su propio punto de vista. Algo totalmente legítimo.

Lo que ya no es tan legítimo ni defendible es tergiversar y manipular datos y circunstancias probadas para imponer nuestras convicciones. Lo que hoy algunos llaman crear un relato.

Y ese es el caso del crítico taurino Joaquín Vidal cuando escribía y hablaba de toros. Crear relatos increíbles y falaces pero envueltos en la indiscutible calidad de su prosa y lanzados a través del potente altavoz que a sus palabras prestaba el País, diario en el que escribía. 

He sacado un corte de sus opiniones en el episodio de la serie Retratos que Canal Sur TV dedicó a Juan Belmonte

El fragmento seleccionado no tiene desperdicio. Vidal no analiza el toreo de Belmonte sino que aprovecha la oportunidad que se le brinda para difundir sus teorías sobre la historia del toreo, teorías que se alejan con mucho de la realidad. 

Oigamosle primero.


Nos toca ahora desmenuzar sus curiosas y discutibles opiniones. Unas opiniones que han tenido un eco tremendo en una generación de aficionados (entre los que me incluyo) desorientada por mor de Vidal y otros cuantos gurús de la crítica taurina que ahora no viene al caso nombrar.

Primera afirmación. "El [se refiere a Belmonte] trajo un toreo nuevo que los aficionados antiguos consideraban un toreo de ventaja y un toreo decadente"

Primera afirmación de Vidal y primera sorpresa. Eso de que los aficionados antiguos consideraron a Belmonte, un toreo ventajista y decadente se lo ha sacado Vidal de la manga. 

Más bien al contrario. A Belmonte se le cantó como el torero de la verdad frente a la mentira del toreo anterior y se le comparó con Pedro Romero, figura mítica, al que se suponía piedra angular de un toreo sin ventajas que ya se había perdido y que Juan recuperó.

Es más, con Belmonte se trajo a la palestra la frase de Lagartijo ("Viene el toro, te quitas tú. Que no te quitas tú, te quita el toro") ensalzando como Belmonte había hecho trizas en los ruedos el aforismo lagartijista.

Segunda afirmación. Vidal dice que los precursores de Belmonte y cita al Espartero, Reverte y Antonio Fuentes (Esto último es un error. Debería haber dicho Antonio Montes), fracasaron por intentar citar a esos toros de "enorme casta y pujanza" a menor distancia para acentuar la emoción.

Es falso que el toro de aquellos tiempos tuviera enorme casta y pujanza. Es una falacia. Lo único que ocurría es que no se había inventado el peto ni la penicilina. Al toro no se le picaba, llegaba crudo a la muleta, y cualquier herida podía ser fatal para el torero. En general era un toro más manso y mucho más a la defensiva. Con más sentido, pero no con más bravura ni más casta.

Lo de acortar la distancia merece también un comentario, pues en realidad lo que intentaban los precursores de Juan y a veces conseguían, pero de tarde en tarde, era meterse en el terreno del toro. Cruzarse al pitón contrario. Juan lo hizo.

Tercera afirmación. Cuando Belmonte empezó a mandar en las plazas entonces empezó a seleccionar las ganaderías y reivindicó que el toro no tuviese tanta pujanza, que el toro no tuviese tanta presencia. En definitiva que el toro no tuviese tanta casta.

Que esto no es cierto lo saben hasta los niños de parvulario. El cambio en el ganado de la época del que habla Vidal no es responsabilidad de Belmonte sino de Joselito, cuyo predicamento entre los ganaderos era tremendo, y no tenía como objeto quitar casta a los toros sino todo lo contrario. Se buscaba mejorar la presencia y comportamiento de las reses cara a la faena de muleta. Por ello, se deshechan las reses destartaladas y se busca un toro de embestida más brava y menos defensiva.

Cuarta afirmación.  Vidal contrapone el toreo antiguo, según el de más riesgo, con el toreo de Belmonte, menos auténtico, pero más armónico, más largo, más hondo. El toreo anterior se desechó porque era mas peligroso. 

Un aserto que basa en la anterior falacia (la peligrosidad del toro y del toreo antiores). Sin embargo Cossío (mejor documentado en la historia del toreo que Vidal) afirmaba justo lo contrario: "Me interesa declarar que no pienso que haya disminuido el riesgo. Torear un toro que puede poco con el estilo plástico de hoy es seguramente más expuesto que torear un toro de poder con los recursos admitidos antaño como corrientes."

Quinta afirmación. Después de Belmonte todos los toreros empezaron a tomar lo que podíamos llamar la Escuela de Belmonte. Y desde entonces (años 14-15) hasta los años 70, mejor o peor interpretado, mejor o peor ejecutado, se seguía el canon de Belmonte. A partir de los años 70, o mejor de los 80, eso ha desaparecido totalmente. Ahora [años 80] se está haciendo un toreo que no tiene absolutamente nada que ver.

Traca final con muchas cosas que comentar. Primero, la afirmación, ya desmentida, de que el toro y el toreo anteriores a la edad de oro eran más peligrosos. 

La segundo afirmación falsa es que todos los toreros empezaron a torear como Belmonte. No es cierto. Lo cierto es que todos entran en el terreno en el que entró Belmonte. pero lo hacen al estilo y con la técnica del toreo en redondo que trajo Joselito. Técnica que, a través de Chicuelo y Manolete, es la que llega a nuestros días. El toreo en ochos, de pitón a pitón, se queda como una técnica más, pero ni es ya la fundamental ni es la base de la faena moderna.

Por eso, por no servir de referente en la muleta, tampoco es verdad que el canon belmontista perviviera hasta los años 70 u 80. El toreo de Belmonte fecundará el toreo de capa que vino después, pero incide poco en la muleta. Lo que pasa es que Vidal estaba en ese momento empeñado en la crítica del toreo de los años 80 y por eso afirma que el canon belmontista se mantiene hasta los años 80. Pero lo hace solo para criticar y denostar a los toreros de los 80. 

Curiosamente, Vidal afirmará algunos años más tarde en su libro "40 años después" (una ácida diatriba contra Manolete y su toreo), que el canon belmontista solo duró hasta la época de Manolete ¿En que quedamos? 

Dice Vidal en ese libro: “Si Belmonte revolucionó el toreo con una nueva concepción interpretativa, en cuya arquitectura cargar la suerte era la piedra angular. Manolete lo contrarrevolucionó con otra de sentido radicalmente contrario: lo que aportó Belmonte a la tauromaquia lo quitó Manolete…la escuela belmontista (no confundir el término con “estilo abelmontado”) tuvo vigencia plena, indiscutible y exclusiva desde poco antes de los años veinte hasta poco después de los cuarenta y, a partir de aquí, hubo de ceder espacio a la norma manoletista (no confundir el término con “estilo amanoletado”)" 

Conclusiones

El relato vidalista no se sostiene. Ni el toreo antiguo (anterior a la edad de oro) era más arriesgado, ni Belmonte un torero ventajista que impuso un toro menos encastado. 

 Por otra parte las contradicciones son evidentes. Si Juan era un torero ventajista no se entiende la defensa de su toreo y la critica a los contrarrevolucionarios que se cargaron su escuela. Por cierto ¿fueron los toreros de los 80 o fue Manolete el culpable de esa ruptura y de todos los males del toreo contemporáneo?

En mi opinión, creo que el gran error del discurso vidalista (error común a otros críticos y aficionados de la misma camada) está en considerar la historia del toreo como un proceso de continua decadencia donde los datos y los hechos se utilizan y manipulan a voluntad para demostrar lo que pensamos.

La historia del toreo es, al contrario, un proceso en continua evolución

Que es lo que sabía ese cronista lúcido y entendido que se llamó Pepe Alameda.


domingo, 7 de septiembre de 2025

La dureza del toreo (XIII) Carmelo Pérez

 Por José Morente
El loco Carmelo en un desplante en la corraleta del Rastro de Tecubaya. Sus visitas al matadero venían exigidas por el negocio de barbacoas al que se dedicaba su familia. Allí aprendería (a su modo) el oficio.

Primeros pasos

En realidad se llamaba Armando, pero se puso en los carteles Carmelo para que su familia y en particular su madre no se enterara de sus andanzas toreriles.

Armando, o sea Carmelo, había nacido en Texcoco (México) en 1908, en el seno de una familia trasladada a Tecubaya (uno de los pueblos históricos de Ciudad de México), diezmada por una dolencia cardiaca hereditaria (solo sobrevivirían los tres hermanos toreros de un total de diez hijos) y amenguada económicamente por negocios desacertados y la muerte en accidente de automóvil del padre de familia.

Enloquecido por el toreo, Carmelo acuñaría un estilo y una técnica absolutamente personal y precursora en el matadero de Tecubaya. Y de ahí -casi sin solución de continuidad- pasó a debutar como novillero en la plaza de Mixcoac en septiembre de 1927.

Carmelo trajo un estilo nuevo. Toreando dentro del terreno del toro

Sus primeras novilladas provocaron un entusiasmo tremendo pues lo que traía Carmelo a los toros era auténticamente novedoso. Los públicos llenaban las plazas al reclamo de su nombre y de lo que esperaban de él. Por eso, solo un año después a finales de 1928 tomo la alternativa en Puebla de manos de Cagancho y con un desatinado encierro (Carmelo siempre estuvo muy mal administrado por sus apoderados) de San Nicolás Peralta.

Cagancho se pasó toda la tarde recomendándole precaución y que no se arrimara tanto, hasta que Carmelo harto le recriminó: "Mire usted, Cagancho, vaya mucho a chingar a su gitana madre, allá de aquel lado y a mí ¡déjeme en paz!!

Pero aquella alternativa tan prematura no tenía sentido y Carmelo renunció para poder presentarse en la plaza del Toreo de la Colonia Condesa como novillero el 5 de mayo de 1929 con Jesús Solórzano y Alberto Balderas y reses de Ajuluapan.

Anduvo perdido en su primer novillo y tampoco consiguió acoplarse con el capote con el que cerraba plaza, por lo que los escasos espectadores empezaron a avandonar el coso. Carmelo enfadado empezó la faena de muleta con las dos rodillas en tierra y el pitón le arrancó la pechera y el corbatín. Siguió con seis muletazos por alto sin mover un alamar.

El alarido del escaso público fue tan brutal que los espectadores que habían abandonado la plaza regresaron a tiempo de presenciar un final de faena alucinante. Recibió una voltereta pero siguió impasible con pasas de pecho y cuatro naturales en un palmo de terreno. Después de cuatro pinchazos y una estocada entera, le concedieron la oreja y lo llevaron en hombros hasta la sede del periódico el Universal.

Mismas emociones se vivirían en las siguientes novilladas por lo que plaza se llenaba hasta la bandera. Lo anunciaron como el torero que asusta (frase de un periodista aunque parece que el primero que lo etiquetó así fue Cagancho)-


La competencia con Esteban García

Pronto le buscaron un competidor en la persona de Estebán García con quien entabló un duelo a muerte, y nunca mejor dicho. Una competencia que aumentó el interés de los públicos pero que duró poco pues a Estebán lo mataría un novillo en la tradicional corrida del día de los muertos en Morelia. Estebán actuaba con cuadrilla improvisada e inexperta de aficionados de la localidad, por lo que nadie acudió al quite cuando el novillo de Queréndaro le asestó varias cuchilladas en el muslo izquierdo, en el vientre y en otras partes del cuerpo. Murió varios días después insultando a Carmelo.


Competencia a cara de perro. Esteban García (sonriente) y Carmelo (taciturno) en el patio de cuadrillas.

Alternativa en el Toreo

El 3 de noviembre de 1929, al día siguiente de la infausta novillada de Morelia, con Esteban agonizando, Carmelo tomaba de nuevo la alternativa en en el Toreo otra vez a manos de Cagancho, acompañados por Heriberto García.


El toro de la alternativa, de Piedras Negras, lo trajo por la calle de la amargura, pero en el sexto se desquitó. Los críticos como Paco Malgesto empezaron a elogiar su técnica y a compararla con la de Belmonte al que decían que superaba pues Carmelo se metía en el terreno del toro con las dos piernas, no con una, y no se quitaba de allí.

Michín

El domingo 17 de noviembre de ese mismo año, Carmelo toreaba su tercera corrida como matador con Antonio Márquez y Pepe Ortíz y con toros de San Diego de los Padres.

17 de noviembre de 1929. Carmelo hace el paseíllo desmonterado vistiendo un terno grana y oro, entre Antonio Márquez y Pepe Ortiz. Esa tarde empezaría su infierno en la tierra. 

El bravísimo séptimo de la tarde (segundo de Carmelo pues Márquez había reglado un toro) se llamaba Michin. Al tercer capotazo el toro lo entrampillo con el pitón izquierdo y lo lanzó hacia delante suyo con un cornadón en el muslo izquierdo. Allí siguió metiendo con saña el pitón una y otra vez, dejando jirones de carne, traje y sangre en el ruedo, asestándole cornada tras cornada hasta que sus horrorizados compañeros pudieron hacerle el quite. Su hermano Silverio en el tendido lo presenció todo.

La carnicería. Carmelo bajo las astas de Michín

Aunque nadie del público pensase que Carmelo podría sobrevivir, lo cierto es que los doctores Ibarra, Rojo de la Vega y Herrera consiguieron salvarle la vida. El parte facultativo describía las siguientes lesiones:

Primera. Herida... de veinticinco centímetros de longitud, situada en el tercio medio inferior de la cara interna del muslo izquierdo, interesando todas las partes blandas, faltando solo la piel para salir por la cara externa, descubrió las venas femorales y desgarró el nervio crural destruyendo grandes porciones musculares

Segunda. Herida... en el hemitórax derecho a la altura del noveno espacio intercostal, de nueve centímetros de extensión 

Tercera. Herida contusa de 3 centímetros en la región axilar que interesó el tejido celular

Cuarta. Herida contusa de 2 centímetros de extensión en la parte superior de la ceja izquierda

Quinta.... desgarradura en la porción izquierda del escroto central de 3 centímetros 

Sexta. Varios varetazos en distintas partes del cuerpo

Pronóstico. El conjunto de lesiones pone en peligro la vida del diestro 

De todas esas heridas conseguería recuperarse Carmelo salvo de la herida del tórax que requirió de la extracción de varias costillas, lo que tuvo que hacerse una a una a lo largo de varios meses. Las molestias y dolores fueron tremendos por lo que le administraron morfina desde el primer momento, durante medio año.

Carmelo tenía que respirar con medio pulmón, cargar con apósitos de gasa para aumentar el volumen de su torso disminuido y supurante, limpiar diariamente la fístula que le dejaron en el pecho, y soportar las sucesivas operaciones de extracciónn de las costillas. Además tuvo que desacostumbrarse a la morfina a fuerza de su enorme voluntad.

Se fue al campo a entrenar y regresó a los ruedos el 4 de enero de 1931 a demostrar que no era un chalado sino un torero genial que traía un toreo novedoso y sorprendente.

Y lo demostró. 

El día de su reaparición toreó de capa de manera deslumbrante y comenzó de muleta al estilo de sus faenas novilleriles, pero se ahogaba y no pudo prolongar el trasteo. En una de sus escasa actuaciones tras la cornada, una tarde en Guadalajara realizó un faenón increible a base de dieciseis naturales seguidos.

El natural de Carmelo.

Carmelo en España

Vino a nuestro país, pero solo pudo torear la corrida de su alternativa española en Toledo con Chicuelo de padrino y Domingo Ortega. Ya no volvería a torear nunca más.

El problema es que aquí los médicos le cerraron la fístula (los doctores mexicanos le habían aconsejado que no lo hiciera), cogió una pulmonía y falleció en la pensión donde se alojaba el 18 de octubre de 1931, maldiciendo a todos e increpando (el también) a su fallecido contrincante Estebán García. Don Manuel Bienvenida, el Papa Negro costeó el traslado de sus restos a México.

¿Logo o genio?

Gillermo H. Cantú se preguntaba:

¿Quien fue realmente Carmelo Pérez? ¿Que hizo de su vida? ¿Fue en verdad un torero de excepción? ¿O simplemente se trató de un muchacho audaz, temerario e ignorante que logró emocionar a los públicos, aunque sin la substancia de un torero consciente que una vez asimiladas las reglas, busca romperlas con serenidad interior y arrojo excepcional? (Silverio o la sendualidad en el toreo, México, Diana, 1987, p. 76)

Para mí, Carmelo Pérez fue un loco genial con un valor desusado pero con un muy buen concepto del toreo, tremendo y sosprendente para el público pero, en realidad, muy técnico y acertado. 

Fué el primero en entrar de verdad en el terreno del toro... y, lo más importante, el primero en quedarse allí.

El aguante de Carmelo

Fuentes (texto y fotografías):

CANTÚ, Guillermo H.,Silverio o la sensualidad del toreo; México, Diana, 1987
GUARNER, Enrique, Historia del toreo en México, México, Diana, 1979

lunes, 1 de septiembre de 2025

Cuando el Almendro torea/la plaza se bambolea

 Por Jose Morente

Miguel Almendro (Beauchy)

Cuando el Almendro torea/la plaza se bambolea

Asi empezaba una copla de Quintero/León y Quiroga que hizo popular Concha Piqué alla´por el año de 1943.

Ese Almendro, que emocionaba a los público, se llamaba Miguel y había nacido en las cercanías de Carmona (no de Osuna como dice la letra). Figuró de manera destacada en las cuadrillas de Fernando el Gallo, del Guerra y en la del Algabeño. 

Acabó sus día pegándose un tiro en la sien en 1899. Ya llevaba algún tiempo dando muestras de desvarío mental.

Enrique Ortega "el Almendro"

Unos años después se juntaron en la cuadrilla de Joselito el Gallo, tres Ortegas. El propio matador, su primo Enrique Ortega "El Cuco" y otro primo hermano de Jose, también llamado Enrique Ortega y al que pusieron de mote el Almendro en homenaje al banderillero del Guerra y por distinguirlo de los anteriores.

Este Enrique Ortega estuvo en la cuadrilla de Joselito desde su alternativa hasta la muerte del maestro en Talavera. Luego pasó por las cuadrillas de Ignacio Sánchez Mejías, Rafael el Gallo y Cagancho. Cuando se retiró fue tratante de ganado y representante de los vinos de la Casa Domecq. Creó un estilo de fandango por soleá (el fandango del Almendro) que popularizó otro primo, Manolo Caracol, hijo del mozo de estoques de Joselito. 

En una entrevista que publicó el Ruedo en 1958 -el año anterior a su muerte- Enrique Ortega "El Almendro" decía que le gustaba mucho ese mote y esa copla de la Piquer:

- ¿Le gusta [su mote]?

- Mucho. Cuando escucho a la Piquer cantar eso de "El Almendro"...

- ¡Cree que es por usted, vamos...!

- No. Pero me gusta.

Coplas del Almendro

ESCUCHAR COPLA DEL ALMENDRO

I
Cuando el Almendro torea,
la plaza se bambolea.
¡Ay, que való, que való!
Es gitano y es de Osuna
con un coló de aceituna 
¡Ay, que coló, que coló!
Y cuando aparece para el paseíllo,
tiran sus sombreros los alguacilillos
y hasta una barrera con peina y con falda
pa' ver al Almendro baja la Giralda.

Estribillo:

¿Dónde está ese toro negro
que tiene tanto podé?
¿Dónde, que aquí está el Almendro,
para enfrentarse con é?
¿Dónde está ese toro negro,
pa' que se quiere ocultá?
Se ponga como se ponga,
él lo tiene que matá.
¡Ole salero y salero!
Viva el Almendro y la mare
que lo jiso tan torero.

II
Dice una niña de nardo
del barrio de San Bernardo:
¡Ay, que való, que való!
Y una duquesa torera
dise desde la barrera:
¡Ay, que caló, que caló!
Y no queda dama que no se accidente,
al ver al torero tan macho y valiente
y sueñan y sueñan de noche y de día,
con ver al Almendro tras su celosía.

Estribillo:

¿Dónde está ese toro negro
que tiene tanto podé?
¿Dónde, que aquí está el Almendro,
para enfrentarse con é?
¿Dónde está ese toro negro,
pa' que se quiere ocultá?
Se ponga como se ponga,
él lo tiene que matá.
¡Ole salero y salero!
Viva el Almendro y la mare
que lo jiso tan torero.

¿Dónde está ese toro negro, 
pa' que se quiere ocultá? 
Se ponga como se ponga,
él lo tiene que matá.
¡Ole salero y salero!
Viva el Almendro y la mare
que lo jiso tan torero.