Hay quien sostiene que templar es acomodar la velocidad de los engaños a la de los toros.
Por el contrario, parece mayoritaria la opinión de que no hay temple si esa sincronización no se hace de forma lenta. O sea que sin torear despacio no se templa, con independencia de la velocidad inicial del toro.
Sobre esto parece que no hay discusión. Lo que ya no está claro es como se consigue llevar despacio a un toro que embiste rápido.
Estoy releyendo a Federico M. Alcázar (escritor de los años 30 a los 60) por instancia de mi amigo y muy buen aficionado Joaquín Albaicín y Alcázar dice que el temple se consigue por el milagro de la muleta del torero (no es broma) y pone a Belmonte como prototipo.
Algo de cierto puede haber, pero a mí esta explicación no me acaba de convencer por lo que me he dedicado a indagar lo que distintos autores dicen sobre este tema. Comencemos por el principio.
Primera definición del temple. El mando para obligar al toro (J.R.A.)
Curiosamente, la primera explicación y análisis de la cuestión se encuentra en un texto muy antiguo donde creo que se da la primera definición del temple que existe escrita.
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Pedro Romero |
Se trata de un extracto de una carta publicada en el Diario de Madrid hace más de doscientos años (concretamente el día 16 de noviembre de 1779) y escrita por un partidario de Pedro Romero (El autor se autotitula “romerista”) que firma con las siglas J.R.A. y polemiza con otros aficionados sobre los méritos de cada uno de los toreros en alza entonces (Pepe-Hillo, Pedro Romero y Joaquín Rodríguez Costillares).
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Pepe-Hillo |
Sobre la muleta de Pedro Romero dice:
Sepa Vmd. Señor mío, que el timón de esta nave es la muleta, en que es Romero inimitable, ya llevándola horizontal al compás del ímpetu del toro, ya llevándola rastrera como barriéndole el piso donde ha de caer ó que ha de besar mal su grado, aquella muleta que siempre huye, y nunca se alexa de los ojos de la fiera, que a veces la obedece como un caballo al freno. En esa muleta libra Romero su vida…
No se habla de temple, pero la definición corresponde a ese concepto. Lo interesante es que ya desde esa fecha no solo se habla de una muleta que se mantiene siempre a la misma distancia del toro, sino que también se le atribuye la capacidad de frenar (atemperar) la embestida del mismo. Si bien no se relacionan los conceptos ya se hace referencia y se habla de una muleta rastrera que barre el suelo.
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Costillares y su cuadrilla |
Lo anterior es un esbozo de una teoría. Su exposición más completa se encuentrará posteriormente en Paco Malgesto, escritor y revistero mexicano y en Domingo Delgado de la Cámara, escritor y aficionado español.
Segunda definición del temple. El mando para tirar del toro (Gregorio Corrochano)
Muchos años después Gregorio Corrochano analiza esta cuestión en su libro ¿Qué es torear? Introducción a la Tauromaquia de Joselito (Editorial Revista de Occidente, Madrid, 1ª Ed., 1953)
Don Gregorio dedicó un capítulo entero de la Tauromaquia de Joselito al temple de su rival. El título (precioso) “El toro se queda y no pasa ¿Por qué?”
Plantea el temple no desde el torero que frena la embestida del toro agresivo, sino desde la situación contraria. La del toro quedado, mansote al que le cuesta embestir. Y señala que el día que aparezca un torero que dé al toro el temple preciso y justo la frase “el toro se queda y no pasa” dejará de tener sentido.
Señala que Belmonte es el torero que más se aproximó a ese concepto y que el secreto del temple está en conservar las distancias. Relaciona además temple con mando (obligó, tiró, pasó, etc.), pero no con la capacidad de frenar al toro.
Pone un ejemplo de faena de Belmonte donde esté toreó lentísimo y señala que eso fue así porque el toro era lentísimo. Para Corrochano, temple y lentitud no tienen por qué coincidir.
Interesante como siempre, pero lo cierto es que Corrochano tampoco resuelve la duda planteada. Su teoría vale para los toros quedados, pero no para los toros que embisten rápidos.
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Juan Belmonte y su espectacular media verónica |
(Continuará)