domingo, 28 de agosto de 2022

¡Que ganas tengo de que llegue octubre!

 Por Jose Morente

16 de agosto del fatídico 1947. Matías Prat entrevista a Manolete en el callejón de la plaza de toros de San Sebastián

- ¡Que ganas tengo de que llegue octubre!

Eso le decía un hastiado y agotado Manolete a Matías Prat, en el callejón de la plaza de San Sebastián el 16 de agosto de 1947, tan sólo unos días antes de lo de Linares.

Manolete había estado sensacional en su primer toro, bravo y noble, cuajando una gran faena, de la que destacaba una tanda de cinco naturales rematados con un sensacional pase de pecho. Pero su segundo había sido manso y como el decía en otra entrevista ese mismo verano: 

- Lo más probable es que el año que viene no me vista de torero en España. Y a lo peor al siguiente tampoco (...) Estoy disgustado, amargado,... El público está cada vez más exigente conmigo. Y yo hago todo lo humanamente posible para quedar bien. En las corridas del norte he podido comprobar cómo la gente que cuando ve a un torero apurado porque su toro no se presta al lucimiento, se limita a decir: "¡Mátalo!", a mí me silba. Créame usted que si no fuera porque ya están firmados los contratos, y parecería una deslealtad o una cobardía no cumplir los compromisos pactados..., ahora mismito lo dejaba todo y no volvía a vestirme más de torero.

Manolete, agotado y exhausto tras la lidia de sus toros. Gijón, 24 de agosto.

El caso es que el verano del 47 fue un verano muy incómodo para Manolete. El público chillón le exigía cada vez más y más, la mayor parte de las veces sin motivo. Una campaña de prensa orquestada en su descrédito iba consolidando un ambiente hostil en contra de unos de los toreros más honrados que ha dado la historia. La primera piedra la había lanzado Corrochano cuando en una corrida de feria de Sevilla a la que acudió Manolo de espectador dijo que parecía un banquero más que un torero. 

Gregorio Corrochano o el poder de la Prensa. El influyente crítico siempre estuvo detrás de todas las espurias campañas de prensa contra los mejores toreros de cada época (Gallito, Manolete, etc...). A don Gregoria le encantaba ejercer el poder que da la pluma sobre todo cuando se ejerce desde un medio tan influyente como el diario ABC.

No solo don Gregorio. Hubo otros muchos críticos que secundaron a Corrochano poniendo al público en contra del maestro cordobés. Y consiguiendo que, como decía Manolete, "la gente está más pendiente de lo que gano que de lo que hago".

Un buen ejemplo es el de este artículo aparecido en el Ruedo el 28 de agosto, precisamente el mismo día que Islero cogía mortalmente en Linares a Manuel Rodríguez Manolete.

Este artículo publicado en el Ruedo el día 28 (¡el mismo día de la cogida de Linares!) es un buen ejemplo de la inquina de la prensa empeñada en criticar al torero siquiera fuera de modo indirecto. Aunque no lo nombra, el artículo es un ataque frontal al diestro cordobés. 

La muerte de Manolete en la plaza de Linares acalló las injustificadas críticas contra su figura. De hecho, solo una semana después del artículo antes citado, en el número extraordinario que el semanario el Ruedo dedicó a su muerte, se reconocía sin matices la grandeza e importancia de Manolete en la historia del toreo.

Una tregua en la guerra contra Manolete que, por desgracia, solo sería temporal.

En el extraordinario de El Ruedo del día 4 de septiembre, se reconocía la grandeza e importancia de Manolete en la historia del toreo y su esencial aportación al toreo de muleta. Una tregua temporal en el sistemático ataque contra el Monstruo. No pasaría mucho tiempo para que volvieran los ataques (injustificados) contra su figura por parte de una crítica desorientada y desorientadora.


viernes, 26 de agosto de 2022

El comportamiento del toro: La clase

 Por Jose Morente

Cobradiezmos. Clase a raudales (Foto: Diario de Sevilla)


La clase de los toros. Definición tradicional: Los distintos tipos de embestida

Tradicionalmente se ha utilizado el término "clase" referida al toro de lidia para distinguir los distintos tipos o matices de su comportamiento. Un toro pertenece a la clase de los bravucones, igual que otro pertenece a la clase de los "revoltosos", etcétera...

Luis Nieto Manjón en su Diccionario Ilustrado de Términos Taurinos (1987), lo define así:

"Clase. Distinción o categoría que diferencia a los toros, atendiendo a su comportamiento

Y copia un párrafo de la Tauromaquia de Paquiro (1836). Este:

"Los toros no son tan exactamente iguales que no puedan hacerse de ellos varias clases, asignándoles a cada una su carácter distintivo, y cuyo conocimiento es indispensable para la ejecución de las suertes, que como veremos más adelante no todas pueden hacerse con toda clase de los toros. Los divido pues en boyantes, revoltosos, que se ciñen, que ganan terreno, de sentido y abantos

Toro manso condenado a banderillas de fuego (foto publicada en el Estoconazo)

Para el torero es crucial discernir y diferenciar estos matices de la embestida para poder encarar la faena con unas mínimas garantías de éxito.

Es posible que al aficionado, a algunos aficionados, estas definiciones y matices les traigan al pairo y prefieran no complicarse la vida con estas disquisiciones, pero deberían importarles si es que quieren ser justos a la hora de valorar el mérito de cada faena. Un mérito que está en función de las condiciones y dificultades de cada res, como sostenía y enseñaba con acierto don Gregorio Corrochano.

Dejando al margen a Cazarratas y ejemplares de similar ralea, el comportamiento del toro es el que tiene que servir de referencia para determinar el mérito de lo que se hace en la plaza (Foto de Ana Escribano)

El toro de clase. Segunda definición: Una embestida superior

Si inicialmente el término clase implicaba diferentes comportamientos, posteriormente se empezó a usar de forma menos genérica para designar una categoría concreto, caracterizada por un modo concreto de embestir. Y se empezó a definir como toro de clase aquel que tiene una embestida superior

Luis Nieto Manjón (1987) lo resumía así:

"Actualmente se dice toro de clase, con clase o que tiene clase al que demuestra buenas condiciones durante la lidia; destacando especialmente, por su bravura y nobleza".

Para Álvaro Domecq "La clase es la forma de realizar la embestida, ya que cada toro tiene la suya, condición inherente, propia de la buena raza." y precisaba:

"El toro de clase no trota cuando se arranca, sino que galopa. No cornea cuando llega al caballo; se entrega, empuja con los riñones y no cede. El toro de clase mete siempre la cara en el capot, en la muleta en el peto del caballo y hasta cuando se le banderillea. Emite a veces un quejido, que no berrido, tras del capote o la muleta que lo incita. Vuelvo a repetir que la clase supone una distinción de la raza."

Para don Álvaro el toro de clase es el que tiene una embestida superior, sin defectos, es aquel que presenta una calidad superlativa en su embestida, cuyos matices define.

Álvaro Domecq Díez con Manolete


Un debate en las redes.

Hoy son tantos los matices que se valoran y distinguen en la embestida del toro (obligados por la precisión del toreo actual) que la definición anterior (una muy buena embestida definida por un conjunto de cualidades positivas tan amplio como los que proponía el ganadero jerezano) me resulta demasiado ambigua e imprecisa

Parece necesario concretar cuándo se entiende que un toro tiene clase. Por eso, en la anterior entrada de este blog, preguntamos a lectores y amigos qué consideran que es un toro con clase o cuando podemos considerar una embestida como enclasada

Son varios los buenos aficionados que nos han respondido (Federico, Joaquín, Alberto, Juan Manuel, Luis Miguel, etc.) a través del blog o de las redes sociales, con diversas opiniones todas sagaces y de mucho interés. Voy a intentar resumirlas.

En un grupo de wassap, uno de esos aficionados considera que "un toro con clase es un toro bravo, la bravura trae nobleza, acude a todos los tercio galopando dejándose ver su calidad". Otro aficionado del mismo grupo opina, no sin fundamento que: "si la clase del toro no va acompañada de casta genera falta de emoción".

Ambas opiniones están en línea con lo que opinaba Álvaro Domecq (incluida la necesidad de que la embestida del toro tenga transmisión).

Un lector de este blog define el toro de clase como "un toro que humille, noble, fijo, con recorrido, que no reponga, que no de cabezazos y no de malas miradas al torero". Y añade: "Como un carretón". Conclusión final (la del carretón) que parece presentar un matiz negativo. Como si reunir tantas buenas cualidades no fuera virtud sino defecto.

Joaquín López del Ramo, aquel gran conocedor del toro bravo decía -a quien quería oírle- que el toro de clase es el que hace el avión (balancear el testuz) al embestir. Una definición sencilla, pero que encierra una gran verdad pues el toro que hace el avión suele reunir otras grandes cualidades además de colocar bien la cara. Por ejemplo, humillación, nobleza, longitud de la embestida y ritmo.

Joaquín López del Ramo

De hecho, otro lector y amigo, citando una conversación que tuvo con Joaquín López del Ramo, nos comenta que: "Tuve la ocasión de hablar de esto con Joaquín Ramos (Q.E.D.P.), concluí que la clase del toro está en la forma de colocar la cara (hacer el avión), de llegar hasta el final (con recorrido) y sin puntear los engaños (nobleza), todas estas son características de la bravura, pero no las únicas ya que a los toros bravos, hoy también se les exige la codicia, repetición, cierta fiereza, duración, en definitiva transmisión. Nada fácil pero a veces ocurre." 

Pero no hay dos aficionados que opinen lo mismo sobre lo mismo. Por eso, otro lector de este blog matiza lo de la nobleza: "La nobleza no tiene nada que ver con puntear o no al final del muletazo. Nos hemos olvidado del gran libro de Álvaro Domecq, El Toro Bravo, y lo que decía Ortega y Gasset, sobre el concepto de nobleza en el que ambos coincidían, nobleza es embestida recta, por tanto previsible. Sí el torero no confía en esa embestida previsible a la muleta y no al cuerpo (nobleza), sería imposible el toreo".

La clase sería -en cualquier caso- condición necesaria pero no suficiente de la bravura. No bastaría con tener clase sino que al toro de lidia le pediríamos algo más para poder considerarlo bravo.

Si bien, en general, se acepta la definición de Joaquín López del Ramo (hacer el avión) como punto de partida, a lo que se añaden o deben añadir otras cualidades, el debate no está cerrado. Otro buen amigo y aficionado fetén considera, por ejemplo, que "El toro que hace el  avión lo que tiene es profundidad".

Balancear el testuz no siempre es sinónimo de clase. En la imagen, una res en las Ventas embiste balanceando el testuz de modo exagerado, pero sin humillación. 

La definición de clase en la RAE

Si vamos al Diccionario de la Real Academia, encontramos las siguientes definiciones de "clase":


La primera y la segunda coinciden con la definición tradicional: conjunto de reses que presentan elementos comunes (un tipo similar de embestidas). 

La octava me parece muy interesante en relación al tema que hemos planteado. La clase entendida como distinción o categoría sería equivalente al estilo, al buen estilo. Así se dice que una persona tiene clase cuando tiene elegancia o distinción en su manera de comportarse y moverse. Una embestida con clase sería una embestida con estilo, una embestida elegante. Tendría clase el toro que, al embestir, lo hiciera con elegancia, con buen ritmo (algo que suele ir unido casi siempre a ese movimiento de la cabeza de hacer el avión al que se refería López del Ramo).

Si ha habido un torero con clase y elegante en el vestir, ese ha sido Manolete


El toro con clase, según Raúl Galindo

Esa definición de clase (estilo o elegancia) es la que propone Raúl Galindo en su magistral libro El toreo, en teoría (2014):

"Clase. Condición del toro cuya conducta rebasa la mera toreabilidad por su humillación, ritmo y obediencia, para alcanzar en su embestida cierto tipo de elegancia." 

Y añade: "Es un atributo casi poético y, por tanto, difícil de definir. Para ver un toro con clase, es necesario apreciar en él todas y cada una de las condiciones positivas de la embestida que hemos definido, pero no es suficiente. Aunque la clase de un toro es un atributo que reside en gran medida en el ojo del aficionado, podemos concretar relacionándola más directamente con dos de las condiciones de conducta descritas, con las que se intuye que tiene mucho que ver: la humillación y el ritmo"

Una definición que estimo define con bastante precisión y acierto lo que es la clase.

A la vista de las anteriores opiniones, tan diversas, sobre un concepto tan concreto, es evidente que no existe excesivo consenso en el significado de algunos de los términos que definen el comportamiento del toro y su embestida. Sería interesante que existiera una especie de Real Academia de la Lengua Taurina que pusiera orden y unificara criterios... Aunque quizás fuera peor el remedio que la enfermedad.

Pero no divaguemos y cerremos el debate (siquiera sea provisionalmente). Resumiendo todo lo anterior y, en mi opinión, un toro con clase sería el que acomete colocando la cara (humillando) y con ritmo (estilo) en su embestida.

¡Casi nada!

El misterio de la embestida es el misterio de la bravura


POSTDATA. La tesis se confirma (27/08/2022)

Finalizada y cerrada esta entrada del blog ayer viernes 26, andaba yo hoy buscando fotografías de Manolo y  Pepe Luis Vázquez en viejos números de la gran revista Cuadernos de Tauromaquia. En uno de esos número Álvaro Acevedo dedica un artículo a la ganadería de Rocío de la Cámara y, hete aquí que, en sus declaraciones, la ganadera define así la clase:

"La clase está más relacionada con el ritmo y con la manera de colocar la cara en el engaño, que con el recorrido del animal. Es una forma armoniosa de tranquear persiguiendo las telas, de humillar, buscando la muleta pero siempre un poco por fuera, buscando los vuelos del engaño".

Una opinión que corrobora nuestras conclusiones. De la bravura áspera del XIX hemos llegado a lo que Rocío define como la bravura enclasada. 

martes, 23 de agosto de 2022

El lenguaje taurino y el comportamiento del toro

Es innegable la influencia del lenguaje taurino en la sociedad, tal y como sostiene numerosos autores (Portada del libro de Carlos Abella "Derecho al toro-El lenguaje taurino y su influencia en la sociedad")

Como dice Andrés Amorós, en su obra Toros, cultura y lenguaje (1999:172):

"No hace falta ser un experto lingüista para advertir su carácter más evidente: no es un lenguaje intelectual, abstracto. Todo lo contrario: nace de la experiencia inmediata. Es visual, intuitivo y muy pintoresco. Por eso lo adopta tan ampliamente el pueblo: porque rima a la perfección con su gusto por la expresividad"

Joaquín Vidal denunciaba en el País ("El rajao", 18.08.1997) el empobrecimiento de ese lenguaje:

Hay una nueva jerga taurómaca creada por banderilleros malos y apoderados analfabetos que ha convertido el riquísimo vocabulario taurino en palabrería inútil. No se crea, sin embargo, que ha sido éste un fenómeno gratuito. Las nuevas definiciones se corresponden a los nuevos conceptos del toreo con exactitud matemática.

El vocabulario taurino clásico daba voz a las múltiples circunstancias del toro y de la lidia -que siempre tenían su aquel, mientras en la tauromaquia moderna toro y lidia se definen con cuatro palabras pues no hay nada más que contar: el toro sirve o no sirve; la lidia ni existe.

No comparto la insultante opinión de Vidal (empeñado siempre en denostar el toreo moderno elogiando el antiguo que no conoció). Es cierto que el vocabulario de antes daba voz a las circunstancias de la lidia de entonces, pero no lo es menos que el moderno vocabulario taurino da voz a las circunstancias del toro y la lidia de ahora.

Expresiones antiguas han dejado de usarse y han aparecido otras nuevas, en un proceso lógico pues no se usa lo que no sirve y, por contra, son necesarias nuevas expresiones para designar comportamientos y suertes nuevas. Al contrario de lo que afirma el revistero del País, no son cuatro, ni mucho menos, las voces que hoy se necesitan para definir el complejo comportamiento del toro actual en la plaza.

Vamos a analizar someramente esa evolución lingüística para comprobar que Vidal se equivocaba en sus apreciaciones. Revisemos la Tauromaquia de Hillo, el primer tomo del Cossío y el libro el Toreo en teoría de Raúl Galindo.

Tauromaquia de Pepe-Hillo (1789)

Hillo distingue en su Tauromaquia los siguientes tipos de toros en función de su comportamiento en la plaza:

- Toro franco, boyante, sencillo o claro
- Toro que se ciñe
- Toro que gana terreno
- Toro de sentido
- Toro revoltoso
- Toro abanto o temeroso

No voy a entrar en esas seis definiciones que supongo harto conocidas. Si me parece oportuno señalar que Montes en su Tauromaquia mantiene esa misma clasificación (quizás con más matices y precisión en su análisis), pero incorporando reglas para la lidia de los toros burriciegos.

Lo que aconsejaba Hillo para los toros de sentido (Lámina XII de la edición de 1804 de su Tauromaquia). Hoy eso sería inaceptable.

El Cossío. Tomo I (1947)

José María de Cossío también analiza el modo de acometer las reses pues, de ellas, deduce los principios fundamentales del toreo, siguiendo en eso a Hillo y Montes.

Cossío considera que el poder del toro (o la ausencia de poder) es determinante para su comportamiento. Al margen de esa circunstancia (que, como indico, para él es determinante), considera los siguientes matices o diferencias en la forma de embestir.


La evolución del toreo que se produce desde la época de Paquiro hasta el año 1947 obliga a introducir nuevos términos taurinos que maticen las diferencias del comportamiento del toro que pueden ser relevantes para la lidia de ese momento histórico.

Una imagen ilustrando el análisis del comportamiento del toro y sus posibles consecuencias publicada en El Cossío (edición de 2007. Tomo 4-p. 229)

El toreo en teoría de Raúl Galindo (2014)

Casi 70 años más tarde, la evolución del toreo de muleta ha traído la necesidad de enriquecer la jerga taurina con nuevos términos que permitan matizar el comportamiento del toro, fundamentalmente en la muleta.

Por lo que respecta a la conducta del toro, Galindo analiza los siguientes aspectos o matices de la misma:

- Fijeza
- Recorrido
- Humillación
- Jurisdicción
- Apertura
- Obediencia o franqueza
- Repetición
- Reposición
- Velocidad
- Ritmo
- Sentido
- Entrega
- Desentendimiento
- Asiento
- Dureza
- Duración
- Fondo 
- Aflicción
- Clase
- Continuidad

Son 20 (y no 4 como afirmaba Vidal) los términos necesarios si queremos definir con precisión el comportamiento del toro de nuestros días 

Algunos de esos 20 términos ya se usaban en los años cuarenta. A veces, con el mismo sentido y otros con sentido diferente (p.e. la dureza). Otros son novedosos y han venido de la mano de un mejor comportamiento del toro en la plaza. Un comportamiento que de la errática y dudosa bravura (hablo en general) del pasado ha llevado a la bravura adobada con nobleza (sigo hablando en general) del presente. O dicho, más sencillamente, cada vez los toros son menos mansos y más bravos (hoy día los toros condenados a banderillas negras son prácticamente inexistentes, mientras que son legión los indultados por su noble bravura).

Lo que está claro es que el lenguaje taurino no se ha empobrecido con el tiempo, como sostenía Vidal, sino que, por el contrario, se ha enriquecido con nuevos términos nacidos de la necesidad de matizar, con mayor fineza en el análisis, el comportamiento del toro y el toreo de nuestros días.

El toro de Cuvillo con el que Emilio de Justo reaparecía el pasado domingo 21 de agosto en Almería. Un toro enclasado, bravo y noble, al que Emilio le cortó las dos orejas.

Adenda. ¿Que es la clase?

Propongo un juego. Definir qué se entiende por clase o toro enclasado. La solución en la próxima entrega de este blog. Se admiten definiciones...