Por Jose Morente
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Cobradiezmos. Clase a raudales (Foto: Diario de Sevilla) |
La clase de los toros. Definición tradicional: Los distintos tipos de embestida
Tradicionalmente se ha utilizado el término "clase" referida al toro de lidia para distinguir los distintos tipos o matices de su comportamiento. Un toro pertenece a la clase de los bravucones, igual que otro pertenece a la clase de los "revoltosos", etcétera...
Luis Nieto Manjón en su Diccionario Ilustrado de Términos Taurinos (1987), lo define así:
"Clase. Distinción o categoría que diferencia a los toros, atendiendo a su comportamiento"
Y copia un párrafo de la Tauromaquia de Paquiro (1836). Este:
"Los toros no son tan exactamente iguales que no puedan hacerse de ellos varias clases, asignándoles a cada una su carácter distintivo, y cuyo conocimiento es indispensable para la ejecución de las suertes, que como veremos más adelante no todas pueden hacerse con toda clase de los toros. Los divido pues en boyantes, revoltosos, que se ciñen, que ganan terreno, de sentido y abantos"
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Toro manso condenado a banderillas de fuego (foto publicada en el Estoconazo) |
Para el torero es crucial discernir y diferenciar estos
matices de la embestida para poder encarar la faena con unas mínimas garantías de éxito.
Es posible que al aficionado, a algunos aficionados, estas definiciones y matices les traigan al pairo y prefieran no complicarse la vida con estas disquisiciones, pero deberían importarles si es que quieren ser justos a la hora de valorar el mérito de cada faena. Un mérito que está en función de las condiciones y dificultades de cada res, como sostenía y enseñaba con acierto don Gregorio Corrochano.
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Dejando al margen a Cazarratas y ejemplares de similar ralea, el comportamiento del toro es el que tiene que servir de referencia para determinar el mérito de lo que se hace en la plaza (Foto de Ana Escribano) |
El toro de clase. Segunda definición: Una embestida superior
Si inicialmente el término clase implicaba diferentes comportamientos, posteriormente se empezó a usar de forma menos genérica para designar una categoría concreto, caracterizada por un modo concreto de embestir. Y se empezó a definir como toro de clase aquel que tiene una embestida superior.
Luis Nieto Manjón (1987) lo resumía así:
"Actualmente se dice toro de clase, con clase o que tiene clase al que demuestra buenas condiciones durante la lidia; destacando especialmente, por su bravura y nobleza".
Para Álvaro Domecq "La clase es la forma de realizar la embestida, ya que cada toro tiene la suya, condición inherente, propia de la buena raza." y precisaba:
"El toro de clase no trota cuando se arranca, sino que galopa. No cornea cuando llega al caballo; se entrega, empuja con los riñones y no cede. El toro de clase mete siempre la cara en el capot, en la muleta en el peto del caballo y hasta cuando se le banderillea. Emite a veces un quejido, que no berrido, tras del capote o la muleta que lo incita. Vuelvo a repetir que la clase supone una distinción de la raza."
Para don Álvaro el toro de clase es el que tiene una embestida superior, sin defectos, es aquel que presenta una calidad superlativa en su embestida, cuyos matices define.
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Álvaro Domecq Díez con Manolete |
Un debate en las redes.
Hoy son tantos los matices que se valoran y distinguen en la embestida del toro (obligados por la precisión del toreo actual) que la definición anterior (una muy buena embestida definida por un conjunto de cualidades positivas tan amplio como los que proponía el ganadero jerezano) me resulta demasiado ambigua e imprecisa.
Parece necesario concretar cuándo se entiende que un toro tiene clase. Por eso, en la anterior entrada de este blog, preguntamos a lectores y amigos qué consideran que es un toro con clase o cuando podemos considerar una embestida como enclasada.
Son varios los buenos aficionados que nos han respondido (Federico, Joaquín, Alberto, Juan Manuel, Luis Miguel, etc.) a través del blog o de las redes sociales, con diversas opiniones todas sagaces y de mucho interés. Voy a intentar resumirlas.
En un grupo de wassap, uno de esos aficionados considera que "un toro con clase es un toro bravo, la bravura trae nobleza, acude a todos los tercio galopando dejándose ver su calidad". Otro aficionado del mismo grupo opina, no sin fundamento que: "si la clase del toro no va acompañada de casta genera falta de emoción".
Ambas opiniones están en línea con lo que opinaba Álvaro Domecq (incluida la necesidad de que la embestida del toro tenga transmisión).
Un lector de este blog define el toro de clase como "un toro que humille, noble, fijo, con recorrido, que no reponga, que no de cabezazos y no de malas miradas al torero". Y añade: "Como un carretón". Conclusión final (la del carretón) que parece presentar un matiz negativo. Como si reunir tantas buenas cualidades no fuera virtud sino defecto.
Joaquín López del Ramo, aquel gran conocedor del toro bravo decía -a quien quería oírle- que el toro de clase es el que hace el avión (balancear el testuz) al embestir. Una definición sencilla, pero que encierra una gran verdad pues el toro que hace el avión suele reunir otras grandes cualidades además de colocar bien la cara. Por ejemplo, humillación, nobleza, longitud de la embestida y ritmo.
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Joaquín López del Ramo
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De hecho, otro lector y amigo, citando una conversación que tuvo con Joaquín López del Ramo, nos comenta que: "Tuve la ocasión de hablar de esto con Joaquín Ramos (Q.E.D.P.), concluí que la clase del toro está en la forma de colocar la cara (hacer el avión), de llegar hasta el final (con recorrido) y sin puntear los engaños (nobleza), todas estas son características de la bravura, pero no las únicas ya que a los toros bravos, hoy también se les exige la codicia, repetición, cierta fiereza, duración, en definitiva transmisión. Nada fácil pero a veces ocurre."
Pero no hay dos aficionados que opinen lo mismo sobre lo mismo. Por eso, otro lector de este blog matiza lo de la nobleza: "La nobleza no tiene nada que ver con puntear o no al final del muletazo. Nos hemos olvidado del gran libro de Álvaro Domecq, El Toro Bravo, y lo que decía Ortega y Gasset, sobre el concepto de nobleza en el que ambos coincidían, nobleza es embestida recta, por tanto previsible. Sí el torero no confía en esa embestida previsible a la muleta y no al cuerpo (nobleza), sería imposible el toreo".
La clase sería -en cualquier caso- condición necesaria pero no suficiente de la bravura. No bastaría con tener clase sino que al toro de lidia le pediríamos algo más para poder considerarlo bravo.
Si bien, en general, se acepta la definición de Joaquín López del Ramo (hacer el avión) como punto de partida, a lo que se añaden o deben añadir otras cualidades, el debate no está cerrado. Otro buen amigo y aficionado fetén considera, por ejemplo, que "El toro que hace el avión lo que tiene es profundidad".
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Balancear el testuz no siempre es sinónimo de clase. En la imagen, una res en las Ventas embiste balanceando el testuz de modo exagerado, pero sin humillación.
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La definición de clase en la RAE
Si vamos al Diccionario de la Real Academia, encontramos las siguientes definiciones de "clase":
La primera y la segunda coinciden con la definición tradicional: conjunto de reses que presentan elementos comunes (un tipo similar de embestidas).
La octava me parece muy interesante en relación al tema que hemos planteado. La clase entendida como distinción o categoría sería equivalente al estilo, al buen estilo. Así se dice que una persona tiene clase cuando tiene elegancia o distinción en su manera de comportarse y moverse. Una embestida con clase sería una embestida con estilo, una embestida elegante. Tendría clase el toro que, al embestir, lo hiciera con elegancia, con buen ritmo (algo que suele ir unido casi siempre a ese movimiento de la cabeza de hacer el avión al que se refería López del Ramo).
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Si ha habido un torero con clase y elegante en el vestir, ese ha sido Manolete |
El toro con clase, según Raúl Galindo
Esa definición de clase (estilo o elegancia) es la que propone Raúl Galindo en su magistral libro El toreo, en teoría (2014):
"Clase. Condición del toro cuya conducta rebasa la mera toreabilidad por su humillación, ritmo y obediencia, para alcanzar en su embestida cierto tipo de elegancia."
Y añade: "Es un atributo casi poético y, por tanto, difícil de definir. Para ver un toro con clase, es necesario apreciar en él todas y cada una de las condiciones positivas de la embestida que hemos definido, pero no es suficiente. Aunque la clase de un toro es un atributo que reside en gran medida en el ojo del aficionado, podemos concretar relacionándola más directamente con dos de las condiciones de conducta descritas, con las que se intuye que tiene mucho que ver: la humillación y el ritmo"
Una definición que estimo define con bastante precisión y acierto lo que es la clase.
A la vista de las anteriores opiniones, tan diversas, sobre un concepto tan concreto, es evidente que no existe excesivo consenso en el significado de algunos de los términos que definen el comportamiento del toro y su embestida. Sería interesante que existiera una especie de Real Academia de la Lengua Taurina que pusiera orden y unificara criterios... Aunque quizás fuera peor el remedio que la enfermedad.
Pero no divaguemos y cerremos el debate (siquiera sea provisionalmente). Resumiendo todo lo anterior y, en mi opinión, un toro con clase sería el que acomete colocando la cara (humillando) y con ritmo (estilo) en su embestida.
¡Casi nada!
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El misterio de la embestida es el misterio de la bravura |
POSTDATA. La tesis se confirma (27/08/2022)
Finalizada y cerrada esta entrada del blog ayer viernes 26, andaba yo hoy buscando fotografías de Manolo y Pepe Luis Vázquez en viejos números de la gran revista Cuadernos de Tauromaquia. En uno de esos número Álvaro Acevedo dedica un artículo a la ganadería de Rocío de la Cámara y, hete aquí que, en sus declaraciones, la ganadera define así la clase:
"La clase está más relacionada con el ritmo y con la manera de colocar la cara en el engaño, que con el recorrido del animal. Es una forma armoniosa de tranquear persiguiendo las telas, de humillar, buscando la muleta pero siempre un poco por fuera, buscando los vuelos del engaño".
Una opinión que corrobora nuestras conclusiones. De la bravura áspera del XIX hemos llegado a lo que Rocío define como la bravura enclasada.