Joselito en el campo con un de sus caballos.
La frase “Qué duro con las espuelas” la escribía Federico García Lorca a la muerte de su amigo el torero y dramaturgo Ignacio Sánchez Mejías, e iba dedicada a este. Pero si la descripción puede realmente cuadrarle a alguien sería mejor haberla dedicado al cuñado de Ignacio, a José Gómez Ortega “Joselito el Gallo” (Ignacio estaba casado con Lola, una de las hermanas de José).
No es nada nuevo, pero Joselito ha sido el torero por antonomasia. Torero las veinticuatro horas del día. Torero en la plaza y en la calle. Y, sobre todo, torero en el campo una de sus facetas quizás menos conocida y recordada hoy día.
Joselito sólo sabía vestir de torero y estar en torero.
El entrenamiento de los toreros
Hay toreros que se han jactado, como Rafael el Gallo de entrenar con un puro en la mano, sentados en la silla de un café. Es posible, ya que el toreo a fin de cuentas (desde Juan Belmonte eso es innegable) es una manifestación del espíritu.
Algunos entrenan fumándose un puro en la silla de un café. En la foto, Rafael el Gallo ¡Vaya estampa de torero!. Andrés Martínez de León decía que hasta vestido de guarda de consumos y con bigote todo el que lo viera pensaría que había sido torero.
Otros, como Antonio Bienvenida, se han confesado partidarios irredentos del toreo de salón. Lo que es lógico sobre todo en diestros que conceden máxima importancia al manejo de los engaños (al conocimiento de las suertes). José Tomás sería hoy un claro ejemplo de ello, al llevar el entrenamiento de salón hasta la extenuación.
Esto si que es toreo de salón. Antonio Bienvenida, un enamorado del toreo de salón torea en el salón de su casa. El manejo preciso de los engaños es enormemente complicado. Mucho más de lo que el público e incluso el aficionado piensa.
Sin embargo, lo cierto es que el mejor entrenamiento es el campo, donde Joselito ha sido el amo. Ya que allí no se entrena el espíritu ni el estilo, sino el conocimiento de las reses.
Herraderos, tentaderos en plaza, acoso y derribo, retientas son las faenas camperas que el torero aprovecha para mantener su puesta a punto. Para no perder contacto con el toro, lo que es crucial en aquellos toreros que hacen del conocimiento del animal la base de su oficio y de su estilo.
Joselito en un tentadero. Poniendo en suerte a una vaca. Toreando es como se acaba conociendo el comportamiento de las reses bravas y afinando las dotes naturales que cada uno tenga.
La amistad de Joselito con los ganaderos
La preocupación de Joselito por el toro, le llevó al campo donde entabló amistad con casi todos los ganaderos de su época. Además, su interés en la evolución de la Fiesta le hace participar en la marcha de las ganaderías y en la toma de decisiones relativas a las mismas.
Curiosa fotografía de Joselito en el campo en faena de acoso y derribo
Afición al campo y amistad con los ganaderos
La constante preocupación de Joselito por el toro, por entender a este animal le lleva desde muy joven al campo. Estas frecuentes visitas a las ganaderías hicieron a Joselito entablar amistad con la mayoría de los ganaderos andaluces y de Salamanca y también con algunos de Colmenar.
Joselito con don Eduardo Miura.
Su vinculación a la casa Miura fue proverbial. Don Eduardo cuando le preguntaban por su relación con el Joselito casi niño, decía que le “había nacido otro hijo”. Regalos de don Eduardo fueron la famosa jaca Pandereta, una de las preferidas del torero de Gelves y el caballo Perrito
Joselito muy sonriente con uno de sus caballos. Según el Archivo de Espasa-Calpe se trataría de la jaca Pandereta, regalo de Miura.
Fue precisamente en un tentadero en la ganadería de Miura, según Corrochano, donde –siendo muy joven José- sorprendió a Tirios y Troyanos con su precoz intuición taurina que tuvo carácter de excepcional.
La anécdota (que algunos autores sitúan en la finca de la viuda de Salas), no por conocida menos preciosa, merece ser contada:
El Gallo fue a poner en suerte a una de las becerras que le achuchó mucho por le lado izquierdo. Cuando le toca a José, su hermano le advierte:
- ¡Toréala por el lado derecho que por el izquierdo está imposible!.
Joselito no le hace caso y aunque con problemas pone a la vaca en suerte toreando por el lado izquierdo.
“La vaca achuchaba mucho por el lado izquierdo” (En la fotografía Joselito en un tentadero en Aldovea)
Rafael le grita:
- ¡Pero niño, si por ahí no tiene un pase!
A lo que José replica.
- ¡Quía! ¡Por donde no tiene un pase es por lado derecho!
Rafael se extraña del comentario, ya que por ese lado a la becerra no se le había dado un sólo capotazo y decide irle por ahí.
La becerra se le cruza y le revuelca. Revuelo general. Cónclave de viejos y sesudos aficionados y la pregunta inevitable para José: ¿Como sabía que la becerra iba a estar peor por el lado derecho, si nadie la había toreado antes por ese lado?
La respuesta de Joselito, antológica, ha pasado por derecho propio a la historia del toreo:
- La becerra, era evidente, tenía síntomas de estar ya toreada lo que sólo podía haber ocurrido en el herradero. Ahí los chiquillos que torean lo hacen siempre por el lado fácil, el derecho. Si por la izquierda era complicada, por la derecha he supuesto que estaría peor. Que no tendría un pase. Como así ha sido.
Perecería que lo hubiera parido una vaca dicen que fue el comentario del ganadero de la A con asas.
Herradero en la ganadería de Miura
Joselito era un gran aficionado
Claude Popelín, nos narra en su libro “Los toros desde la barrera” una interesante anécdota reveladora de la afición de Joselito y su gusto por el campo. Lo más probable es que la fuente fuese el propio Ignacio Sánchez Mejías, amigo íntimo del magnífico escritor francés.
El caso es que poco antes de morir de morir en Talavera y aprovechando un descanso entre dos corridas, Joselito marchó con Ignacio al campo, concretamente al cortijo de Rufino Moreno Santa María en plena marisma.
Cogen dos caballos, dos garrochas y atan en el pomo de la silla de montar, uno el capote y el otro la muleta, pasando todo el día acosando y derribando vacas.
“Pasan todo el día acosando y derribando vacas”.
A las que embisten bien las torean en pleno campo.
De anochecida dejan capote y muleta en la choza de un peón y José propone a Ignacio acercarse a caballo a la cercana finca de Pablo Romero (Joselito pretendía a una de las hijas de este ganadero, Guadalupe) y solicitar alojamiento por esa noche. Ignacio, aunque de mala gana, accede a la propuesta de José.
En el camino les llega el eco de un formidable bramido.
- ¡Oyes! Dice José. ¡Debe ser un toro que ha abandonado la manada! ¡Vamos a buscarlo!
A galope llegan a un vado del río, donde un toro herido, con una cornada en el flanco, les corta el camino.
Joselito mete su caballo en el agua, incita al toro y le hace seguirle.
“La res embestía al caballo de forma sensacional”
José se vuelve hacia Ignacio con el semblante iluminado:
- ¡Qué bien embiste! ¡Vamos a torearlo!
Ignacio intenta disuadirle. Capote y muleta quedaron en la chozilla del peón. El toro es muy viejo y está herido. Están solos y si pasa algo nadie puede ayudarles. Es una locura.
Joselito no le hace caso. Desata la manta campera y usándola como improvisada muleta va hacia el toro, con los pies en el agua hasta los tobillos. La da cuatro o cinco muletazos y cierra con un seco remate.
“Con una muleta improvisada lo torea”
Se sube al caballo y le dice a Ignacio:
- ¡Ya te lo había dicho. Pasaba de maravilla!
Joselito, garrochista. Una fotografía poco conocida.
El nuevo toreo que comienza necesita un nuevo tipo de toro
Joselito no sólo se preocupó por participar en las faenas camperas sino que como el excepcional aficionado que era intervendría -con muy buen criterio- en la marcha de las ganaderías de su época.
Joselito en la finca de José Domecq, en un descanso.
Hoy el cambio de toro ha propiciado un cambio en la manera de torear. Lo que ocurrió en la segunda decena del siglo XX fue justo lo contrario. El cambio en la manera de torear hizo necesario que cambiase el tipo de toro.
Joselito, visionario en esto como en tantas otras cosas del toreo, fue el primero que comprendió que la Fiesta tomaba nuevos rumbos (la Fiesta siempre está tomando nuevos rumbos) y que el toreo que llegaba, el que anticiparon Guerrita, Espartero, Montes y Reverte, el que traía en su capote Juan Belmonte y sobre todo, el que el mismo José sentía y proponía, necesitaba un toro distinto al toro de finales del XIX y principios del XX.
El toro decimonónico, que se rompía en varas pero que llegaba agotado a la muleta, parado y a la defensiva, no servía para ese nuevo estilo de torear que propugnaban Belmonte y Joselito.
José, por tanto, se preocupó y mucho por la marcha de las ganaderías. Por las cruzas. Porque no se perdieran por cuestiones económicas algunas ganaderías en trance de desaparecer o dividirse (que viene a ser lo mismo) o por enviar al matadero las que no servían.
Su implicación en las faenas ganaderas fue total. Joselito en un tentadero picando una becerra con muy buen estilo de picador. Al fondo, su amigo José María de Cossío.
Joselito y su intervención en las ganaderías de su tiempo
La participación de Joselito en la marcha de la ganadería de los Herederos de don Vicente Martínez está más que documentada en los libros de Luís Fernández Salcedo. Recordemos algún dato.
Don Luís Fernández Salcedo
No intervino José en la cruza de los colmenareños de Martínez con toros de Ibarra y Parladé, ya que esta se hizo cuando era becerrista y novillero, pero Joselito se apuntó muy pronto a esta ganadería en cuanto empezó a ver sus resultados y la hizo habitual en sus carteles (llegó a torear a lo largo de su vida más de 80 de estas reses)
Los “negros” (así llamaban en Colmenar a los toros de la cruza que sustituyeron a los anteriores colorados de casta Jijona) salían muy bravos, sin excesivo poder y sobre todo, con poco nervio. Toros de nobleza infinita, muy pastueños y muy dóciles que podían propiciar las faenas de muleta que el público empezaba a requerir.
Los “negros” –como les llamaban en Colmenar- no siempre eran negros. En la foto, tres clásicos berrendos aparejados (El popular Berrendo Martínez)
Como le acusaran de que sólo quería toros andaluces, Joselito eligió los toros de la ganadería de Colmenar para la tarde más comprometida de su carrera. La del de 3 de julio de 1914, cuando se encerró en Madrid como único espada con 6 toros de Martínez (que luego fueron 7 pues regaló el sobrero).
Por cierto que el público madrileño de entonces (más conocedor y ecuánime que el de ahora) no sólo no se puso a la contra del novel torero (y eso que –atentos al dato- Joselito se encerró con los seis toros de Martínez a principios de su segundo temporada como matador de alternativa) sino que le aclamó y lo encumbró.
Joselito triunfó clamorosamente con esta corrida que –como afirma Paco Aguado, el mejor biógrafo de José hasta la fecha- presentan magníficas hechuras. Hoy día hubiera sido casi imposible el triunfo por la actitud del público que no hubiera admitido esos toros ni aceptado el gesto del torero.
Joselito, visión de futuro.
Joselito apostó de forma decidida por los toros del encaste Vistahermosa. Por los Ibarra, Parladé, Murube, Saltillo, Tamarón y sus derivados.
Cuando la ganadería Murube se puso en venta, Joselito se preocupó de convencer a su amigo Juan Manuel Urquijo, afamado banquero, para que la comprará, lo que este hizo poniéndola a nombre de su esposa Carmen de Federico. Joselito orientará la ganadería y dirigirá la mayoría de las tientas mientras vivió.
Joselito con la ganadera de los Murube, Carmen de Federico, la esposa del banquero Antonio Urquijo.
Sobre las Murube, el crítico Dulzuras había dicho que:
“Entre las manos de don Joaquín, los toros de Murube han adquirido una reputación tal, que puede afirmarse que son los mejores de España. Son superiores, tanto para el público como para los toreros. Bravos, nobles, duros, finos, y portadores de todas las cualidades que se esperan de un toro de lidia. Entran y salen del capote demostrando suavidad, y el torero que no brille frente a ellos no puede pretender serlo”.
Una foto muy conocida es esta de Joaquín Murube con el toro Playero. Un toro con infinita nobleza, la cualidad más importante en el toro de lidia, porque es la que hace posible el toreo. Por otro lado, resulta evidente que, como señalaba en su día nuestro amigo Antonio Pineda, el toro de Murube no es un toro chico.
Joselito también estaba decidido a comprar personalmente la ganadería de Tamarón, entonces en venta y que también tenía origen Murube (vía Ibarra). Parladé puro.
Su muerte impidió la compra-venta. Pero su rasgo de ingenio y su apuesta de futuro, le sobrevivieron. Lo de Murube-Urquijo sería el encaste predominante durante más de 50 años, aunque finalmente acabaría degenerando en nuestros días. La parte de Murube-Ibarra-Tamarón sería el germen del toro de hoy.
Joselito en el tentadero que se hizo en la ganadería de José Domecq en la primavera de 1914. José Domecq, muy amigo del marqués de Tamarón, fue aconsejado por éste en la compra de reses de Parladé.
Torero de campo
Que un torero triunfe en las plazas de toros no garantiza un buen hacer en las plazas de tientas. Además, no todos gustan por igual del campo. Es un secreto a voces, que conocen muy bien los ganaderos, cuales son los mejores toreros para las faenas del campo.
No es difícil de adivinar, aunque la lista depara algunas sorpresas. Pero generalmente, se trata de aquellos diestros para quienes los importante es el conocimiento del toro y que tienen sobrada capacidad para adaptar su toreo y las suertes que realizan a las cambiantes condiciones de la res.
En esto, como en tantas otras cosas de la Fiesta, Joselito fue el Rey de los toreros.
El Rey de los toreros (que diría Paco Aguado) saluda a la entonces Reina de España en un tentadero a campo abierto. Aun de espaldas, se adivina la elegancia y torería de Joselito.
Test gallista. ¿Quien es Pandereta?
Don Eduardo Miura trataba a Joselito como un hijo y llegó a regalarle una jaca (la famosa Pandereta) y un caballo (Perrito).
Foto número 1. La jaca Pandereta según los responsables del archivo de Espasa-Calpe
Los responsables del Archivo de Espasa-Calpe dicen que la jaca Pandereta es la de la foto núm. 1 donde un José maduro, sonriente y a pie acaricia su caballo. ¿Es correcto? y si no lo fuera ¿Cual es realmente la foto de la jaca Pandereta?
¿Quizás el caballo de la foto número 2 que encabezaba esta entrada del blog con un Joselito garrochista?
Foto número 2
¿O este otro montado por un Joselito muy joven?
Foto número 3
¿O este de un José también imberbe?
Foto número 4
¿O quizás sea este otro con un Joselito abrigado con una pelliza propia de la temporada invernal?
Foto número 5