Madrid. Joselito el Gallo carga la suerte en un natural
El toreo de Manolete era un toreo de línea natural, sin forzar al toro, dejándolo venir por su terreno. Rara vez, el torero de Córdoba, por tanto, cargaba la suerte (en el sentido con el que hoy se define el término).
Como quiera que hoy día se concede al hecho de cargar la suerte una importancia que creo no ha tenido en ningún momento de la historia del toreo, esta ha sido quizás una de las claves fundamentales de la crítica al toreo de Manuel Rodríguez y de la valoración tan negativa que se hace del mismo.
Cargar la suerte ¿piedra angular del toreo?
Hoy se considera cargar la suerte (entendido el concepto de forma harto discutible como avanzar la pierna de salida) piedra clave, no de un concreto modo de torear, sino del único modo de torear posible.
Esta valoración es la que sostenía el crítico taurino, ya fallecido, del Diario El País, Joaquín Vidal.
Creo que es interesante revisar lo que dice Vidal, por varios motivos. Primero por su magnífica pluma; segundo, por su acendrado anti-manoletismo y tercero por la influencia que sus opiniones han tenido (y siguen teniendo) en un importante sector de la afición.
Joaquín Vidal (Santander, 1935-Madrid, 2002)
Antes de transcribir sus opiniones me parece importante situar su figura, para evitar equívocos. Y, en ese sentido, Joaquín Vidal, me recuerda mucho a José Sánchez de Neira, uno de los insignes y más prestigiosos críticos del siglo XIX.
Comparten idéntico rigor en la valoración del toreo de sus respectivas épocas y el ensalzamiento de los tiempos pasados. Juega a favor del crítico de Santander, su mejor y más ágil pluma. Por contra, Sánchez de Neira le supera con creces en conocimiento de la técnica del toreo, siquiera estos conocimientos, en ambos casos, se mantienen en un plano doctrinal.
La obra cumbre de Sánchez de Neira.
Su Diccionario taurómaco
(El Cossío del siglo XIX)
El texto que mejor resume las opiniones de Vidal sobre el toreo de Manolete y el concepto cargar la suerte es, quizás el publicado en 1988 por Espasa Calpe, titulado “40 años después” (40 años después de la muerte de Manolete) y que incluye el resumen de la temporada de 1987.
Portada del libro de Vidal
(1ª ed., Madrid, Espasa Calpe, 1988)
con la imagen de Rafael de Paula
en una verónica de excepcional estética, aunque sin apreturas
Es curioso que Vidal niega el pan y la sal al toreo del diestro de Córdoba (a quien no ha visto) y propone que el único modo admisible de torear es el de Juan Belmonte (a quien tampoco vio) con un radicalismo y vehemencia inexplicables. Se trata en todo caso de un discurso teórico, pero que ha generado escuela:
“Si Belmonte revolucionó el toreo con una nueva concepción interpretativa, en cuya arquitectura cargar la suerte era la piedra angular. Manolete lo contrarrevolucionó con otra de sentido radicalmente contrario: lo que aportó Belmonte a la tauromaquia lo quitó Manolete…la escuela belmontista (no confundir el término con “estilo abelmontado”) tuvo vigencia plena, indiscutible y exclusiva desde poco antes de los años veinte hasta poco después de los cuarenta y, a partir de aquí, hubo de ceder espacio a la norma manoletista (no confundir el término con “estilo amanoletado”)… En el civilizadísimo año de 1987, el manoletismo esencial impone su canon (quizás sea en realidad, anticanon) mientras el belmontismo cae en desuso y está en trance de desaparición).
Hay varias cuestiones que son discutibles. Uno, que lo de Manolete sea contrarrevolución del toreo de Belmonte (no es lo que pensaban los críticos de la época); Dos, que el concepto de cargar la suerte sea la piedra angular de la tauromaquia de Juan Belmonte (Creo que no es cierto) y tres, que la historia del toreo actual se pueda reducir a la contienda entre el modo belmontista y el manoletista (Pues hay olvido de la línea gallista, siempre fundamental, entre otras).
Según Vidal, Ortega Cano es quien mejor encarnaba el canon belmontista en la práctica en ese año de 1987 (Leer pie de foto). Sin embargo, aquí está toreando muy cerca pero en paralelo, (ver los pies del torero en la foto) que es como se torea ahora; no como dicen que toreaba Belmonte.
En un alarde de repartidor de carnets de aficionado verdadero, que diría mi amigo Antonio Serrano (Bueno, lo que mi amigo Antonio diría es que nadie es nadie –Vidal incluido- para repartir carnets de aficionado verdadero), el crítico –Vidal- sigue definiendo lo que entiende por toreo verdad.
“(El toreo) de pata l’ante, de avanzarle el engaño al toro para traérselo toreado, de templarlo en derredor del eje de la pierna adelantada, de rematarlo atrás (“detrás de la cadera”, solemos decir, no sé si con mucha propiedad), tan distante o tan cercano como los propios pies y la codicia del toro aconsejen, al efecto de ligar allí el siguiente muletazo, que seguirá el mismo proceso. Todo esto … son circunloquios, pues bastaría decir “torear”, que ya la palabreja encierra la prolija descripción de la técnica, si es aficionado de verdad quien la emplea”.
Ortega, en un magnífico pase de pecho
Cargando la suerte.
Y otro pase de pecho también excepcional y muy largo de Manolete
Cargando la suerte, pero en su estilo personal
(Toledo 1947)
Sin embargo, el concepto de cargar la suerte abriendo el compás, no parte de Belmonte, sino posiblemente de Ricardo Torres Bombita.
El toreo de Bombita. Espatarrado
Además, Belmonte creo que no le dio excesiva importancia, para él lo importante era la famosa trilogía “parar, templar y mandar”. Y parar es lo contrario que andar.
La belleza inmensa del toreo de un torero
de estética belmontista: Rafael de Paula
Quien introduce el concepto de cargar la suerte como algo esencial para cualquier sistema de toreo es Domingo Ortega, quien lo planteó en una conferencia que dio en el Ateneo de Madrid en 1950 y que publicó la Revista de Occidente (Se reeditó en 1960 junto a otra conferencia del diestro “La bravura del toro” de ese año y con prologo de Ortega y Gasset).
La 2ª ed. del Arte del Toreo
Domingo Ortega, dice:
“A mi modo de ver estos términos [Parar, templar y mandar] debieron completarse de esta forma: parar, templar, cargar y mandar:; pues posiblemente si la palabra cargar hubiese ido unida a las otras tres desde el momento en que nacieron como normas, no se hubiese desviado tanto el toreo… Bien entendido que cargar la suerte no es abrir el compás, porque con el compás abierto el torero alarga, pero no se profundiza. La profundidad la toma el torero cuando la pierna avanza hacia el frente, no hacía el costado ”
Magnifica acuarela de un pase al natural de Domingo Ortefa (cargando la suerte)
Plumilla de Roberto Domingo en la 2ª ed. del libro de Domingo Ortega
Sin embargo, la opinión de Manolete, es bien distinta. Tenemos la suerte de que Manolete dejó dicho lo que pensaba sobre este tema, mucho antes, en 1945 (Número extraordinario del Ruedo del 8 de julio). Señala que para él, lo de cargar la suerte es una ventaja. Dice el torero de Córdoba al definir el pase natural:
“Para mi modesto criterio entiendo que debe darse así: en el toro que embiste no se debe adelantar la muleta, sino que hay que dejar llegar al toro hasta que los pitones lleguen como a una distancia de una cuarta a la muleta.
Cuando el toro está a esa distancia, entonces se le debe correr la mano con la máxima lentitud y estirar el brazo todo lo que se pueda; la pierna izquierda tiene que quedarse completamente inmóvil, y cuando el pase llega a su terminación, es entonces cuando hay que girar con la pierna derecha, hasta quedarse en posición de darle el siguiente muletazo en el mismo terreno en que se inició el primero, y así sucesivamente dar todos los que se puedan… o deje dar el toro.
En cambio, cuando el toro no tiene arrancada, hay que provocarla. Es entonces cuando está justificado el adelantar la mano de la muleta para llegar a provocar la arrancada, y una vez que el toro embiste, se debe hacer lo mismo que queda indicado en el otro caso.
Excepcional e impresionante pase por alto de Domingo Ortega en Sevilla. Señores, hay que descubrirse.
Todo eso que se dice de cargar la suerte en el natural viene a ser lo mismo que el cargar la suerte en las otras fases del toreo. esto es simplemente una ventaja para el torero, puesto que se desvía más fácilmente el camino que trae el toro.Cargar la suerte, yo lo creo así, es tan sólo una ventaja. En el pase natural hay que dejar que el toro se estrelle en la muleta…”
Manolete, sensacional, con el compás abierto pero sin cargar la suerte (en el sentido que lo define Ortega). Así se torea hoy
Como por ejemplo, José Tomás
Yo no voy a entrar en quien tiene razón. Cada torero defiende su forma de torear y cada aficionado debe pensar como le plazca y elegir la opción que más le acomode. Sin embargo, no comparto el criterio de Domingo Ortega –que luego seguirá Vidal- intentando imponer su forma de torear como modo único y válido.
El molinete de Ortega. De frente y cargando la suerte
Un molinete de Manolete, espectacular
(Obsérvese donde esta el pitón derecho del toro)
Una licencia de Domingo Ortega. Un pase por la espalda sin cargar la suerte
Sobre esto hay una anécdota significativa y definitiva. Domingo Ortega le reconvenía a Manolete sobre lo que tenía que hacer con un toro: ¡Dóblate, crúzate, dale cuatro o cinco pases por bajo y llévatelo a los medios! Y Manolete, lacónico le contestó: Mientras usted hace todo eso, yo ya le he dado cuatro naturales al toro.
Manolete también sabía doblarse con el toro
Pero lo suyo era esto: torear
En mi opinión, lo que es bueno para un sistema de toreo (el toreo cambiado), que es el que practicaba Ortega; no lo es para el otro sistema (toreo natural) que es el que practicó Manolete y viceversa, como con tanto acierto señalaba Pepe Alameda (ese si era gran escritor y mejor crítico). Esto no tiene justificación y además, resulta harto injusto analizar la labor de un torero de determinada cuerda desde una óptica extraña a su propio concepto del toreo.
Cargar la suerte en las antiguas Tauromaquias
Por cierto, que el concepto “cargar la suerte” tradicional de las viejas tauromaquias no es –en absoluto- el que propugna Domingo Ortega cuyo toreo se basaba en las piernas, en andarle al toro.
Francisco Montes “Paquiro”
Para la Tauromaquia de Montes, cargar la suerte es “el movimiento que hace el diestro en el centro de ella de bajar los brazos y meter el engaño en el terreno de afuera para echar del suyo al toro” (Toreo de brazos, no de piernas. Lo clásico –ya lo decíamos ayer- es aguantar a pie firme la embestida del toro sin mover los pies ni hacia afuera, ni hacia dentro).
La Tauromaquia de Montes
Esto tiene su entronque en el toreo de Pedro Romero: “Parar los pies y dejarse coger”. La clave del toreo clásico es esperar al toro a pie firme, sin moverse hacia delante (lo que desvía la embestida del toro y la aparta del cuerpo del torero) ni hacía atrás (lo que acrecienta el riesgo de cogida).
El cite clásico. Pedro Romero enseña a su discípulo Cúchares.
El torero en rectitud y la muleta a la altura del cuerpo antes del cite