Por Jose Morente
Vista de Gelves en 1899. En primer plano, Joselito -entre sus hermanos Fernando y Rafael- frente a la entrada de la Huerta del Algarrobo, donde vivía con su familia. La propiedad de la finca –igual que la mayor parte de las tierras de Gelves- correspondía al Ducado de Alba como nos precisa Paco Aguado (Aunque la fotografía es anterior, fue publicada en el Sol y Sombra del día 9 de noviembre de 1899)
Nota de LRI
Volvimos de nuevo a Gelves (donde cada vez vamos con más gusto por el cariño con el que se nos recibe), el pasado viernes, a hablar sobre la figura legendaria de Joselito el Gallo pero esta vez, igual que le gustaba a José, en solitario, en corrida como único espada.
La conferencia (más bien Ponencia) fue presidida e introducida por Jose Luis Benavente, alcalde del municipio del Aljarafe, y la presentación corrió a cargo de María José Rodríguez, responsable municipal de comunicación. Mi sincero agradecimiento a ambos, no sólo por sus palabras de elogio (siempre excesivas) sino también por su acogida y decidido apoyo a todas estas iniciativas en homenaje al Rey de los Toreros.
Y agradecimiento también a todos los que me acompañaron ese día y, en particular, a nuestros buenos amigos Antonio y Laura Pineda, Manolo Jaimez y Mari Carmen Sáez, Abel Frías, Manuel Gil, Jose Manuel Pérez, Enrique Piris e Isabel, su mujer, y a Laura y Esther.
Hacemos a continuación un resumen de la parte introductoria con el análisis de la significación del papel de Joselito en su época y a su visión de futuro. Por lo que respecta a los aspectos más relacionados con su toreo, los dejaremos para mejor ocasión.
Recordando a Joselito en Gelves
En Gelves, hablando de Joselito el Gallo (Fotografía de Manolo Jaimez)
El viernes pasado, en el Teatro Municipal de Gelves, hablamos (como no podía ser de otro modo) sobre Joselito el Gallo. Sobre su figura, su personalidad y, especialmente, sobre su toreo que tanta influencia ha tenido en el toreo de las generaciones posteriores a la suya, aunque hoy -cuando tanto nos gusta reescribir la historia- no quiera reconocerse
Y el caso es que, sobre todo entre los toreros que lo vieron torear, no hubo nunca dudas sobre la primacía del menor de los Gallo. Ya nos decía Rafael Chicuelo en la Alameda, el día del periplo gallista, que todos los toreros de la época eran partidarios acérrimos de Joselito (su padre entre los primeros, por supuesto) y –añadía Rafael- que el más partidario de todos -el más gallista de todos ellos- era, precisa y curiosamente, Juan Belmonte.
Rafael “Chicuelo” nos decía en la Alameda, bajo la estatua de su padre el inolvidable Manuel Jiménez “Chicuelo”, que todos los toreros de la época eran decididos partidarios de Gallito y el que más, Belmonte (Fotografía de mi amigo Antonio Luis Serrano)
Muerto Joselito en Talavera de la Reina, su memoria se mantuvo mientras vivieron los toreros que le vieron torear y aún después, pues sus dichos y sus hechos, en los ruedos y fuera de ellos, fueron pasando entre toreros, de generación en generación, igual que se recuerdan o recitan los versículos de la Biblia o las suras del Corán.
Ley de vida. Con el tiempo, que todo lo borra, el recuerdo de Joselito se fue difuminando aunque la importancia de su figura pervive todavía hoy día gracias al interés de algunos pocos pero entusiastas aficionados y al magisterio de los toreros más lúcidos ¿Verdad, maestro Manolo Cortés?
El maestro Manolo Cortés (uno de los toreros más exquisitos y elegantes que hemos tenido la fortuna de ver torear en toda nuestra vida de aficionados) tiene clarísimo -como el gran aficionado que es- el crucial papel de Joselito el Gallo en la historia del toreo (Foto Sevilla Toro).
Paquiro “El Napoleón de los toreros”
Francisco Montes “Paquiro”, “El Napoleón de los toreros”.
Joselito fue conocido como “El rey de los toreros” pues su predominio en el toreo de su época fue total y absoluto.
Tan total y absoluto como el que, en su día, medio siglo antes, tuvo otro torero, el chiclanero Francisco Montes “’Paquiro”, el único que, en toda la historia del toreo, puede parangonarse al “Coloso de Gelves”.
Y es que ambos comparten –entre otras muchas cosas- el honor de haber sido quienes (cada uno en su época) determinaron, diseñaron y decidieron el modelo de Fiesta que vendría a partir de ellos.
“Paquiro” se encontró con una fiesta desordenada y anárquica (goyesca pura) donde predominaban los aspectos más violentos y crueles del enfrentamiento del hombre con el toro y donde picadores y matadores (matatoros) eran claros protagonistas.
La caótica suerte de varas en la época de Goya
Pese a sus deficiencias con la espada, tan primordial entonces, el diestro de Chiclana se convirtió en el maestro indiscutible de su época por su innegable capacidad y poderío ante las reses. Pero además, sus reformas fueron de tal calado que el toreo, a partir de él, ya puede ser considerado un espectáculo reglado y ordenado.
Montes estructuró las cuadrillas y jerarquizó el papel de cada uno (torero, banderillero o picador) en la nueva lidia, papel subordinado, desde entonces y para siempre, a los designios del matador, el maestro.
Nada escapaba a su control e intervino incluso hasta en el diseño de los detalles más nimios como –por ejemplo- la vestimenta de los toreros que también fue modificada por su influencia.
Detalle del grabado anterior. Montes introdujo diversas modificaciones en el traje de torear, como por ejemplo la montera que sustituyó al anterior sombrero y que toma su nombre del apellido del Chiclanero.
La fiesta que encontró más tarde Joselito, a principios del siglo XX, fue la misma que había diseñado el genial “Paquiro” a mediados del XIX.
Un espectáculo de estrategia donde, a modo o símil de milicia, la tropa (cuadrilla) ocupaba todo el ruedo y se desplegaba a las ordenes del mando (el matador o maestro) para enfrentarse al enemigo (el toro).
Las plazas de toros se diseñarían y dimensionarían en función de las necesidades espaciales que esa forma de actuar reclamaba.
La lidia planteada a la usanza militar. En las imágenes de Laurent de las distintas suertes realizadas en una corrida de la plaza vieja de Madrid se observa como los toreros y auxiliares se despliegan, a lo largo y ancho del ruedo, en estrategia de guerra (Diapositiva nº 3 de la Conferencia de Gelves)
Detalle de una de las fotografías de Laurent incluidas en la diapositiva anterior. El tercio de banderillas. La colocación de los toreros en el ruedo es prácticamente la misma que se sigue hoy día.
Joselito arquitecto del toreo moderno.
Sin embargo, muchos años y muchas cosas habían pasado desde que “Rumbón” de Torre y Rauri quitase de los ruedos al simpar “Paquiro”. La sociedad española había evolucionado al hilo de los tiempos pero las estructuras de la fiesta de los toros estaban anquilosadas y obsoletas.
Joselito hace y deshace. Torero de una capacidad infinita y una afición desmedida no se conforma con lo que encuentra e interviene y modifica en todo lo que entiende que es mejorable
Joselito, intuitivo y precoz, dotada de una enorme capacidad torera quiso siempre, llevado por su inmensa afición, controlar todos los aspectos del toreo. Será, por tanto, el gran reformador del toreo del siglo XX. El arquitecto del toreo moderno. En todo la historia del toreo, sólo Paquiro puede comparársele (Diapositiva nº 2 de la Conferencia de Gelves)
Una nueva forma de organizar la temporada
Red de ferrocarriles española a finales del siglo XIX.
Joselito va a aprovechar el auge y desarrollo de la nueva y moderna red de ferrocarriles española para estructurar sus temporadas.
La idea es organizar las corridas contratadas en función de la red ferroviaria y acumular varias actuaciones seguidas en las plazas o ferias más importantes aprovechando las estaciones intermedias para sumar más corridas en plazas menores (pero siempre de cierto calibre).
Joselito aprovechará al máximo las posibilidades que le ofrecerá el desarrollo de la nueva red ferroviaria. Dicho red le permitirá optimizar la organización de la temporada evitando los fatigosos y lentos viajes en diligencia de principios del siglo XIX.
Aparece el uso del kilométrico y los curiosos viajes en tren que tanta literatura generaran. Gracias al ferrocarril, Joselito conseguirá llegar a torear (fue el primer torero en la historia en hacerlo) más de 100 corridas en una misma temporada algo impensable en el siglo XIX.
Joselito en el expreso de Madrid a Sevilla, camino de su alternativa, acompañado por su hermano Rafael (Diapositiva nº 4 de la Conferencia de Gelves)
Este afán organizativo alcanza también a definir nuevos papeles, inéditos hasta entonces como la figura del veedor.
Por lo que respecta al apoderado, Joselito sería, en la práctica, su propio apoderado (y también el de Juan Belmonte). Años después e Inspirados en su forma de actuar, dos toreros coetáneos suyos, Camará y Dominguín, acabaran de perfilar esta figura tal y como hoy la conocemos.
Es tal su preponderancia en los despachos que podrá afirmarse sin exagerar que, en España, no se organizaba una corrida que no tuviese el visto bueno del genial torero.
Las nuevas plazas Monumentales
La Monumental de Sevilla. La Monumental de Joselito (Diapositiva nº 5 de la Conferencia de Gelves).
Una de las apuestas más llamativas del torero fue la iniciativa de construcción de nuevas plazas Monumentales.
Aumentando el número de localidades, se podrían abaratar sensiblemente el precio de las entradas manteniendo el caché de toreros y ganaderos. El objetivo de Joselito era llevar el mayor número posible de espectadores a las plazas de toros fomentando la afición a la fiesta. Algo que denota una “visión de futuro”, nada común ni habitual, en el mundillo taurino, casi siempre tan corto de miras.
Joselito convenció a inversores, buscó arquitecto y emprendió la construcción de la plaza Monumental de Sevilla (“su” plaza), idea que le granjeó no pocas enemigas en la ciudad del Betis. La plaza se derribó después de su muerte porque sin él no tenía valedores y si muchos opositores.
Sin embargo, copia de la Monumental de Sevilla fue la plaza de Pamplona que años después ampliaría el arquitecto Rafael Moneo. También por inercia de la iniciativa de José, se puso en marcha la Monumental de las Ventas que hoy se mantiene firme e imponente como proclama del legado del sevillano. Lástima que la deriva de la desorientada afición madrileña, la aleje cada vez más de las tesis y planteamientos que, sobre el toreo moderno, tenía Joselito.
La Monumental de Barcelona hoy cerrada por cuestiones de índole política fue inaugurada por el propio Joselito.
Un nuevo “tipo” de toro
Arriba a la derecha, Guerrita con “Cocinero”. Cuando la emoción del encontronazo brutal de la estocada era lo importante, el toro cornalón hacía más meritoria la suerte. En el toreo moderno, eso ya no tendrá sentido. El toro del siglo XX tendrá que caber en la muleta y, sobre todo, embestir con bravura y nobleza. Las hechuras serán a partir de ahora dato primordial para la selección del ganado (Diapositiva nº 6 de la Conferencia de Gelves)
Cuestión clave para propiciar la evolución del toreo fue conseguir que a las plazas saliera un toro distinto al toro palurdo y cornalón del siglo XIX.
Ese toro antiguo, agreste y montaraz, podría ser el adecuado cuando lo más importante eran la suerte de varas y la estocada. Pero cuando empieza a pensarse que el toreo puede ser algo más que una cruel carnicería de caballos y hombres ese tipo toro ya no valdrá. Será necesario empezar a buscar un toro distinto. Un toro que permita el buen toreo.
Joselito será clave en ese proceso. A título de ejemplo, es conocida su intervención ante su amigo el banquero Antonio de Urquijjo, a quien convence para que compre la ganadería de Murube, una de las más bravas y nobles de toda la cabaña española, que estaba en trance de desaparición.
Un detalle de la diapositiva anterior. Las preciosas hechuras de un “murubeño” legítimo. Un toro, fino de cabos y hecho “cuesta abajo”, en tipo de embestir (Fotografía de la Lidia de 1917)
Un nuevo “modo” de torear
Joselito torea al natural en redondo a Descarado, segundo toro de los siete de Martínez que mató en Madrid, el 3 de julio del 14 (Diapositiva nº 7 de la Conferencia de Gelves)
Pero lo realmente importante es que José esbozó o recuperó un nuevo modo de torear, un nuevo modo de construir las faenas. Por eso le hemos llamado el arquitecto del toreo moderno.
Frente al antiguo toreo en ochos (alternando los pases por cada uno de los pitones), que era el practicado por casi todos los toreros antiguos incluido Juan Belmonte y donde al pase natural seguiría el pase cambiado, Joselito propone ligar, en serie, tres, cuatro o más naturales seguidos. Todos los que admitiese el toro. Algo que causaría sensación en los públicos de entonces.
Entre la diversidad de pases que componían sus ajustadas faenas nunca faltaba una serie de pases en redondo al natural, según atestigua José María de Cossío, amigo y testigo de excepción.
Fue José, y no Juan, por tanto, el valedor y precursor del toreo en redondo. Del toreo moderno. Pero eso (que fue tema central de nuestra Conferencia de Gelves) es otra historia que ya hemos tratado y volveremos a tratar en este blog en otras ocasiones.
Finalizando la conferencia en animada conversación con el Alcalde de Gelves, José Luis Benavente. En la pantalla, Joselito toreando (y dominando) a un toro por bajo (Fotografía de mi amigo Manolo Jaimez)