Luís Fernández Salcedo
1955. Cabalgata del Ateneo. Juan Belmonte (a la izquierda), Juan Ignacio Luca de Tena y Antonio Leal Castaño (Fuente: Blog Los leales del toreo) |
A los treinta y nueve años de su muerte, la figura de José está ya hoy en la mente del aficionado corriente un tanto borrosa, por no decir olvidada. Al efecto han contribuido muchas razones, y entre ellas la poca -y no muy buena en general- literatura que existe en torno de él. Cuando la pareja Gallito y Belmonte centraba la edad de oro del toreo, yo estimo -no sé si estaré equivocado- que los gallista eran el 55 por 100 de la afición Pues bien, sí hoy se hiciese el recuento, creo que los belmontistas llegarían a sumar el 90 por 100 de los votos, lo cual se explica, porque Juan ha llegado a nuestros días, siempre en constante superación. Claro está que aun queda una parcelita en la cual estamos plantados algunos recalcitrantes, como el que suscribe y, entre otros, el famoso peluquero sevillano.
Quizás conozcan ustedes el sucedido, que voy a referir en pocas palabras, tomándolo de Luis Bollaín (Los genios de cerca). Belmonte iba a salir de Rey mago en la Cabalgata del Ateneo. La Comisión organizadora le mandó los ropajes con los cuales había de vestir el cargo, pero Juan se figuraba que tendría que llevar éste aneja cierta caracterización, aunque no fuera más que para que los chiquillos no les reconociera. Pregunto por teléfono a los organizadores y le dijeron que no tardaría en llegar a su casa un barbero que le pondría la cara correspondiente a su alta dignidad. En efecto en muy pocos minutos, porque el tiempo apremiaba, el fígaro del barrio le puso totalmente desconocido. Belmonte se miró al espejo y se encontró hecho un adefesio. Pero no había minuto que perder y salió a la calle no sin decir a un amigo: “No me gusta nada el trabajo que me ha hecho Fulano; Entérate de si fue, en tiempos, gallista”. El amigo a los dos o tres días le manifestó: “¡Buen ojo has tenido Juan! Porque el peluquero en cuestión no es que fuera gallista… ¡es que lo sigue siendo!”
Yo también sigo en mi sitio como aquel barbero de Sevilla.
FERNÁNDEZ SALCEDO, Luís. Diano (o el libro que quedó sin escribir). Madrid, 1988, Editorial Agrícola Española, pág. 332 (1ª ed., Madrid, 1959, Librería Merced)
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Belmonte de Rey Mago (Cabalgata del Ateneo de 1955) |
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NOTA de LRI:
Luis Fernández Salcedo escribió el texto que hemos transcrito, dentro del Capítulo "Joselito en Colmenar" del libro dedicado al "Diano" que fue el semental que "hizo" la ganadería de su familia.
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Portada de la 1ª ed. del "Diano" |
Cuando lo escribió, corría el año de 1959 y por aquella época la figura de Joselito estaba eclipsada por el paso del tiempo (39 años desde su muerte) y por la presencia omnipresente Juan Belmonte, todavía vivo.
Joselito sobrevivía solo en el recuerdo de algunos (muy pocos) aficionados como don Luis Fernández Salcedo o como ese anecdótico barbero gallista de Sevilla que tuvo la humorada de querer poner feo a Belmonte...
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En vida de Belmonte, José era solo una imagen de añeja fotografía y Juan el único revolucionario del toreo (Portada del libro del belmontista Edmundo G. Acebal) |
La historia del toreo al uso entonces, la que nos contaban, una historia equívoca y tremendamente exagerada, ponía a Juan como única fuente del toreo moderno y a José lo relegaban al papel del último gran torero... del toreo antiguo.
Años después llegaría Pepe Alameda con su reivindicativo y certero análisis del verdadero hilo del toreo, análisis que luego han ido siguiendo otros autores. A partir de Alameda y, sobre todo, a partir de 2012, año del Centenario de la alternativa de Joselito, empezarían a resurgir los gallistas, lentamente, pero cada vez más numerosos.
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Reunión de gallistas conmemorando el Centenario de la alternativa de Joselito en Sevilla (2012) |
Hoy las cosas están cambiando y ya no se puede hablar de Juan Belmonte sin nombrar a Joselito el Gallo, al contrario de lo que ocurría hace muy pocos años.
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Portada del Catálogo de la Exposición celebrada en Sevilla en 2013 conmemorando la alternativa de Juan Belmonte: "Una revolución complementaria". |
Aunque todavía quedan algunos tópicos por desmontar, las cosas se van, poco a poco, poniendo en su sitio.
Un sitio, el del gallismo, en el que estamos nosotros... ¡como estaba aquel barbero sevillano!