Por Jose Morente
Una foto espectacular. Joselito, sólo en los medios, ve caer a sus pies a un toro en la Maestranza de Sevilla.
Nota de LRI:
El día 21, en la Maestranza de Sevilla y dentro del Curso de Temas Sevillanos dirigido por Antonio Bustos, hablamos sobre “Joselito el Gallo en la Real Maestranza de Sevilla”. Todo ello, gracias al interés y gestiones de mi “apoderado” Manolo Jaimez, a quien nunca podré agradecer lo suficiente el cariño con el que él y su mujer Mari Carmen me acogen cuando me acerco por Sevilla, una ciudad donde cada vez me encuentro más a gusto, por ellos y por sentirme arropado por ese grupo de magníficos aficionados que son Abel Frías, José Manuel Pérez, Claudio de Diego, Gerardo Ortega, Ignacio Sánchez Mejías, Finito de Triana y su hijo Marcos, José Luis Benavente y mi “socio” Antonio Pineda. A todos ellos y al público que, con tanto respeto y veneración, siguió (con el silencio propio de esa plaza) las actuaciones filmadas de Joselito el Gallo en la Maestranza, mi agradecimiento y afecto.
Lo que sigue es un resumen (sólo una pequeña parte) de la charla que dimos ese día sobre “el mejor de los toreros” en “la plaza más torera”, charla con la que cerrábamos nuestra peculiar mini-temporada de conferenciante durante 2012 (Tres conferencias, tres: Gelves, Madrid y Sevilla, respectivamente. ¡Ahí es nada!).
Joselito, novillero en 1912 poco antes de tomar la alternativa (fotografía de Mundo Gráfico)
La necesidad de recuperar la figura de Joselito el Gallo.
Hablar de Joselito el Gallo, de su figura como torero y hacerlo sobre sus tardes sevillanas me parece oportuno y necesario, no ya por que nos encontramos en el año del Centenario de su alternativa sino sobre todo porque es de justicia recuperar su recuerdo y son sus actuaciones en la Maestranza (y también en la Monumental) las que más claves proporcionan para ello.
Con Manolo Jaimez, mi apoderado; Antonio Bustos, director del Curso de Temas Sevillanos y José Luis Benavente, alcalde de Gelves, al final del acto (Fotografía de Javier García Baquero publicada en su blog ambitotoros)
Acabo de escribir que es de justicia recuperar el recuerdo de Joselito el Gallo y voy a explicar las razones por las que lo pienso.
La primera es que, porque pese a tratarse de un torero mítico, reconocido por todos los aficionados, su imagen actual aparece borrosa y desdibujada por el paso del tiempo. Joselito es un torero muy poco y muy mal conocido. De Joselito (al contrario que de Juan Belmonte que le sobrevivió algo más de 40 años) se conocen muy pocas cosas.
Se nos ha dicho y repetido hasta la saciedad que Joselito fue el mejor torero del toreo antiguo (el que cerraba de forma magistral el siglo XIX). Y eso, que es cierto, encierra en el fondo una cierta crítica negativa pues se omite (interesadamente) que Joselito juega un crucial papel en la construcción del toreo moderno, con lo que se desvirtúa la realidad.
Una foto emblemática de una tarde emblemática por muchos motivos. Joselito, a fuer de innovador, atesoraba todo el repertorio del toreo decimonónico. Aquí le vemos en su última tarde en la Maestranza de Sevilla (el 28 de abril de 1920), galleando a Papelero de Gamero Cívico. Ese día toreaba mano a mano con Juan Belmonte, su competidor y amigo.
Será Joselito (tanto o más que Belmonte), como ya hemos repetido hasta la saciedad, quien siente las bases del toreo actual. Y ello, hasta tal punto que no se puede entender el moderno toreo en redondo sin conocer cómo toreaba Joselito y cuál era su concepto del toreo.
Y es esta la segunda razón que justifica, en mi opinión, la necesidad y la obligación de recuperar su figura pues mientras no lo hagamos, mientras no definamos correctamente su papel en la historia de la tauromaquia no sólo el toreo estará en permanente deuda con él sino, lo que es más grave, no acabaremos de entender o entenderemos mal el toreo de nuestros días.
Intentar explicar o juzgar el toreo moderno sólo a partir del modo de torear de Juan Belmonte (al que vemos –también en la Maestranza- en un peculiar cite en fotografía de Ángel Gelán), obviando el papel de Joselito el Gallo, es un error de bulto. Este error, muy común en nuestros días (y del que son responsables los críticos y revisteros belmontistas, es probablemente la causa del divorcio actual entre cierto sector de la afición y los toreros de ahora. Y, en consecuencia, del descrédito de ese toreo de nuestros días entre los aficionados más radicales. En cualquier caso, un mal asunto.
Para entender cómo y porqué se torea hoy como se torea, es necesario (como vamos a hacer nosotros) entrar al túnel del tiempo y aproximarnos y recuperar la torera figura del menor de los hijos del señor Fernando el Gallo.
La importancia de Sevilla en la trayectoria taurina de Joselito
Para hablar de Joselito, de su toreo y de sus propuestas de futuro lo más cómodo es hablar de sus actuaciones en las dos plazas sevillanas. Es Sevilla, mejor que cualquier otra ciudad, la que mejor nos permite entender su trayectoria.
Joselito va a Madrid –como van todos los toreros a Madrid- a triunfar, a consagrarse como mandón de la fiesta y a dirimir jerarquías (Lo hizo primero con Bombita; luego con Juan Belmonte y, más tarde, con cualquier torero nuevo que osara asomar la cabeza). Pero poco más.
Aficionados del Tendido 2 de la plaza Vieja de Madrid. Plaza donde todos los toreros van a examinarse y donde, sólo algunos elegidos, se consagran (Fotografía del músico Federico Chueca para Sol y Sombra)
Será Sevilla, por el contrario, su verdadero laboratorio de pruebas, el lugar donde Joselito plantee y ensaye de verdad y en toda su amplitud sus novedosas propuestas.
Y ello, quizás, porque la afición de Sevilla, pese a su aparente tradicionalismo (y en eso se asemeja muy mucho a Joselito), es la más capaz de aceptar propuestas innovadoras. Quizás porque como decía Felipe Sassone, la plaza de Sevilla es “la plaza más torera” de todas.
Pese a su aparente tradicionalismo, la afición sevillana siempre ha estado abierta a las propuestas de futuro. Un buen ejemplo de ello, fue el indulto en esa plaza del toro Arrojado de Núñez del Cuvillo (del que vemos una fotografía en el campo tomada por el propio diestro que lo toreó, José María Manzanares). Sevilla premiaba, en ese toro, un nuevo concepto de la bravura.
Por todo eso, las propuestas de futuro de Joselito el Gallo se pueden seguir muy bien al hilo de sus actuaciones en las dos plazas de Sevilla y, desaparecida la Monumental, es la plaza de la Maestranza la que hoy día guarda celosa la huella y la memoria de este torero y, por tanto, la huella y la memoria de esa parte tan importante (estoy por decir la que más) de la historia del toreo.
La Maestranza de Sevilla, atesora las huellas y el legado del toreo de Joselito y no sólo el suyo sino también el de otros muchos toreros. En la foto de Antonio Serrano, vemos una de las salas del Museo Taurino de la Maestranza con sendos cuadros de Joselito (obra de Genaro Palau que ha sido utilizada en el cartel de la Feria de San Miguel de este año) y Belmonte (de Roberto Domingo también muy frecuente en la cartelería taurina).
Vamos a ver un episodio de esa relación: Una faena de Joselito en esa plaza cuando ya era matador de toros.
Portada de un programa de mano de una corrida de Sevilla del año 1914
Una faena de Joselito en la Maestranza de Sevilla
Vamos a la plaza… Estamos en plena feria de abril del año 1914, Concretamente, el día 22. El día antes, Belmonte que no había toreado en toda la feria pues lo había cogido un toro en Murcia, se presentó a la corrida de Miura y armó un verdadero lío a base de exponer una enormidad a sus dos toros, Lentejo y Rabicano.
De esa tarde, es la famosa anécdota (en realidad, mera leyenda urbana) del supuesto llanto de Don Eduardo Miura cuando el mayoral le dijo que Juan había cogido por la mazorca el pitón a uno de sus toros pues se suponía que era el primer torero en realizar esa hazaña. Algo que nosotros sabemos que no era verdad, pues como ya contamos en este blog, Joselito lo había hecho en Zaragoza a finales de la anterior temporada.
Pero si el día de los miuras triunfó Juan, hoy le toca el turno a José quien va a estar sensacional con los toros de Gregorio Campos. Sobre todo la faena de muleta al tercero fue memorable.
Vamos a la plaza que, aunque están cayendo algunas gotas (lloviznará toda la tarde), va a empezar la corrida…
La Maestranza por aquellos años en día de corrida
Suenan los clarines y se inicia la corrida. Con la plaza abarrotada (¿Cómo si no?, dirá Don Criterio) pues torean José y Juan, a quienes acompañan y escoltan el genial Rafael el Gallo que encabeza la terna y el elegante Rodolfo Gaona.
Con la plaza abarrotada hacen el paseíllo ese 22 de abril del 14, Joselito y Belmonte, flanqueados por Rafael el Gallo y Gaona que quedan fuera de cuadro de la imagen obtenida de la película de Gan
Un paseíllo de mucho tronío y lujo en el que se intuye muy motivado a un Joselito deseoso de quitarse la espina del día anterior Cosa que conseguirá.
Un consejo previo. Se aconseja quitar el sonido (en este video y en los siguientes) pues hemos ralentizado la reproducción para que los movimientos se aproximen lo más posible a su velocidad real.
Joselito alterna en quites con Gaona
Vamos a ver a continuación unas imágenes del segundo toro, de nombre Rubito (que no era de Concha y Sierra, como se afirma en el video de Achúcarro, sino de Gregorio Campos como todos los de esa tarde) y que corresponde a Gaona quien le recibe de capa muy parado y ceñido, sobre todo por un lado y que compite en quites con Gallito como era costumbre en las corridas de 8 toros donde los matadores iban alternando por parejas.
En quites, y aparte del buen manejo del capote de ambos diestros, llama la atención lo atento que está Joselito en todo momento. Hasta tal punto que, incluso en aquellas varas en las que corresponde quitar a Gaona, es José el que está siempre más cerca del caballo del picador, presto a intervenir si fuera preciso.
Joselito (en un gesto muy suyo con el cuerpo levemente inclinado hacia adelante) presto al quite en el toro de Gaona (imagen de la película de Achúcarro)
El único quite que se puede ver de Joselito es verdaderamente sensacional. José está muy decidido con el capote y torea muy ceñido, muy metido en el toro, al que con sólo dos lances y un magnífico recorte (que relucen como no lo hizo el sol en toda esa lluviosa tarde abrileña) deja perfectamente colocado en suerte para una nueva vara.
Una espléndida lección de como hay que torear en función del toro, en función de las condiciones del toro. Pues José, al contrario que Juan, toreando no sólo con gallardía y preocupación por el lucimiento (forma) sino atento al resultado (fondo). Eso es el toreo.
La faena a Palillito
Transcurre la tarde y, a Joselito le toca en siguiente lugar un buen toro pues Palillito, que así se llama el burel, sale muy bravo (el más bravo y también el más fino y mejor presentado de toda la corrida) tomando cinco varas por dos caídas y un caballo muerto. Joselito –sensacional también los quites con Gaona en este toro- va a derrochar valor y sabiduría en una faena de muleta que toda la prensa calificará de superior y que tenemos la fortuna de poder presenciar.
Pero aquí, y antes de ver las imágenes, se impone un inciso pues debemos parar un momento y ponernos en situación, si de verdad queremos entender cabalmente lo que está pasando en el ruedo y (gracias al cinematógrafo) ante nuestros ojos.
Y es que hoy el toreo ha cambiado mucho desde la época de Joselito y Belmonte y, aunque toda la lidia ha sufrido un vuelco brutal, es en el toreo de muleta donde (aparte la suerte de varas), más ostensibles se hacen estos cambios. Ver esas faenas de muleta con ojos de ahora, nos llevaría a no entender nada.
Vamos a ponernos en situación y, para ello, varios son los aspectos que me interesa destacar. De entrada, recuperaremos un testimonio de una época bastante anterior a la de la llegada de Joselito al toreo. Se trata de una foto antigua (de Laurent) donde se ve a Frascuelo pasando de muleta a un toro en la plaza vieja de Madrid.
Frascuelo pasando de muleta en la plaza vieja de Madrid (Instantánea de Laurent)
No voy a entrar en el trazo del muletazo, pues el diestro más parece huir que torear y ello pese a que el toro da la impresión que coloca bien la cara. Si me interesa llamar la atención sobre el número de toreros que acompañan al matador (5 peones en el ruedo más otro-el sexto- a horcajadas de la barrera y preparado para pisar la arena) y su proximidad al diestro. Da la impresión, incluso, que el más cercano a éste podría intervenir, de un momento a otro, en el desarrollo de la faena llamando al toro a punta de capote.
El toreo de muleta estaba en la época de Lagartijo y Frascuelo, evidentemente, en pañales. Para colmo, la proximidad de los peones al diestro durante la faena era, en la época, excesiva. El peón de la izquierda parece presto a intervenir (más bien a molestar) llamando la atención al toro. El de la derecha, observa tranquilamente esperando su turno.
Por el contrario, en la película que insertamos a continuación, vamos a ver a Joselito sólo en el ruedo pues aunque los peones todavía acompañan al torero, se sitúan ya mucho más alejados del maestro (Sobre todo, en los primeros compases de la faena) hasta tal punto, que empezará a ser posible obtener fotografías, como la del cartel anunciador de la charla de Sevilla y que encabeza esta entrada, donde torero y toro parecen (y aparecen) solos en el ruedo.
De Frascuelo a Joselito han cambiado mucho las cosas. Los peones, aunque pisan el ruedo, están agrupados y alejados del toro y eso, incluso después de la estocada. Un nuevo orden ha llegado a la fiesta de la mano del diestro de Gelves (En la fotografía, un Joselito muy tranquilo espera -en Madrid- la muerte de un toro de al que cortó la oreja el 9 de junio del año 1915).
Pero además, y eso es lo más importante, la actitud del torero es ya otra. Joselito transmite una sensación de seguridad en la plaza, de tranquilidad delante del toro, de confianza en su saber hacer, que no tiene nada que ver con la sensación de incertidumbre que, en cada muletazo, daban los toreros de épocas anteriores. Quizás por eso se decía que su toreo no emocionaba…
Joselito toreando a Palillito. El diestro de Gelves está muy vertical y parando mucho en este toro. Transmite seguridad.
El toreo de José se presenta ya vertical y luminoso. Eso, en la parte media de la faena. Porque en los primeros compases, Joselito (más encorvado) está inventando (o reinventando, que tanto monta) el toreo en redondo, ligando tres naturales seguidos sin solución de continuidad. Algo que el diestro de Gelves solía hacer casi todas las tardes: Torear al natural en redondo.
El natural en estado puro. Joselito, sólo en el tercio, sin peones que le molesten esta toreando al natural al tercero de la tarde. Todavía el diestro está algo encorvado y se ayuda con el estoque (tranquillos que corregirá más tarde) pero en estas añejas imágenes se encuentra el germen del toreo en redondo, el toreo de nuestro días. Joselito, en su laboratorio de pruebas de la Maestranza, está inventando el toreo moderno.
Ahí y en las corridas como único espada (prueba máxima de amplitud de repertorio y recursos) marcaba la diferencia con Juan Belmonte.
Como lo anterior es nuestra percepción actual, vamos a traer aquí también el testimonio de sus contemporáneos, para comparar lo que hace el diestro en las imágenes filmadas y lo que los críticos de la época veían y decían.
Reseña de ABC de la lidia del tercer toro, al que llama Palilloso.
Y el caso es que, como no podía ser de otra forma, las crónicas consultadas son unánimemente elogiosas pues Joselito estuvo sensacional y muy valiente con ese toro de Don Gregorio Campos hasta tal punto que puso de acuerdo a tirios y troyanos. La lidia de este toro transcurrió entre incesantes ovaciones y como colofón se le pidió con fuerza la oreja (como podemos ver en la cinta). Oreja que entonces, por costumbre que él rompería al año siguiente, no se daba. En todo caso, gran faena pues está saliendo el otro toro y aún está Joselito agradeciendo aplausos.
Joselito agradece las ovaciones del público mientras ya está abierta la puerta del toril dando salida al cuarto de la tarde, cuya silueta se adivina en la penumbra de los chiqueros.
Lo curioso es que a los revisteros de la época no les llama la atención (como a nosotros) el toreo en redondo por naturales (aunque los califican de superiores) sino lo parado y erguido que torea y lo valiente que está, especialmente en la media estocada o estocada corta que recibiendo (más bien aguantando) y después de un pinchazo en la misma suerte, propinó al toro.
Joselito no solo toreó muy bien al natural a Palillito sino que derrochó valentía y se adorno con mucho gracejo.
Una estocada de la que, por exponer mucho, salió entrampillado y encorajinado pues el toro le había roto chaleco y chaquetilla. En el trance, el pitón del astado le desabolló la medalla de la Macarena que llevaba la cuello. Dicho en cristiano, el pitonazo de Palillito le quitó la abolladura que tenía de otro trompicón en San Sebastián. Doble pitonazo en el pecho pero con doble suerte.
La estocada a Palillito. El cite en la suerte de recibir. El torero es entrampillado y su encorajinamiento posterior.
Belmonte sacó también la camisa rota con dos orificios limpios (uno de entrada y el otro de salida) del pitón de uno de sus toros y chafada la seda por los restregones de la pala del cuerno. No hubo cornada (casi nunca la había con este torero) pero si grandes moratones.
Y es que no hay que olvidar que eran las primeras corridas de la competencia entre ambos y ninguno de los dos estaba dispuesto a dejarse ganar la partida por el otro.
Pero basta de preámbulos y vamos al toro… ¡Silencio! ¡Joselito torea en la Maestranza!
Conclusiones
La tarde del 22 de abril de 1914, fue una buena tarde para Joselito quien se sacó en parte la espina del triunfo de Belmonte el día anterior con los Miuras.
El público se entusiasmó con su faena al tercero (Palillito de Gregorio Campos) y la crítica destacó su variedad y acierto en quites, su buen hacer en banderillas, la faena de muleta y, sobre todo, la emoción y valentía de la estocada recibiendo, de la que salió trompicado.
Para nosotros, lo más interesante, visto con la perspectiva que da el tiempo, fueron los tres naturales ligados del principio de su faena pues ahí está el germen de lo que vendría después.
¿Lo supo ver alguien en la plaza?
La vuelta al ruedo de Joselito después de la faena a Palillito. La tarde del 22 de abril del año 1914 puso a todo el público de acuerdo en la Maestranza. José estuvo muy valiente y muy torero con ese toro.