Por Jose Morente
Pepe Luis ya es eterno (Foto de Paco Barragán para Oclisé)
Como era el toreo de Pepe Luis
En una entrevista con François Zumbiehl, realizada una vez retirado Pepe Luis definitivamente del toreo y que fue recogida en el libro “El torero y su sombra” (Madrid, 1ª ed. Espasa-Calpe, S.A., 1987), decía el maestro:
“Vi mucho torear en el campo a Juan Belmonte y a Chicuelo, y pensaba que de ser torero, tenía que ser como ellos, más o menos. Lo que no podía yo era copiar a Belmonte en su postura, en su sentimiento. Le podía copiar en su manera de colocarse. Pero ni él ni Chicuelo me enseñaron nada ni me dijeron nada. Les miraba con un gran interés, y eso es todo.
El uno era muy profundo y el otro era más alegre; pero los dos me gustaban con locura”.
Chicuelo, el más “alegre”, en el campo toreando con la izquierda y ayudándose con el estoque a la manera de Joselito en sus primeros años. Decía Pepe Luis que, aunque se pasó por la vida sin ser profundo, cuando toreaba bien en el campo, en la plaza le vi poco, no lo mejoraba nadie”. Está claro que las “etiquetas” casi nunca responden a la realidad (imagen capturada de película)
En todo caso, como decía el maestro Pepe Luis, se puede copiar “la colocación, el temple, las maneras de los toreros buenos” pero “en cambio, el sentimiento y el estilo de cada uno son cosas innatas”.
Creo que Pepe Luis pone el dedo en la llaga, en lo que respecta al aprendizaje de los toreros pues, de sus palabras, se deduce:
- Primero, que los toreros aprenden a torear viendo a otros toreros. El lo hizo viendo torear, en el campo, a Belmonte y a Chicuelo, que fueron sus modelos.
- Segundo, que lo que cogen o copian de esos otros toreros son los aspectos técnicos no el sentimiento ni el estilo que son personales e intransferibles
Pepe Luis decía que además de Chicuelo, el había aprendido fijándose en Belmonte. Evidentemente, no hablaba del Belmonte trágico y crispado –aunque magnífico- de la competencia con Joselito, sino del Belmonte ganadero ya retirado y cuyo toreo suave y templado encandilaba a todos los que le vieron.
El arte y la gracia
Por lo que respecta al toreo de Pepe Luis, decía José María de Cossío que:
“Este excepcional diestro no era, aunque a algún desorientado se lo pareciera, un torero adornado. El adorno supone superfluidad y el toreo de Pepe Luis no hizo nunca concesión a lo superfluo. Su alegría, su gracia, su estética fluía de su personalidad aún entregado a la más austera y grave de sus faenas.
Pepe Luis no inventó ningún pase (…) Jamás dio una manoletina, ni se puso de rodillas, ni le tocó los pitones, ni miró al tendido en lo que practicaba una suerte, ni supo de la existencia del melodrama en el toreo”
Pepe Luis, que casi nunca toreó de rodillas en las plazas, tuvo la humorada de torear de rodillas en un tentadero en el Toruño (Del libro “Viaje a los toros del Sol” de Alfonso Navalón). Según el propio torero, en las plazas sólo lo hizo un par de veces en su vida. Una de ellas, en Málaga toreando con Marcial, quien había salido de rodillas dando ayudados para empezar la faena a su toro. ¡Oye Marcial –le dijo Pepe Luis-, que eso lo hace cualquiera!. Marcial, que daba mucha importancia a torear bien de rodillas, le replicó: ¡Cualquiera que no seas tú!. Por eso, en el toro siguiente, Pepe Luis le toreó de rodillas: “Oye, Marcial, que lo difícil es torear de pie”.
Por lo que dice Cossío, está claro que su estética estaba mucho más cercana a Chicuelo y, por tanto –de rebote- a la de Rafael el Gallo e incluso a la de Joselito (pese a que a este nunca lo vio torear) más que a la de Belmonte (a quien si vio y al que admiraba profundamente) y es que sus modos estaban muy lejos de los tintes dramáticos del toreo del trianero.
Chicuelo (arriba) y Pepe Luis (abajo) por chicuelinas. La estética del torero de San Bernardo estaba muy cercana a la de Chicuelo.
Para Pepe Luis, la idiosincrasia sevillana, el toreo de gracia o de adorno o mejor dicho, la gracia de esos adornos, estaba:
“En la sorpresa. Cuando uno está liado con el toro y hace un desplante, o se mete la muleta por detrás, una cosa que no ha pensado el torero, el público la ha pensado mucho menos: Esa sorpresa, es la que hace que digan que algún torero sevillano está tocado por la gracia.”
Y es que, añadía Pepe Luis:
“Al público le gusta que le sorprendan. A mí por lo menos, cuando estoy dentro del público, me gusta esperar que un torero haga tal pase, y ver como logra otro que no me esperaba, y decirme: ¡Caramba!¡Qué cosa más bonita!. Claro, esto no puede suceder siempre porque sería imposible”.
Valor y riesgo
Cambiando de tercio, y hablando sobre el riesgo y el valor, cuando Zumbiehl le preguntaba si tenía más riesgo torear de frente (como hacían los toreros de su familia, Manolo el primero) o de perfil, Pepe Luis sensatamente le contestaba:
“Torear bien de todas maneras es difícil, lo mismo de frente que de perfil. La colocación que nos gusta [se refiere al toreo de frente] tiene la ventaja de variar un poco, de romper la monotonía, pero no implica ni más ni menos peligro.
El peligro en el toro es estarse quieto, dejar los pies asentados, y llevar al toro toreado. En el momento en que el toro se equivoque en un milímetro, lo mismo da que sea con los pies juntos que con el compás abierto, lógicamente, viene la cogida”
Conviene que se sepa…
En la foto de arriba, Pepe Luis torea con los pies juntos en el toreo de línea natural (pase de muleta con la derecha) y (foto de abajo) con el compás abierto en el de línea contraria (pase de pecho). Según Pepe Luis, el toreo de pies juntos tiene el mismo mérito, el mismo riesgo, que el de compás abierto. Lo importante para él era “torear despacio”
Conocimiento de las reses
Finalmente, y en lo que respecta a su conocimiento de las reses, el modelo de Pepe Luis como el de tantos toreros, aún sin saberlo, no podía ser otro que Gallito, como sagazmente había proclamado Marcial.
El propio Pepe Luis daba mucha importancia a lo de entender a los toros. Para él, el arte, el pellizco, que tanto llegaban a la gente, podía ser en realidad, lo más superfluo:
“Lo que yo he sentido desde que empecé a torear es una ansiedad muy grande de poder ver los toros desde que salían, de verles las dificultades, las bondades, de estudiarlos. Gracias quizás a esa afición tan grande que he tenido desde chico, a descubrir la forma de los toros, mi intuición me ha llevado a verlos con bastante claridad. Eso, naturalmente, los que lo perciben más pronto son los muy buenos aficionados y sobre todo, los profesionales”.
Y añade:
“No podía ser torero pensando que iba a hacer un molinete, un kikirikí o cualquier cosa del repertorio sevillano; tenía que estar a otra cosa más importante, que era estudiar al toro para poderle. Al toro no se le puede más que con la cabeza y metiéndoselo en la cabeza”.
Según Pepe Luis, uno no puede ser torero pensando en hacer un molinete o un kikirikí, sino en lo más importante que es dominar al toro. En las fotografías dos kikirikíes. El de arriba, de su inventor, Joselito el Gallo; el de abajo de Pepe Luis. Sobran los comentarios.
La relación con Joselito va mucho más allá, como hemos dicho, del kikirikí o el genuino “cartucho de pescao” marca de la casa. Y lo más importante, es que la conexión entre ambos no es sólo formal, de modos y pases sino que abarca también a lo esencial, a la intuición y facilidad para entender al toro y a la “intención” de dominarlo, como hemos señalado.
En resumen y como ya había recalcado con gran inteligencia el maestro Marcial, imposible estar (aun sin saberlo) más cerca del concepto torero de Joselito el Gallo.
Joselito el Gallo citando al natural, desde muy largo y dando muchas ventajas al toro, con el sevillano y tradicional “cartucho de pescao” . La muleta va a la altura del cuerpo, perfectamente cuadrada con la cadera izquierda del torero, como manda las tauromaquias clásicas.
En la misma Maestranza de Sevilla, algunos años después de la muerte de Gallito, Pepe Luis cita al natural, con el “cartucho de pescao”. Desplegado ya en la segunda foto que corresponde a una actuación distinta. Aunque, su posición es más sesgada que la de Joselito y la muleta está más adelantada y oblicua, el concepto es el mismo. El toreo está cambiando en sus formas pero el fondo permanece.
El toreo es eterno.
Viendo estas añejas fotografías y comparando los modos de unos toreros de una época con los de otra muy distinta, uno no tiene más remedio que llegar a la conclusión de que el toreo es eterno.
Pepe Luis vive en los lances de los toreros que le siguieron, como ellos vivieron en los suyos, pues cambian las formas y las modas que son superfluas pero no los modos que son eternos.
“Para torear bien hay que acariciar” decía Rafael el Gallo quien torea al natural “acariciando” al toro. Como acariciando al toro, torea Pepe Luis. Naturales idénticos en técnica, ejecución y suavidad. Más parecido es imposible. Pepe Luis, que también le había visto torear en el campo, decía de Rafael el Gallo: “Era inconmensurable. Un artista genial”…
Como él…