Guerrita se adorna después de una estocada en lo alto (Nimes, 1899)
Una de las cuestiones más curiosas de la Tauromaquia o, al menos, de las que a mí siempre me han llamado la atención es la de las carencias que en la suerte de matar han mostrado algunos de los más grandes toreros de la historia, precisamente aquellos que han sido reconocidos como maestros.
Me estoy refiriendo concretamente a Francisco Montes "Paquiro", Rafael Guerra "Guerrita" y Jose Gómez Ortega "Gallito". No resulta fácil de entender de buenas a primera que toreros de la categoría de los citados hayan flaqueado tanto con el estoque, ya que si eficaces (los tres lo fueron), sus estocadas no destacaron por su ortodoxia y fueron reprendidos por sus contemporáneos.
Veamos como mataban estos diestros.
Paquiro atravesaba casi todos sus toros.
Decía Sánchez de Neira que “como Montes nacen pocos toreros”. Sin embargo, a renglón seguido tenía que reconocer que “como estoqueador era más desigual”. El comentario es muy moderado, pero es porque Neira era partidario acérrimo del “Napoleón de los toreros”. En realidad y pese a las disculpas del crítico, Montes era un matador más que mediano (sobre todo, en los inicios de su carrera) pues no ejecutaba bien la suerte de matar ya que atravesaba a casi todos sus toros.
Francisco Montes “Paquiro”, por Ángel Lizcano
Sin embargo, Montes ha pasado a la historia como Maestro máximo de la tauromaquia. Su aparición en el toreo se señaló en su día como hecho sensacional y eso que se le discutió su deficiente estilo en la suerte de recibir en una época donde la estocada era la suerte fundamental. Corrochano diría, muchos años después, que:
“Descolgaba muchas estocadas o atravesaba los toros, porque no los recibía ceñidos, les marcaba mucha salida con la muleta , y como es suerte [la de recibir] en que no cabe enmendarse –lo contrario de defenderse-, sino que hay que aceptar al toro como viene, ese exceso de mando con la muleta perjudicaba la colocación del estoque”.
Por cierto, que me parece interesante tomar nota de la precisión técnica que hace Corrochano sobre la suerte de matar recibiendo, ya que hoy día, tenemos la inmensa suerte de contar con un torero empeñado en recuperarla.
Y es que no conviene olvidar lo que dice Corrochano pues en la estocada recibiendo -y precisamente porque no cabe enmienda- la colocación de la espada (buena o mala) no marca el mérito de la suerte. La importancia de la suerte de recibir está en no enmendarse (no modificar la posición de los pies) una vez consumado el cite y arrancado el toro.
La estocada recibiendo se debe valorar entonces, más por la ejecución de la suerte sin enmienda del diestro, como hemos visto a Manzanares en Jerez y Madrid y no tanto por la colocación de la espada (por cierto, también perfecta en los casos que cito).
En la suerte de recibir, lo importante es la ejecución de la suerte (no enmendarse) y no la colocación del estoque, ya que es más disculpable la mala colocación que en la estocada a volapié.
En cualquier caso, a lo que íbamos: Montes fue un gran torero y maestro indiscutible aunque al principio no era perfecto en la ejecución de la suerte de recibir, de tanta importancia en su tiempo.
Matador de Antonio Chamán (1848). Esta es la visión que de la estocada tenían los artistas de la época de Montes. Citando así no es extraño que se atraviesen los toros
A Guerrita no lo veían sus toros
Guerrrita fue también la primera figura de la Tauromaquia de su tiempo y, como en el caso de Montes reinó en solitario, sin sombra de competencia, pues ni Espartero ni Reverte con quienes quisieron emparejarle alcanzaban su altura (“Después de mi naide…”)
A Guerrita le achacaron (sobre todo, en Madrid) muchas cosas: ausencia de riesgo, elección de ganado fácil, incrementar el castigo en varas, etc. Sin embargo, nadie le discutió su conocimiento de las reses, sus facultades y su valía como torero ni su inmensa capacidad en la cara del toro.
Lo que sí se le discutió y mucho fue su manera de matar. “Matador eléctrico” le llamaron y estocada de “sambullida” (sic), “de tiro rápido”, “de golpe instantáneo” las que propinaba a sus toros.
Guerrita citando para matar a un toro de Ibarra (octubre de 1898) en Zaragoza. Se puede observar el famoso “paso atrás” y se adivina la arrancada veloz del diestro.
F. Bleu (el autor de esa Biblia del integrismo –en certera definición de Andrés de Miguel- que es “Antes y después del Guerra”) hace catálogo de sus defectos en la suerte de matar. Dice Bleu en repertorio muy similar al que años después se aplicaría también a Joselito el Gallo:
“Pero, ¿y la arrancada a matar por sorpresa con visos de traición, sin sujetar la cabeza del toro, casi sin liar?¿Y la exageración insoportable del paso atrás (…)?¿Y el tapar la cara con la muleta colocada a la altura del cuerpo? (..) ¿Y aquel herir con el brazo alto y suelto?¿Y aquel viaje vertiginoso sin permitir nunca que los toros hicieran por él y se enteraran de lo que se les venía encima?
La crítica más
tajante la hizo
Frascuelo hablando con
Lagartijo:
“Los toros que nosotros hemos matado nos pedirán cuentas en el otro mundo, porque nos conocen .
Al Guerra, los suyos no, porque no le han visto”
Hoy hubiéramos bautizado su estocada como “Guerripié” y sin embargo, fue uno de los mejores toreros de la historia y no tuvo competidor posible.
Guerrita arrancando a matar en Bilbao en 1899 (año de su retirada). El estilo es el mismo de la anterior foto.
Joselito "Matolín"
Como a Joselito le achacaban defectos similares a los Guerrita en la ejecución de la suerte de matar (hasta el punto que lo llamaron “Matolín”) no había entrevista en la que no le sacaran este tema.
Así, Parmeno le preguntaba como había corregido la muerte de los toros. La respuesta de Joselito es genial:
“¡Y si le contestara a usted que no lo sé?… Eso de que me criticaran por levantar la mano, me tenía rabioso. Yo, en una fotografía, había visto a Frascuelo, perfilado para matar, con la mano derecha a la altura de la frente y me defendí ‘sitando’ esa fotografía más de una vez.
Detalle de la fotografía de Frascuelo a la que alude Joselito en la entrevista citada. La mano derecha a la altura de la nariz. Desde luego no está en el pecho.
Pero como continuaban criticándome, yo, que tengo mucho amor propio, y que creo que ‘tó’ se aprende, bajé la mano ‘pa’ herir….y empecé a chuparme una de disgustos que me quitaron hasta el apetito”
Un disgustillo. Bilbao 19 de agosto del año 14. Joselito cogido al entrar a matar por ejecutar la suerte como comenta en la entrevista.
¿Porqué?, le inquiere
Parmeno.
“Porque con la mano en el tupé mataba yo más que el cólera y con la mano en el pecho mataba menos que un ‘estornúo’. Ni hería en su sitio, ni ahondaba, ni ‘crusaba’…
Ya sabe usted que al meterse no se fija uno mas que en el morrillo y que se mueve la mano izquierda instintivamente…
Joselito con la mano en el tupé,…matando (en la querencia de un caballo muerto, por si faltaba algo) más que el cólera.
Pues bien, yo, al cambiar la colocación de la otra, no la podía mover o la movía mal, y figúrese el ‘resultao’.
Pero como ensayé miles de veces, porque yo, he ‘nacío pa’ torero, quiero ser buen torero, me fui ‘sortando’, ‘sortando’ …
y ya consigo darle gusto a la gente.”
Joselito “dando gusto a la gente”. Después de una estocada de perfecta colocación (en la cruz y con los gavilanes perpendiculares al espinazo del toro) en un Festival en beneficio de su Hermandad de la Esperanza Macarena (Sevilla. 30 de octubre de 1919)
El Julipié del Juli
La estocada atravesada que dio el Juli a su primer toro de la corrida de Beneficencia de este año(el toro le había hecho un extraño al arrancar) causó un revuelo difícil de explicar sin conocer los antecedentes de la opinión de algunos aficionados sobre la forma de ejecutar el volapié del diestro madrileño.
A pesar de que se le reprocha lo contrario, la verdad es que el estoque ya ha entrado cuando el pitón llega a la altura de la pierna del torero
Hace años,
Joaquín Monfil, en un artículo de
Opinión y toros, interesante por lo
irónico, definía el volapié del Juli y lo bautizaba con el polémico nombre de
Julipié, denominación que
ha hecho fortuna.
Dice el citado autor sobre esta estocada, a la que considera suerte de alivio:
“El Julipié consiste en citar al toro para matarle a volapié enfrontilado a él, entre los dos pitones del mismo, igual a como se hace normalmente pero, en el momento de hacer la suerte, se le echa la muleta a la cara, para tapársela y dejarle ciego por un instante, en vez de al hocico para que humille y descubra el hoyo de las agujas.
Al mismo tiempo que le tapa la cara se echa fuera del pitón derecho a toda velocidad, de tal forma que se traspasa rápidamente la altura de la punta de dicho pitón y una vez tras la pala se gira el cuerpo hacia el toro, se da un saltito y se busca la cruz con la punta de la espada, empujando con todo el cuerpo tras ella. Muchas veces se pierde la muleta, pues al saltar y clavar se omite su visión al derrotar el toro en ella”.
En la foto se aprecia perfectamente como el torero salta antes y no después de pasar el pitón del toro. La explicación de las estocadas atravesadas puede estar quizás mejor en Paquiro (exceso de mando en la mano izquierda) que en la surrealista descripción del Julipié que se nos ofrece.
Es evidente que el Juli, como reconoce el mismo torero no ejecuta la suerte de matar con perfección. En la entrevista concedida a Andrés Amorós en ABC, del martes 10 de mayo de 2011, por ejemplo y que me facilita mi amigo Vazqueño, requerido sobre “el saltito al matar”, reconoce que:
“En esa suerte he encontrado la regularidad en una forma que no es perfecta. Espero mejorar”
El julipié. Curiosamente en las descripciones que se hacen del volapié de Juli, no se dice que el torero se dobla en el pitón y se vuelca en el morrillo, algo que (como me enseñó mi abuelo) siempre ha valorado positivamente el aficionado cabal.
Sin embargo y pese a lo que dice el propio torero, no comparto el análisis de Joaquín Monfil. Si la primera objeción (tapar la cara del toro) me parece denunciable y la suscribo, el resto (girar el cuerpo del torero tras pasar la pala y desde allí, dando un saltito, clavar el estoque empujando con el cuerpo) raya en el surrealismo o, si fuera verdad lo que dice, en el milagro taurino.
Ahí es nada, pasar el pitón, y saltando después en el aire, girar el cuerpo hacia el toro y clavar el estoque ahondándolo.
Más que una estocada me parece la descripción de una escena de Matrix.
¿Matrix aplicable al toreo?
Por lo que respecta al salto en la estocada, se ha considerado siempre defecto, pero Gregorio Corrochano hablando de Vicente Pastor (que lo daba) lo valoraba de forma distinta y decía que:
“Algunas veces dando un saltito, como si el toro le quitara los pies del suelo, no para irse, sino para llegar antes, como si tuviera prisa por colgarse del pitón, lo que si podía traerle la ventaja de pasar más pronto el cuerno, no le desviaba, sino que le volcaba sobre el morrillo, y la estocada se ahondaba con el peso del cuerpo. Si se considera esto como vicio de ejecución o tranquillo, tiene en favor del matador una voluntad firme para estoquear y una fe ciega en su mano izquierda, con la que se juega la muleta, que había de sacarle del embroque.
Como prueba de que no era fácil ni aliviador este modo de hacer, basta recordar que no tuvo ni un imitador, cuando tantos en el ruedo viven de las imitaciones, y que Pastor, cuando empezó a decaer, ya no saltaba”.
Corrochano se refería a Vicente Pastor, pero el párrafo transcrito es aplicable perfectamente a Julián López (a) Juli.
Vicente Pastor, matando con la mano alta y con saltito. Y, en cualquier caso, menos volcado en el morrillo del toro que su paisano Juli.
Reflexión final
Resulta curioso que algunos de los
grandes maestros de la historia del toreo (Montes, Guerrita, Joselito) sobre ser grandes toreros y de valía indiscutible
no hayan sido grandes estoqueadores.
Precisando más habría que señalar que han sido matadores eficaces, pero que no destacaron como estilistas de esta suerte.
Todos buscaron su tranquillo para resolver el momento de la estocada que, como dice Gallito, es el único en el que el torero pierde la cara del toro, lo que debe resultar muy desconcertante para diestros (como es también el caso del Juli) que basan todo su toreo precisamente en el conocimiento y dominio de las reses.
Por el contrario, los diestros que basan su toreo en el conocimiento depurado y ejecución de las suertes, si que han alcanzado normalmente cotas más que estimables en la ejecución de la estocada.
Proverbial fue la entrega de Manolete a la hora de matar. Belmonte que no destacó en sus primeros años, acabó siendo matador de estilo reconocido. Igual ocurre hoy día con José Tomás.
Visto desde el punto de vista de su concepto del toreo (imponerse al toro cualquiera que sean sus condiciones) el tema adquiere cierta coherencia pues son toreros más “despreocupados” de las condiciones del toro y, por tanto de su comportamiento en una suerte concreta, como puede ser –entre otras y una más para ellos- la suerte de matar.
Juan Belmonte citando el toro para la estocada
(Continuará)