jueves, 29 de marzo de 2012

El depósito de la bravura

 

1886-07-26 La Lidia Toro del Duque rematando a coger en las tabl 001

Toro del Duque (de Veragua, por supuesto) rematando a coger en la tablas (Lámina de la Lidia de 26-07-1886). Claro ejemplo de manifestación de la bravura del toro a su salida al ruedo cuando conserva íntegro todo su ímpetu. El toro de esa época (y, en especial el toro de ese encaste vazqueño) “gastaba” toda su bravura en el primer tercio llegando agotado a la muleta, al contrario que el toro de hoy.

 

¿Conocimiento de las reses o de las suertes?

Venimos hablando en este blog de la técnica del toreo enfocada desde el punto de vista de la ejecución de las distintas suertes y del modo de construir las faenas. Y aunque es importante (y mucho) este conocimiento creo que se queda cojo si no lo ponemos en relación con el conocimiento del comportamiento del toro bravo.

 

concurso_cortes_29 f palha

El comportamiento del toro es –a priori- una incógnita. En la imagen, toro de encaste vazqueño de Fernando Pereira Palha lidiado en un concurso de recortes. Un toro de estampa espectacular y con mucho parecido a su bisabuelo de la lámina de la lidia.

 

Y es que a la vista de los cambiantes y diversos estados de las reses durante la lidia, surge la duda de si puede o debe existir un modo reglado para ejecutar cada lance del toreo (sea de capa o muleta) o si, por el contrario, la ejecución de las suertes debe adaptarse al modo de embestir de cada toro.

Aunque la respuesta parezca evidente, creo que el debate es legítimo pues en el toreo, por la incertidumbre e inseguridad que supone juzgar algo fugaz y tan complejo, todos los debates son (a priori) lícitos.

Y el caso, es que tampoco es de ahora esta polémica, pues viene de antiguo ya que, como comentamos en otra entrada de este blog, ese fue el principal motivo de disputa (aunque hubo otros no menos candentes aunque si menos trascendentes) de la competencia que a mediados del siglo XVIII sostuvieron Curro Cúchares y el Chiclanero.

1885-05-10 La Lidia-La competencia de Cuchares y el Chiclanero 001 (2)

La competencia de Cúchares y el Chiclanero (La Lidia. 10-05-1885). Aunque el motivo principal fue el distinto concepto que ambos tenían del toreo, sus disputas se producían por cualquier motivo por nimio que fuera. Uno de los enfrentamientos más sonados tuvo causa en el orden de lidia pues el Chiclanero discutía a Cúchares pese a la mayor antigüedad de alternativa de este último su derecho a matar el primer toro de la tarde. Es precisamente ese comprometido trance (los dos toreros armados de muleta y estoque intentando matar al mismo toro) el que recoge la lámina de la Lidia que aquí reproducimos.

Para el segundo, para el Chiclanero (y sus partidarios) la cosa estaba clara y lo primordial era la ejecución de las suertes con la máxima pureza, con el máximo respeto a las reglas, sin admitir el más mínimo desvío de estas, esto es sin admitir recurso alguno, pues el torero lo que debe buscar, ante todo, es imponer al toro su toreo.

El Chiclanero

Joselito el Chiclanero. Un torero muy puro y enemigo de recursos. Su toreo, reducido a lo fundamental, tenía su fuerte en la estocada recibiendo, en la que era gente.

Por el contrario para Cúchares (y sus partidarios) era más importante el conocimiento de las reses, el saber ver y entender (la intuición juega aquí un papel primordial) su modo de embestir para actuar en consecuencia. Los recursos son, en este concepto del toreo, no sólo admitidos sino necesarios pues al torero no importa (antes al contrario, busca) adaptar su toreo al toro.

 

1883-04-23 La Lidia- Francisco Arjona Cuchares 001 (2)

Cúchares, torero de variado repertorio y de recursos infinitos(Detalle de lámina de la Lidia de 23-04-1883). No en vano se llamó al toreo “el arte de Cúchares

Sin entrar en la valoración que a los aficionados del momento merecieron cada una de estas posturas, baste señalar que quedó entonces planteado un debate que, pese al tiempo transcurrido, ni se ha resuelto ni lleva trazas de resolverse, entre otras cosas porque ambos planteamientos son –volvemos a reiterar- perfectamente legítimos y tienen su “aquel” .

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Intuición para entender al toro

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Capacidad de manejar los engaños con precisión

El debate sobre si es preferible el conocimiento de las reses o el conocimiento de las suertes sigue vigente hoy día y, probablemente, seguirá existiendo mientras exista el toreo.

 

Gregorio Corrochano.

De todas formas y sea cuales sean nuestras personales ideas sobre esta polémica (que eso es otra cuestión) lo indiscutible es la importancia que, para el torero, tiene conocer y anticipar el comportamiento de las reses a las que se enfrenta. Pues este conocimiento condiciona, y determina en gran medida, sus posibilidades de lucimiento.

Aunque son muchos y variados los matices que, al respecto, se presentan vamos a ver hoy uno de ellos, sino el más importante si uno de los de más enjundia. Vamos a hablar, en concreto, del tiempo de reposo que, en el toreo moderno, el torero concede al toro después de cada tanda.

Sorprendentemente un crítico de la fama de Gregorio Corrochano criticaba duramente, en su libro ¿Qué es torear?-Introducción a la tauromaquia de Joselito, esos descansos entre tanda y tanda que propicia el toreo moderno.

Corrochano

Don Gregorio Corrochano, el crítico del diario ABC y del semanario Blanco y Negro

Le leemos:

Uno de los defectos fundamentales de que adolece el toreo actual [Cuando dice actual Corrochano se refiere a 1953 año de publicación de este texto] es la falta de ligazón o continuidad. Las faenas cortadas, interrumpidas, quitan emoción, restan eficacia y suelen acarrear no pocos disgustos, cuando se está en presencia de un verdadero toro.

Para cortar la faena usan los toreros de dos procedimientos: dirigirse a saludar al público, en anticipada cortesía, puesto que nadie los reclama, o cambiar al toro de terreno con pases de tirón. La faena así, dada a retazos no tiene calidad, aunque reconozco que tiene su público como las liquidaciones

Para Corrochano los tiempos muertos, de respiro, que el torero concede al toro entre tanda y tanda, son:

Pretextos para separarse del toro con el que no se está a gusto, con el que no se sabe que hacer”.

Que es torear p. 217 Il. Andres Martinez de Leon 001

A Corrochano, los paseos entre tanda y tanda no le gustaban (Ilustración de Andrés Martínez de León. ¿Que es torear? pág. 217)

¿Tiene razón Corrochano cuando señala como defecto este modo de proceder? O, por el contrario, ¿aciertan los toreros cuando, entre tanda y tanda, dan respiros sucesivos al toro que les tocó en suerte?

 

La explicación intuitiva de los toreros: Manolo Martínez

Corrochano, como otros críticos de su época y posteriores y como ya dijimos en otra entrada de este blog, creo que no llegó a entender cabalmente ni el significado ni la importancia que suponía el toreo en redondo en la evolución de la fiesta.

Y, en consecuencia, al no entender los nuevos derroteros del toreo tampoco se percató de los mecanismos técnicos que lo hacían posible. Uno de lo cuales (y no el de menor calado) es, precisamente, el tiempo de respiro que el torero concede al toro entre tanda y tanda.

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Curro Romero remata la tanda y aprovecha, además de dar un respiro al toro, para componer la figura en uno de sus desplantes más característicos. Es más el tiempo que se está en el ruedo sin torear que el tiempo real que se emplea toreando por lo que el torero tiene que tener capacidad de “sugestionar” al público durante esos tiempos muertos, evitando que este pierda interés por lo que pasa en el ruedo.

Los toreros, sin embargo, si que son conscientes (los buenos, desde luego) de estas cuestiones que son necesarias para poder torear con un mínimo desahogo.

Manolo Martínez, el mandón indiscutible del toreo mexicano, se lo contaba a Guillerma H. Cantú en la larga entrevista incluida en “Un demonio de pasión” (Editorial Diana, 1ª edición, México D.F., 1990) y sobre esas pausas largas que utilizaba entre serie y serie, decía el propio diestro:

“Darle un respiro no es el objetivo primordial. El toro tiene fuerza suficiente para emplearse durante los 15 minutos de lucha que da, con intervalos razonables para su recuperación.

El propósito más importante consiste en que durante ese tiempo vital ordene su instinto mental y reconsidere que es él el que tiene que ir al trapo. Él es el bravo, el que debe acometer, para eso fue creado”.

Muchísima enjundia tiene esta explicación del diestro mexicano más de lo que pudiera parecer a simple vista pues supone intentar entender y explicar “cómo piensa” el toro, clave para poder torearle bien.

Manolo Martinez 001

Manolo Martínez, en una pausa, ordenando el instinto mental del toro. El diestro mexicano es uno de los toreros que mejor ha entendido la manera de “pensar” de las reses (y, sobre todo, que mejor ha sabido explicarlo)

 

La explicación científica: El depósito de la bravura

Lo que Manolo Martínez y los demás toreros conocen de forma intuitiva tiene un sólido fundamento pues estos conocimientos hace tiempo que forman parte del acervo científico Concretamente, son objeto de estudio por la etología (la ciencia que trata del “estudio científico del comportamiento del mundo animal”).

En ese sentido, uno de los etólogos más destacados fue Konrad Lorenz (1903-1989) cuyas interesantes teorías, formuladas hace más de 60 años, continúan plenamente vigentes.

Lorenz y Tinbergen

Konrad Lorenz (a la derecha) en 1978, con Niko Tinbergen otro de los padres de la etología.

Lorenz consideró que el comportamiento de los animales funcionaba como una caja negra a la que llegaban estímulos que producían las correspondientes respuestas.

Más concretamente, Lorenz propuso un modelo explicativo de la motivación que equiparaba el comportamiento del animal (el toro, en nuestro caso) a un depósito hidráulico. Depósito que, a mí personalmente, y para el caso del toro bravo me gusta llamar “el depósito de la bravura”.

 

Modelo de Lorenz (El toro bravo-Miguel Padilla) 001

Grabado explicativo del modelo de comportamiento propuesto por Lorenz (del libro “El toro bravo” de Miguel Padilla. Pág.31). El grifo (PR) representa la producción automática (interna) de estímulos. Las pesas y el vaso (EL1), los estímulos-llave (exteriores).

 

Todo esto lo cuenta el profesor Miguel Padilla Suarez en su interesante libro “El toro bravo-Etología, aprendizaje y comportamiento” (Editorial Egartorre, 1ª edición, Madrid, 2011).

 

El toro bravo Miguel Padilla 001

Portada del libro “El toro bravo” de Miguel Padilla.

Dice Miguel Padilla que, para Lorenz, el animal se comporta como si tuviera en su interior un depósito de energía que puede estar más o menos lleno y que tiene dos salidas. Una que se abre, cuando está a punto de rebosar, casi automáticamente y otra que depende de la intensidad del estímulo que reciba.

Cuando un toro tiene su nivel de energía (bravura) más bajo necesitará mayor estimulación (toques, voz, golpecitos en la cara, etc.) para reaccionar. Al contrario, cuanto más tiempo hubiera transcurrido desde la última acción más se habrá recargado el depósito y menor será el estímulo necesario.

En uno de los extremos (baterías cargadas al máximo) el toro puede “actuar en vacío” sin necesidad de estimulo o al mínimo estímulo.

Salida de Ermitaño (Silvio Ollo)

De salida el toro trae las baterías a punto de rebosar lo que explica su comportamiento inicial sin necesidad de estímulos. En la espectacular foto de Silvia Ollo, vemos la salida al ruedo del toro Ermitaño de Miura.

En el otro (batería descargada) se produce una situación de “agotamiento” (psíquico que no necesariamente físico) situación que puede aparecer también ante estímulos demasiado repetidos (Por ejemplo, cuando el torero insiste demasiado en el cite).

 

Desplante Manolo Martínez 001

Al final de la faena el toro tiene las baterías descargadas por lo que será necesario acentuar el estímulo. En la foto, Manolo Martínez en un desplante.

En este caso (baterías descargadas), lo procedente (como aconsejaba Manolo Martínez y como no supo ver Gregorio Corrochano) es separarse del animal y dejarle reposar, para que pueda recargar sus “baterías”. Para que se vuelva a llenar el “depósito de la bravura”.

 

Entre pase y pase

Este modelo permite explicar muchas más cosas y, lo importante, tiene más matices pues, a título de ejemplo, no sólo funciona (o explica el comportamiento del animal) entre tanda y tanda, sino que también es perfectamente aplicable entre pase y pase.

Entre pase y pase Manolo Martínez 001

Cuando el toro se para entre pase y pase el torero debe aprovechar esa pequeña pausa para recuperar su posición y para que el astado recobre las ganas de embestir. Aunque a veces pueda pesar la impaciencia de los espectadores, lo correcto es que el diestro espere a que sea el toro el que decida embestir. En la foto, Manolo Martínez esconde la muleta detrás del cuerpo pues de mantenerla siempre delante (estímulo repetido) el toro se aburriría y dejaría de responder a los toques.

Ligar las series en continuidad llega mucho al público (y a los críticos como Corrochano) por la emoción que provoca, pero sólo es posible con un toro bravo y repetidor.

 

El Juli en Sevilla. Un toro bravo y un torero en un gran momento técnico y con una colocación exquisita que le permite ligar los pases sin solución de continuidad

 

Lo normal será, al contrario, que el torero tenga que estimular al toro incluso entre pase y pase despertando su instinto de continuar embistiendo.

En ese caso, el torero debe cuidar al máximo su colocación, rectificando si fuese necesario su posición tanto como sea preciso y volviendo a repetir el cite adecuadamente. Toque con la muleta, voz, desplazamiento del cuerpo al pitón contrario e, incluso, un zapatillazo son los mecanismos habituales (Uno más elegantes y otros menos, cierto es) para incitar al toro pero siempre (y aquí está la clave) debe respetarse la regla de oro que consiste (lo decía Manolo Martínez y lo corrobora la etología) en conceder al toro el tiempo necesario (esta vez, necesariamente, más breve) para reordenar mentalmente su instinto de embestir.

Llegan mucho al público las tandas continuadas, pues suponen un toro bravo y una exquisita colocación del torero, pero tienen tanto interés o más para el aficionado aquellas otras en que el toro se para entre pase y pase y el torero tiene que echar mano de todos sus recursos para provocar la embestida y continuar la serie.

 

José Tomás en Madrid. Otro torero de técnica exquisita que aquí tiene que colocarse y reiniciar el cite en cada pase ante la falta de acometividad del toro.

martes, 20 de marzo de 2012

La dureza del toreo (IX) Antonio Bienvenida

Por Luis Miguel López-Rojas y José Morente

 

1941-09-18 Madrid Antonio Bienvenida tarde de los 3 cambios 002

La muleta en la izquierda. La espada en la derecha. Y el corazón en el centro. Antonio Bienvenida (Don Antonio Bienvenida) cita para el pase cambiado a muleta plegada que heredó de su padre el Papa Negro (Plaza de Madrid. 18 de septiembre de 1941)

 

Manuel Mejías Bienvenida iba camino de la gloria taurina pues había enjaretado cinco triunfos seguidos en la Plaza de Madrid el año 1910, algo que no es nada fácil, cuando el toro Viajero de Trespalacios se cruzó en su camino y truncó su prometedora carrera taurina.

A partir de ahí el Papa Negro (como le motejó Don Modesto) inició un azaroso y complejo periplo por todo el mundo para sacar adelante su numerosa prole. Sus andanzas fueron sustanciosas y rayaron en lo fantástico. Bienvenida se ganó el agradecimiento eterno de sus hijos (los hijos de Bienvenida) para quienes re-compensar a su padre, por los desvelos que había tenido con ellos, se convirtió en una especie de deber moral.

Es desde esta perspectiva como se comprenden muchas de las actuaciones y acciones de Manolo, Pepote, Ángel Luis, Rafael, Juanito y sobre todo las de un torero como Antonio Mejías Jiménez (Antonio Bienvenida) quien gustó en su carrera asumir los retos que su padre había dejado incumplidos y recuperar las viejas suertes del toreo que le había enseñado su progenitor. Como, por ejemplo, el pase cambiado a muleta plegada.

 

El pase cambiado a muleta plegada.

1941-09-18 Madrid Antonio Bienvenida tarde de los 3 cambios 001

El 18 de septiembre de 1941, Antonio Bienvenida dio en Madrid tres sensacionales pases cambiados a muleta plegada. Uno de ellos es el de esta fotografía ¡Lo nunca visto!

El jueves 18 de septiembre de 1941, Antonio Bienvenida armó la tremolina en Madrid con el toro “Naranjito” de Antonio Pérez al que dio el pase cambiado a muleta plegada seguido de tres naturales rematados con el de pecho.

Esa serie (Pase cambiado-tres naturales-de pecho) la repitió ¡tres veces seguidas! lo que convirtió la plaza en un manicomio. Los viejos aficionados, aquellos que llegaron a ver a Lagartijo y al Guerra, a Joselito y a Belmonte, dijeron que nunca (¡nunca!) habían visto nada igual.

Y es que hoy estamos acostumbrados al toreo en series de pases del mismo tipo, pero para esos viejos aficionados engañar al toro varias veces seguidas por un mismo lado y con un mismo pase tenía un mérito enorme.

Bienvenida no mató al toro por lo que no cortó las orejas pero los espectadores se lo llevaron en hombros camino de su casa en General Mola, 3 (lo que se convertiría en una tradición) entre el clamor de los que paseaban por los bulevares madrileños (Cuando en Madrid todavía había bulevares por los que pasear).

1959-05-18 Madrid Bienvenida pepe Luis y Aparicio a hombros 001

18 de mayo de 1959. La habitual procesión del público madrileño llevando en hombros a Bienvenida por la calle de Alcalá camino de su casa. Esta vez, acompañado de Pepe Luis Vázquez y Julio Aparicio.

La descripción de cómo era el pase cambiado de Antonio la hizo en el libro “Todas las suertes por sus maestros” de José Luis Ramón (1ª ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1998) su hermano Ángel Luís quien decía:

“Para dar el pase cambiado había que colocarse de frente al toro con la muleta plegada en la mano izquierda, como en un cartucho, a la altura de la cintura, y con la espada en la cadera, o con un pañuelo, como a veces cogió Antonio, en la mano derecha.

Una vez que se cita al toro, se le provoca con la voz y el cuerpo pero no con la muleta. Ya arrancado se le hace un quiebro como si se tratase de un par de banderillas, y según va arrancado el toro se le pasa la muleta como si fuera un pase de pecho, aunque sin desplegarla.

En realidad, lo que hace cambiar al toro es el movimiento de la pierna y del cuerpo y no la muleta que no interviene para nada”.

 

Ángel Luis añadía que ese pase lo aprendieron de su padre quien lo había dado muchas veces. Su padre lo había cogido de su abuelo quien lo había visto hacer al Gordito.

 

1890-05-19 (La Lidia) Fuera gente 001

¡Fuera gente! (Lámina de la lidia del 19 de mayo de 1890). Un torero (¿El Gordito, quizás?) muy decidido pide quedarse sólo ante el toro. ¿Citará para el pase cambiado a muleta plegada?

 

La atribución del pase al Gordito parece indiscutible no sólo porque es lo que nos dice la tradición oral sino por pura lógica ya que Antonio Carmona fue el inventor del quiebro y un quiebro (si bien con ayuda de la muleta) es, en el fondo y como bien explicaba Ángel Luís Bienvenida, el pase cambiado a muleta plegada.

 

Las cogidas

Antonio Bienvenida fue torero muy castigado por los toros ya que sufrió 12 cornadas fuertes además de la voltereta propinada por la vaca “Conocida”, de fatales consecuencias, que acabó con su vida el día 7 de octubre de 1975.

La cogida más grave en su carrera taurina la sufrió, precisamente dando el pase cambiado a muleta plegada (el pase emblemático de su padre), el 26 de julio de 1942, en Barcelona, en corrida de 12 toros, alternando con Chicuelo, Villalta, Pepote, Manolete y Pepe Luis Vázquez.

1942-07-26 Barcelona A Bienvenida Buencara 002

El cartel de ese día: Manolete, Pepote, Chicuelo, Antonio, Pepín y Villalta. ¡Ahí es nada!

 

El toro “Buenacara”, de don Ignacio Sánchez (curiosamente, de origen Trespalacios), le infirió una cornada en el vientre, de carácter gravísimo, cuando el torero citaba para el pase cambiado a muleta plegada. El toreo estuvo al borde de la muerte.

Lo peor es que la cogida se vio venir. El diestro comentaría años después que

“El toro no era nada fácil. Mi padre que me conoce a fondo, como es natural, adivinó con mi gesto mi resolución definitiva. Tanto es así que abandonó la plaza. Es la primera vez que mi padre, toreando uno de nosotros y presenciando la corrida, se ha marchado. Y es que no quiso ver el percance...”

 

 

1942-07-26 Barcelona A Bienvenida Buencara 004

Antonio cita a Buenacara para el cambio a muleta plegada. La cogida se presentía por lo que su padre se marchó del callejón y su hermano  Pepe le quitó una vez el toro, pero Antonio insistió en citarle de esa forma, muy confiado. Confianza en el triunfo que se refleja en su cara…

1942-07-26 Barcelona A Bienvenida Buencara 001

Pero el toro, al fin, no obedeció al engaño. El encontronazo es brutal.

 

1942-07-26 Barcelona A Bienvenida Buencara 005

El desconcierto ante la evidente gravedad de la cogida, gravedad que se refleja con claridad en el semblante del torero.

1942-07-26 Barcelona A Bienvenida Buencara 008

Tan brutal como el tremendo boquete que dejó, en la barriga de Antonio, el cuerno de “Buenacara”. El puño del galeno cabe entero dentro de la herida.

 

Lo volvió a repetir

Gran parte de los arrestos juveniles de Antonio se fueron por el tremendo boquete de la cornada del toro de don Ignacio Sánchez, pero su torería permaneció incólume. Por eso, sin llegar a mandar en el toreo fue durante muchos años referente de clasicismo y buenas formas aparte de poseer una de las mejores muletas de la historia, pues Antonio fue un muletero excepcional además de torero completo como corresponde a alguien doctorado en la Academia de General Mola, número 3.

Por lo que hace el pase cambiado, Antonio volvería a realizar esta peligrosa suerte alguna vez más, como en México en la temporada 44-45 o en la Corrida de la Prensa de 1946 de las que hay testimonio gráfico.

 

1944 Mexico A Bienvenida 001

Antonio preparando el pase cambiado en México. Era la temporada 44-45.

 

1946-07-04 Madrid Cambio a muleta plegada con pañuelo 001

Magnífica foto de Cano de la corrida de la Prensa del 46 con Antonio Bienvenida citando para el cambio a muleta plegada. Un detalle, lleva en la mano derecha un pañuelo, con el que iba secándose el sudor mientras se dirigía hacia el toro. El pañuelo en la derecha es un homenaje privado a su padre quien a veces realizó así esta suerte (Entre paréntesis, Antonio ha sido uno de los diestros mejor vestidos de la historia pues cuidaba mucho todos los detalles de la indumentaria torera).

 

Antonio Bienvenida Cambio a muleta plegada 002 Pase

Antonio Bienvenida rematando el pase cambiado. En la foto se observa perfectamente el quiebro de piernas del que hablaba Ángel Luis al describir este pase (En la mano derecha conserva el pañuelo con el que –a veces- se secaba el sudor en el cite).

 

A las puertas de la muerte

Grave fue la cornada de Barcelona, como graves fueron algunas otras de las que recibió Antonio, pero, sin duda, la más terrorífica fue la cornada en el cuello que le propinó en Madrid, el 17 de mayo de 1958, un manso de Cobaleda pues le dejó al aire la yugular.

 

1958-05-17 Madrid Juan Cobaleda 001

17 de mayo de 1958. Un toro de Juan Cobaleda (encaste Conde de la Corte) lo derriba y, en el suelo, le asesta una puñalada en la yugular.

1958-05-17 Madrid Juan Cobaleda 002

Los banderilleros Guillermo Marín y Cantitos no logran convencer a Antonio para que marche a la enfermería.

La escena familiar que se produjo después de la operación del diestro fue tremebunda y difícil de comprender fuera del mundillo que forma el Planeta de los Toros o Aldea de Tauro.

Estando Juanito Bienvenida, junto al resto de la familia a los pies del moribundo Antonio, éste -todavía bajo los efectos de la anestesia- gesticula, pues no podía hablar.

El Papa Negro interpreta lo que dice e indica al menor de los hermanos:

“Lo que te quiere decir tu hermano Antonio es que salgas de viaje para Baeza, donde toreas mañana.

Yo te mando que lo hagas ahora mismo.

Si se muere Antonio, pondremos el entierro a la hora precisa para que tú puedas asistir, después que hayas toreado la corrida”

Juanito toreó y cortó cuatro orejas y dos rabos. Volvió después junto Antonio, que por suerte conseguiría recuperarse siquiera lentamente de la gravísima cogida.

 

1960 Antonio y Juan Bienvenida Mano a mano Madrid 001

Antonio con su hermano Juan antes de un mano a mano en Madrid (año de 1960)

 

Antonio Bienvenida en solitario. Homenaje a su padre

Otro reto que gustó de acometer Antonio Bienvenida fue el de encerrarse con seis toros para él sólo como único espada, lo que repitió con frecuencia a lo largo de su carrera.

Estoy convencido que, con este gesto, Antonio quería reivindicar la memoria torera de su padre, el Papa Negro, pues precisamente fue en una de esas “encerronas” (que dirían los aficionados mexicanos) donde se truncó la trayectoria de su progenitor.

 

1955 El Papa negro y Antonio Bienvenida (Carteles 6 toros) 001

Pocas veces una fotografía podrá tener tanto valor simbólico como esta que traemos a nuestras páginas. El Papa Negro y Antonio Bienvenida se enseñan mutuamente dos carteles de tardes en las que actuaron como únicos espadas (1910 y 1955, respectivamente). La importancia de las Dinastías toreras no está sólo en la carga de conocimientos que transmiten, con ser esto importantísimo, sino en el cabal concepto del toreo que pasa de padres a hijos.

 

Uno de los sueños de su padre había sido el de mejorar el record de Guerrita quien toreó tres corridas en un solo día (El Puerto, Jerez y Sevilla). El Papa Negro pretendía también torear tres corridas pero en solitario. No tuvo ocasión de intentarlo por la cornada de Viajero.

Quizás por ello y en su homenaje, Antonio quiso hacer doblete en una de estas actuaciones en solitario y se anunció en Madrid para torear doce toros el día 16 de junio de 1960, en sesiones de tarde y noche.

 

1960-06-16 Antonio Bienvenida Madrid el dia de los 12 toros 001

Aunque no pudo culminar la proeza pues, según Rafael López Egea, cometió el error (contra la opinión de los galenos) de retirarse a descansar durante el intervalo entre las dos corridas. Ello le provocó fuertes calambres y el agarrotamiento en las piernas lo que le obligó a abandonar al término de la lidia del noveno toro.

 

Como su padre

La vida de Antonio Bienvenida, como la de su padre, es ejemplo de casta, dignidad, orgullo, y responsabilidad. Y, en definitiva, sangre torera derramada por él y los demás miembros de esta gloriosa dinastía que, a lo largo de siglo y medio, bien merecen el reconocimiento eterno de los aficionados.

 

1947 El Papa Negro con su hijo Antonio convaleciente 001

Antonio Bienvenida convalece de una cornada (1947). La mirada de su padre quien había vivido en sus propias carnes trances similares y sabía las graves consecuencias que pueden tener las cogidas, lo dice todo.

domingo, 11 de marzo de 2012

Preparando el remate

 

Belmonte-Pase de pecho (El Toreo p. 440) 001

El pase de pecho de Juan Belmonte era estéticamente magnífico. Sin embargo, para Juan el pase de pecho no era un pase de remate sino uno más dentro de su faena. Concepto más que discutible, pues al tratarse de un pase cambiado -y, por definición, toreo de expulsión- es mucho más coherente conceptualmente su utilización actual que lo convierte en el remate habitual de las tandas de naturales (o derechazos) que la que le daba el genial trianero. 

 

Preparando el remate de las series

Decíamos en anterior entrada de este blog que, en general, aficionados y críticos habían mostrado mucha preocupación por los pases aislados (como se dan o deben darse los naturales, los derechazos, la verónica, etc.) y, sin embargo, poca o muy poca (por no decir nada) sobre la manera de engarzar un pase con otro.

En ese sentido, uno de los problemas que plantea el toreo en redondo, que es el que hoy se practica mayoritariamente, consiste precisamente en rematar la tanda. Algo importante pues como decían los antiguos, el buen toreo es el toreo “bien arrematao”. Aunque al hablar de remate no nos referimos aquí al tipo de pase que se utiliza (de pecho, trinchera o molinete), que esa es otra cuestión, sino a la forma de ligar el último pase de la tanda con el pase de cierre.

Y es que, sobre este tema, la única reflexión que suele hacerse es la relativa a la conveniencia de que el pase de pecho que remate una tanda de naturales (o derechazos) venga forzado por la trayectoria del toro. Se justiprecia que sea un pase obligado y se quiere quitar importancia al pase de pecho preparado.

Y no es eso. Sin perjuicio de reconocer la indudable emoción que tienen las situaciones en las que el toro puede imponerse al torero (por falta de mando o de capacidad o, incluso, por simple poderío del astado) prefiero personalmente aquellas otras en que la inteligencia del torero se impone a la del toro, y ello por muy bien que el diestro resuelva, valientemente y provocando la emoción del público, las situaciones complicadas que se encuentre. Todo tiene su mérito.

 

En la película Paco Camino (diestro mandón donde los haya) ante una situación poco habitual en él. Camino resuelve, con un magnífico obligado de pecho, un achuchón del toro. Tiene mérito y resulta emocionante pero, para mí personalmente, hay igual mérito cuando el torero tiene capacidad de dominar plenamente al toro y consigue evitar estos avatares. Lo que hacía genial y generalmente el diestro de Camas.

 

6 modos, 6

Sin embargo, digresiones apartes, el tema planteado y que nos interesa aquí es la forma de ejecutar el último pase de la tanda (en rigor, el penúltimo) para preparar el pase de cierre y cuyas opciones vamos a ver.

Hemos inventariado a vuela pluma y en primera aproximación, hasta seis modos distintos aunque puede que existan más o que a alguien se le ocurra o recuerde algún otro. Se agradecen pues las aportaciones a esta cuestión.

Esta variantes la hemos agrupado según que el pase de remate se realice por el pitón contrario o por el mismo pitón por el que se dieron los pases de la tanda.

El finalizar la tanda por el pitón contrario será lo habitual pues se introduce el toreo cambiado dentro del toreo al natural o en redondo con lo que se acentúa el carácter de remate del último pase, al marcar las diferencias, lo que resulta más lucido. Los cuatro primeros modos reseñados se encuadran en este supuesto.

Por contra, cuando el toro tenga un pitón imposible o por elección del torero se quiera optar por rematar por el mismo pitón, es necesario cambiar de mano la muleta lo que hemos visto ejecutar generalmente por la espalda y de dos formas distintas.

 

Remates por el pitón contrario

Primer modo. Un pase por alto.

El primer ejemplo de este modo se lo hemos asignado a Antonio Chenel Albadalejo.

Antoñete es ejemplo de torero de línea natural (que no contraria) por lo que solía rematar dando el último pase de la serie muy por arriba y hacia afuera, lo que desplaza mucho al toro en línea recta, dejando caer la muleta por su propio peso y esperando que el toro reponga y se cuadre sólo.

Chenel (al que gustaba dejar a los toros a su aire y no forzarlos u obligarlos) engendraba el de pecho con una traza también muy lineal, lo que facilita la salida airosa del diestro.

Lo vemos.

 

 

Por la derecha, la ejecución es idéntica. En este caso, el maestro es Antonio Ordoñez, quien resuelve de paso el destrozo en la muleta provocado por un pisotón  del toro.

 

 

Segundo modo. Por bajo con la derecha.

Lo habitual sin embargo es dar por bajo el último pase de la tanda.

Cuando se hace con la izquierda, el vuelo de la muleta es menor. Por el contrario, por el lado derecho, al llevar montado el estoque el giro de la muleta se acentúa lo que da lugar a un verdadero pase de la firma. Es, con esta mano y por la ayuda de la espada, donde este pase gana en prestancia.

Paco Camino, el grandísimo diestro español pero mito en México, remata la tanda por la derecha con el pase de la firma donde la muleta describe un grácil giro primero hacia dentro y luego hacia afuera. Toreo por abajo (que no por bajo) que exige garbo y naturalidad. Un ejemplo de máxima elegancia torera.

 

Viendo torear aquí a Camino al toro Catrín, se comprende porque se llama “en redondo” al toreo en redondo.

 

Tercer modo. Por bajo con la izquierda

Por el contrario con la izquierda, esta forma de resolver la tanda se convierte en pura insinuación. El ejemplo nos los proporciona ahora Manolo Martínez en una sensacional faena de 1977.

El juego de muñeca es magnífico y el pase resulta mucho más sugerido que visto al no ayudar la espada ni ayudar el brazo (el codo). Sutileza que se acentúa por el concepto del toreo que tenía este diestro, cuyos pases estaban plenos de longitud, temple y suavidad.

 

 

Cuarto modo. El Martinete

Manolo Martínez, al que acabamos de ver, ha sido uno de los máximos mandones del toreo mundial aunque en España -para nuestra desdicha y desespero- no toreó demasiado pues sólo hizo -en nuestras tierras-  temporada y media. Muy poco para un diestro de tanta categoría. Sin embargo, todavía hoy, lo recuerdan los que tuvieron la fortuna de verlo.

Manolo andaba sobrado como torero, por lo que introdujo una incidencia en la preparación del remate de la tanda, con objeto de acrecentar el interés, que consistía en dar el torero, mientras el toro reponía, un emocionante giro sobre sí mismo para volver a quedar ante la cara de la res. 

 

El pase fue bautizado como Martinete en honor al apellido de su creador, el gran torero mexicano. Un nombre evocador también de sones de fragua gitana.

Aunque lo habitual era ejecutarlo con la muleta en la derecha, el diestro mexicano también lo daba por la izquierda e, incluso, a pies juntos. Lo vemos ahora en el remate de una tanda de naturales.

 

 

Remates por el mismo pitón

Vamos a ver finalmente las dos variantes que conocemos para rematar la serie por el mismo pitón por el que se han dado los pases de la tanda.

Estas variantes, que vamos a ver, suelen ser generalmente utilizadas con toros de sentido para no tener que rematar el diestro la tanda por el pitón “malo” de la res.

Quinto modo. Cambio de muleta por la espalda (antiguo)

Para rematar por el mismo pitón es necesario, como hemos dicho, cambiar la muleta de mano, lo que se suele hacer por la espalda y girando en sentido contrario al viaje del toro.

Antes, sin embargo, el giro del torero se hacía en el mismo sentido del viaje del toro. Es pena que se haya perdido esta forma de ejecutar el cambio de muleta, pues resultaba muy torera y elegante. Tiene además la ventaja de que no se pierde la cara al toro lo que resulta muy apropiado cuando el toro tiene la casta y el empuje como el que aquí torea Paco Camino.

 

 

Sexto modo. Cambio de muleta por la espalda (moderno)

La variante más moderna es la que consiste en cambiar la muleta por la espalda pero girando el torero en sentido contrario al del pase. En mi opinión, esta variante gana en espectacularidad –respecto a la anterior- lo que pierde en elegancia.

 

 

Pero hay más

Como hemos dicho, los modos inventariados no agotan la capacidad creativa de los diestros capaces de resolver situaciones inesperadas ante la cara del toro proponiendo nuevas soluciones a estos problemas de siempre.

Especialmente, no ya la preparación del remate de la que hemos hablado en esta entrada, sino el propio remate ha sido objeto de matices e incidencias que demuestran la capacidad de inventiva de los diestros. Desde doblar el pase de remate (dando dos e incluso tres pases de pecho por ejemplo como comentaba Pocho Paccini desde Lima) hasta intercalar un pase de adorno entre el último de la tanda y el de cierre (Como el farol vitigudino que nos recordaba  Oselito).

 

 

Respecto a esta última solución (intercalar un pase de adorno antes del de cierre), rematamos la entrada con este remate de Manolo Martínez al toro Toñuco de Mimihuapan, el 3 de diciembre de 1967, donde resuelve el cambio de mano por la espalda mediante una arrucina previa.

¡Sencillamente genial!

 

 

 

Los “trabajos de campo” necesarios para preparar este artículo no hubieran sido posibles sin la colaboración del buen aficionado Antonio Ríos “San Miguel”. Es de justicia reconocerlo públicamente.