Fotografía de la Plaza de Toros de Madrid (la plaza Vieja) que fue portada del álbum de instantáneas de Laurent (h. 1877)
El buen aficionado Víctor Pérez López dictaba el jueves 2 de febrero una interesante conferencia dentro de las del ciclo organizado en la Universidad San Pablo CEU de Madrid por Rafael Cabrera Bonet.
La conferencia tenía por título "Anécdotas de la plaza vieja de Madrid” y el tema como el propio nombre indica era un repaso a los hechos acaecidos en el Viejo coso de la carretera de Aragón durante sus sesenta años de existencia.
Entre las notas tomadas sobre la marcha por ese otro gran aficionado que es mi amigo Pedro del Cerro, hay una que merece la atención. Copio literalmente:
“Luis Patricio, ganadería de casta portuguesa, era conocida por sus toros serios, cornalones, astifinos y tremendamente duros. Muy del gusto de los aficionados y el único hierro que nunca torearon las figuras de aquellos años, Vicente Pastor lo hizo cuando aún no era torero de relumbrón...”
Al pronto el nombre de Luis Patricio no me decía nada. Así que, ni corto ni perezoso me interno en Internet para indagar quien sería ese ganadero “tan del gusto de los aficionados de la época”.
Si uno pone el nombrecito en Google he aquí que aparece la siguiente mágica palabra asociada al nombre del ganadero citado:
¡¡¡¡CORUCHE!!!!
Y esto (lo de Coruche) es otra cosa, pues este nombre si que me sonaba.
Creo que la primera vez que escuché la palabra Coruche fue en uno de los Cuentos del Viejo mayoral, titulado “La vista es la que trabaja” y que no me resisto a resumir:
“En un pueblo, unas cuadrillas simulan que ve bien un toro tuerto que el Presidente de la corrida quería desechar.
Lidiado el toro y mosqueada la autoridad, el Presidente exige de los toreros que expliquen, bajo amenaza de multarles, el porqué de su interés en lidiar ese toro tuerto.
Los banderilleros, finalmente, acaban por confesar que el toro evidentemente no sólo era tuerto sino tuertísimo, pero que el sobrero "tenía dos pitones y era de… ¡¡¡Coruche!!!"
Los Cuentos del Viejo Mayoral de don Luis Fernández Salcedo, se fueron publicando en entregas en el Ruedo, ilustrados por la pluma de Antonio Casero (En la imagen una ilustración de ese magnífico dibujante para el capítulo “Reportaje del Apartado” del libro “Charlas Taurinas” del autor citado)
Coruche, el nombre del pueblo donde pastaban las reses del ganadero portugués don Luis Patricio, era por extensión el nombre con el que se conocía su ganadería. Una ganadería famosa por el pánico que su sola mención provocaba entre los toreros.
La plaza de toros de Coruche en la actualidad
Presentación en Madrid
La presentación en Madrid de esta ganadería tuvo lugar en corrida de novillos, el 15 de marzo de 1903 (fecha que Cossío reseña como la de antigüedad) y torearon esa tarde Mazzantinito, Calerito y Agualimpia (nuevo en esa plaza).
Sobre la presentación de la novillada, decía el crítico de Sol y Sombra que fue irreprochable por lo excelente. De hecho los toros habían despertado enorme expectación entre los asistentes a su desencajonamiento.
En la plaza aparentaron mucho peso y fueron duros y con empuje, aunque con el reparo de su falta de bravura pues tardearon a ratos y mostraron tendencia a la mansedumbre, excepto el sexto que fue noblote.
Calerito ante “Cuadrado“ el novillo con el que se presentó la ganadería en Madrid. Un toro marcado con el número 15, cárdeno claro, bragado, meano, bien puesto de herramientas y de bastantes kilos, según el crítico del Toreo, aunque despitorrado del derecho como se observa en a fotografía. En resumen, un tío.
La tarde fue muy accidentada y no faltaron desgracias, sustos y revolcones como sería habitual siempre que se lidiaran toros de esta ganadería.
Calerito sufrió un desarme y en el barullo del quite, el peón Metralla recibió un achuchón contra las tablas. saliendo ileso de milagro. A Calerito también le trompicó su segundo toro al entrar a matar. Del testarazo que dio con las tablas salió inconsciente y trasladado a la enfermería le apreciaron una cornada de diez centímetros en el lado derecho del tórax.
A ese toro lo remató Mazzantinito quien sin embargo no pudo con el segundo de la tarde que volvió vivito y coleando a los corrales.
Mazzantinito en el segundo de la tarde (“Gabaito” de pelo berrendo en cárdeno, botinero y capirote y mogón del pitón derecho). Le dieron los tres avisos. Para colmo le foguearon al quinto de la tarde, aunque en este mal que bien pudo salir del paso y consiguió matarle. Mazzantinito fue un torero madrileño muy vinculado a Colmenar Viejo y, en particular, a la ganadería de Vicente Martínez (la ganadería familiar de Luís Fernández Salcedo), cuyos toros que tenía archiconocidos en el campo no podía, sin embargo, lidiar en las plazas ya que, por su escaso cartel, le tocaría apechugar toda su carrera con un ganado muy distinto, con ganado del tipo de los de Coruche.
Ese día se presentaba en Madrid el gaditano Agualimpia. En su primer toro (tercero de la tarde) estuvo bien y escuchó palmas (en la foto lo vemos saludando) sobre todo por un certero descabello dado con el cachete a la ballestilla. El sexto le vino largo pues el burel le comía la muleta de puro bravo.
La primera corrida de toros de Coruche en la Villa y Corte
La revista “Respetable Público”, establecía como antigüedad de la ganadería (discrepando del criterio de Cossío que es el mismo que actualmente sigue la Unión de Criadores de Toros de Lidia) la fecha del 5 de julio del mismo año, día en que Don Luis Patricio lidió en Madrid su primera corrida de toros.
Esta corrida fue complicada de organizar pues los toros estuvieron en la Muñoza algún tiempo ya que no se encontraban espadas que quisieran matarlos.
Encierro de una corrida de Veragua en la Muñoza hacía 1896 (Fotografía de Pan y toros). En los Prados de la Muñoza, propiedad de la empresa madrileña, descansaban y se ponían a tono las corridas destinadas a ser lidiadas en la plaza de la Corte.
Al final se organizó y, después de muchos dimes y diretes, se pudo celebrar como corrida extraordinaria el día 5 de julio con los diestros Francisco Bonal “Bonarillo” y Joaquín Hernández “Parrao”.
Nada que ver con el cartel de la corrida de la Prensa celebrada sólo tres días antes.
El ambiente al salir de la plaza el día de la corrida de la Prensa (celebrada el 2 de julio, sólo tres días antes de la que comentamos). Ese día se lidiaron toros de Veragua por Antonio Fuentes, Agabeño, Bombita y Machaquito. Ganado de lujo para un cartel de lujo.
Bonarillo y Parrao se echaron para adelante, pues eran capaces de torear desde el buey Apis al Tauro del Zodiaco, como decía el cronista de Sol y Sombra quien no desperdiciaba la ocasión para alabar a estos dos valientes (lo que estaba muy bien) y zaherir al resto de los coletudos (lo que no tenía tanta tanta lógica visto el comportamiento de estas reses en la novillada de presentación en Madrid).
El caso es que los toros de don Luis Patricio salieron grandes, duros y de respeto aunque finos y de buen trapío y, sobre todo, con mucha leña en la cabeza.
Aunque los periodistas se hicieron lenguas del trapío de los toros, este (segundo de la tarde) que correspondió a Parrao echaba menos bulto que sus hermanos lidiados en marzo como novillos. El diestro no tuvo una actuación muy allá pero el cronista lo disculpó por lo difícil del ganado lidiado (De este toro dijeron las crónicas que sacó las intenciones de un Miura legítimo)
De cabeza trajeron los toros también a los picadores esa tarde. Telillas acabó en la enfermería con una gran conmoción y Chanito también quedó fuera de combate por un enorme golpetazo en la cabeza.
El tercero de la tarde (“más largo que la avaricia de un clerical” decían las metafóricas crónicas) correspondió a Bonarillo a quien vemos en la tarea de finiquitar al astado. Dura tarea pues, aunque se echó fuera en la estocada, el toro acertó a quitarle la faja. A este diestro lo había cogido también el primer toro.
El ambiente en la plaza de Madrid a principios del siglo pasado. Palmas a Bonarillo a la muerte del primero de la tarde que le cogió al entrar a matar por atracarse mucho. El toro le enganchó por la pierna derecha y el torero sacó rota la taleguilla.
Cada vez más complicaciones y cada vez más complicados
Visto lo visto en las dos primeras corridas de la ganadería portuguesa en Madrid, cada vez resultaba más complicado organizar carteles de cierto nivel con estos toros y eso que los aficionados madrileños acudían en masa a la plaza los días que se anunciaban la reses portuguesas de don Luís Patricio.
Tan difícil era cerrar los carteles que el sólo anuncio de una de estas corridas constituía ya noticia para la prensa.
El ABC de 5 de septiembre de 1905 anunciaba con énfasis una corrida de la ganadería portuguesa. Los (valientes) diestros anunciados eran Jerezano, Vicente Pastor y Valenciano.
El cartel de la corrida (Librería Rodriguez, Madrid)
En esa corrida confirmó la alternativa el diestro Valenciano
Confirmación de alternativa de Valenciano a manos de Jerezano. El testigo (Vicente Pastor) que no aparece en la foto estaría pendiente del toro y no como ahora es habitual presenciando el evento. Los otros toreros tampoco parecen darle mucha importancia a esta ceremonia. El público por el contrario (sin llegar al lleno) abarrota los tendidos peso al escaso fuste del cartel (que sólo salvaba el nombre de Vicente Pastor)
El toro de la confirmación de alternativa se llamaba Surraya (nombre muy habitual pero en Japón, decía con mucho gracejo el cronista de El Toreo) y fue un verdadero regalito. Por eso, la faena de Valenciano transcurrió entre coladas y sustos propiciados por el de Coruche.
El diestro estuvo muy valiente, cobrando una estocada contraria de la que salió prendido por el vientre (por lo mucho que se embraguetó al entrar a matar) aunque, por fortuna, con menos consecuencias de lo que, en principio, parecía.
Valenciano se dirige por su propio pie a la enfermería. Le había cogido el toro de la confirmación de alternativa aunque con menos gravedad de la que aparentó la cogida.
Tampoco salió librado el diestro Jerezano que también recibió una soberana paliza (“salió muy traqueteado” decía Pascual Millán en Sol y Sombra) del bravísimo cuarto de la tarde. Antes, en su otro toro había dado un pequeño mitin aunque –por fortuna- solo escuchó un aviso.
Jerezano, también cogido, es conducido a la enfermería después de la muerte del cuarto.
Tampoco pudo estar lucido, por mor del ganado, Vicente Pastor (quien ya había abandonado su inicial apodo de “Chico de la Blusa” que se debía al característico blusón que utilizaba cuando se lanzaba al ruedo en los embolados que se lidiaban después de la novilladas madrileñas).
El de Embajadores, abusó del pico de la muleta y anduvo bastante desconfiado. A pesar de todo, el público (más benévolo que los cronistas) le aplaudió en su primero.
Pastor fue también lastimado por el quinto toro de esa accidentada corrida y ahí se acabó todo pues ya se había echado la noche encima y la plaza carecía de luz artificial.
No es habitual ver tan desconfiado a un diestro tan valiente como Vicente Pastor, pero los torazos de Coruche infundían un pavor más que justificado entre los “coletas”
El toro de Coruche
Decir Coruche era sinónimo de terror y horror. Algo así como decir Palha (de cuyo origen era la procedencia de ese ganado) pero si se me apura, aún algo peor. La sólo mención de este nombre hacía temblar a los “coletas” más decididos entre los que cundía inmediatamente… el pánico.
Los toros de Coruche destacaban además por su poder en la suerte de varas, por lo que daban grandes y emocionantes caídas y en el importante número de caballos que dejaban para el arrastre
Las reses del acaudalado ganadero Don Luis Patricio, eran corpulentos y de grandes defensas según decía J. Leal Cepeda en un artículo publicado en la revista “Respetable público” hacia 1911. El articulista añadía que no hacían falta reses tan exageradamente grandes y cornalonas para satisfacer los gustos del público.
Un toro en el tipo de Coruche
Proponía nuestro autor, en consecuencia, que el ganadero redujese el tamaño de sus reses con el fin de obtener toros más pequeños y de más fácil manejo. Augurando que, como lo que se pierde en tamaño se gana en bravura, el resultado sería magnifico mejorando el puesto que ocupaba la ganadería no sólo en Portugal sino también en España.
¿Que fue de los toros de don Luis Patricio?
No es fácil seguir la pista de los avatares de esta ganadería pues no alcanzó nuca la fama que, por ejemplo, tuvo la de Palha. Pero lo que está claro es que no se cumplieron los deseos del cronista de Respetable Público pues la ganadería de Luis Patricio siguió los mismos pasos que otras ganaderías, portuguesas y españolas, de similar dureza que desaparecieron o se transformaron.
Según Joaquín López del Ramo, la mutación se produjo en 1949 por obra de don Alberto Cunhal Patricio (el hijo de don Luis Patricio) quien refundó la ganadería con reses de Infante da Cámara a más de ganado español de la línea de Gamero Cívico (Tamarón, Conde de la Corte, Belmonte y Guardiola) posteriormente se añadieron reses de Pinto Barreiros, también en la línea Ibarra-Parladé.
Por las rutas del toro de Joaquín López del Ramo (Colección la Tauromaquia número 38, 1ª edición, Madrid, 1991).
Lo que no aclara López del Ramo es porqué, si Alberto Cunhal Patricio era hijo de Luis Patricio, cambió el hierro y la divisa de la ganadería de su familia.
¿Se había vendido esta antes y era, en realidad, una nueva ganadería o, por el contrario, se trataba de una táctica comercial para evitar asociar el nuevo ganado a la imagen terrorífica de sus antepasados?
El hierro y la divisa de la ganadería de don Luis Patricio (cuya divisa era celeste y blanca) y (debajo) el de los Herederos de Alberto Cunhal Patricio.
Sea lo que fuere, con el cambio se pasó del temido toro de principios de siglo a uno de mejores hechuras, más hecho y más rematado y, sobre todo, con acometidas más bonancibles. En el fondo, lo que pedía el cronista de Respetable Público y lo que exigían los nuevos tiempos, aunque conseguido no por afinamiento y mejora de la raza antigua sino por refundición o cruces absorbentes.
Un toro con las actuales hechuras de la ganadería de Herederos de Cunhal Patricio.
Sin embargo, aunque con otros orígenes y encastes, aun quedan hoy día ganaderías que nos recuerdan, por su dureza y por las dificultades que presenta su lidia, a aquellas otras como la que, a nombre de don Luis Patricio, pastaba en los campos portugueses de Coruche a finales del XIX y principios del siglo XX.
Aunque esa, es otra historia.
Una más de las muchas cogidas que dieron estos toros. En la foto, un toro de Coruche arrolla al peón Mellaíto en la Plaza de Madrid, en 1905. Por suerte para él, el toro sigue su huida ignorándole.
(Continuará…)
Entrada modificada el 28/02/2012 a la 9:24