Por Ángel González Jurado
Un pase de pecho con la derecha de Domingo Ortega en versión de Ruano Llopis fue el motivo del cartel de la corrida de Alicante. El empresario era el apoderado del torero.
Nota de LRI
Somos hijos de nuestro tiempo. Por eso, vemos los toros desde el punto de vista de nuestra época. Cuando se presentan ante nuestros ojos documentos gráficos (fotos o películas) de otros tiempos nos resulta casi imposible no analizarlos según nuestros criterios actuales.
Hemos pedido a un buen amigo nuestro y gran aficionado que reseñara la tarde de Alicante que publicamos en anterior entrada.
Es, por tanto, la crónica de un aficionado actual (madrileño por más señas) sobre una corrida de toros de hace más de 80 años.
En la próxima entrega vamos a comparar y contrastar esa visión con la que tenían los aficionados y revisteros de la época.
Algunas cosas se siguen viendo iguales pero, en otras, el cambio resultará evidente.
Una de Toros en tiempos de la Segunda República
Alicante. 18 de enero de 1932 (LRI) De nuestro corresponsal en Alicante AGJ
Nada nuevo en la invernal tarde del pasado domingo (17 de enero de 1932) en la plaza de Alicante. O sí; acaso ver en el palco de honor al Presidente de la República –el Sr. Alcalá Zamora-, ya que hasta esta clase de corridas han dejado de ser “reales”.
Alcalá-Zamora en las Ventas pero esta vez en un mitin político
De ocho toros se anunciaba la corrida, dos de ellos para rejones, entre los de Saltillo y los de Antonio Pérez. El cartel de toreros de a pie como de lujo: Marcial Lalanda, Domingo Ortega y Manolo Bienvenida. Los tendidos con muchas calvas y eso que, como cabe suponerse, debía haber muchos billetes regalados para presenciar el festejo, como bien dice el bellísimo cartel de Ruano Llopis, en honor del Presidente de la República. La Empresa organizadora la de Domingo Dominguín a su vez apoderado o representante de todos los componentes del cartel.
Domingo González “Dominguín” iniciador de una interesante saga, fue un torero corte o estilo belmontista o abelmontado. Sin embargo, aprendió de Joselito el Gallo, su padrino de alternativa, a manejarse en los entrebastidores taurinos lo que permitió convertirse en un influyente taurino (Fotografía del blog Larga Cambiada)
De los ocho toros, por razones que no vienen al caso y no sólo porque fueran pequeños, sólo pudimos ver cuatro, pequeñitos ellos, jovencitos, blanditos, tocaditos de los pitones,… ya se viene diciendo eso de “torerillos de hoy que sólo quieren saltillos”.
Las ventajas de poder elegir ganado y que tu apoderado lo imponga para si, seguimos tolerándola hasta en Madrid. Por lo que llegará el momento, más pronto o más tarde, en el que desaparezca el TORO y desaparezcan encastes como los lidiados esta tarde.
Uno de los toros de Saltillo salta al ruedo alicantino el 17 de febrero de 1932
La corrida estuvo frecuentemente por los suelos, los cuatro toros que vimos se cayeron varias veces durante su lidia, la lengua la llevaban por delante de unos indecentes pitones, y ello por más que pudieran parecer, como oímos decir, bravos y nobles.
Los toros se cayeron frecuentemente. ¿Quizás por tratarse de “toros de yerba” al haberse lidiado en pleno invierno?
Marcial Lalanda
¿Cómo no se le va a ver poderoso con esa clase de toro?. Tal vez también se le viera poderoso a cualquiera de los demás toreros del escalafón que torean la cuarta parte de las corridas que él torea. Con esa clase de toro no puede ni debe presumir de ser un torero poderoso.
Decía un vecino de localidad que no se puede comprender que un torero de poder tenga con tanta frecuencia que anunciarse en “festivales” por mucho que, como en esta ocasión, acuda a presenciarlo Alcalá Zamora.
Se lució Marcial y cumplió con una media verónica importante saliendo garbosamente de la cara del toro el cual, por cierto, le enganchó el capote. También quiso lucirse en banderillas, pero a toro pasado.
La garbosa media de Marcial Lalanda
Sobrado en la muleta en base a su toreo sobre las piernas, andándole mucho al toro por la cara y terminando la faena con lances rodilla en tierra (ya podía). Una buena media estocada de rápido efecto hizo que el toro, nuevamente, se postrara de rodillas ahora para ser apuntillado.
Domingo Ortega
“Domingo, como todos los domingos siempre lo mismo Domingo”, aunque sea en Madrid o en Alicante, aunque sea con “saltillos” o con “antoniospérez”, aunque el palco presidencial lo ocupe el Presidente de la República o lo ocupara el Rey: siempre lo mismo Domingo.
El toro que le correspondió hace una buena pelea en varas, aun con el caballo envuelto en uno de esos horrorosos petos que nos impuso la norma dictada por Primo de Rivera.
Ortega estuvo poderoso con el toro que se derrumba (ya podrá también), y, con la planta encorvada, lleva a cabo una variada faena con pases sino de todas sí de muchas marcas.
La personal e intransferible tauromaquia de Domingo Ortega. Un ayudado sobre las piernas
Manolo Bienvenida
A Manolo Bienvenida le corresponde uno de Antonio Pérez que desmonta aparatosamente al piquero cabeceando para tratar de quitarse la vara de encima. En la faena de muleta le da al toro, que se derrumba también en varias ocasiones, un trato amable marca de la casa, toreándole sólo por la cara y sin profundidad alguna.
Se perfila bien para matar y agarra media en buen sitio que es suficiente. Da una vuelta al ruedo corriendo, al estilo Bienvenida.
El cite de Manolo Bienvenida. La muleta perfectamente liada.
La afición está esperando a alguien que, aunque sea dentro de treinta años, venga con una escoba, se llame Manolete o se llame Pepe Luis.
Manolete, de pantalón corto, a principios de los años 30, junto a unos novilleros cordobeses.Preparando la escoba.(Imagen del libro Manolete Biografía de un sinvivir de Fernando González Viñas)
(Continuará)
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