Por Jose Morente
En la mayoría de las fotos de Antonio Bienvenida, que circulan en la red, se ve a este diestro cargando impecablemente la suerte sobre la pierna de salida siempre adelantada. Una posición que, para algunos, es el súmmum de la ortodoxia. Sin embargo al captar la fotografía un instante concreto, no es fácil determinar si esa posición se debe a que la foto recoge el último tramo del muletazo (y el cite se produjo realmente con la pierna retrasada) o, al contrario, si la pierna se adelantó al arrancarse el toro.
El aprendizaje de la técnica
No podemos ni deberíamos olvidar que el toreo es un arte o, mejor dicho y como nos recordaba Fernando Cámara y apostillaba Jim Verner en la anterior entrada de este blog, una ciencia esencialmente empírica y pragmática.
En ese sentido, si el conocimiento teórico (los cánones) pudiera ser patrimonio de los aficionados, resulta evidente que el conocimiento práctico (la ciencia del toreo) pertenece en exclusiva a los toreros. Un conocimiento que los toreros adquieren con la experiencia (“la letra con sangre entra”) y, fundamentalmente, viendo torear a otros toreros.
El aprendizaje del torero se produce a partir de su propia y dura experiencia y viendo torear a los buenos toreros (En la foto de Joaquín Bueno, cogida del novillero Adolfo Ramos. En el callejón, su maestro Fernando Cámara)
Por eso, porque los toreros no aprenden el toreo leyendo sesudos textos sobre la tauromaquia ni aplicando en el ruedo los cánones que los aficionados tenemos por inamovibles, sino toreando y viendo torear a otros toreros es por lo que el toreo de cada época resulta ser una nueva edición, corregida y aumentada del toreo de la época anterior, del toreo de siempre. A lo largo de toda la historia del toreo se manifiesta ese hilo conductor que es la técnica.
Los toreros no leen sesudos tratados de Tauromaquia, se limitan a observar a otros toreros y aprender de ellos (En la imagen Pepe Luis Vázquez y Manolete atentos a lo que pasa en el ruedo)
Esa cadena de transmisión puede presentar y presenta sus lógicos altibajos pues no siempre una generación mejora lo que hizo la anterior ni tampoco las nuevas aportaciones tienen que ser necesariamente válidas o incorporadas directamente al acervo común profesional. El proceso por el que se formaliza y define un nuevo modo de torear es un proceso de altísima complejidad pero, como decimos, tiene su base en el aprendizaje de lo existente y en la experimentación de lo nuevo (procedimiento prueba-error).
El aprendizaje del toreo por transmisión de conocimientos. Manolete aprendió a torear viendo –entre otros- a Chicuelo quien, a su vez, había aprendido de Joselito el Gallo (Fotografía con la alternativa de Manolete concedida por Chicuelo).
La negativa apreciación sobre el toreo actual
El toreo de nuestra época se incardina en ese proceso. Por eso, no creo que sea correcta la apreciación de algunos aficionados que consideran que el toreo actual se encuentra en decadencia debido a que los toreros actuales practican un toreo muy alejado de los cánones clásicos que practicaron los grandes toreros del pasado, un toreo ventajista y tramposo al que llaman “destoreo”.
Creo que esa percepción parte de una lectura simplista de la realidad basada en dos errores: Un negativismo exacerbado sobre el toreo del momento presente (sobre el que no vamos a entrar ahora) y una idealización utópica del toreo de épocas anteriores.
Es muy frecuente la idealización del toreo del pasado. A partir hechos más o menos ciertos, se atribuye a los toreros de antes hazañas que nunca hicieron o simplemente modos de torear que les eran ajenos (En la foto de Cano, Pepe Luis Vázquez torea por naturales, con el compás cerrado y de perfil pero, sobre todo, con una elegancia y un desmayo inigualables)
Vamos a centrarnos en la segunda cuestión, en la suposición de que los grandes maestros del pasado se han ajustado siempre al torear a los cánones clásicos. Una suposición que no corresponde a la realidad.
Y no corresponde porque, esos grandes toreros, no han toreado como hoy se nos dice que toreaban y, mucho menos, lo han hecho ajustados a unas normas que no tienen nada de clásicas sino que están formadas por tópicos o clichés impostados..
Y vamos a intentar demostrarlo. Vamos a comprobar (en esta nueva serie) que los toreros considerados como ejemplo de clasicismo por los aficionados actuales (Ordoñez, Luis Miguel, Antoñete, Bienvenida, Paco Camino, El Viti, Rafael Ortega o César Rincón) no siempre toreaban como ahora nos dicen que toreaban (o sea con arreglo a esos cánones supuestos) sino que dichos diestros han utilizado muchos de los mismos medios técnicos básicos que siguen utilizando los toreros actuales. Esos medios que ahora tanto denostamos y criticamos.
En lo que aquí nos interesa y a la vista de lo que vamos a ver, creo que deberíamos tener mucho más cuidado con los reproches de orden técnico que hacemos al toreo de hoy (el pico, perder los pasos, los toques, la suerte descargada, la pierna contrario, etc.) porque son reproches que perfectamente podríamos hacer extensivos a los toreros considerados históricamente más ejemplares y puros, por los aficionados más intransigentes, como vamos a tener ocasión de comprobar.
De igual modo, los toreros actuales (José Tomás, Morante, El Juli, Talavante, Fandiño, Urdiales o Perera) no sólo no rompen o pervierten el toreo de épocas anteriores sino que, antes al contrario, son continuadores del toreo que hicieron sus ilustres predecesores.
Podrá haber diferencias de empaque, ritmo, suavidad, elegancia o clase, que las hay y muy evidentes en uno u otro sentido y entre unos y otros toreros. Pero esa es otra cuestión diferente. Esa es una cuestión de estilos o de formas pero no de fondo.
Como las palabras y los argumentos se los lleva el viento y, al final, son patrimonio de los dialécticos y los demagogos, creo que lo mejor es comprobar de modo empírico, la tesis que estamos proponiendo.
Que nadie se rasgue las vestiduras porque vean que sus ídolos no torean como ellos pensaban o querían creer (o hacernos creer) que toreaban.
El problema no está en esos grandiosos toreros del pasado ni, por supuesto, en su magnífica forma de torear con una técnica tan semejante, en lo fundamental, a la que ahora se demoniza. El problema real está en los tópicos heredados que pueblan nuestra imaginación.
Y una importante precisión para espíritus sensibles. Conviene recordar que los medios técnicos de los que hablamos no son buenos o malos “per se”. Son buenos o malos por el modo de utilizarlos y sobre todo, por su adecuación o no a las condiciones de los toros.
El problema no es torear con la parte del pico de la muleta sino utilizarlo para despegarse al toro en los casos en que no es necesario. El problema no es no abrir el compás sino no echar el peso del cuerpo hacia la pierna de salida. El problema no es perder los pasos, el problema es perderlos cuando no es necesario y hacerlo, además, de forma poco armoniosa. Etcétera.
El tópico. Jose Tomás toreando “con el pico” de la muleta como se denuncia en esta foto obtenida del blog “El Chofre”. Sin embargo, se adivina un muletazo mucho más ajustado y preciso que la mayoría de los realizados con la panza de la muleta.
Y es que se confunde el “destoreo” (que es hacer mal las cosas) con la utilización de determinados recursos técnicos que pueden ser perfectamente válidos según y como.
Aunque con el compás abierto y de frente se asumen evidentes riesgos, el muletazo de la foto no puede ser presentado como ejemplo de ortodoxia ya que el peso del cuerpo no descansa en la pierna de salida sino en la otra. Y aunque la imagen presenta una rara belleza, la suerte está descargada.
El destoreo.
Visto lo anterior, he creído oportuno titular a esta serie, que hoy comienza, con el tan llevado y traído nombre del “destoreo” y la he subtitulado (de forma claramente irónica) como “O la buena técnica de torear”.
Vamos a ver, por tanto, a los grandes maestros del pasado, destoreando o, dicho con mayor rigor y sin ironías, aplicando correctamente los procedimientos, medios y recursos técnicos que permiten el toreo, el buen toreo.
Unos procedimientos, medios y recursos que, hoy día, son rechazados y protestados por algunos aficionados actuales en una clara muestra de desconocimiento de la correcta técnica del toreo de nuestros días y del de siempre.
Antonio Ordoñez, con su empaque habitual lleva al toro embebido en los flecos de la muleta. Magnífico ejemplo de buen toreo (Aunque hoy le llamarían “destoreo” por la posición de perfil sin adelantar la pierna de salida).
Capítulo I. Antonio Bienvenida
Me parecía también oportuno empezar esta serie por un maestro indiscutible como es Antonio Bienvenida.
Vamos a ver dos tandas de muletazos de este diestro en la plaza de Madrid correspondientes a dos faenas diferentes. Pura técnica del toreo de muleta en redondo, más puro y perfecto .
Son muchos los matices en los que podríamos reparar pero, sobre todo, nos fijaremos en dos aspectos: el movimiento de los pies entre pase y pase (perder los pasos) y en la colocación para el cite (al hilo y con la pierna de salida escondida detrás de la pierna de entrada) en todos los muletazos (incluido el primero de cada serie) de esas dos tandas
Conviene señalar que ambas faenas corresponden a dos tardes triunfales de Bienvenida en Madrid. En la segunda de ellas, el diestro cortó las dos orejas del astado saliendo a hombros pese a matar de media estocada que podemos calificar de defectuosa. No se trata pues de dos faenas mediocres sino de dos de sus grandes faenas, lo que confirma la validez como prueba de estas imágenes.
Aunque hemos creído conveniente llamar la atención sobre esos dos aspectos técnicos que permanecen en el toreo de nuestros días, es interesante fijarse también en el empaque, elegancia, ritmo y torería con los que torea (¿destorea?) Antonio Bienvenida. Aspectos que constituyen lo realmente importante y meritorio de su actuación premiada (como no podía ser de otra forma) clamorosamente por los aficionados de la época, tan exigentes, pero mucho más justos y conocedores de la técnica del toreo, que los aficionados actuales.
Unos aficionados que eran buenos catadores del buen toreo.
.Impecable derechazo de Antonio Bienvenida. quien –elegante y erguido- lleva al toro fijo en una muleta cuya tersura era marca y distintivo de su toreo. Sin embargo, los puristas de hoy lo tacharían de “destoreo” por la posición de perfil y el compás cerrado del torero y por la trayectoria rectilínea que sigue el toro. Si eso es así, bienvenido sea el “destoreo”.