lunes, 16 de junio de 2014

El Juli. La estética del poder

 

El Juli

Esto es el toreo

Nota de LRI:

La percepción que tiene el aficionado a los toros es, necesariamente, una percepción externa. Más de fuera que desde dentro. Por eso, en todas las épocas los aficionados se han movido entre la defensa de la épica y el ensalzamiento de la estética pues son los dos aspectos de la Fiesta que más entran por los ojos del espectador.

El toreo de antes y el de ahora se debate, por tanto, entre el “Se puede pagar el dinero de la entrada por verle hacer el paseíllo” (aplicable a diestros como Lagartijo o Curro Romero) y el “nada tiene importancia si no hay toro” (donde mandan los hierros emblemáticos como Victorino o Miura ¡Siempre Miura!).

Esta tendencia, ya sea  la de la épica o la de la estética, prima la apariencia sobre la esencia, el resultado sobre el procedimiento y la forma sobre el fondo. En el toreo, son muchas las veces que los aficionados nos hemos refugiado en esa cómoda postura para calibrar o valorar las cualidades de un diestro: El empaque, la elegancia, la chulería, el arrojo o sea, esa mezcla aromática que hemos convenido en llamar torería, han sido valores que han primado sobre otros tanto o más sustanciales pero mucho menos evidentes.

Por estas razones, los diestros menos formalistas, los que no son ni épicos ni estéticos, tales como Guerrita, Joselito el Gallo o Luis Miguel Dominguín, han sido siempre los más denostados por los aficionados superficiales que los han tachado (¡y hay pruebas documentales!) de mediocres o vulgares. Vivir para ver.

El pasado día 4 de junio, Julián López “el Juli” actuaba en la Corrida de Beneficencia en Madrid, entre la complacencia de la mayoría y el vocerío de los superficiales formalistas. Una actuación muy rotunda pero también muy discutida que acabó con el merecido premio por su buen toreo pero entre la división de opiniones del respetable. División que debe agradecer el diestro pues, hoy por hoy y como dice un buen amigo mío, ese tipo de protestas prefabricadas de la plaza de Madrid son la mejor prueba de la categoría de figura de un torero.

Lo que sigue es parte de una amena y tranquila conversación, al margen de ese ruidoso guirigay de la plaza, que tenía lugar hace muy pocos días en facebook entre tres muy buenos aficionados. Una conversación inusual sobre fondo y forma, sobre apariencia y esencia, sobre continente y contenido. Una conversación que todavía, a fecha de hoy, continua.

Transcribimos parte de ese debate, concretamente, su inicio.

 

Ante esa foto, y ese pie de foto propuesto por Paco Carmona, y a raíz de la corrida de la Beneficencia, Felipe Romero Taller de Toros planteaba una duda (lógica): 

¿La estética del toreo de poder debe exigir el sacrificio de la naturalidad? Es una pregunta que me hago y no tengo clara la respuesta.

La respuesta de Paco Carmona

Hay muchas, cientos de fotos que se pueden titular igual que esta que comentamos del Juli. Porque no hay una pureza absoluta en el toreo. Hay pureza siempre que éste se ejecute con verdad y con la máxima entrega.

Pero también es cierto que esta manera de torear exige el sacrificio de esa naturalidad de la que hablas y nos da paso a otra estética más prolongada o de desgarro.

Juli cita "desde dentro" a un toro de Madrid para torear la embestida y prolongar la bravura hasta límites insospechados, sacrificando una estética más "bonita" por un toreo de mayor compromiso.

La exigencia de Juli con el toro también es un arma de doble filo porque no amortiza al instante la belleza que provoca el toreo "desde arriba". Juli inicia la suerte con la muleta colocada, como si el muletazo ya se hubiera iniciado desde dentro, para con media muleta no dejarlo salir de la suerte y retenerlo dentro hasta que éste no pueda más...

Las cosas y los debates pueden siempre tomar un sesgo inesperado. Por eso, Jack Coursier, tan sagaz siempre, se interrogaba sobre la estética de la postura de Glen Gould tocando el piano y la comparaba con la del Juli.

Una foto de Jack Coursier.

Glen Gould al piano

Felipe Romero Taller de Toros reprochaba amablemente a Jack que, hacer un paralelismo entre dos artistas que tal vez tengan como puntos comunes el de primar su afán por el desarrollo técnico de su arte frente a los aspectos formales, era quizás… una provocación.

Y añadía que, en ambos casos, la perfección y la profundidad se anteponen a la puesta en escena. Glenn Gould acabó prescindiendo de las actuaciones en directo para centrarse en la música de estudio.

Para Felipe

Lo que importa es el sonido/Lo que importa es dominar y someter al toro.

El fondo frente a la forma. Si suena bien ¿qué importa mi aspecto?/Si va largo ¿qué importará que mi figura se fuerce? Y sin embargo en ninguno de los dos casos logran sacudirse el estigma de la imagen.

En ambos casos, El Juli y Gould, la estética acaba siendo fundamental para reconocer al artista. En el caso de Gould es su vieja silla en una vitrina de la Biblioteca Nacional de Canadá la que le ha sobrevivido, así como su imagen.

No su música, para la que no tengo educado el oído lo suficiente como para apreciarla. Y es que estamos en un mundo en el que la cultura visual es parte esencial para la diferenciación de los artistas.

Pero es que en el toreo siempre fue así y lo que quedan son las imágenes.

En todo caso y como señalaba Jack Coursier

La silla de Glen Gould y su posición muy baja fueron y son mínimos aspectos de su vida artística, la pequeña leyenda que hace sonreír. Su discografía es admirable y admirada y su fama no se limita a su taburete.

En el caso de los toreros, me parece que es conveniente distinguir por una parte, la belleza de la obra, que se confunde con su eficacia y pertinencia (el muletazo de conducta soberana es, por antonomasia, el muletazo de bello trazo. Repito, me parece), y por otra parte la elegancia del torero, de sus gestos, su prestancia, toda la parte seductora, fotogénica de su presencia en el ruedo.

(…)

12 comentarios:

  1. Como siempre extraordinaria entrada del blog.

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  2. Juan Hidalgo:

    Lo que,como casi siempre, se debe primero a los lectores y, en segundo lugar a los buenos amigos que colaboran con este blog y que, en este caso, son Paco Carmona, Felipe Romero y Jack Coursier (además de Javi Hernández y Alberto Marcos Morante que también han participado en el debate del que he transcrito el principio).

    Un cordial saludo

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  3. La gran duda es si en"la belleza de la obra" no entra tambien la figura del torero.Cabe pensar si la "obra" no es un todo indivisible: toro-muleta-torero.Yo creo que al ser el toreo un arte obligadamente visual en alto grado, no es equiparable a la música.Otra cuestión sería un cantante de ópera; su cuerpo forma parte del espectáculo
    Buscar la esencia de la obra-exprimir la bravura y su dominio-puede ser propio de un arte experimental y como tal no es entendido y aceptado por algunos. Curiosamente, y puede que por ahí ande la pista, es aplaudido por el público.
    Cabría preguntarse si no hay otros toreros que "exprimiendo la bravura" no afean su figura como hace el Juli. Puede que el "experimento juliano" no se adapte a su cuerpo y en otros toreros reluzca y sea plenamente aceptable y bienvenido.Si es así,la tragedia en el Juli estaría servida:tu propio cuerpo impide llevar a cabo tu creación.
    Estas son mis reflexiones a vuela pluma, pue el tema tiene mucha enjundia y de mi cabeza no sale nada más.
    Un saludo a todos.

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  4. En relación a la foto que abre el post, esto no es el toreo; ésta es una forma de torear: torcida, forzada, antinatural y para muchos, entre los que me incluyo, fea.
    Saludos

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  5. francisco butler:

    Una duda más que razonable, evidentemente.

    Está claro que la apariencia "formal" es parte ineludible de la obra (algo que, en efecto, no ocurre en la música).

    Sin embargo, se me ocurren varias objeciones. Primero, que en arte existen tendencias "feístas" que desdeñan la búsqueda o manifestación de la belleza (la cual por otra parte es un concepto variable en el tiempo y el lugar) y segundo que, en el toreo, coexisten diversos objetivos por lo que no es extraño que, en algunos diestros, éste de la búsqueda de cierta elegancia formal les resulte algo ajenos y primen la eficacia sobre la elegancia.

    Creo que es el caso del Juli y creo que como usted apunta, no se trata tanto de una opción personal (torear de una forma u otra) sino de un problema de base: su inadecuada y poco agraciada figura para el toreo conforme a la imagen que nos hemos formado de como debe ser un torero.

    Por eso, no pienso que el problema sea que su forma de torear no se adapte a su cuerpo, sino más bien que las limitaciones de su cuerpo ocultan para muchos aficionados su magnífica (y, eso si, experimental) forma de torear.

    Lo cierto es que no es la primera vez en la historia del toreo que detrás de una apariencia de torero basto o vulgar se esconde un gran torero. El caso relativamente reciente de Rafael Ortega es paradigmático, siquiera juega en favor del Juli que los públicos si han reconocido su valía (no así los aficionados) justo lo contrario que le ocurrió al gran torero de la Isla de San Fernando.

    Un cordial saludo

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  6. Varias ideas me asaltan y tal cual me vienen, las traslado:
    -"Las limitaciones de su cuerpo ocultan para muchos aficionados su magnifica forma de torear." Acertada matización.La damos por buena para poder seguir hablando.
    -El toreo del Juli es bien visto por el público:¿es una prueba de que el toreo en esencia es dominio y no es obligada la elegancia?
    -El arte del toreo es un arte vivo y precisa(en el Juli es una necesidad intima)evolucionar, buscar nuevas formas.El público lo estaría captando y "los guardianes de las esencias" no enterandose
    -El Juli está creando escuela, sin ir más lejos, la última actuación de Juan del Alamo en San Isidro me recordó en sobremanera al Juli.Menos descompuesta la figura pero si ambicionando comerse toda la embestida del toro.Habría que volver a verla para cerciorarme de que no ha sido una mera impresión sin fundamento tecnico. El caso de muchos novilleros tambien parece evidente.
    -El día que un torero con figura más acorde con el toreo propuesto por el Juli lo consiga, posiblemete se habrá consolidado esa vuelta de tuerca.¿considera hay alguno a la vista o ya en plena sazón?. Para mí, esa es la pregunta clave.

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  7. francisco butler

    Totalmente de acuerdo. Para mi (con todos los matices que se quieran poner) hay varios toreros en esa línea. El más destacado creo que es Perera.

    Por otro lado, tampoco quiero dar la impresión de que Juli es un creador nato. Esta claro que su capacidad de entender el comportamiento del toro es infinita pero por lo que respecta al conocimiento de las suertes creo que Juli es, más bien, una "esponja" que absorbe todo lo que ve tanto en las plazas como en el campo.

    Lo que está claro es que estamos ante una generación que no tiene empacho en llevar a los ruedos lo que "ensayan" o prueban en los tentaderos.

    Eso es lógico que deje perplejos a los aficionados de escuadra y cartabón. NO sólo perplejos sino que al no poder usar sus instrumentos de medida se rebotan y rebelan contra los infractores del canon.

    Creo que eso explica, en gran medida, el "odio" visceral e irracional que el Juli despierta en algunos, por otra parte, tan buenos aficionados.

    Pero todo esto, son sólo elucubraciones mías. Meras hipótesis.

    Un cordial saludo

    PD: Cartel de la goyesca anunciado esta mañana: Morante-Juli-Perera

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  8. Me alegra que nombre a Perera. Yo lo veía así, pero no me atrevía a asegurarlo.
    Gracias por sus respuestas.El Juli-Perera tambien en julio en Valencia.
    Saludos.

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  10. En los artes, como en los negocios, hay que entender los gustos de todos y no creer que el gusto de uno es el mejor o el unico valido. Como dijo algun sabio, "si vas a poner una tienda de zapatos, no debes vender solamente tu propio numero.
    Jim Verner

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  11. ¿Inadecuada y poco agraciada figura para el toreo la del Juli?
    No estoy de acuerdo. ¿Por qué entonces su toreo de capa es tan estético?
    Morante, Antoñete, Manolo Vázquez y Paula todos con barriga o barriguita tampoco es que sean Adonis.
    Lo que ocurre es que el Juli con la muleta se libera de los cánones estéticos establecidos y fuerza la figura para (re)interpretar el toreo, de la misma forma que Gould también se siente libre (no me refiero a la posición delante del piano ni a la famosa silla) para (re)interpretar a Bach. Esa es la razón por la que tanto los puristas de la tauromaquia como de la música los rechazan. En el caso del Juli los puristas dicen: “eso no es torear”; en el caso de Gould dicen: “eso no es Bach”.

    Mosquete

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  12. ¿Inadecuada y poco agraciada figura para el toreo la del Juli?
    No estoy de acuerdo. ¿Por qué entonces su toreo de capa es tan estético?
    Morante, Antoñete, Manolo Vázquez y Paula todos con barriga o barriguita tampoco es que sean Adonis.
    Lo que ocurre es que el Juli con la muleta se libera de los cánones estéticos establecidos y fuerza la figura para (re)interpretar el toreo, de la misma forma que Gould también se siente libre (no me refiero a la posición delante del piano ni a la famosa silla) para (re)interpretar a Bach. Esa es la razón por la que tanto los puristas de la tauromaquia como de la música los rechazan. En el caso del Juli los puristas dicen: “eso no es torear”; en el caso de Gould dicen: “eso no es Bach”.

    Mosquete

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