sábado, 24 de febrero de 2018

Antología del toreo. El natural (I)

Por Jose Morente

El toreo al natural tiene un legítimo dueño y señor: Manolete

Es una lástima que se inventara tan tardíamente la fotografía y más tarde aún el cinemascopio. De haber llegado antes hoy hubiéramos podido disfrutar con las hazañas y proezas de Pedro Romero, Hillo, Costillares, Curro Guillén, Paquiro, Cúchares, el Chiclanero, El Tato, el Gordito, etc.. Y con tantos otros que en el mundo han sido.

Pero no nos lamentemos y vamos a conformarnos con lo que tenemos y de lo que tenemos, aunque lo ideal fuese la película, nos quedan las fotografías, esas antiguas fotografías que nos permiten aislar un lance, un instante, un detalle y captar el momento, el gesto, esa pierna que avanza, ese mano que no torea, esa mandíbula que se hunde en el pecho...

La fotografía no es el toreo pero es parte del toreo. Vamos pues a rescatar del baúl esas viejas y amarillentas fotografías del toreo. Lance a lance, aquí está la memoria gráfica de la evolución de las distintas suertes que es, a fin de cuentas, la historia del toreo.

Hoy empezamos esta serie con EL NATURAL


El natural primitivo de Vicente Pastor


El natural primitivo. Un natural por alto de Vicente Pastor. De cabeza a rabo, barriendo los lomos del toro. La ortodoxia decimonónica del pase natural que era en origen un pase aislado. El único natural legítimo para los aficionados antañones incluso cuando, años después, ya se toreaba por bajo y en redondo.


El natural primigenio de Bombita


El natural primigenio de un torero que busca el mando aunque no siempre lo consiguió. La preocupación de Bombita fue siempre intentar mandar en el toro, alargando su embestida en el remate. El Bomba se olvidaba de la verticalidad como han hecho tantos toreros en todas las épocas del toreo, la nuestra incluida.  El otro matiz importante, es esa muleta que ya va a la altura natural de la cara del toro. Son dos matices pero estamos ante el embrión del moderno toreo de muleta.


El natural sesgado de Belmonte


Aunque ahora se diga lo contrario, el natural de Belmonte era corto y sesgado, basta compararlo con la foto del natural de Bombita para comprenderlo. El de Juan entra dentro del toreo de expulsión pues el trianero toreaba siempre en ochos, alternando pitones lo que implica la necesidad de ganar terreno al toro, de desplazarlo hacia afuera contínuamente. Belmonte nunca ligaría naturales en serie. A su natural no le seguía otro natural sino un pase cambiado, una trinchera o un pase de pecho. 

Por eso, aunque su estética desgarrada y profunda es magnífica y fecunda, su toreo de muleta traía, en lo técnico (y pese a esa mano baja que tiene su aquel), fecha de caducidad.


El natural moderno de Joselito


Joselito el Gallo, el más grande de los toreros, va a rescatar del baúl del olvido el olvidado pase en redondo que se forma con tres naturales seguidos o en serie. Joselito no torea al natural sino que torea por naturales, lo que es radicalmente diferente. En puridad, acaba de nacer el toreo en redondo, base del toreo moderno de muleta. Gallito no lo inventó pues recuperó una tradición decimonónica que se había perdido y que dicen que venía desde Cayetano Sanz.  

Joselito, todas las tardes, toro tras toro, iba encadenando esos naturales suyos ligados, hilvanados y cosidos y, con ellos, encadenó al toreo.


La borrachera del toreo al natural en Chicuelo


Chicuelo, discípulo dilecto, fue el primero y quien mejor tomó nota del invento y aprendió la lección viendo torear al maestro José. Si al rematar un natural, el torero dejaba muerta la muleta y el toro volvía, los naturales se podían encadenar uno tras otro. Y eso fue lo que Chicuelo hizo, con generoso derroche, en Madrid con Corchaíto... Y eso fue lo que, antes, había hecho en México (¿qué sería del toreo sin México?) con Dentista y Lapicero. Su muletazo, mejor dicho, sus muletazos, en la cuerda limpia y clara de su maestro serán quizás menos poderosos pero destilan sutileza y gracia a raudales. 

O dicho de otro modo, la gracia del toreo vino del cielo y su mejor intérprete fue Chicuelo.


El natural chicuelista de un belmontista: Curro Puya


Trianero de pura cepa. Capotero en la cuerda de Belmonte siquiera ya de manos más bajas, el toreo de muleta de Curro Puya, con ecos de fragua, se fragua -curiosamente- en el horno contrario, el horno clarividente de Chicuelo. De foto a foto, de la Alameda a Triana, sólo dos detalles diferencian esos dos naturales: El codo levantado del torero de la Alameda (detalle gallista) y el talón levantado del gitano de Triana (detalle belmontista). Al final, el más antiguo resultaría ser el más moderno.  

Como suele suceder. Paradojas del toreo y de la vida.


El natural gallista de un gallista: Marcial Lalanda


Marcial -tardogallista- dominaba mucho pero carecía de matices quizás porque había nacido en Rivas Vaciamadrid, o sea de Despeñaperros para arriba Sus naturales resultaban un tanto forzados y rígidos aunque, eso sí, los ligaba en serie como su maestro, algo que los públicos de la época agradecían sobremanera.


El natural gallista de un belmontista. Antonio Márquez


Decían de Antonio Márquez que era belmontista y lo sería pero su natural destila gallismo y chicuelismo por los cuatro costados pues Márquez se reune con el toro, en vez de expulsarlo de su terreno. Lo que cambia es el cite que si en Joselito y Chicuelo, se hacía de frente, ahora se hace de tres cuartos. El torero que citaba de frente y veía pasar al toro por el costado, empieza a ponerse de costado y ve pasar al toro por todo su frente, lo que encierra un enorme, si no mayor, mérito.


El natural republicano de Manolito Bienvenida


Todavía tres cuartos de lo mismo. Todavía -antes de la guerra- el torero seguía citando de tres cuartos en los cites lo que, en consecuencia, hacía que el muletazo resultase de corto recorrido y le obligaba a forzar la cintura en el remate. Pero, incluso en esa posición, Manolo Bienvenida, el más completo de la dinastía, enjaretaba los naturales en serie con indudable apostura como ya no había más remedio que enjaretarlos.


El toreo al natural tiene nombre de Manolete


Esta foto no tiene desperdicio. Viéndola se comprende el tremendo cambio que introdujo Manolete en el toreo de muleta, su revolución. Manolete es fruto de una evolución histórica pero su colocación de perfil en el cite resuelve de un plumazo el problema del toreo en redondo al que se habían enfrentado los diestros anteriores a el y que sólo el supo realmente resolver.

Manolete fue un torero de sistema con un sistema netamente definido y acabado, sin dudas ni fisuras. Un sistema técnicamente coherente y perfecto que le servía para todos los toros. Manolete citaba de perfil y con la muleta atrasada, a la altura del cuerpo, arriesgando todo en ese cite. Trueca el control en el inicio a cambio de garantizar  la precisión en el remate. En ese giro al citar está el descubrimiento del tercer tiempo del muletazo que posibilita la ligazón de las suertes y que será la clave del toreo moderno. En México -público, crítica y toreros- lo vieron y lo jalearon de inmediato. Aquí, en España, todavía no nos hemos enterado.

Todos los toreros, todos, igual que ocurriera con Joselito, van a seguir su estela y su enseñanza.


El natural de Manolete por Armillita


Torero largo, a fuer de inteligente y clarividente, Armillita fue el primero que, cuando vio torear a Manolete, proclamó la buena nueva a los cuatros vientas. Del "así no se puede torear" que dijo el Guerra (con toda razón) cuando vió torear a Belmonte, pasamos al "sólo se puede torear así" que dijo Armillita (con toda la razón) cuando vio torear al Monstruo

El caso es que acertaron los dos. Tanto Rafael como Fermín. Dos genios que no sólo sabían torear como el que más sino que también sabían ver lo que veían.


El natural de gran estilo de Pepín Martín Vázquez


Aunque el aroma y la estética sean diferentes, el muletazo de Pepín es un hijo pródigo y legítimo del muletazo de Manolete lo que se evidencia en esta fotografía. El toreo de Pepín atesoraba una enorme calidad, toreo de muchos quilates, gracias evidentemente a su estética pero también gracias a su concepto y al modelo elegido: Manolete.


El sencillo natural del joven rival: Luis Miguel Dominguín


Pocos toreros tan poderosos como el hijo del Rubio de Quismondo. Luis Miguel ha sido como Guerrita y como Armillita un genio, soberbio y clarividente, dentro y fuera de las plazas. Su muletazo, manoletista como el que más, se caracterizaba por el poder, el mando, la longitud y la facilidad (difícil facilidad) más que por la estética, quizás algo dudosa.

Pero es que ¿les importa algo la estética por la estética a este corte de toreros?


El muletazo sevillano del Séneca de San Bernardo


A quien si le importaba la estética (¡y cómo!) era al rubio torero de San Bernardo. Aunque en las antípodas conceptuales y teóricas de Manolete, el muletazo sevillano de Pepe Luis jondo y liviano a la vez- virtud que no defecto- es, técnicamente también, hijo legítimo  -minimalista y de perfil- del muletazo del diestro de Córdoba pues, como hemos dicho, todos (y aquí ya se ve que fueron todos) los toreros de entonces bebieron en la misma fuente.

¿A la vista de la imagen, alguien lo duda?

(Fin de la primera parte)

viernes, 23 de febrero de 2018

Postales taurinas (XXIII) Soberbia y chulería de Luis Miguel Dominguín

Por Paco Carmona
Luis Miguel. Bendita soberbia y bendita chulería

Luis Miguel. Uno de los "toreros malditos". Uno de los pocos que cambiaron el devenir técnico en el arte de torear.  Eslabón fundamental entre Manolete y el toreo definido, largo, poderoso y ligado de los años 60/70. 

Con una personalidad muy marcada, una soberbia y chulería que aún a día de hoy pica a más de uno. Una pena que los aficionados fetén no le hayan valorado en su justa medida, y le hayan menospreciado por los temas del corazón y la política. 

Luís Miguel fue mucho más que un torero importante.

lunes, 19 de febrero de 2018

Cuaderno de notas (CXXXI) La Beneficencia de Luis Miguel

Por Luis Miguel Dominguín

Luis Miguel sale a hombros por la Puerta Grande de las Ventas el día de la corrida de Beneficencia de 1946 (Fotografía publicada en El Ruedo el día siguiente)
Esto no impide que, por otra parte, haya días definitivos. Me acuerdo de la corrida de Beneficencia de Madrid, en que toreamos Álvaro Domecq, Antonio Bienvenida, Gitanillo de Triana, Manolete y yo. Fue en el año 1946. En esa corrida no había programación, había que salir a morirse. La plaza estaba abarrotada porque era la única corrida que toreaba Manolete, quien, por otra parte no solía torear conmigo. Tuve además, para estar en el cartel, que dar un donativo de cien mil pesetas. Yo que llevaba pocos años de matador de toros, no las tenía en el banco (...)

Bueno allí, ya no calculaba nada, ni esperaba a ver como era el toro (...) me dijo el chófer que iba a colocar el coche para poder salir más fácilmente al finalizar la corrida. Contesté: "Eso es un problema de la cuadrilla, porque yo, o voy a la enfermería, o voy a hombros a casa". Claro, eso se dice y se hace en los días claves (...) si uno va todos los días a por todas, un día se equivoca.

Aquella corrida cambió el destino de mi vida. Quería tener la cabeza clara, pero hacía el paseo y se me iban cayendo unas lágrimas... Salí a morirme. Esa tarde me pegaba un toro una cornada y hubiera seguido toreando, si no me partía los músculos y no pudiera andar, Así lo hice algunas veces.

(...) Recuerdo esa famosa corrida de Beneficencia porque fue un día definitivo. Tal era la fuerza que se desarrolló en aquellos momentos y el ambiente que agarró a la gente, que fuí un día al cine y en el No-Do ponían esa corrida. Había unos muletazos míos y en un desplante al toro, miré a la cámara sin saber que estaba allí, ¡El cine entero se levantó para aplaudir! Yo, que estaba escondido en las últimas filas, me quedé impresionado.

¡Lo que uno transmite cuando lo siente!

ZUMBIEHL, François. "La voz del toreo" (1ª ed., Madrid, Alianza Editorial, 2002)



Nota:
Luis Miguel no mira a la cámara como recordaba años después pero si que mira al tendido con gesto muy significativo en un desplante arrancando el aplauso del público de Madrid y el de toda España gracias al NO-DO. 

Luis Miguel torero largo, de dominio, en la cuerda de Gallito y Guerrita, transmitía seguridad.mucha seguridad. Algo que, a veces, se podía convertir en un inconveniente.

domingo, 18 de febrero de 2018

Cuando y porqué hemos perdido el sentido de la realidad (de Belmonte a Manolete)

Por Jose Morente
Igual que Don Quijote perdió el sentido de la realidad leyendo libros de caballería, así ocurre con algunos aficionados que han perdido el sentido de la realidad leyendo literatura taurina (En la imagen, ilustración de Gustavo Doré para una edición del Quijote)
En nuestra entrada de ayer, revisamos las opiniones de Rafael Ortega sobre cómo se debe torear. Mientras que para Domingo Ortega (referente de muchos aficionados actuales) la clave estaba en cargar la suerte, Rafael (otro referente) relativizaba ese movimiento y ponía el acento en el cite. Creo que el de la Isla de San Fernando tiene bastante más razón que el de Borox pues, se cite como se cite, para hacer posible un buen muletazo habrá necesariamente que plantear correctamente ese momento inicial del cite. Si no se inicia correctamente el muletazo luego todo será ya más difícil.

Es cierto que su cite con la muleta adelantada es muy diferente (al menos en la teoría pues las imágenes le desmienten) del manoletista cite de muleta atrasada pero es también, y eso es lo importante, un cite en quietud.

Y es lógico pues el maestro Rafael Ortega se forma como torero en la época de Manolete (Ortega tomó la alternativa tardíamente con 28 años en 1949) una época en la que el paradigma de la quietud, el torear parado, vino a sustituir el necesario y contínuo movimiento del toreo antiguo.

Manolete sustituye el movimiento contínuo del toreo en ochos por la quietud del toreo en redondo donde el torero se planta como eje vertical alrededor del cual gira el toro. Hoy no se concibe ni se admite torear sin quietud y, sobre todo, citar sin quietud. Hoy el público exige citar parado, sin menear los pies o sea, teniendo estos completamente anclados en el albero en el momento que el toro entra en jurisdicción.

Todas los argumentos de los defensores del toreo en movimiento (Gregorio Corrochano, Díaz Cañabate, Joaquín Vidal, Alfonso Navalón, etc.) quiebran ante esa evidente realidad del toreo en quietud, del toreo parado impuesto por Manolete cuya importancia y cuyas consecuencias no supieron entender ni valorar. Su defensa del toreo en movimiento (cargar la suerte adelantando la pierna de salida después de que el toro inicie su arrancada) no tiene nada que ver con lo que hoy se exige y se premia en las plazas.

Por eso sus seguidores, aquellos aficionados que han aprendido el toreo leyendo los libros, los artículos y las crónicas de los autores citados, dificilmente podrán disfrutar y comprender el toreo parado y en redondo de nuestros días, un toreo que es herencia genial de Joselito, Chicuelo y Manolete y los diestros que les siguieron.

De lo que no se han percatado esos aficionados es que su contínua frustración no tiene su origen en aquello que los toreros hacen en los ruedos sino en esas teorías que anidan en sus cabezas. Les ocurre lo mismo que a Don Quijote, a quien la lectura de los libros de caballería le hizo perder el sentido de la realidad

El mayor problema de nuestros días no está en los ruedos sino en esas erráticas y confusas teorías que pueblan nuestras mentes de aficionados.


sábado, 17 de febrero de 2018

Torear sin cargar la suerte

Por Jose Morente

Foto publicada en el Ruedo de una estocada de la misma tarde de la película que comentamos.
Viendo estos días videos antiguos, me topo con unas viejas películas de Rafael Ortega que parecen contradecir las tesis que el torero (o quizás su prologuista Ángel Fernández Mayo) sostenía en su libro "El Toreo puro". Del dicho al hecho va un largo trecho pero, en este caso, es que se tratan de cosas diametralmente opuestas.

Rafael sustituía la trilogía belmontina ("parar, templar y mandar") por la suya propia ("citar, templar y mandar"). El cambio no es baladí pues en el cite estaba, para el torero de la Isla, el toreo puro, el que algunos llaman rondeño. Es cierto que Domingo Ortega ponía el énfasis en un término diferente ("cargar") pues el de Borox sostenía que sin cargar era imposible mandar (aunque lo cierto es que, lo miremos como lo miremos, esa afirmación resulta ser radicalmente falsa).

Resumiendo que para Rafael había que "citar, parar, templar y mandar, y a ser posible cargando la suerte". Subrayemos ese "y a ser posible" que introduce una duda en el dogma.

En cualquier caso, y hablando del toreo de muleta, Rafael apostillaba:
"El toro tiene que venir humillado, metido en la panza de la muleta y con la suerte cargada. La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar: tú citas por un lado o por otro y, en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que haces es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar. El toreo bueno es aquél en que cargas la suerte y apoyas el peso sobre la pierna contraria"
Siguiendo el tópico, Rafael equipara cargar la suerte con echar la "pata alante", que no es lo mismo aunque eso es ya harina de otro costal. 

El problema real se encuentra en la distancia abismal entre lo que se dice (o nos hacen decir) y lo que se hace. Vamos a ver en imágenes a Rafael Ortega toreando de muleta y no en una mala tarde o de forma inusual sino en una de sus buenas faenas, toreando en Sevilla en la feria de 1954 a un toro bravo y noble de esos de los que el diestro de la Isla venía a decir que no había excusas para no cargarles la suerte pero... 

Pero no lo hace. No carga la suerte pues no adelanta la pierna de salida (no la contraria, otro error) en el muletazo y, sin embargo, manda en el toro. Lo vemos.




Y es que, diga lo que diga Domingo Ortega y diga lo que diga Rafael Ortega, se puede (y quizás se debe) mandar sin cargar la suerte o sea, mandar con los brazos, sin menear los pies, que era lo que, en puridad y en realidad, aconsejaban las tauromaquias clásicas.

Una puntualización el toro que se ve en el vídeo no es de Miura como decía o afirmaba la voz del NO-DO del que se han obtenido estas imágenes publicadas por Alfonso Arteseros en la serie "Sevilla Recuperada" del Diario de Sevilla, sino de Buendía o sea encaste Santacoloma.

Aunque hoy se ensalza el toreo puro de Rafael Ortega y se contrapone al toreo de Manolete, la realidad es que técnicamente el toreo de muleta de ese diestro se encuadra en la línea de Manolete. Con una estética muy diferente (más recio, menos ascético), eso sí, pero dentro de un mismo concepto (se diga lo que se diga). Aunque hoy no queramos verlo así y le demos más crédito a unos textos erráticos que a lo que de verdad pasa en los ruedos. 

Rafael Ortega estaba, por tanto, en la misma línea que la mayoría de los toreros de su tiempo. En lo que superaba claramente a sus contemporáneos era en la suerte suprema. En eso, Rafael Ortega fue gente... tan gente como Manolete.


El arriba es Rafael Ortega (en la tarde de marras), el de abajo Manolete. Del primero dicen que toreaba puro; del segundo que conculcó todos los cánones habidos y por haber. Pero no es verdad. Ahí están las imágenes por si quedaba alguna duda...
Una pregunta. Sabemos leer pero ¿sabemos mirar?

domingo, 11 de febrero de 2018

El tiempo. El que da y quita la razón...

Por Luis Miguel López Rojas


Pepe Moral


Cuando el frío aprieta, enero apura sus últimos días y en espera de una nueva temporada taurina, los aficionados tratamos de mantener viva la llama de nuestra afición mediante la lectura. Releyendo el libro “El Juli, sin comillas” (Ed. Espasa Libros), escrito por Ignacio López, hermano del torero, en la página 242, me ha llamado la atención lo que le decía Roberto Domínguez a su poderdante. Lo cuenta así El Juli:
-Con Roberto he conseguido muchas cosas. Ha sido el eslabón entre el torero y mi vida privada, el que los ha hecho fundirse. Ha captado todas mis ideas y me ha explicado cómo conseguirlas y cómo plasmarlas. Recuerdo muchas cosas que me adelantó el primer año y que luego se fueron cumpliendo. Una vez me dijo: “Mira, la gente te va a respetar cuando dejes de banderillear, pero sólo será el día que coincida que no lo hagas y además cuajes un toro en una plaza importante". Y así pasó...
 Y continúo con lo que me interesa: 
“Incluso en las épocas más difíciles me comentaba que llegaría un momento en que me aplaudirían solo por la forma de colocar la muleta. Yo le decía: “Pero si me pitan hasta haciendo el paseíllo…” Entonces, él con toda tranquilidad, me contestaba: “No te preocupes y hazme caso”. 
Reparé en lo de de “la forma de colocar la muleta” y lo que profetizó Roberto. Mi mente, de forma automática, me llevó a la imagen de aquel cite que hizo Aranjuez, el día de San Fernando de 2013. Ese día, que tuve el inmenso placer de compartir la tarde con el añorado y siempre recordado Juan Antonio Polo. A los dos nos llamó poderosamente la atención esa “nueva forma de citar”, y así se lo comentamos, por separado, a nuestro amigo común José Morente.


La imagen, la inmortalizó José Mendoza “El Bomba” en esta foto y dio lugar allá por junio de ese año, a una primera entrada en La Razón Incorpórea “El Juli, una vuelta de rosca al toreo”, que levantó gran polémica y batió record de comentarios. Y con posterioridad, a otras dos de una misma serie,  "Un ¿nuevo? concepto del toreo (1ª parte)" y "Un ¿nuevo? concepto del toreo (2ª parte)", que siguieron con la misma tónica. De polémica y de comentarios...

Hoy, las vuelvo a releer con especial atención y reparo en una respuesta que me dio el autor del blog:
“…El tiempo dirá si estas propuestas perduran o no”.


Y mi mente de aficionado, me lleva a estas otras imágenes, que también tuve la suerte de vivir in situ, esta vez en la temporada 2017:


¿Les suena esa forma de colocar la muleta?


Es Pepe Moral en Illescas, el 7 de octubre de 2017, en el indulto del toro de Victorino Martín de nombre “Jarretero”. Interpretando el mejor toreo que vieron mis ojos en vivo en la pasada temporada. O al menos, para evitar polémicas, el que más me emocionó.



No les puedo decir si esa forma de colocar la muleta es la misma a la que se refería Roberto Domínguez en el libro que cito al inicio de esta entrada. Tampoco si el público ya le aplaude por eso mismo, como profetizó. Lo que les puedo asegurar es que esa forma de citar, que en su momento a mí me hizo replantearme muchas cosas y así lo comentaba “… renuncia totalmente a la estética o mejor dicho, sacrifica ésta, en pos de la profundidad  y largura de los muletazos. Los intenta enganchar tan delante y llevar tan atrás, con la muleta tan baja…, que su cuerpo se retuerce en demasía. Aunque no sé si esto es defecto, virtud o que realmente no se adecua a mi gusto personal en la estética del toreo.”, particularmente, me encanta y me ha hecho disfrutar de este toreo observándolo desde otro prisma distinto, alejado de tanto prejuicio

Cuatro años después, un torero de tan diferente concepto como Pepe Moral, ante “Jarretero”, un toro de un encaste tan diferente a aquel colorado de Garcigrande, al que presentaba la muleta de esa forma El Juli en el Real Sitio, la foto, esa misma foto, se vuelve a repetir… Aquella que José Morente interpretó al momento como “una vuelta de rosca al toreo”, es un hecho incuestionable que perdura en el tiempo. El “tiempo” ha dictado sentencia

Quisiera terminar con dos puntualizaciones:

Primera: Para que se pueda citar de esta forma el toro debe ser muy bravo, embestir muy humillado, colocando muy bien la cara, independientemente de su encaste. Lo fueron el de Garcigrande y este “Jarretero” de Victorino, que hoy disfruta de su vida de semental en “Las Tiesas de Santa María”. De éste último, no es que lo diga Victorino, Álvaro Núñez del Cuvillo ha manifestado recientemente que ha sido el toro que más le ha impresionado por su forma de embestir este año y que  particularmente, le ha gustado incluso más que “Cobradiezmos”.  

Segunda y final: Hay que tener mucho valor para dejar la muleta muerta, tan baja, con casi ausencia de toques. Para ver pasar por allí al toro durante un tiempo que se debe hacer eterno. Y dar un pase tan largo, tan profundo, tan sometido, tan por abajo... Independientemente de nuestros gustos estéticos. Eso ya es harina de otro costal.

Por todo esto, ahora que nuestra querida Razón Incorpórea ha bajado su actividad por motivos laborales de su autor, D. José Morente. Para que su corazón vuelva a latir, este humilde aficionado ha tenido el atrevimiento de escribir esta entrada a forma de acta

Porque, “a Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César…y a D. José Morente lo que es de D. José Morente”.

Luis Miguel López Rojas (28 de enero de 2018).



sábado, 10 de febrero de 2018

Así toreaba Luís Fuentes Bejarano

Por Jose Morente

Luis Fuentes Bejarano, madrileño, recriado en Málaga y afincado en Sevilla en la portada de un número del Ruedo de 1975 que incluía una entrevista con el torero retirado (Detalle de foto de portada del Ruedo de 9 de diciembre de 1975)

Hay toreros archiconocidos de los que no es necesario comentar nada. De otros, su memoria se ha ido perdiendo en el olvido. Uno de ellos es Luis Fuentes Bejarano, madrileño de nacimiento pero andaluz de adopción y por decisión propia. Antes de comentar su toreo y, lo que es más interesante, verlo torear, vamos a rescatar su biografía del baúl de los recuerdos.


Trayectoria profesional

Luís Fuentes Bejarano nació en Madrid en 1902 pero muy niño se fue a vivir a Málaga donde se inició su vocación por el toreo(se tiró de espontáneo en un toro de Manuel Granero). Tomó la alternativa en Vitoria, el 5 de agosto de 1923, de manos de Valencia II con toros de Antonio Pérez de San Fernando, siendo testigo el Algabeño. El año 24, le acompaña la desgracia resultó cogido en su primera corrida en Málaga. Ya no levantaría cabeza en toda la temporada. Un par de años después recuperará su crédito profesional aunque, a partir de 1931, otros toreros concitan la atención de la afición y sus actuaciones bajan en número gradualmente (2 corridas en 1934 y una en 1935). Toreando muy poco, permaneció en activo desde 1936 a 1940, retirándose el 12 de octubre de dicho año en Madrid. Falleció en Sevilla en abril de 1999. Está enterrado en el cementerio de San Fernando.

Torero de no depurado estilo, cimentó su trayectoria profesional en su pundonor, en su capacidad lidiadora y, sobre todo, en su dominio de la suerte suprema de la que fue considerado un especialista en su época. Gustaba de ir muy bien vestido, dentro y fuera de la plaza.


El toreo recio y seco de Fuentes Bejarano en una fotografía publicada en el semanario Estampa (22 de julio de 1930)
Carmen la de Triana.

Es curioso que, hasta la fecha, nadie haya reparado y analizado las imágenes taurinas de la película "Carmen la de Triana" de Florián Rey.

Carlos Fernández Cuenca, una de las máximas autoridades en la materia, ignora incluso la existencia de la película tanto en su libro "Toros y toreros en la pantalla" (1963) como, más tarde, en su artículo "Los toros en el Cine" publicado en el Tomo VII del Cossío (1982). Otros autores indican incluso que, como la película se rodó en la alemania nazi, no se incluyeron escenas taurinas en la misma. Craso error.

La película, que tuvo dos versiones, una española y otra alemana con distinto elenco salvo en lo que respecta a su protagonista femenina, la genial y versátil Imperio Argentina, se rodó -en efecto- en Alemania pero se intercalaron una "escenas naturales" rodadas ex-profeso en la Maestranza de Sevilla.


Cartelería de la versión española y la versión alemana de "Carmen la de Triana"

Una corrida de toros en la Maestranza sevillana.

Según contaba el diario ABC del día siguiente, el jueves 7 de octubre de 1938 y en la España de Franco, se celebraba en la Maestranza sevillana una función de toros gratuita para el rodaje de Carmen la de Triana.



En ese corrida intervinieron Antonio Díaz, vaquero de Miura, de quien Camero aprendió a echar el palo por consejo de Gallito, que rejoneó un novillo de Belmonte; su hermano Pepe Díaz, también vaquero en la casa Miura, que picó con primor al primero de los dos toros de Pallarés lidiados esa tarde y, como matador y, aquí viene lo interesante, Luis Fuentes Bejarano. Y digo interesante porque, de este torero, solo teníamos imágenes en algún festival, ya retirado y con muchos años a cuestas.

Ahora gracias a la película hispano-alemana vamos a poder ver torear a Fuentes Bejarano.



Las imágenes taurinas en "Carmen la de Triana" 

En la película, tanto en la versión española como en la alemana, se descartaron las escenas correspondientes a los tercios de varas, las banderillas y la estocada. O sea, todo aquello que tuviese que ver con la sangre.

Si se incluyeron, por contra, la escena de la salida al ruedo de uno de los toros de Pallarés recibido por los peones y las faenas de capa y muleta (probablemente, una faena completa de muleta) de Luis Fuentes Bejarano.

Hemos reconstruido y ordenado esas escenas en el orden lógico de la lidia y ahora podemos verlas, eliminando la parte de ficción.



Cómo toreó y toreaba Luis Fuentes Bejarano 

Ese día, el madrileño afincado en Sevilla, estuvo "pundonoroso y valiente". Bejarano, "magnífica silueta de la antigua Lidia", según el crítico de ABC, puso más de lo estrictamente requerido por la ocasión. Ceñido con el capote, impecable en la briega, eficaz en los trasteos de muleta y con impecable estilo en el volapié (sobre todo en el segundo que, partida la herradura, cayó sin puntilla a sus piés) entusiasmó a la concurrencia cortando las orejas de las reses lidiadas.

A la vista de las imágenes que hemos rescatado, se puede confirmar la valoración que, de este torero , ha hecho la historia. Luis Fuentes Bejarano, aparece en la película de Carmen como un torero de valor pero de poco depurado estilo. Su toreo de capa es sobrio y eficaz pero no artístico. En el toreo de muleta se atiene a los viejos y caducos cánones del toreo en ochos para estructurar una faena corta, dirigida casi exclusivamente a preparar al toro para la muerte tras algún desplante de valor. Lástima que -por exigencias del guión y la sensibilidad alemana- no se haya podido incluir la estocada en la película. Estoy seguro que ahí si hubiésemos disfrutado de lo lindo.

Fuentes Bejarano enfrontilado cita para la estocada. Curiosamente, la mano derecha no se sitúa a la altura del pecho como aconsejaba el propio torero en la entrevista del Ruedo antes citada sino más bien alta. En cualquier caso, su estilo como estoqueador fue reconocido por los aficionados y, lo que es más importante, por sus propios compañeros (Fotografía de la época publicada en Todocolección)
Anécdota sobre una estocada de Fuentes Bejarano a un toro de Miura que entusiasmó a Emilio el Bomba, Machaquito y Algabeño (Entrevista al Algabeño publicada en el Ruedo el 25 de julio de 1944)
Su toreo arcaico resultaba desfasado pues ya se había impuesto el moderno toreo en redondo (Manuel Jiménez Chicuelo había firmado en Madrid su faena a Corchaíto una década antes). El toro de Pallarés que vemos en la pantalla es noble y embiste por derecho, apto posiblemente para ese toreo en redondo que Luis Fuentes Bejarano sentiría como ajeno. Eso quizás explique su decadencia y el escaso interés que, en esos postreros años de su carrera, despertaba su toreo. No ocurrió así en la tarde que estamos rememorando. Los aficionados sevillanos aplaudieron lo que probablemente fue el canto del cisne de este torero. 

Un canto del cisne que había tenido su contrapunto ese mismo año y en esa misma plaza unos meses antes pues el 26 de mayo había debutado en Sevilla un novillero que haría cambiar el toreo para siempre: Manuel Rodríguez Manolete

Acababa una época del toreo pero se abría otra nueva, esplendorosa y genial.

Fuentes Bejarano en una tarde de triunfo sale de la plaza a hombros de los espectadores (Postal publicada en Todocolección)
Nota de LRI: Este trabajo es parte de la Ponencia "Toreros y grandes faenas en el world cinema. La historia de la tauromaquia contada a través del cine" impartida el pasado 8 de febrero en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Sevilla, dentro del ciclo "El cine y los toros-Géneros y lenguajes cinematográficos de la tauromaquia" organizado por la Fundación de Estudios Taurinos de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y la Universidad hispalense.
No obstante, conviene que precisar que la película que acompaña a este post pertenece a un montaje especialmente realizado para este blog. En la película que proyectamos en la charla del pasado jueves mantuvimos también imágenes de la ficción cinematográfica (Imperio Argentina, Manuel de Luna, etc.) junto a las estrictamentes taurinas.