sábado, 24 de febrero de 2018

Antología del toreo. El natural (I)

Por Jose Morente

El toreo al natural tiene un legítimo dueño y señor: Manolete

Es una lástima que se inventara tan tardíamente la fotografía y más tarde aún el cinemascopio. De haber llegado antes hoy hubiéramos podido disfrutar con las hazañas y proezas de Pedro Romero, Hillo, Costillares, Curro Guillén, Paquiro, Cúchares, el Chiclanero, El Tato, el Gordito, etc.. Y con tantos otros que en el mundo han sido.

Pero no nos lamentemos y vamos a conformarnos con lo que tenemos y de lo que tenemos, aunque lo ideal fuese la película, nos quedan las fotografías, esas antiguas fotografías que nos permiten aislar un lance, un instante, un detalle y captar el momento, el gesto, esa pierna que avanza, ese mano que no torea, esa mandíbula que se hunde en el pecho...

La fotografía no es el toreo pero es parte del toreo. Vamos pues a rescatar del baúl esas viejas y amarillentas fotografías del toreo. Lance a lance, aquí está la memoria gráfica de la evolución de las distintas suertes que es, a fin de cuentas, la historia del toreo.

Hoy empezamos esta serie con EL NATURAL


El natural primitivo de Vicente Pastor


El natural primitivo. Un natural por alto de Vicente Pastor. De cabeza a rabo, barriendo los lomos del toro. La ortodoxia decimonónica del pase natural que era en origen un pase aislado. El único natural legítimo para los aficionados antañones incluso cuando, años después, ya se toreaba por bajo y en redondo.


El natural primigenio de Bombita


El natural primigenio de un torero que busca el mando aunque no siempre lo consiguió. La preocupación de Bombita fue siempre intentar mandar en el toro, alargando su embestida en el remate. El Bomba se olvidaba de la verticalidad como han hecho tantos toreros en todas las épocas del toreo, la nuestra incluida.  El otro matiz importante, es esa muleta que ya va a la altura natural de la cara del toro. Son dos matices pero estamos ante el embrión del moderno toreo de muleta.


El natural sesgado de Belmonte


Aunque ahora se diga lo contrario, el natural de Belmonte era corto y sesgado, basta compararlo con la foto del natural de Bombita para comprenderlo. El de Juan entra dentro del toreo de expulsión pues el trianero toreaba siempre en ochos, alternando pitones lo que implica la necesidad de ganar terreno al toro, de desplazarlo hacia afuera contínuamente. Belmonte nunca ligaría naturales en serie. A su natural no le seguía otro natural sino un pase cambiado, una trinchera o un pase de pecho. 

Por eso, aunque su estética desgarrada y profunda es magnífica y fecunda, su toreo de muleta traía, en lo técnico (y pese a esa mano baja que tiene su aquel), fecha de caducidad.


El natural moderno de Joselito


Joselito el Gallo, el más grande de los toreros, va a rescatar del baúl del olvido el olvidado pase en redondo que se forma con tres naturales seguidos o en serie. Joselito no torea al natural sino que torea por naturales, lo que es radicalmente diferente. En puridad, acaba de nacer el toreo en redondo, base del toreo moderno de muleta. Gallito no lo inventó pues recuperó una tradición decimonónica que se había perdido y que dicen que venía desde Cayetano Sanz.  

Joselito, todas las tardes, toro tras toro, iba encadenando esos naturales suyos ligados, hilvanados y cosidos y, con ellos, encadenó al toreo.


La borrachera del toreo al natural en Chicuelo


Chicuelo, discípulo dilecto, fue el primero y quien mejor tomó nota del invento y aprendió la lección viendo torear al maestro José. Si al rematar un natural, el torero dejaba muerta la muleta y el toro volvía, los naturales se podían encadenar uno tras otro. Y eso fue lo que Chicuelo hizo, con generoso derroche, en Madrid con Corchaíto... Y eso fue lo que, antes, había hecho en México (¿qué sería del toreo sin México?) con Dentista y Lapicero. Su muletazo, mejor dicho, sus muletazos, en la cuerda limpia y clara de su maestro serán quizás menos poderosos pero destilan sutileza y gracia a raudales. 

O dicho de otro modo, la gracia del toreo vino del cielo y su mejor intérprete fue Chicuelo.


El natural chicuelista de un belmontista: Curro Puya


Trianero de pura cepa. Capotero en la cuerda de Belmonte siquiera ya de manos más bajas, el toreo de muleta de Curro Puya, con ecos de fragua, se fragua -curiosamente- en el horno contrario, el horno clarividente de Chicuelo. De foto a foto, de la Alameda a Triana, sólo dos detalles diferencian esos dos naturales: El codo levantado del torero de la Alameda (detalle gallista) y el talón levantado del gitano de Triana (detalle belmontista). Al final, el más antiguo resultaría ser el más moderno.  

Como suele suceder. Paradojas del toreo y de la vida.


El natural gallista de un gallista: Marcial Lalanda


Marcial -tardogallista- dominaba mucho pero carecía de matices quizás porque había nacido en Rivas Vaciamadrid, o sea de Despeñaperros para arriba Sus naturales resultaban un tanto forzados y rígidos aunque, eso sí, los ligaba en serie como su maestro, algo que los públicos de la época agradecían sobremanera.


El natural gallista de un belmontista. Antonio Márquez


Decían de Antonio Márquez que era belmontista y lo sería pero su natural destila gallismo y chicuelismo por los cuatro costados pues Márquez se reune con el toro, en vez de expulsarlo de su terreno. Lo que cambia es el cite que si en Joselito y Chicuelo, se hacía de frente, ahora se hace de tres cuartos. El torero que citaba de frente y veía pasar al toro por el costado, empieza a ponerse de costado y ve pasar al toro por todo su frente, lo que encierra un enorme, si no mayor, mérito.


El natural republicano de Manolito Bienvenida


Todavía tres cuartos de lo mismo. Todavía -antes de la guerra- el torero seguía citando de tres cuartos en los cites lo que, en consecuencia, hacía que el muletazo resultase de corto recorrido y le obligaba a forzar la cintura en el remate. Pero, incluso en esa posición, Manolo Bienvenida, el más completo de la dinastía, enjaretaba los naturales en serie con indudable apostura como ya no había más remedio que enjaretarlos.


El toreo al natural tiene nombre de Manolete


Esta foto no tiene desperdicio. Viéndola se comprende el tremendo cambio que introdujo Manolete en el toreo de muleta, su revolución. Manolete es fruto de una evolución histórica pero su colocación de perfil en el cite resuelve de un plumazo el problema del toreo en redondo al que se habían enfrentado los diestros anteriores a el y que sólo el supo realmente resolver.

Manolete fue un torero de sistema con un sistema netamente definido y acabado, sin dudas ni fisuras. Un sistema técnicamente coherente y perfecto que le servía para todos los toros. Manolete citaba de perfil y con la muleta atrasada, a la altura del cuerpo, arriesgando todo en ese cite. Trueca el control en el inicio a cambio de garantizar  la precisión en el remate. En ese giro al citar está el descubrimiento del tercer tiempo del muletazo que posibilita la ligazón de las suertes y que será la clave del toreo moderno. En México -público, crítica y toreros- lo vieron y lo jalearon de inmediato. Aquí, en España, todavía no nos hemos enterado.

Todos los toreros, todos, igual que ocurriera con Joselito, van a seguir su estela y su enseñanza.


El natural de Manolete por Armillita


Torero largo, a fuer de inteligente y clarividente, Armillita fue el primero que, cuando vio torear a Manolete, proclamó la buena nueva a los cuatros vientas. Del "así no se puede torear" que dijo el Guerra (con toda razón) cuando vió torear a Belmonte, pasamos al "sólo se puede torear así" que dijo Armillita (con toda la razón) cuando vio torear al Monstruo

El caso es que acertaron los dos. Tanto Rafael como Fermín. Dos genios que no sólo sabían torear como el que más sino que también sabían ver lo que veían.


El natural de gran estilo de Pepín Martín Vázquez


Aunque el aroma y la estética sean diferentes, el muletazo de Pepín es un hijo pródigo y legítimo del muletazo de Manolete lo que se evidencia en esta fotografía. El toreo de Pepín atesoraba una enorme calidad, toreo de muchos quilates, gracias evidentemente a su estética pero también gracias a su concepto y al modelo elegido: Manolete.


El sencillo natural del joven rival: Luis Miguel Dominguín


Pocos toreros tan poderosos como el hijo del Rubio de Quismondo. Luis Miguel ha sido como Guerrita y como Armillita un genio, soberbio y clarividente, dentro y fuera de las plazas. Su muletazo, manoletista como el que más, se caracterizaba por el poder, el mando, la longitud y la facilidad (difícil facilidad) más que por la estética, quizás algo dudosa.

Pero es que ¿les importa algo la estética por la estética a este corte de toreros?


El muletazo sevillano del Séneca de San Bernardo


A quien si le importaba la estética (¡y cómo!) era al rubio torero de San Bernardo. Aunque en las antípodas conceptuales y teóricas de Manolete, el muletazo sevillano de Pepe Luis jondo y liviano a la vez- virtud que no defecto- es, técnicamente también, hijo legítimo  -minimalista y de perfil- del muletazo del diestro de Córdoba pues, como hemos dicho, todos (y aquí ya se ve que fueron todos) los toreros de entonces bebieron en la misma fuente.

¿A la vista de la imagen, alguien lo duda?

(Fin de la primera parte)

4 comentarios:

  1. Antonio Luis Aguilera24 de febrero de 2018, 12:23

    Enhorabuena, José, por este magnífico e histórico comentario y las fotografías que lo ilustran.

    Como constatan las fotografías de tu relato, Manolete resulta indispensable para comprender la evolución del toreo moderno. Su figura representa el broche de oro que engarza la inmensa sabiduría plasmada por Guerrita en su Tauromaquia, con la portentosa técnica de Joselito y la pasmosa quietud de Belmonte, tamizadas todas por el arte incomparable del gran Manuel Jiménez "Chicuelo".

    La puesta en valor de tan inmenso caudal de torería corresponde al espada cordobés, que consolida definitivamente el toreo ligado en redondo, como método que habrían de aceptar y adoptar todos los espadas en su modelo de faena, cada cual con su acento personal, ante la exigencia de un público intolerante con sistemas pretéritos.

    Manolete acorta las distancias para obligar a los toros, cose los pases y otorga sentido de unidad a la faena de muleta, demostrando que a la frase “parar, templar y mandar” le faltaban los verbos “aguantar y ligar”, para finalmente implantar una técnica que sigue vigente en nuestros días. De la expulsión a la reunión. Del pase suelto, uno aquí y otro allí, a la ligazón en series.

    Manuel Rodríguez no sólo hizo el toreo, lo enseñó para que su nueva estructura fuera aceptada y adoptada por todos los toreros.

    Un abrazo

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  2. Mi querido Jose, le ha faltado a usted mencionar a Garza, al Ave de las tempestades, quien para mi gusto ha sido el más grande exponente del pase natural. Y sé que no soy el único que opina así. Le mando un abrazo desde México. Gastón Ramírez Cuevas.

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  3. las plantas asentadas,en la arena,el temple, cada uno con su pesonalidad,pero para ligar, no hay más remedio que citar de perfil,la mano del dinero, decían los antiguos, precioso documento , abrazos Manuel vázquez

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  4. soy un aficionada italiana loca de Manolete, queria agredecerle por sus articulos sobre el monstruo de Cordoba, realmente sus articulos son preciosos para quien quiere profundizar la historia de Manolete. gracias, abrazos desde Roma.

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