Luis Miguel sale a hombros por la Puerta Grande de las Ventas el día de la corrida de Beneficencia de 1946 (Fotografía publicada en El Ruedo el día siguiente) |
Esto no impide que, por otra parte, haya días definitivos. Me acuerdo de la corrida de Beneficencia de Madrid, en que toreamos Álvaro Domecq, Antonio Bienvenida, Gitanillo de Triana, Manolete y yo. Fue en el año 1946. En esa corrida no había programación, había que salir a morirse. La plaza estaba abarrotada porque era la única corrida que toreaba Manolete, quien, por otra parte no solía torear conmigo. Tuve además, para estar en el cartel, que dar un donativo de cien mil pesetas. Yo que llevaba pocos años de matador de toros, no las tenía en el banco (...)
Bueno allí, ya no calculaba nada, ni esperaba a ver como era el toro (...) me dijo el chófer que iba a colocar el coche para poder salir más fácilmente al finalizar la corrida. Contesté: "Eso es un problema de la cuadrilla, porque yo, o voy a la enfermería, o voy a hombros a casa". Claro, eso se dice y se hace en los días claves (...) si uno va todos los días a por todas, un día se equivoca.
Aquella corrida cambió el destino de mi vida. Quería tener la cabeza clara, pero hacía el paseo y se me iban cayendo unas lágrimas... Salí a morirme. Esa tarde me pegaba un toro una cornada y hubiera seguido toreando, si no me partía los músculos y no pudiera andar, Así lo hice algunas veces.
(...) Recuerdo esa famosa corrida de Beneficencia porque fue un día definitivo. Tal era la fuerza que se desarrolló en aquellos momentos y el ambiente que agarró a la gente, que fuí un día al cine y en el No-Do ponían esa corrida. Había unos muletazos míos y en un desplante al toro, miré a la cámara sin saber que estaba allí, ¡El cine entero se levantó para aplaudir! Yo, que estaba escondido en las últimas filas, me quedé impresionado.
(...) Recuerdo esa famosa corrida de Beneficencia porque fue un día definitivo. Tal era la fuerza que se desarrolló en aquellos momentos y el ambiente que agarró a la gente, que fuí un día al cine y en el No-Do ponían esa corrida. Había unos muletazos míos y en un desplante al toro, miré a la cámara sin saber que estaba allí, ¡El cine entero se levantó para aplaudir! Yo, que estaba escondido en las últimas filas, me quedé impresionado.
¡Lo que uno transmite cuando lo siente!
ZUMBIEHL, François. "La voz del toreo" (1ª ed., Madrid, Alianza Editorial, 2002)
Nota:
Luis Miguel no mira a la cámara como recordaba años después pero si que mira al tendido con gesto muy significativo en un desplante arrancando el aplauso del público de Madrid y el de toda España gracias al NO-DO.
Luis Miguel torero largo, de dominio, en la cuerda de Gallito y Guerrita, transmitía seguridad.mucha seguridad. Algo que, a veces, se podía convertir en un inconveniente.
Luis Miguel no mira a la cámara como recordaba años después pero si que mira al tendido con gesto muy significativo en un desplante arrancando el aplauso del público de Madrid y el de toda España gracias al NO-DO.
Luis Miguel torero largo, de dominio, en la cuerda de Gallito y Guerrita, transmitía seguridad.mucha seguridad. Algo que, a veces, se podía convertir en un inconveniente.
Luis Miguel, uno de los "toreros malditos", uno de los pocos que cambiaron el devenir técnico en el arte de torear. Eslabón fundamental entre Manolete y el toreo definido, largo , poderoso y ligado de los años 60/70. Con una personalidad muy marcada, una soberbia y chulería que aún a día de hoy pica a más de uno. Una pena que los aficionados fetén no le hayan valorado en su justa medida, y le hayan menospreciado por los temas del corazón y la política. LM fue mucho más que un torero importante.
ResponderEliminar