Foto publicada en el Ruedo de una estocada de la misma tarde de la película que comentamos. |
Viendo estos días videos antiguos, me topo con unas viejas películas de Rafael Ortega que parecen contradecir las tesis que el torero (o quizás su prologuista Ángel Fernández Mayo) sostenía en su libro "El Toreo puro". Del dicho al hecho va un largo trecho pero, en este caso, es que se tratan de cosas diametralmente opuestas.
Rafael sustituía la trilogía belmontina ("parar, templar y mandar") por la suya propia ("citar, templar y mandar"). El cambio no es baladí pues en el cite estaba, para el torero de la Isla, el toreo puro, el que algunos llaman rondeño. Es cierto que Domingo Ortega ponía el énfasis en un término diferente ("cargar") pues el de Borox sostenía que sin cargar era imposible mandar (aunque lo cierto es que, lo miremos como lo miremos, esa afirmación resulta ser radicalmente falsa).
Resumiendo que para Rafael había que "citar, parar, templar y mandar, y a ser posible cargando la suerte". Subrayemos ese "y a ser posible" que introduce una duda en el dogma.
En cualquier caso, y hablando del toreo de muleta, Rafael apostillaba:
"El toro tiene que venir humillado, metido en la panza de la muleta y con la suerte cargada. La mayor parte de los toreros lo que hacen es descargar: tú citas por un lado o por otro y, en vez de echar para adelante la pierna contraria, lo que haces es echar la otra para atrás; y eso no es cargar, es descargar. El toreo bueno es aquél en que cargas la suerte y apoyas el peso sobre la pierna contraria"
Siguiendo el tópico, Rafael equipara cargar la suerte con echar la "pata alante", que no es lo mismo aunque eso es ya harina de otro costal.
El problema real se encuentra en la distancia abismal entre lo que se dice (o nos hacen decir) y lo que se hace. Vamos a ver en imágenes a Rafael Ortega toreando de muleta y no en una mala tarde o de forma inusual sino en una de sus buenas faenas, toreando en Sevilla en la feria de 1954 a un toro bravo y noble de esos de los que el diestro de la Isla venía a decir que no había excusas para no cargarles la suerte pero...
Pero no lo hace. No carga la suerte pues no adelanta la pierna de salida (no la contraria, otro error) en el muletazo y, sin embargo, manda en el toro. Lo vemos.
Y es que, diga lo que diga Domingo Ortega y diga lo que diga Rafael Ortega, se puede (y quizás se debe) mandar sin cargar la suerte o sea, mandar con los brazos, sin menear los pies, que era lo que, en puridad y en realidad, aconsejaban las tauromaquias clásicas.
Una puntualización el toro que se ve en el vídeo no es de Miura como decía o afirmaba la voz del NO-DO del que se han obtenido estas imágenes publicadas por Alfonso Arteseros en la serie "Sevilla Recuperada" del Diario de Sevilla, sino de Buendía o sea encaste Santacoloma.
Aunque hoy se ensalza el toreo puro de Rafael Ortega y se contrapone al toreo de Manolete, la realidad es que técnicamente el toreo de muleta de ese diestro se encuadra en la línea de Manolete. Con una estética muy diferente (más recio, menos ascético), eso sí, pero dentro de un mismo concepto (se diga lo que se diga). Aunque hoy no queramos verlo así y le demos más crédito a unos textos erráticos que a lo que de verdad pasa en los ruedos.
Rafael Ortega estaba, por tanto, en la misma línea que la mayoría de los toreros de su tiempo. En lo que superaba claramente a sus contemporáneos era en la suerte suprema. En eso, Rafael Ortega fue gente... tan gente como Manolete.
Una pregunta. Sabemos leer pero ¿sabemos mirar?
Otra gran lección. Muchas veces miramos pero no vemos.
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