Por Jose Morente
Desde la muerte de Manolete, no han sido muchas las figuras (aunque alguna ha habido) que han matado los toros de Miura.
Corrida de expectación
La corrida de Miura de la feria de Sevilla de este año ha despertado, gracias a la inclusión en el cartel de un Julián López Juli, que se encuentra probablemente en su mejor momento, una expectación inusitada como no despertaba esa tan sevillana y tan tradicional corrida desde aquel ya lejano año de 1987 en que la toreó en solitario Juan Antonio Ruiz Espartaco.
Espartaco doblándose con un Miura la tarde del 3 de mayo de 1987 (Fotografía publicada en ABC)
La apuesta de Juli responde a algo que se viene demandando desde hace tiempo y que era habitual hace muchos años: Que las figuras aparezcan en este tipo de carteles pues, para muchos aficionados, esa es la única forma de justificar su caché.
Cuando los carteles los firmaba Ruano Llopis, cuando el nombre de las ganaderías aparecía en un tamaño legible y acorde con su importancia y cuando las figuras mataban los Miuras, el resultado era éste: Feria de Sevilla de 1933, Manolito Bienvenida y Domingo Ortega (que se anunciaban también, aunque acompañados y muy bien acompañados, en la de Villamarta y en la de Murube) torearon la corrida de Miura mano a mano. Detalle curioso: El motivo que adorna el cartel es la Puerta de Alcalá y no la Puerta de Carmona o la Puerta Osario como hubiera sido lo lógico. Nadie (ni nada) es perfecto.
Sin embargo, hoy, la categoría de gran torero no se obtiene en las corridas duras, como dicen que ocurría antaño, ya que la fiesta se rige en la actualidad por unos parámetros distintos a los de antes cuando la épica primaba necesariamente sobre la estética y cuando no había mejor ganadería para demostrar el valor de un torero que el legendario hierro de Zahariche.
28 de agosto de 1947. Manolete toreando en redondo a Islero con su magnífico estilo. Muy erguida la figura, con mucho aguante, muy cerrado el compás y muy baja la mano de la muleta. Desde su muerte, va a dejar de ser habitual la presencia de las figuras en la corrida de Miura. Hoy las cosas han cambiado y la categoría de un torero no la miden los públicos (otra cosa son los aficionados) por el número de corridas de Miura o de otros hierros duros a los que estos se enfrenten (La fotografía ¿de quien si no? es de Cano)
Por muy fuerte que suene, la inclusión de un torero en este tipo de carteles y, sobre todo, su encasillamiento en los mismos, va en contra de su prestigio. La fiesta se ha estratificado en circuitos paralelos que rara vez se cruzan. Por eso, la apuesta del Juli, quien no necesita en absoluto demostrar nada, debería recibir el agradecimiento del aficionado cabal. Especialmente, porque esa es la forma de que los toreros punteros se animen a torear este tipo de corridas tan complejas y que tan poco reportan a los ya consagrados.
El Juli, en sus comienzos de becerrista cuando ya demostraba esa precoz intuición en el conocimiento de las reses que debe permitirle, en teoría, solventar sin apuros el compromiso contraído el próximo domingo aunque con los miuras nunca se sabe… (Foto Olimpo Encastado)
Toreros especialistas
Frente al Juli, se anuncian dos toreros especialistas en este tipo de corridas: Rafaelillo y Javier Castaño. Dos toreros habituales en estos carteles de los cuales el segundo, Castaño, tiene el mérito añadido de haber traído un aire renovador a este tipo de corridas.
Javier Castaño, un gran especialista en este tipo de toros, exhibe sus poderes, en Pamplona, ante un toro de Miura al que cortó una oreja en una corrida que ofreció pocas opciones.
Y es que, sin renunciar a los planteamientos heroicos que son habituales a la hora de encarar la lidia de los miureños, Javier ha recuperado muchas cosas de la tauromaquia de uno de los toreros más queridos por los aficionados: Luis Francisco Esplá. Otrora, uno de los toreros fetiche de la afición madrileña y uno de mis preferidos.
Dado que, en estas corridas, apostar por el triunfo en la muleta es reducir las opciones de éxito, Javier Castaño ha planteado, descarada y resuelta pero sobre todo inteligentemente, descargar el peso del último tercio en beneficio de los dos anteriores. Como además la lidia de este tipo de ganado suele ser agotadoras para el espada, nada más lógico que ceder parte del protagonismo a las cuadrillas, tanto picadores como banderilleros.
En la feria de Pentecostés de Nimes de 2012, Castaño se encerró con 6 miuras y triunfó de forma inapelable. Lo importante es que esa tarde, Javier recuperaba la lidia total pues no todo se redujo al toreo de muleta (Fotografía de Costedoat para Aplausos)
Todo ello tiene muchísimo sentido pues estos toros, hechos para la Tauromaquia antigua, responden bastante mejor a los momentos de la lidia donde la épica y lo atávico son lo importante. Así, la suerte de varas (con el quite arrojado y arriesgado que acaba en desplante), las banderillas (donde el cruce de terrenos de toro y torero es fugaz) o la estocada (tres cuartos de lo mismo) son los momentos de la lidia (hoy olvidados o relegados ante la omnipresente muleta) donde el encuentro con estas reses puede proporcionar mayor rédito.
La estocada, aunque sea de recurso, es otro de los momentos que cobra todo su sentido en este tipo de corridas (En la fotografía de Costedoat para Aplausos, Castaño cita desde muy lejos a un toro de Miura en mayo de 2012 en Nimes)
Pero cuidado, que las cosas no son tan sencillas (ni tan lineales) como los aficionados suponemos y, además, en el bando contrario, o sea a la vera del Juli, nos vamos a encontrar también a dos de los mejores picadores del momento y a tres banderilleros sobradamente capaces pues no en balde actúan a las órdenes de quien actúan.
Salvador Nuñez y Diego Ortíz, los varilargueros del Juli. Dos de los mejores picadores de hoy día.
El toro de Miura. Comportamiento y hechuras diferenciadas.
Pero una cosa es la lidia (siempre posible como demuestra Javier Castaño) y otra torear (como hoy se entiende que hay que torear) que es lo que ahora prima.
Y a la hora de torear, lo primero que tenemos que reconocer es que estos toros presentan las máximas complicaciones. Entre otras cosas, porque su actitud y comportamiento se alejan muchos del de los bravos, y sobre todo nobles y predecibles (dentro de lo que cabe), toros del encaste de Vistahermosa, que es el que predomina en la cabaña brava actual pues el tiempo –en proceso darwiniano- ha ido haciendo desparecer aquellas reses que no se adaptaban a los tauromaquia de cada época, tauromaquia que viene marcada por los gustos del público del momento.
Desastrosa fue la corrida de Miura que cerraba la feria de Sevilla de 1909. Fueron heridos los tres matadores (Pepete, Moreno de Alcalá y Martín Vázquez) y también un espectador que se había arrojado al ruedo en el último toro. El fin de semana se completó, de forma trágica, en la plaza de Madrid, con la cogida de Gaona y la muerte del banderillero Lagartijilla (Nuevo Mundo del día 29 de abril de 1909)
Y es que, cuando hablamos de gustos, no nos referimos sólo al tipo de embestidas sino, también, al de su conformación zootécnica pues son precisamente estos nuevos gustos los que han hecho casi desaparecer aquellos encastes de reses de reducida caja como son, por ejemplo, los ejemplares de Santacoloma. Algo en lo que tienen bastante culpa algunos de los que hoy más se quejan por el predominio del mono-encaste Domecq.
No es ese, evidentemente, el problema de los Miuras pues, al contrario, son reses de mucha alzada, cuello muy largo y largas extremidades, de poca barriga (“agalgados”) lo que, unido a su piel finísima, les hace aparentar mucho menos peso del que realmente tienen pues siempre dan la sensación de caberles unos cuantos kilos de más.
Las hechuras de los Miuras. Más largos que un día sin pan y además muy agalgados. Por ello no es extraño que ocurran anécdotas como la de aquel toro desechado en el reconocimiento por los veterinarios que lo acusaban de desnutrido y luego peso más de 600 kilos (Foto del opus 7 de Tierras Taurinas)
Y hablando de fenotipos, un detalle sobre el que hacía hincapié Paco Ruiz Miguel en la magnífica entrevista que le realizaba José María Sotomayor en su libro dedicado a esta ganadería (“Miuras” Espasa Calpe, 1ª ed., Madrid, 1992, Colección la Tauromaquia nº 48, páginas 229-252) y que constituye la mayor parte del capítulo dedicado a este gran torero gaditano (el que más toros de Miura ha toreado en la historia del Toreo) es la relación entre tipo y comportamiento que se da en estos toros.
Francisco Ruiz Miguel, con la planta muy erguida, torea en Madrid al natural a un toro de Miura de respetable alzada. Ruiz Miguel siempre ha estado digno con esos toros aunque a veces no le permitieron el toreo estático que hoy prima algo que, en su día, llegaron a reprocharle los aficionados. Reproche injusto pues con el toro antiguo no cabe el toreo moderno. No siempre, al menos.
Dice Ruiz Miguel al respecto:
“A mí, en lo de Miura, me gusta el toro de mazorca gorda, el toro basto. El de pitón fino no suele dar resultado. Los coloraos tampoco salen malos. Pero el que más me gusta es el castaño o ese “colorao raro y burraco” que tiene don Eduardo. También el cárdeno claro, muy salpicao, que suele fallar menos que el toro negro.
Este último es, casi siempre, más Miura. Sobre todo, el de pitón negro. El que lo tiene blanco, dentro de la capa negra, al menos en las corridas que yo he matado, es el toro que más facilidades me dado.
Aunque cuando sale malo lo de Miura, sale malo el negro, el colorao y todos”
“Cortinero”, cárdeno bragao, toro de Miura lidiado en Madrid el 30 de mayo de 1920 muy pocos días después de la tragedia de Talavera (Detalle de la portada de la Lidia del 7 de junio). Todos los toros de esa tarde de variadas pintas (un negro entrepelao; un negro bragao; un chorreao bragao; un cárdeno y un cárdeno bragao. Del sexto no dice nada la reseña de “El Toreo”) salieron mansos pero “Cortinero”, que hizo quinto y le correspondió a Paco Madrid, se llevó la palma.
La lidia de “Cortinero”, que llevó fuego, trajo de cabeza al peonaje (sobre todo al banderillero Cofré) como es habitual en algunos toros de esta casa, hasta el punto que se pidió su devolución al corral. En la fotografía de Sol y Sombra, se aprecia el instante en el que “Cortinero” coge a Cofré mientras en su espalda se levanta la polvareda propia de las banderillas de fuego.
Una estrategia que seguía Ruiz Miguel con su cuadrilla, en los sorteos, aparte de intentar enterarse del nombre de los sementales de los que provenían los toros, era la de “abrir los lotes” para que no entren en el mismo dos toros de la misma capa.
Lo que está claro es que, con todos los matices que se quieran hacer, el de Miura es un toro fiero aunque, a veces por su mansedumbre, parezca descastado. Para Ruiz Miguel además, suele salir “muy malo y peligroso”. Pero si algo destaca en el toro de Miura es, por encima de todo, es que se trata de un toro listo del que abundan las anécdotas que corroboran esa característica.
El Miura es tan listo que algún autor ha dicho irónicamente que las ojeras que adornaban a los clásicos colorados ojo de perdiz, que tanto se daban antaño en esta ganadería, no eran sino gafas que les permitían leer las viejas tauromaquias y conocerlas mejor que las conocen algunos toreros. (Fotografía de portada del Opus 7 de Tierras Taurinas)
Unos singulares tentaderos
Lo que está claro es que la embestida de los Miuras no tiene nada que ver, como hemos señalado, con la forma de acometer del toro de hoy. Quizás porque los tentaderos se han hecho en esa casa atendiendo sobre todo al caballo lo que curiosamente tampoco garantiza un comportamiento espectacular en varas de los Miuras en la plaza. ¡Tan complicado es esto del toreo!.
Una imagen inusual. El caballo de tientas en lo de Miura va protegido incluso por el cuello y los lomas ya que no es raro que las becerras intenten subirse a la grupa pegando cornadas o mordiscos
Le decía Ruiz Miguel a José María Sotomayor:
“Las vacas se desechan [en lo de Miura] por su comportamiento en varas. El caballo en la casa de Miura es lo fundamental. Yo creo que es lo más importante. La bravura la mide Miura en el caballo. Luego si es bueno y “se deja” mejor. Pero yo creo que no lo mira mucho el ganadero”
Lo que corrobora el propio ganadero, don Eduardo Miura Fernández padre de los actuales poseedores de la vacada, quien decía en 1992 a Sotomayor que sus reses “tienen que cumplir bien en el caballo. Que aguanten con acometividad el castigo”.
Tentadero de hembras en Zahariche. La plaza de tientas de Zahariche es cuadrada, lo que permite apreciar mejor las querencias. Esta peculiaridad se debe a que el primer Miura de la historia aprovechó para hacer sus tentaderos una corraleta cuadrada que ya existía en la finca que acababa de comprar. Luego, la tradición se ha mantenido y al trasladar la ganadería desde las marismas a Carmona, la nueva plaza de tientas se construyó también cuadrada (Fotografía del libro de José María Sotomayor)
Los criterios de selección en el campo, donde muchas becerras toman diez o doce puyazos, se notan en la plaza. Por eso, a los toros de Miura no se les puede dejar de castigar fuerte en varas. Son toros que no se pueden dejar “crudos” pues en caso contrario, se “comerían” al diestro por su brusquedad y sentido.
Y eso que, desde hace años y especialmente a raíz de la muerte de Manolete, los ganaderos de la familia también han ido buscando mayores cotas de nobleza. Por eso, para don Eduardo, el toro auténticamente bravo…
“El toro perfecto al que aspiramos todos los ganaderos, es ese que entra bien al caballo en la suerte de varas. Que embiste mucho, incansablemente desde que sale a la arena, admitiendo muchos puyazos; no tiene en cuenta el dolor físico y pelea sin desmayo hasta el final, hasta la hora de la muerte. Lo contrario del antitoro.
Además, el toro deberá ir a más o, al menos, se mantendrá, colaborando con el torero para que la faena además de calidad tenga su tacita de sal y pimienta”.
Lo que viene a significar que también en esta ganadería se busca hoy día mayor toreabilidad pero, siempre, como cosa secundaria ya que como dice Ruiz Miguel:
“En el tentadero de Miura, te lo digo de verdad, hay becerras de diez, doce y catorce puyazos. La que no llega a eso, fuera. A torearla. Y a lo mejor es una gran becerra para el toreo. Nada, a torearla, a torearla. Él [Don Eduardo] se fija más en la bravura en el caballo. En lo que siempre ha sido”.
Puede ser por esto por ese fijarse “en lo que siempre ha sido” (que es la suerte de varas y no tanto en la muleta) por lo que, como remataba Ruiz Miguel, gran especialista en estos toros, el Miura cambia tanto durante la lidia y suele ser un toro muy incierto. Paco dice que, por eso, su mejor estrategia fue la de anticiparse a sus reacciones. Intuir lo que iban a hacer, antes de que lo hicieran: “Cuando se quieren dar cuenta, ya eso está solucionao”.
Problema solucionado. Antonio José Galán se desplanta ante “Morcillero” en la Maestranza. No obstante, el miura, un toro muy largo, se resiste a morir. estamos en 1973 y Galán salió esa tarde a hombros (Fotografía del Ruedo)
Lo malo es que no siempre los problemas que plantean estos toros son solucionables.
Sigue Ruiz Miguel:
“El que sale miura, sale miura. Y lo que sí es verdad es que te avisa. Desde el principio te está diciendo que va ser malo y no se desplaza con la capa ni nada. Lo que quiere es cogerte. Y además, como se fije en una persona, se meta donde se meta, allá va a buscarla”.
“El que sale Miura, sale Miura” (Detalle de una estocada de Rafaelillo en Arles. Fotografía original de Tierras Taurinas)
El toro de Miura en la suerte de varas
Tan injusto sería valorar el toro de hoy exclusivamente por su comportamiento en el caballo como valorar el toro de ayer sólo por lo que no hacía en la muleta. Errores de apreciación en los que solemos incurrir muchos aficionados.
Si en la ganadería de Miura se selecciona por lo que hacen las reses en la suerte de varas, lógico es que hablemos algo sobre el discurrir de esa suerte en la plaza. Y es que, lo bonito e interesante de las corridas de toros, es la cantidad de puntos de vista que presenta la lidia. No es lo mismo ver los toros sentado en una grada de sombra en amistosa conversación con los amigos que, en lo alto del caballo de picar, esperando la arrancada de un toro de la divisa verde y grana (en provincias. En Madrid es verde y negra) al que tu matador acaba de poner en suerte en la plaza de la Maestranza.
Vamos a transcribir aquí las opiniones de un gran varilarguero, Domingo Rodríguez “Rubio de Quismondo”, recogidas también del libro de José Maria Sotomayor que tanto nos está sirviendo para esta entrada del blog.
Un magnífico picador, Domingo Rodríguez “El rubio de Quismondo” (Fotografía del tomo VI del Cossío)
Dice el Rubio:
“El toro de Miura de por sí, es distinto a todos, porque al picarles, este toro te echa la cara arriba. Yo recuerdo un año en Valencia, en una corrida que la toreaban Palomo, Ruiz Miguel…, y no me acuerdo del tercero, un toro castaño, que al echarle el palo hizo así con la cara (hace un gesto significativo) y me pegó una cornada en salvas sean las partes que todavía conservo la calzona rota”
Y añade:
“Lo que si tienes que tratar es de asegurarte, si puedes, el primer puyazo, porque luego lo piensan ¡Son muy listos!. Es el toro más listo que hay.
Si tienes la suerte de cogerle bien, estupendo, pero si no, se crecen y ya no puedes con él”.
Y es como dice el gran picador no sólo algunos saltan sobre el varilarguero (Al Galeano que iba con José Fuentes, uno de Miura le pegó una cornada ¡en la mano izquierda!) sino que si un banderillero pasa en falso, luego es casi imposible parearle. Igual que, cuando se les pincha un par de veces, se ponen imposibles, empiezan a sacar agua de la noria y ya no hay quien pueda con ellos.
El Miura es siempre complicado de picar. Lo importante es no dejarle crudo en varas porque, en caso contrario, se comerían al torero. (Foto de un Miura recargando sobre el caballo derribado en Arles. Tierras Taurinas)
El Miura en la muleta
Al contrario de lo que ocurría con el toro de Albaserrada, para el que los toreros tienen muy claras las pautas de comportamiento a la hora de afrontar el último tercio, pautas que recogíamos en anterior entrada de este blog, con el toro de Miura las cosas son muy distintas como corresponde a ganadería tan singular.
Aquí no existen reglas o si las hay son demasiado sencillas y nada precisas. Así que, vistas las anteriores declaraciones y dada la inteligencia de estos toros, queda claro que el torero (de oro o plata, de a pie o de a caballo) tiene que hacerles las cosas muy bien y no puede permitirse el lujo de cometer el mínimo error pues como decían Ruiz Miguel, el Rubio de Quismondo y el propio don Eduardo Miura Fernández, son toros muy listos y que aprenden muy pronto.
El toro de Miura aprende pronto por eso hay que hacer las cosas pronto y, sobre todo, demostrar gran firmeza ante él. Como hace Manili (Foto Gómez)
Por ello, las faenas al Miura no pueden empezar con probaturas. Si el toro sale malo hay que abreviar con él e intentar matarle como se pueda y cuanto antes, so pena de pasar luego un quinario con riesgo de que vuelva vivo a los corrales. Pero si sale bueno, tampoco valen dilaciones y los 15 ó 20 muletazos que tengan (no suelen admitir faenas largas por eso del aprendizaje) hay que dárselos también cuanto antes.
Está prohibido recortarles pues si presienten al torero, aunque sea fugazmente, se orientan y aumenta el riesgo de cogidas.
Joaquín Bernardó se desplanta ante un Miura en Madrid el 28 d emayo de 1967. Bernardó es de los pocos toreros que han sido capaces de torear una corrida de Miura en solitario (Fotografía del libro de José María Sotomayor)
Por suerte, el toro de Miura no es, en general, nada certero. Y es que, también en general, suelen ser más certeros los toros cornicortos. Ese es el que hiere. Al toro de pitones largos, como son muchos de los de esta ganadería, le cuesta más rebañar. Lo decía Paco Ruiz Miguel, quien apostillaba que el Miura no se ceba con el torero caído en el suelo o no se ceba con exceso.
Añade Paco, en opinión que compartimos, que la leyenda de Miura deriva de la casualidad. No tanto de las muertes provocadas por esos toros sino por la importancia de los toreros fallecidos a causa de las cogidas propinadas por ellos: Pepete, Espartero, Manolete,…
Pepe Luis Vázquez tentando en la cuadrada placita de Zahariche. Pepe Luis ha sido uno de los toreros, junto con Joselito el Gallo, más vinculados a la familia Miura. Su amistad con don Eduardo Miura Fernández fue proverbial (Fotografía del libro “Miuras. Siglo y medio de casta” de José María Sotomayor)
Magnifico relato de esta carismática ganaderia, y ademas con una claridad de lo que es el TORO de MIURA, es el mejor articulo que e leído de esta ganaderia.
ResponderEliminarExtraordinaria entrada...que lastima que no podamos ver a Julian el domingo,le ha pegado muy fuerte el toro esta tarde.una pena!!
ResponderEliminarSensacional guia para el espectador. Es didáctica, clara y muy divertida.Es la forma de hacer nuevos aficionados y es lo que se echa en falta en las retransmisiones de Tv.Descubrir al público no aficionado el interes por los toros.
ResponderEliminarPara los aficionados que quieran devolver la entrada de la corrida de Miura, la empresa tiene la obligación de devolver el importe íntegro, incluido el 10% adicional que cobra en la venta por internet y la reserva previa de entradas. Sevilla Pagés tiene abierto un expediente sancionador en Consumo (Junta de Andalucía) por no haberlo hecho así hasta ahora. Saludos.
ResponderEliminarJa ja ja ja.
ResponderEliminarEnhorabuena por la extraordinaria entrada del Blog, así como el mismo entero. Quiero rectificarle solo una cosa. La foto de Javier Castaño no es Beziers, es en Pamplona.
ResponderEliminarMi gran enhorabuena!!!! Los toros en la web.2.0,,,manera perfecta para aficionarse
ResponderEliminarJuanito:
ResponderEliminarMuchas gracias y un abrazo
domi:
ResponderEliminarEfectivamente. Cornada fuerte. Estoy de acuerdo pues me hubiera gustado ver como los toreaba Juli máxime ahora que sabemos lo buena que salió la corrida.
Un cordial saludo
Francisco Butler:
ResponderEliminarEso es lo que hace falta que el público no aficionado se interese por los toros.
Saludos y gracias
Desde Sevilla:
ResponderEliminarYo tuve que devolver una de un amigo mío que no pudo venir y pese a que indiqué lo que usted comenta no me devolvieron el importe de la reserva.
De hecho esa cantidad no figura en la entrada sólo pone el importe base.
¿Como protestar ahora?
Saludos y gracias por la información
Alejandro P.
ResponderEliminarMuchas gracias y tiene usted toda la razón de hecho ya me lo advirtió un amigo nada más publicarse.
Me alegra pues demuestra que las entradas se leen con atención algo que satisface lógicamente al que las escribe.
Un cordial saludo
PD: Lo corrijo inmediatamente
MariA Anguito
ResponderEliminarMuchas gracias y mi saludo 2.0